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Cuando Jesucristo tenía 21 años, vino a Japón y buscó la sabiduría de la divinidad durante 12 años. Volvió a Judea a la edad de 33 y se entregó a su misión. Sin embargo, en aquel tiempo las gentes de Judea no aceptaron la doctrina de Jesús. En lugar de eso le apresaron e intentaron crucificarle. Su hermano menor, Isukiri, casualmente ocupó su lugar y murió en la cruz. Cristo, que escapó a la crucifixión, soportó los avatares de la travesía y volvió de nuevo a Japón. Se instaló justo aquí, en la aldea conocida como Herai, y murió a la edad de 106 años. En este lugar santo se ha erigido un túmulo funerario a la derecha dedicado a Cristo y una tumba a la izquierda dedicada a Isukiri.
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El linaje de Cristo se perpetuó en secreto en Francia hasta que en el siglo V, dio un paso osado al emparentarse con sangre real francesa, iniciando un linaje conocido como la Casa Merovingia. Los merovingios fundaron a París. Esa es una de las razones por las que la leyenda del Grial es tan importante en Francia. Muchas de las misiones vaticanas para encontrar el Santo Grial eran en realidad búsquedas encubiertas para erradicar a los miembros de la familia real. El rey Dagoberto fue aquel rey de Francia que apuñalaron en el ojo mientras dormía. Finalmente asesinado por el Vaticano y por Pipino de Heristal, que estaban confabulados, a finales del siglo VII. Con el asesinato de Dagoberto la dinastía merovingia casi desaparece. Por suerte, su hijo, Sigeberto, logró escapar secretamente al ataque y perpetuó el linaje, que más tarde incluyó a Godofredo de Bouillon, fundador del Priorato de Sión.
El Priorato de Sión lo fundó en Jerusalén un rey francés llamado Godofredo de Bouillon, en el año 1099, inmediatamente después de haber conquistado la ciudad. Ese rey tenía en su poder un importante secreto, un secreto que había estado en conocimiento de su familia desde los tiempos de Jesús. Temeroso de que se perdiera a su muerte, fundó una hermandad secreta —el Priorato de Sión— a la que encargó la misión de velar por él transmitiéndolo de generación en generación.
Durante sus años en Jerusalén, el Priorato tuvo conocimiento de una serie de documentos enterrados debajo de las ruinas del templo de Herodes, construido a su vez sobre otras más antiguas, las del templo del rey Salomón. Según creían, esos documentos confirmaban el secreto de Godofredo y eran de una naturaleza tan explosiva que la Iglesia no pararía hasta hacerse con ellos. El Priorato juró que, por más tiempo que les llevara, debían recuperar aquellos papeles y protegerlos para siempre, logrando así que la verdad no se perdiera. Supuestamente, durante siglos, el Santo Grial, cajas que contenían documentos antiguos y unos restos humanos, fue el mayor secreto del Priorato y de su paradero nunca se dejaba constancia escrita.
Por motivos de seguridad, se transmitía oralmente a los nuevos senescales en una ceremonia clandestina. Sin embargo, en cierto momento del siglo pasado, empezaron a surgir rumores de que la política del Priorato había cambiado. Tal vez fuera a causa de las nuevas tecnologías, que permitían interceptar conversaciones, pero al parecer juraron no volver a pronunciar el nombre de aquel lugar sagrado. El moderno Priorato de Sión tiene una misión trascendental con una triple responsabilidad. La hermandad debe proteger los documentos del Sangreal, hacer lo mismo con la tumba de María Magdalena y, por supuesto, debe nutrir y proteger el linaje de Jesús, es decir a los pocos miembros de la dinastía merovingia que han sobrevivido hasta nuestra época. Además debe presentar ante el mundo los miles de documentos antiguos como pruebascientíficas que demuestran la falsedad de los testimonios que aparecen en el Nuevo Testamento. Para poder transmitirse el secreto entró en juego la clave de bóveda. Cuando uno de los cuatro miembros más destacados moría, los otros tres escogían de entre los escalafones inferiores a un candidato para ascenderlo a senescal. En vez de decirle dónde se escondía el Grial, le planteaban unas pruebas mediante las que debía demostrar al superarlas o no, si era o no merecedor de aquella dignidad.
Ese tipo de pruebas estaban a la orden del día en las sociedades secretas. Las mejores conocidas eran las de los masones, y con ellas sus miembros ascendían a niveles más altos, si demostraban que eran capaces de guardar un secreto, y practicar una serie de rituales y pruebas de mérito que duraban años. Las pruebas eran cada vez más duras a medida que ascendía y si las superaba, el candidato alcanzaba hasta el grado trigésimo segundo de la masonería. La clave de bóveda era una de esas pruebas. Si el senescal propuesto lograba abrirla, se hacía digno de recibir la información secreta.
