Los legendarios mitos de la creación de la civilización china

Portada - Un visitante observa trabajos de antigua caligrafía china en el Palacio Wuying de la ciudad Prohibida de Beijing, China.

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Al principio de los tiempos, China denominó a su tierra “Shen Zhou”: la tierra de lo divino. Las leyendas narran cómo el Creador estableció los Tres Reinos (cielo, tierra e inframundo) dando vida a muchos de los seres que los habitaban. Asimismo, los dioses dispusieron el orden natural de forma que los seres humanos pudiesen sobrevivir y prosperar. Enseñaron a la humanidad la civilización y la agricultura, así como las reglas morales.

El cielo y la tierra fueron creados por el dios Pangu, quien los separó a partir de un caos primordial. Pero por entonces la naturaleza era salvaje y turbulenta: fuertes vientos y truenos golpeaban la tierra, que no conocía ni la lluvia ni la nieve. Durante eones, los dioses fueron modificando y rectificando tan caóticas fuerzas de la naturaleza, preparando la tierra para la vida civilizada.

Seguidamente, otros dioses crearon a la humanidad a semejanza de su propia imagen. En las diversas tradiciones chinas consta cómo la diosa Nü Wa creó a los humanos del barro, utilizando su propia figura como modelo, describiendo este hecho de un modo semejante al relato bíblico del Génesis. Así, diferentes textos de diferentes culturas dejaron constancia, por todo el mundo, de cómo los dioses creaban a humanos de todas las razas mientras continuaban modelando el mundo de aquellos tiempos remotos.

Pangu separando el Cielo y la Tierra. Ilustración extraida del libro ‘A history of China’ , (1897) de Frederick Wells Williams, (1857-1928). Biblioteca de la Universidad Cornell. (Public Domain)

Pangu separando el Cielo y la Tierra. Ilustración extraida del libro ‘A history of China’ , (1897) de Frederick Wells Williams, (1857-1928). Biblioteca de la Universidad Cornell. (Public Domain)

Más tarde, diferentes dioses y budas descendieron al mundo mortal por orden del Creador para difundir las Leyes Budistas y la cultura agrícola. De este modo, a través del autoconocimiento,  los seres humanos se esforzarían para poder regresar cuanto antes a sus lugares de origen, ubicados en los cielos.

El hombre primitivo era ignorante, no comprendía las diversas fuerzas de la naturaleza ni tenía la habilidad para enfrentarse a ellas, ni a sus enemigos. Pero los dioses cuidaron de los humanos y les enseñaron a trabajar y a prosperar. Enriquecieron el pensamiento del ser humano y enseñaron al hombre a ser independiente. De esta manera, mostraron a la humanidad cómo vivir en tribus, dominar el fuego y protegerse de los elementos.

Numerosas leyendas chinas narran las hazañas de los primeros y divinos soberanos que establecieron los cimientos de las diversas civilizaciones humanas. Así, tras una inundación catastrófica que devastó la tierra, Fuxi puso orden en el universo y creó las dos fuerzas de el Yin y el Yang y los ocho trigramas necesarios para que las gentes pudiesen utilizarlos para la adivinación.

Fuxi y los Ocho Trigramas. Tinta sobre seda. (Siglo XVIII). Biblioteca Nacional de Francia, París. (Public Domain)

Fuxi y los Ocho Trigramas. Tinta sobre seda. (Siglo XVIII). Biblioteca Nacional de Francia, París. (Public Domain)

Por su parte, Shen Nong, el Granjero Divino, enseñó a la gente cómo trabajar la tierra, cómo plantar granos y semillas y cómo intercambiar sus bienes, además de revelarles los conocimientos indispensables para el desarrollo de la botánica medicinal china.

El Emperador Amarillo Huangdi

El reinado del Emperador Huangdi, también conocido como el Emperador Amarillo, que se remonta a hace unos 5.000 años, está considerado como el verdadero inicio de la civilización china. Este monarca unificó a las antiguas tribus y consolidó la autoridad estatal a través de sus hazañas civiles y militares. Organizó las posiciones gubernamentales, formuló decretos y regulaciones y estructuró la sociedad humana siguiendo el Dao o el Camino.

Bajo el régimen del Emperador Amarillo, un erudito de nombre Cangjie habría creado la escritura china. La pronunciación y la apariencia de los miles de caracteres se corresponderían con los patrones celestiales y, de este modo, fueron utilizados primero por los muy diversos oráculos que se grababan en los huesos de los animales para las artes adivinatorias.

Estela de Huangdi en la sala de los sacrificios del Templo Xuanyan (轩辕殿), dedicada al culto de Huangdi y situada en Huangling, Yan’an, Shaanxi. (Li Yong/ CC BY-SA 2.0)

Estela de Huangdi en la sala de los sacrificios del Templo Xuanyan (轩辕殿), dedicada al culto de Huangdi y situada en Huangling, Yan’an, Shaanxi. (Li Yong/ CC BY-SA 2.0)

Otros sabios, bajo la guía del emperador, designaron los Tallos Celestiales y las Ramas Terrenales: un sistema de símbolos astrológicos con connotaciones en los ciclos del tiempo, las distintas direcciones, las estaciones y los Cinco Elementos. Asimismo, llevaron a cabo numerosos avances en ingeniería, medicina y música, y desarrollaron el calendario lunisolar chino.

Como maestro daoísta, diferentes relatos cuentan que el Emperador Amarillo logró la consumación y que, a lomos de un dragón regresó a los cielos. El monarca había creado la cultura del autoconocimiento a través de la cual los seres humanos podían volver a convertirse en seres divinos. Sin embargo, con el transcurrir de los años, la humanidad se distanció de los dioses puesto que, por conveniencia de la propia administración, el legendario soberano Zhuanxu rompió las conexiones entre el cielo y el mundo de los mortales.

Entonces, los emperadores Yao, Shun y Yu el Grande lideraron los esfuerzos necesarios para reconstruir la civilización china tras las grandes inundaciones y los atroces cataclismos que sobrevinieron sobre ella.

Estatua del emperador Yu, el Grande, en el Templo Yu de Shaoxing, China. (Gisling/CC BY- SA 3.0)

Estatua del emperador Yu, el Grande, en el Templo Yu de Shaoxing, China. (Gisling/CC BY- SA 3.0)

Finalmente, Qin Shi Huang, primer emperador histórico de China, centralizó el poder imperial en un sistema de gobierno que duró más de 2.000 años. Tras él, el emperador Wu de la Dinastía Han, consagró las enseñanzas de Confucio como la ideología oficial del imperio chino.

5.000 años duró el proceso de una cultura inspirada en lo divino, durante el cual los dioses modelaron e instruyeron a la humanidad. Sería a través de las distintas dinastías, como los diferentes seres divinos descendieron al mundo para, así, poder entablar nuevas relaciones kármicas con el Creador.

Imagen de portada: Un visitante observa trabajos de antigua caligrafía china en el Palacio Wuying de la ciudad Prohibida de Beijing, China.

Autor: La Gran Época

 

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