El brote de gripe A/H1N1 en Venezuela, también presente en países vecinos, preocupa a especialistas y a las autoridades, más allá de las diferencias en cuanto a la estrategia para enfrentar el mal y el modo de comunicar la situación sanitaria.
La ministra de Salud de Venezuela, Isabel Iturria, se rehusó a “dar un parte numérico de los casos” de influenza A/H1N1, pues “existe una paranoia en la población que podría aumentar por el manejo de la información que hagan los medios de comunicación”.
“Se focaliza la atención en el elemento que no es el más relevante, a partir de creer que estamos dando un parte de guerra de una cosa inusitada, manejada con criterio de alarma generalizada, cuando debe ser manejada con un criterio de educación para la salud”, explicó Iturria.
Para la ministra, lo más relevante es la “prevención” e “informar a la gente adecuadamente sobre las medidas que deben tomar para prevenir la influenza”.
“La influenza está diseminada por todo el planeta tierra desde el año 2009. En este momento la hay en Venezuela y en los estados donde no la hay, probablemente la habrá en los próximos días”, abundó la ministra.
El experto en medicina tropical Rafael Orihuela aseguró a IPS que “ya han muerto 18 personas en cinco estados de Venezuela, pero el virus ha enfermado a personas en 16” de los 24 (distritos en que se divide el país), tanto del occidente cercano a Colombia como del oriente vecino a Brasil.
“Los actuales brotes con fuerza se deben a que no se vacunó adecuadamente a la población, en particular las zonas y grupos poblacionales de riesgo, según las pautas de la OMS para los años 2010, 2011 y 2012”, señaló Orihuela.
La cepa H1N1, que hoy es la dominante entre los virus A causantes de gripe en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una mutación surgida en el sudoriental estado mexicano de Veracruz en abril de 2009, cuando el niño Edgar Hernández pasó a ser considerado el “paciente cero”, o primer caso registrado.
Ese mismo año la enfermedad se expandió raudamente hasta cobrar desde entonces y hasta agosto de 2010 unas 19.000 vidas, de las cuales unas 8.000 eran habitantes de América Latina y el Caribe, según reportes de la OMS. En Venezuela en particular perecieron 135 personas por esta causa.
También desde países vecinos llegan noticias de incidencia de esta influenza.
Las secretarías regionales de Salud de Colombia informaron esta semana de la muerte de tres personas en Bogotá, cuatro en el nororiental departamento Norte de Santander y una en el sudoccidental Huila, mientras que laboratorios del Instituto Nacional de Salud examinan muestras de más de 100 casos.
En tanto en Brasil, con 198 millones de habitantes, reportes oficiales indicaron que entre el 1 de enero y el 12 de mayo fueron hospitalizadas 4.713 personas afectadas con el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), 391 de las cuales fallecieron. De esos totales, solo 388 padecieron gripe porcina y murieron 61 por esa causa.
El ministro brasileño de Salud, Alexandre Padilha, anunció que un equipo conjunto de funcionarios del gobierno nacional y estadual examinará los casos para establecer, entre quienes sucumbieron a enfermedades respiratorias, los que corresponden a la cepa H1N1.
“Sospechamos que acontece hoy en São Paulo lo ocurrido en los estados del sur del país el año pasado, cuando 85 por ciento de las personas que fallecieron tenían otras dolencias y 65 por ciento pertenecían a grupos que debieron ser vacunados y no lo hicieron”, advirtió Padilha.
Los grupos poblacionales más amenazados son quienes tienen debilidad de sus sistemas inmunitarios, (afectados de cáncer, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, diabetes, hipertensión, asma u obesidad mórbida), niños y niñas menores de cuatro años y adultos mayores de 65, además de embarazadas y del personal de salud.
Los síntomas de la gripe son tos, aumento de secreción nasal, dolor de garganta, fiebre alta, malestar general, pérdida del apetito, vómito, dolor en las articulaciones, pérdida de la orientación y la conciencia. Ese cuatro complica el sistema respiratorio y puede resultar fatal.
“En los países americanos de la franja ecuatorial, como Venezuela, Colombia, Ecuador o Brasil, posiblemente el virus se adaptó a las condiciones climáticas para circular y reaparecer con las temporadas lluviosas que se inician en abril o mayo”, explicó el epidemiólogo venezolano Miguel Viscuña.
Mientras, Ana Carvajal, del Hospital Universitario de Caracas e integrante de la red de sociedades médicas de Venezuela, afirmó que “el virus llegó a la capital, hay varios hospitalizados con los síntomas”, pero como “no contamos con los materiales necesarios para tomar las muestras no se hacen los diagnósticos apropiados”.
Las medidas básicas para evitar el contagio son mantener distancia con personas que tosan o estornuden, lavar frecuentemente las manos con jabón antibacterial, evitar compartir objetos personales, estornudar cubriendo la nariz con pañuelo y, si se tienen los síntomas, no acudir a la escuela o al lugar de trabajo, detalló Carvajal a IPS, entro otras medidas de precaución.
El infectólogo Julio Castro sostuvo que la vacuna “no es la solución a estas alturas”.
“Si hubiéramos vacunado históricamente a la población, a más de 90 por ciento, el virus no entra. Las vacunas existentes y aplicadas no son suficientes. También es cierto que, como fenómeno que abarca a muchos países, la población es reacia a hacerlo”, admitió.
La ministra Iturria indicó que la vacuna no es la medida más importante de prevención. Pero aseveró que está presente en el esquema de inmunizaciones desde 2010. En 2011 se administraron cuatro millones de dosis y entre 2012 y 2013 “más de 3 millones de dosis de vacunas de influenza”, especialmente a los grupos de riesgo.
Orihuela entiende que esos grupos no fueron debidamente atendidos a partir de 2010, “pues la población que calza con esas clasificaciones de riesgo ha abarcado unas ocho millones de personas, comenzando con unas 700.000 embarazadas cada año y cerca de dos millones de niños nacidos desde entonces”.
La OMS ha establecido que “todos los países deberían ser capaces de detectar, comprobar rápidamente y responder de forma adecuada a las amenazas de enfermedades emergentes y con tendencia a producir epidemias”.
El máximo organismo sanitario mundial, duramente criticado por la respuesta que dio a la pandemia en 2009, recomendando abiertamente el uso de un antiviral patentado y escaso, instruye a los países miembros para que, “en materia de enfermedades infecciosas, se alerte a la población cuando sea necesario”.
En este momento, la OMS no tiene alertas sobre la influenza A/H1N1, y sus últimos boletines advierten sobre un nuevo tipo de coronavirus en Medio Oriente y sobre una infección humana con una cepa de gripe aviar A(H7N9) en China.