¡Detente!

Eres el espacio inmóvil y compasivo
en el que la vida que llamas «yo» se despliega.

David Carse

¿Puedes detenerte ahora justo en este momento? Detén tu historia personal y haz una frenada hacia el presente y míralo de cara… ¿Puedes tomar conciencia de este instante y observarlo como si lo vieras por primera vez? Eso es lo que está ocurriendo, lo cierto es que no puedes mirar hacia otro lado.

Nunca has leído estas palabras, nunca has escuchado o sentido esto que está ocurriendo ahora, este momento es la primera vez que lo vives y, de hecho, la última, esto es siempre infinitamente nuevo. Este instante sólo se desenvuelve ahora, justo ahora nada viene y va, sólo hay momento, un momento en intimidad contigo mismo. Así que detente, observa que esto es así de nuevo, así de fresco, ¡siéntete como en tu casa!

¿Puedes de alguna manera entender que este momento está siendo virgen, impoluto, límpido? ¿Puedes entender que no tiene manchas? ¿Puedes comprender que hay una ausencia que está muy presente y que esta presencia no está manchada por el origen de un pensamiento? No tiene un concepto que lo defina, ni ningún concepto podrá jamás definirlo… ¿Puedes recoger la confirmación del corazón sobre este momento, entender que es tal y como se presenta de forma natural…? Esto se está desenvolviendo en la absoluta inmediatez y en ello hay un misterio. La respuesta a encontrar ese misterio es la vivacidad, la presencia siendo, emergiendo y proyectando todas las cosas, abrigando la vida, acariciándola, la vida cuidando de sí misma, el amor haciendo lo que sabe hacer.. el amor haciendo vida.

¡Detente! Para… y observémoslo juntos…

¿Puedes observar en el presente al «yo», puedes encontrar y afirmar que existe un «yo» ego en el presente? Investiguemos juntos, y es posible que digas… aaahhh sííí… aquí estoy yo… Es posible que creas que esa presencia consciente es lo que eres como «yo». Pero si afirmas que eres esa presencia consciente y lo ves con claridad, entonces el «yo» habrá desaparecido, lo que equivale a decir, a mirar, con ojos libres.

Esto es ver de forma clara el presente sin narración individual. ¿Entiendes esto? Sin embargo, si escuchas un pensamiento que afirma, ¡sí, este soy yo… ! ¿qué queda después de esa afirmación? Quizás sólo queda el silencio, sólo queda presencia, quizás sólo queda la vida… ¿Cabe la posibilidad de que confundas el «yo» con el presente? ¿Abrazas la posibilidad de que estés afirmando que hay un «yo» en el presente confundiéndolo con la presencia de Ser? Cuando te detienes sólo queda lo que realmente eres, sólo queda Lo Que Es, sólo queda Ser…

¿Podemos seguir investigando?

¿Puedes preguntarte quién eres y, una vez hecha esta pregunta… ¿qué es lo que hay? Y lo más cierto es que sobre la pregunta no hay respuesta porque todas las respuestas son conversaciones mentales, pensamientos verbales… Tengo que advertirte, tengo que señalar que ninguno de los pensamientos podrá jamás definir lo que queda, lo que sostiene esa respuesta, jamás ninguna respuesta puede definir lo que eres porque lo que eres no puede ser un pensamiento ni un adjetivo. Lo que eres, lo que soy, lo que somos, no es tan limitado como tú crees, no es tan pequeño como una palabra mental, no es tan limitado como un pensamiento verbal.

De hecho, la respuesta ya ha hecho su aparición en el núcleo de la pregunta, la pregunta aparece en la superficie de la presencia, que es la respuesta a tu pregunta… Esto es absolutamente obvio. Ante la pregunta sólo queda presencia. La presencia es la respuesta.

¿Damos un pasito más en la investigación?

Si te detienes, ¿qué es lo que queda?… ¿Vacuidad? Detente y quédate tranquilo en esta nada aparente, ningún concepto o pensamiento podrá añadir nada a esta vacuidad porque ella ya es perfecta. Es el latido de lo más absoluto y elevado que existe.

