La migración hondureña a México y EEUU no es nada nuevo, pues diariamente unos 300 catrachos abandonan su país de manera irregular, sin embargo, nunca antes se había visto una caravana migrante tan bien organizada, disciplinada y sincronizada políticamente para que unos 14.000 hombres, mujeres, niños entren en Tijuana o Mexicali el 6 de noviembre.
«Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho»
(Isaac Asimov, 1920-1992)
El 6 de noviembre, justamente el día de las elecciones intermediarias legislativas y gubernamentales norteamericanas. Todo indica que alguien le está haciendo tomar la receta estadounidense desestabilizadora al propio Donald Trump.
A pesar de que los medios de comunicación globalizados, tanto de los países del Triángulo del Norte —Honduras, Guatemala y El Salvador— como de los occidentales, se limitan a presentar este éxodo masivo de centroamericanos, en su mayoría hondureños, como un acto espontáneo de desesperados que están huyendo de la pobreza, la violencia, la falta de oportunidades laborales, de la crisis económica y social, surgen muchas incógnitas para aclarar.
Es cierto que Honduras es el segundo país más pobre del continente después de Haití. De los nueve millones de habitantes, 6,2 millones son pobres (67%) y de ellos 2,7 millones (45%) viven en la pobreza extrema. Los 120.000 trabajadores que laboran en maquiladoras —en su mayoría mujeres entre 18 y 30 años— reciben salarios miserables. El promedio del salario mínimo es 8.910 lempiras al mes (370 dólares). La tasa del empleo informal alcanza un 70,7% (2,5 millones) de los 3,6 millones de personas que conforman la Población Económicamente Activa (PEA), de acuerdo a los datos de la Conferencia Nacional de Estadísticos 2017. Las diez familias más ricas de Honduras han marcado la vida política del país durante los últimos 30 años.
Desde los años 1920, Estados Unidos ha sido el amo real de Honduras al que ha logrado corromper. Ya en 1929, el presidente de la Cuyamel Fruit —sucursal de la United Fruit—, Samuel Zemurray, refiriéndose al valor de los diputados hondureños declaró que «un diputado en Honduras cuesta menos que una mula». En los años 1980, Honduras, según el periodista e historiador argentino, Gregorio Selser, se convirtió «en una república alquilada al imperio, el portaviones estadounidense en América Central». La dependencia del país y su pérdida de autoestima llegaron a tal extremo que en 1987 el presidente hondureño, José Simón Azcona, declaró que «un país pequeño como Honduras, no puede permitirse el lujo de tener dignidad».
En 2009, Washington organizó un golpe de Estado para derrocar al presidente legítimamente elegido, Manuel Zelaya, por haber mostrado su simpatía a las ideas progresistas y nacionalistas de Hugo Chávez. Posteriormente, en 2013 y 2017 se impuso a través de fraudes electorales el candidato seleccionado por Washington, Juan Orlando Hernández, un tradicional cipayo hondureño. Las protestas callejeras por la injerencia norteamericana y por fraude acabaron con muertos, heridos y detenidos que hicieron agravar aún más la crisis política, social y económica en el país, lo que se reflejó en el aumento de la violencia.
Según la estadística oficial, cada día se asesinan en Honduras a 14 personas alcanzando su tasa de homicidios al año 56,7 por cada 100.000 habitantes. Precisamente la caravana migrante se formó en la ciudad más violenta del mundo, San Pedro Sula, con una tasa de homicidios de 142 por cada 100.000 habitantes y desde allí partió rumbo a Guatemala, México, siendo EEUU su destino final.
La Mara Salvatrucha, la pandilla Barrio 18 y otras agrupaciones criminales aliadas a los narco carteles mexicanos Los Zetas, el Golfo, Nueva Generación y Sinaloa convirtieron a Honduras en una base importante de operaciones de traslado de cocaína, marihuana, heroína, metanfetaminas e ingredientes químicos.
