El olivo: árbol sagrado de la cultura mediterránea


El olivo forma parte de la identidad cultural común de los pueblos del Mediterráneo. Quizá fue en la antigua Asia Menor, actual Turquía, donde se inició hace unos 6000 años el cultivo del olivo. O en cualquier otro pedazo de tierra entre Siria y Grecia. Unos orígenes que después se irían extendiendo desde la cuenca oriental hasta la occidental del Mediterráneo, dejando atrás una estela de mitos, leyendas, historias, y costumbres que durante siglos han moldeado civilizaciones florecientes.
En el Museo Arqueológico Nacional de España se puede contemplar un vaso griego, de aproximadamente el año 340 a. de C., que muestra la disputa entre Palas Atenea y Poseidón para denominar a la que luego se llamaría Atenas. Un olivo completa la escena, después de que la diosa lo hiciera brotar de la tierra y ganase a Poseidón el derecho a darle nombre a la recién fundada colonia del Ática. Un olivo con sus ramas verdes, que a lo largo de los siglos pueblos muy diversos han utilizado para honrar a sus héroes, exaltar las virtudes de sus grandes hombres, premiar el cultivo de las bellas artes y erigirlo en símbolo de la paz.

Cuenta la leyenda que después de que Atenas fuera arrasada e incendiada por el ejército de Jerjes, los atenienses encontraron ruinas y desolación. Sólo el olivo sagrado de la Acrópolis con sus retoños verdes apaciguó tanta rabia y dolor, pues había sido capaz de germinar pese al fuego y ya no cesaría de crecer. Olivo como el que hoy en día hay en la Acrópolis. Pero los turistas pasan de largo, pues ni siquiera saben qué clase de árbol tienen delante, ni que la antigüedad de su especie se remonta a un pasado milenario, mucho más lejano que el de aquellas columnas de piedra.
Un reflejo de la realidad, que no se aleja mucho del mito, lo podemos también ver en un ánfora que se conserva en el Museo Británico. Muestra escenas de la recolección de la cosecha de aceitunas para posteriormente ser molidas y que según la leyenda fue idea de Ariastes, hijo de Apolo y de la ninfa Cirene. Frutos que al molerlos rezuman aceite de oliva, medicina que cura toda clase de maleficios, ungüento que suaviza el cuerpo de los atletas, óleo sagrado que enaltece el tabernáculo y sirve de unción a los enfermos, líquido energético que da luz en luminarias y lámparas votivas.
ALIMENTO DE DIOSES
Mitos y realidades paganas o religiosas, siempre unidas al tronco del olivo y al aceite que rezuma su fruto. Alimento tradicional y habitual del hombre mediterráneo, que según cuenta Ovidio en la Metamorfosis, también es alimento de dioses: Beocis prepara a Júpiter y Mercurio una comida a base del fruto del olivo. El desayuno romano, ientaculum, consistía en pan con aceite y ajo. Rito ancestral que se repite hoy día en tantas regiones de Andalucía.
Aceite con propiedades curativas que ya reconocía el Antiguo Testamento. Lo leemos en el Levítico cuando alude a la purificación de los leprosos con aceite de oliva. Lo recomendaba Hipócrates para curar la úlcera y, también, Plinio que narra cómo un anciano llegó a los cien años gracias al uso del zumo natural de la oliva. Los ingleses, tan pragmáticos, han vendido siempre el aceite de oliva en las farmacias, cosa sorprendente. Pero ahora, bajo la influencia de los científicos norteamericanos, se comprende mejor que nunca. Han redescubierto el Mediterráneo que ya descubrió en su día Hipócrates.
Existe un pasaje del Libro de los Jueces, donde se alude a que el olivo no quiso ser el rey de los árboles para así poder ofrecerse al hombre en la aceituna u oliva:
«Pusiéronse en camino los árboles para ungir un rey que reinase sobre ellos y dijeron al olivo: reina sobre nosotros. Contestóles el olivo: ¿voy yo a renunciar a mi aceite que es mi gloria ante Dios y ante los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?».
LA FELICIDAD DE LOS ÁRABES
Se ha dicho que los árabes sólo eran felices allí donde florecía el olivo. Aceite, del árabe az-zait o jugo de aceituna; al igual que alcuza, almazara, alpechín y tantas otras palabras de origen árabe, relacionadas con el olivo y el aceite. Es difícil imaginar las mil arrobas de aceite que se quemaban anualmente para iluminar la mezquita de Córdoba. Ya lo dice el Corán:
«Alá es la luz de los cielos y de la tierra. Su luz es a semejanza de una hornacina en la que haya una candileja. La candileja está en un recipiente de vidrio que parece un astro rutilante. Se enciende gracias a un árbol bendito, el olivo, cuyo aceite casi reluce aunque no lo toque el fuego. Luz de luz.»
Aceite que también los árabes utilizaron con esmerado refinamiento en los festines culinarios. Aceite como objeto de trueque en el comercio de los pueblos mediterráneos; tan patente en Ostia, donde hay un mosaico que muestra el traslado de ánforas olearias, quizá con aceite de Hispania, desde un barco de carga a un bote fluvial. Los pueblos prerromanos ya cultivaban el olivo en el valle del Guadalquivir. Estrabón relata que las plantaciones de olivos de la Bética estaban admirablemente labradas. Y el gaditano Lucius Junius Moderatus Columela, en su De re rustica y De arboribus, del año 42 de nuestra era, nos ha legado la primera descripción histórica de la recogida del fruto del olivo y su posterior molienda.
Durante el Califato se extendió mucho el cultivo del olivar. Andalucía importaba materias primas de Europa y exportaba aceite de oliva. Todo el comercio del reino de Granada estaba mediatizado por mercaderes italianos, especialmente genoveses. Antes fueron los romanos quienes llevaron el aceite de la Bética a los pueblos bárbaros del norte, como se puede comprobar en el museo de la ciudad inglesa de York. Allí se expone una ánfora que lleva grabado el nombre de un exportador de aceite de Hispania.
Según consta en un incunable de 1520 que se conserva en el Archivo de Indias de Sevilla, seis recipientes que contenían aceitunas Gordal, valorados en 3838 maravedíes, formaban parte de la mercancía con destino a América. Y en otro libro, de 1530, se relata que todos los barcos con rumbo a las Indias tenían la obligación de transportar, por lo menos, algunos plantones de olivos:
«De ahora en adelante todos los maestros que fueren a nuestras Indias lleve cada uno de ellos en su navío la cantidad que les pareciere de plantas de viñas e olivos, de manera que ninguno partiese sin llevar alguna cantidad.»

Fuente: http://enigmasymitos.blogspot.com.es/

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4 comentarios en “El olivo: árbol sagrado de la cultura mediterránea

  1. MARAVILLOSA HISTORIA DE NUESTRO HERMANO EL OLIVO, CUANTO BRINDA SIN ESPERAR NADA A CAMBIO, DIGNO DE COPIAR NO? ABRAZOS DE LUZ, MONICA

  2. Bendito olivo, tan útil para tantas cosas, en la buena cocina infaltable, para la piel, con unas gotas de jugo de limón, para el cabello quebradizo, con una yema de huevo, y no hay cosa más rica que las aceitunas, es un árbol sagrado, (el monte de los olivos), su rama emblema de la paz, su sombra fresca, siempre que se pueda hay que abrazarlo y agradecerle.

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