LOS TUAREG Y LA LEGENDARIA REINA ATLANTE TIN HINAN

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Las leyendas parten de hechos reales sucedidos mucho tiempo atrás, mientras que los mitos hablan de realidades simbólicas. Es decir transmiten verdades con el lenguaje de los sueños.
La historia de la Atlántida contiene leyenda y también es mítica. España es considerada dentro de la leyenda Atlante como parte directa del imperio desaparecido, con la antigua Tartessos, o bien como colonia comandada por atlantes de nombre íberos, que acabaron dando nombre a la península. Y el único país de Europa, junto con Portugal, que conservan parte del continente desaparecido: islas Canarias y Azores.
En África, en 1926, el conde Byron Kûhn de Protok descubrió en sus excavaciones arqueológicas en el Sáhara, lo que los Tuareg llamaban la tumba de la última reina de los Atlantes Tin Hinan. En el Museo del El Bardo, en Argel, se exhibe un esqueleto de dos metros de altura. Se dice que fue una princesa huida de la Atlántida.
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Los informes de los forenses tenían razón. Aquella mujer pudo alcanzar los dos metros de altura. Era Tin-Hinan, princesa de los Tuaregs y de la etnia Bereber. La única mujer conocida que gobernó al levantisco pueblo del desierto. ¿O no se trataba de una mujer?“
Hay una serie de indicios y pistas con respecto a la existencia de la Atlántida. El mar de los Sargazos, en pleno océano Atlántico, es una superficie de vegetación marina perenne que apunta a la existencia allí de tierras sumergidas. Los asombrosos conocimientos astronómicos de muchos pueblos de la antigüedad, que supondrían muchos siglos de observación del cielo, teniendo que remontarnos, para ello, a fechas en las cuales la historia oficial afirma que aún no existían dichas culturas. Hace unos 10.000 años el desierto del Sáhara era un vergel con abundantes lluvias, pero un cambio drástico de condiciones llevó a su desecación.
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Existen teorías según las cuales la desecación del Sáhara fue producto del cambio de inclinación del eje del planeta, que produciría catástrofes a nivel global, entre ellos el hundimiento de la Atlántida.
La Esfinge egipcia, según estudios geológicos, presenta marcas de erosión por agua que la remontan, más allá de su fecha oficial, a unos 10.000 años. Las enigmáticas pinturas de Tassili, en el Sáhara argelino, tendrían una antigüedad de unos 10.000 años.
La arquitectura megalítica a lo largo de todo el borde occidental de Europa, cerca del mar, parece producto de una única cultura llegada a sus costas. Hace unos 10.000 años, según los geólogos, los sedimentos del fondo marino indican modificaciones geológicas anormales. Las migraciones frustradas de aves, anguilas y un roedor escandinavo, el lemin, hacia el interior del océano Atlántico, en que las anguilas sí logran desovar en el mar de los Sargazos, pero supone la muerte para miles de los roedores. Múltiples historias sobre un gran diluvio catastrófico, tal como podemos leer en la epopeya de Gilgamés, en el Próximo Oriente, el Popol-Vuh Maya, en América, y el relato bíblico de Noé.
Para los Tuaregs, Tin-Hinan fue una princesa Bereber que emigró desde la región del Atlas (en el actual Marruecos), probablemente Tafitali, atravesando el desierto sahariano a lomos de una camella blanca. Fue una heroína y la fundadora del pueblo Tuareg. Tras una larga marcha de casi 1.400 kilómetros, fue a establecerse en Abalessa, en las proximidades de Tamamrraset, al sur de Argelia.
Allí encontraron su tumba y los huesos que se conservan actualmente en El Bardo. El análisis de los restos orgánicos que acompañaban al esqueleto ha establecido una antigüedad que oscila entre los 470 y 130 de nuestra era. Junto al enorme esqueleto, aparecieron cientos de piezas de oro y plata. Sólo en El Bardo se conserva un ajuar integrado por 613 collares, anillos y brazaletes, que ratifican la notoriedad del personaje.
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Para arqueólogos e investigadores como Lehuraux, Gautier y Reygasse, entre otros, el túmulo de Tin-Hinan es el hallazgo más destacado del África sahariana. Para otros, en cambio, la realidad de una mujer al frente de un pueblo de guerreros no parece verosímil. Según estos investigadores, Tin-Hinan sería un mito, inventado por los Bereberes o por los Tuaregs y los huesos hallados en Abalessa serían los de un hombre. Así lo defiende Adila Talbi, arqueóloga argelina, excelente conocedora de los restos que se exhiben en la vitrina de El Bardo. Algunos médicos que han tenido acceso a los huesos de Tin-Hinan, opinan lo mismo que Adila: la pelvis, por ejemplo no parece la de una mujer. En todo caso, la de una mujer que no hubiera tenido partos.
Los Tuaregs, sin embargo, se oponen a esta sospecha. Y aseguran que Tin-Hinan “se mezcló con los dioses para crear una nueva raza”. Los más ancianos depositarios de la tradición oral hablan de “hombres de gran altura, de pelo amarillo y ojos rasgados, procedentes de Orión, y que fueron los padres de su pueblo“.
Si los ancianos Tuaregs dicen la verdad, ¿quiénes eran esos seres de gran altura?

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