La crisis económica y política, la corrupción, la discriminación, la segregación, la pobreza, las pandillas, la inseguridad y la criminalidad crearon condiciones para la formación de varias caravanas que se fusionaron en una caravana migrante, pero esta formación no hubiera podido ser simplemente como resultado de una acción espontánea. Juntar 14.000 hombres, mujeres, niños y ancianos requeriría un trabajo preliminar, un organigrama, una dirección y dinero.
Después de que los migrantes pasaran Guatemala, entraran a México, hicieran una corta parada en Tapachula y llegaran a Huixtla (Chiapas) para hacer la segunda parada, les quedan 1.781 kilómetros de marcha —unas 361 horas— para tratar de entrar a Tijuana o a Mexicali el próximo 6 de noviembre.
Entonces, surge la pregunta ¿cómo es que 14.000 personas caminando en terrenos montañosos tanto tiempo en condiciones climáticas desfavorables pueden resistir todas las inclemencias naturales teniendo ancianos para cuidar y bebés en brazos? Todos los caminantes necesitan comer, satisfacer sus necesidades básicas, bañarse, tener atención médica. Debe existir alguna autoridad para imponer el orden, reagrupar a los miembros de la caravana cuando la policía guatemalteca y mexicana los recibe con gases lacrimógenos, organizar descansos, distribuir obligaciones, etc.
Alguien tiene que proveer de fondos a esta caravana. La publicación Today in Politics se refirió a un artículo de The New York Times admitiendo que «La caravana es parte de la migración en masa, frecuentemente organizada por grupos de abogados defensores de los derechos humanos para proveer seguridad a los migrantes que tienen que desafiar peligros y amenazas durante la marcha». El periódico The Guardian comentó que Donald Trump acusa a los demócratas de apoyar la caravana migrante, diciendo que «un montón de dinero fue entregado a la gente para llegar a la frontera en vísperas del día de elecciones».
El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, para congraciarse con su patrón, Donald Trump, señaló inmediatamente a Nicolás Maduro y a su país como organizadores y auspiciadores de la marcha hondureña. Por supuesto, la realidad es completamente diferente. El blog Laicos de Honduras, el diario hondureño La Tribuna y Forosperu.net señalaron al filántropo multimillonario George Soros como el financista de la caravana migrante y creador de la coalición de invasión refugiada llamada ‘Soros Express’.
Tomando en cuenta las revoluciones de colores que promovió Soros en Yugoslavia, los expaíses socialistas, la Primavera Árabe, el Maidán en Ucrania, la invasión de Europa por los migrantes del Oriente Medio, no podemos descartar su participación en el éxodo hondureño que podría afectar no solamente las elecciones intermediarias en EEUU, sino crear un caos en México en vísperas del inicio de la presidencia por Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El diario La Tribuna reveló el pasado 19 de octubre que «la caravana está organizada por un grupo llamado Pueblo sin Fronteras, pero el esfuerzo es apoyado por la coalición CARA Family Detention Pro Bono Project —que incluye a Catholic Legal Immigration Network (CLIN)—, el American Immigration Council (AIC), el Centro de Refugiados e Inmigración para Servicios Educativos y Legales (RICELS) y la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración (AILA)». De acuerdo al sitio web estadounidense, World Net —WND, a Free Press for a Free People—, «tres de estos cuatro grupos están financiados por la Fundación Sociedad Abierta (OSF) de George Soros.
Uno de los más prestigiosos abogados de BLP —uno de los más grandes estudios de Centroamérica—, Luke Rohlfing, declaró que «George Soros tiene un claro incentivo para que, grupos como Pueblo Sin Fronteras inunden los Estados Unidos». WND informó también que «el 20 de septiembre de 2016, George Soros se comprometió a invertir hasta 500 millones de dólares en programas y compañías que benefician a migrantes y refugiados que huyen de situaciones que amenazan la vida».
