La empresa operadora de la central nuclear de Fukushima, en Japón, elevó una voz de alerta este lunes, luego de detectar bajos niveles de radiación en aguas que fluyen bajo el suelo del complejo y que quieren verter al mar, ya que amenazan con inundar la planta.
En principio, la compañía Tokyo Electric Power (Tepco) desechó que el líquido fuera tóxico. Sin embargo, un segundo muestreo realizado fuera de la planta reveló que el líquido contenía 0,22 becquereles de cesio-134 y 0,39 becquereles de cesio-137 por litro.
Aunque ese nivel está muy por debajo del límite de 90 bequereles por litro que establece la ley para permitir verter el agua al mar, el anunció complica los planes de la empresa que trata de lograr el visto bueno de los pescadores para verter esa agua al Océano Pacífico, una acción que las cooperativas rechazan, incluso desde antes de realizarse los análisis.
Tepco explicó que diariamente unas 400 toneladas de aguas subterráneas adicionales se acumulan en los sótanos de los edificios que albergan los reactores nucleares.
Asimismo, sostienen que además del riesgo de que el agua se desborde al exterior, la acumulación del líquido impide a los técnicos el acceso a los edificios para comenzar a asesorar sobre el desmantelamiento de las unidades de fusión.
Los sistemas de refrigeración, que deben enfriar de manera continua los reactores, son los responsables del aumento del volumen del líquido.
La empresa ha explicado que para ralentizar esta acumulación de líquido, es necesario un sistema de bombeo que redirija el agua al océano, antes de que desemboque en los edificios de los reactores.
Ante la negativa de la población adyacente a este vertido, Tepco se ha visto obligada a almacenar esa agua subterránea que ha logrado desviar en unos tanques propios, mientras intenta lograr la aprobación de los pescadores.
Por otro lado, el Gobierno ordenó a la empresa “congelar” la tierra del subsuelo alrededor de los edificios de los reactores, para crear un muro que mantenga fuera el líquido.
La planta de Fukushima resultó seriamente afectada por el terremoto y posterior tsunami que sacudió Japón el 11 de marzo de 2011 y significó el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil, Ucrania, en 1986.
Las emisiones radiactivas resultantes mantienen evacuadas a miles de personas que residían en las adyacencias de la central y han afectado gravemente a sectores productivos como la agricultura, la ganadería y la pesca local.