Una pregunta conceptual sólo podría ser contestada con una respuesta conceptual, y si eso fuera posible, entonces nosotros estaríamos limitados a ser un pensamiento … Muchos seres humanos se han reducido a un pensamiento … La gravedad del asunto es que creemos ser un pensamiento, y que con responder, «aquí hay un yo», «yo estoy aquí y soy esto o aquello» se sienten satisfechos.

Muy pocos investigan el verdadero sentido del «yo»; de hecho hay un temor infundado a esta investigación. En esta hipnosis ¿colectiva? hay miedo, y el miedo no nos deja investigar porque tenemos miedo a ser esa nada aparente, pero… esta separación con la vida no desaparece hasta que se termine la investigación y el momento presente se sienta como algo completo.

Sin embargo, es posible que pienses que el momento presente no está completo. Pero, en definitiva, ¿no es éste un pensamiento que emerge ahora? Completo o no completo, me falta o no me falta… Al presente sólo le puedes añadir un movimiento, y el movimiento lo efectúa la mente en la superficie de la presencia que somos, eres… Es lo mismo que decir que el presente está ocurriendo y que tú dices que lo haces tú, y al pensar que lo haces, al creer que esto es así, también crees que puedes añadir, crees que te pertenece, pero… ¿es eso un hecho? El presente es, y todo flota en él, los pensamientos flotan en él, los objetos flotan el él, las sensaciones, sentimientos y emociones flotan en él. Al presente no se le puede añadir nada más pero sí quitar, quitar la historia del «yo» que quiere manipular el presente.

Ahora puede estar sonando una canción, puedes escuchar un claxon de un coche que pasa por la calle, puedes escuchar la puerta del vecino o a la cisterna del W.C., y todo ello acontece y flota en el presente pero… observa si en el núcleo hay alguien escuchando, presta atención si estás poniendo esfuerzo al acto de escuchar. ¿No es evidente que el ocurrir no te necesita? Observa la cantidad de información y aspectos que abrigan el presente, ¿puedes estar tú haciendo todo esto? ¿Puede lo que tú crees que eres (sólo un pensamiento) fabricar este presente con tal perfección que el «yo» se considere el autor del maravilloso juego de la vida que emerge ahora?

¿Qué es lo que opera en el núcleo de esta experiencia? ¿Es el «yo» el autor? ¿Puedes o tienes que esforzarte para que esto ocurra? ¿Puedes en suma elegir todo lo que está aconteciendo? ¿Tienes esa posibilidad? Detente e investígalo, no te lo creas porque yo lo digo, sólo párate y observa el maravilloso despliegue impersonal de la vida.

La fuente de la libertad

Todo lo que conoces nace de una libertad, puedes poseer lo que ocurre si así lo deseas, puedes respirar, el corazón puede latir, puedes argumentar, puedes hacer una maravillosa tortilla de patata, pero en suma, el sentido del «yo» está recogido en el movimiento de la mente por poseer. Adquirir es una creencia, un asunto posterior, un adueñamiento de la naturalidad, un pensamiento del «yo» que emerge ahora. Y ese mundo tiene que morir, esa posesión de todo tiene que morir completamente para que la libertad tome tu lugar.

Sólo hay inocencia y tú la pierdes en ese acontecimiento, la pierdes en el movimiento por adquirir. Sólo hay amor y tú le quitas el sentido, sólo hay unidad y tú la fraccionas, sólo hay totalidad y tú la partes en pedazos y la haces pequeña, minúscula.

Sólo hay Ser y tú creas un «yo» indispuesto, temeroso, pequeño, una criatura separada y sin opciones, acorralada, que ve un mundo terrible que le puede atacar, sólo hay luz y tú pones la oscuridad de la individualidad.

Así que…. ¡detente! y mora en lo absoluto de la presencia-amor que somos, eres, soy.

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