Soros explicó su visión del mundo ideal en su libro, ‘The Age of Falliability’ —’Tiempos inciertos’, 2006— abogando por la abolición de las fronteras, eliminación de la soberanía nacional, creación de un gobierno único, imposición de las leyes universales, pero siempre conservando el dominio de las minorías.
Por supuesto, toda la prensa globalizada está rechazando la idea de la participación de Soros en la organización de esta marcha y decenas de periodistas norteamericanos y de la Unión Europea presentan la caravana migrante como una protesta de pobres, desamparados hondureños y jóvenes homosexuales que están escapando de la violencia en su país. Uno de los líderes de la ONG Pueblo sin Fronteras y uno de los dirigentes de la caravana, Rodrigo Abeja, en una reciente entrevista quiso ‘adornar’ la marcha con motivos católicos comparándola con el viacrucis de Jesús.
Lo interesante es que en abril pasado hubo un ensayo de este evento cuando cientos de centroamericanos intentaron pasar la frontera a la fuerza, pero fueron disuadidos por las autoridades y algunos de los migrantes decidieron llenar aplicaciones oficiales, otros retornaron a sus países, mientras que otro grupo recurrió a la ayuda de coyotes para cruzar la frontera ilegalmente.
El uso de los migrantes como una nueva forma de hacer ‘revoluciones de colores’ fue una técnica nueva diseñada por los globalizadores, entre los cuales siempre se destacó George Soros. A la vez, Donald Trump, quien se proclama «nacionalista» y «patriota» contrario al mundo globalizado, apeló también a esta técnica de manipuleo en el caso de Venezuela.
El éxodo venezolano tampoco ha sido espontáneo, sino bien organizado y promovido usando noticias falsas por los medios de comunicación y las redes sociales financiadas por la USAID, la NED y el Departamento de Estado que transfirió cerca de 50 millones de dólares a sus seguidores venezolanos.
Los gobiernos latinoamericanos cipayos formaron a instancias de Washington su Grupo de Lima para presionar a Nicolás Maduro, se inventaron varios pretextos para una posible invasión militar, pero el objetivo principal ha sido utilizar la migración venezolana para promover una ‘revolución de colores’. Todos estos intentos fracasaron rotundamente y el camino bolivariano no ha sido interrumpido. Caracas supo afrontar la situación sin recurrir a la violencia o actos represivos. Les permitió a sus ciudadanos salir del país y al mismo tiempo dejó las puertas de Venezuela abiertas para su retorno y así está sucediendo.
Ahora una técnica inversa a la aplicada para Venezuela, enriquecida con la táctica usada para promover el Maidán ucraniano, llamada ‘el tenedor’, se está aplicando contra Donald Trump para ponerlo en apuros por medio de la caravana migrante en vísperas de las próximas elecciones legislativas y gubernamentales. Si el presidente ordena usar la fuerza, sus detractores demócratas lo convertirían en un tirano, déspota represivo, cruel, en fin una reencarnación del mal lo que les facilitaría tarea de su destitución. En el caso contrario, al decidir no usar la fuerza, sus partidarios y sus votantes blancos lo tildarían de ser un presidente débil incapaz de cumplir con su mandato constitucional para proteger la frontera norteamericana.
Resulta que no solamente Soros está detrás de esta marcha de migrantes. Los auspiciadores informativos de la caravana migrante, como el dueño de Comcast, Brian L. Roberts, el director ejecutivo de Amazon y el accionista principal del Washington Post, Jeffrey P. Bezos, junto con muchos otros ricos y poderosos que forman parte del ‘Estado Profundo’ están utilizando esta caravana migrante como un ensayo para una posible futura ‘revolución de colores’ en su propio país. Lo que Trump ‘sembró’ en Venezuela está regresando como su ‘cosecha’ al propio Estados Unidos.
https://mundo.sputniknews.com/firmas/201810261082992121-soros-detras-caravana-migrantes-hondurena/