Nuestro cerebro relaciona melodías alegres con tonos cálidos y vivos; y melodías tristes con tonos oscuros
Nuestros cerebros están diseñados para establecer conexiones entre la música y el color, en función de cómo nos hacen sentir las melodías, ha revelado una investigación de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), Estados Unidos. El estudio se realizó con 100 personas de México y EEUU, y sus hallazgos podrían tener implicaciones para las terapias creativas, para la publicidad e incluso para los dispositivos reproductores de música. Si éstos combinaran imágenes y melodías teniendo en cuenta las emociones, podrían provocar experiencias más intensas, afirman los autores de la investigación.
Por ejemplo, el vivaz concierto para flauta nº1 en sol mayor de Mozart se asocia más con el color amarillo brillante y con el color naranja, mientras que su Réquiem en re menor suele relacionarse con colores más oscuros, como el gris azulado.
Por otra parte, el estudio ha constatado que personas de distintos sitio – en este caso, de Estados Unidos y de México- vinculaban las mismas piezas de música clásica con los mismos colores. Esto sugiere que los seres humanos comparten una “paleta” emocional común que parece ser intuitiva y trascender las barreras culturales, afirman los autores de la investigación en un comunicado de la UC Berkeley.
“Los resultados obtenidos han sido firmes y consistentes en todas las personas y culturas y señalan claramente el importante papel que juegan las emociones en la forma en que el cerebro humano vincula la música con los colores “, explica Stephen Palmer, autor principal de un artículo sobre el estudio publicado por Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Utilizando una paleta de 37 colores, los investigadores comprobaron que la gente tiende a asociar la música con un ritmo rápido y en modo mayor con tonos vivos de amarillo; mientras que la música de ritmo más lento y en modo menor tiende a ser relacionada con tonos más oscuros del gris y del azul.
“Sorprendentemente, se puede predecir con un 95% de exactitud lo alegres o tristes que serán los colores que los individuos seleccionarán a partir del tono emocional de la música que escuchan”, afirma Palmer, quien presentará estos y otros hallazgos en la International Association of Colour conference aic2013.org/ que se celebrará el próximo ocho de julio en la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido.
En esta conferencia, un espectáculo de luces de color acompañará la actuación de la Orquesta Northern Sinfonia para mostrar “los patrones que provoca la convergencia de música y color en los circuitos neuronales que registran las emociones”.
Entender la sinestesia
Estos hallazgos podrían tener implicaciones para las terapias creativas, para la publicidad e incluso para los dispositivos reproductores de música.
Por ejemplo, se podrían desarrollar visualizadores de música electrónica con un mayor efecto emocional o programas informáticos que generen imágenes animadas sincronizadas con la música. Ahora mismo, los colores y patrones de estos dispositivos se generan de manera aleatoria sin tener en cuenta las emociones humanas, explican los científicos.
Por otra parte, el hallazgo podría ayudar a comprender la sinestesia, un trastorno neurológico que hace que la estimulación de un sentido, como el oído al escuchar música, provoque percepciones automáticas en otros sentidos.
Un ejemplo de sinestesia fue el retratado en la película de 2009 El Solista, en la que el violonchelista Nathaniel Ayers ve una interacción fascinante de colores que giran cuando escucha una sinfonía. Artistas como Wassily Kandinksky y Paul Klee reflejaron este cruce perceptivo que supone la sinestesia en sus obras, como si “pintaran” sonidos con los colores que empleaban.
En el presente estudio participaron 100 hombres y mujeres, de los cuales la mitad residía en la bahía de San Francisco (EEUU) y la otra mitad en Guadalajara, México. En tres experimentos, los voluntarios escucharon 18 piezas de música clásica de compositores como Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart o Johannes Brahms. Estas piezas variaban en tempo (lento, medio, rápido) y en las claves.
En el primer experimento, se pidió a los participantes que eligieran cinco de los 37 colores -de la paleta presentada- que ellos pensaban coincidían mejor con la música que oían. La paleta estaba compuesta por tonos vivos, claros, medios y oscuros de rojo, naranja, amarillo, verde, verde amarillento, verde, verde azulado, azul y morado.
Los participantes escogieron, de manera sistemática, colores cálidos y vivos cuando escucharon música alegre y vivaz; y colores oscuros y apagados cuando oyeron piezas tristes o sombrías. Por otra parte, calificaron cada pieza musical en una escala que iba de la alegría a la tristeza, de fuerte a débil, de animado a triste; y de enojado a calmado.
Los resultados de dos experimentos posteriores, en los que los voluntarios debían relacionar expresiones faciales con músicas y colores, respaldan asimismo la hipótesis de los investigadores de que “las emociones comunes son responsables de las asociaciones entre música y color”, explica Karen Schloss, coautora del artículo de PNAS.
En este caso, la música alegre en modo mayor fue asociada constantemente con caras de aspecto feliz, mientras que la música triste en modo menor se relacionó con caras tristes. Igualmente, las caras felices fueron vinculadas con el amarillo y otros colores brillantes; y los rostros enojados con tonos rojos oscuros.
Palmer y su equipo planean ahora investigar a personas de Turquía, donde la música tradicional emplea una amplia gama de escalas. “Sabemos que en México y EEUU las respuestas son muy similares. Pero aún no sabemos cómo será la respuesta en otros países, como China o Turquía”, explican.
S. E. Palmer, K. B. Schloss, Z. Xu, L. R. Prado-Leon. Music-color associations are mediated by emotion. Proceedings of the National Academy of Sciences (2013). DOI: 10.1073/pnas.1212562110.