Los Grandes Maestres del Priorato tenían también que haber sido prominentes figuras públicas con sensibilidad artística. Buena prueba de ello había quedado demostrado hacía unos años con el descubrimiento, en la Biblioteca Nacional de París, de unos papeles que pasaron a conocerse como Los Dossiers Secrets. No había historiador especializado en los templarios, ni apasionado del Santo Grial, que no los hubiera leído. Catalogados bajo el código 4° lm1 249, los dossieres secretos habían sido autenticados por numerosos especialistas, y confirmaban de manera incontrovertible lo que los historiadores llevaban mucho tiempo sospechando, que entre los Grandes Maestres del Priorato estaban algunos de los personajes más cultivados de la historia como Leonardo da Vinci, Botticelli, Isaac Newton, Víctor Hugo y, más recientemente, Jean Cocteau, el famoso y polifacético escritor parisino. La flor de lis, combinada con las iniciales P. S., es la divisa oficial, el escudo de armas, el emblema de esta hermandad. Se llaman a sí mismos Priorato de Sión. Tienen su sede en Francia y atraen a influyentes miembros de toda Europa. De hecho, son una de las sociedades secretas activas más antiguas del mundo. Leonardo da Vinci presidió el Priorato entre 1510 y 1519 en calidad de Gran Maestre de la hermandad.
Los priores comparten como vínculo fraternal histórico, su fascinación por la iconografía de María Magdalena, a quién llaman la diosa, las deidades femeninas, el paganismo, y su desprecio por la Iglesia. La creencia en la divinidad femenina está muy bien documentada a lo largo de la historia del Priorato. Es más que un culto. Son conocidos por ser los guardianes de un antiguo secreto, que los hizo inmensamente poderosos.
Eran guerreros. Una sociedad religioso-militar. Sus iglesias y sus bancos eran sus plazas fuertes. Los templarios inventaron el concepto de banca moderna. Para la nobleza europea, viajar con oro era peligroso, por lo que los caballeros de la orden les permitían depositarlo en la iglesia del Temple más cercana y retirarlo en cualquier otra, en cualquier punto de Europa. Lo único que necesitaban era acreditarse mediante ladocumentación correcta, y pagar una comisión. Fueron los primeros cajeros automáticos. Se cree que su misión era proteger Tierra Santa. Eso es un error frecuente. La idea de la protección de los peregrinos era el disfraz bajo el que los templarios llevaban a cabo su misión. Su verdadero objetivo en Tierra Santa era rescatar los documentos enterrados debajo de las ruinas del templo. Para poder rescatarlos, el Priorato de Sión creó un brazo armado, un grupo de nueve caballeros llamado la Orden de los Caballeros Pobres de Cristo y del templo de Salomón. Más conocidos como los Caballeros Templarios. Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero en lo que todos los estudiosos coinciden es en que sí encontraron algo enterrado en las ruinas… algo que les hizo ricos y poderosos más allá de lo imaginable. Los caballeros informaron al rey que necesitaban de algún lugar donde guarecerse y le pidieron permiso para instalarse en los establos que había bajo las ruinas del templo. El rey Balduino lo concedió, y los caballeros ocuparon como residencia aquel devastado lugar de culto.
Se creía que los documentos que buscaba el Priorato estaban enterrados en aquellas ruinas, bajo el Sancta sanctórum o cámara sagrada. Durante casi una década, los nueve caballeros vivieron en aquellas ruinas, excavando en secreto entre los escombros. Al fin habían encontrado lo que estaban buscando. Sacaron el tesoro del templo y regresaron a Europa, donde su influencia pareció acrecentarse de la noche a la mañana. El papa Inocencio II dictó una insólita bula papal por la que se concedía a los caballeros un poder ilimitado y se los declaraba «una ley en sí mismos», un ejército autónomo, independiente de cualquier interferencia de reyes o clérigos, de cualquier forma de poder político o religioso.
Con su recién adquirida carta blanca otorgada por el Vaticano, los templarios se expandieron a una velocidad de vértigo, tanto en número como en peso político, acumulando la propiedad de vastas extensiones de tierra en más de doce países. Empezaron a conceder créditos a casas reales arruinadas y a cobrar intereses, estableciendo de ese modo el precedente de la banca moderna e incrementando aún más su riqueza y su influencia.
Durante más de mil años han circulado leyendas sobre este secreto. Toda la serie de documentos que revelan el secreto se conocen con el nombre de Sangreal. Godolfredo de Bouillon ordenó a los templarios recuperar estos documentos del Templo de Salomón para demostrar los vínculos hereditarios de los merovingios con Jesucristo. El Sangreal tiene que ver con la sangre real de Jesús y María Magdalena. La palabra Sangreal ha evolucionado hasta formar un término más moderno, el Santo Grial. Se creía que el Santo Grial era un cáliz y una serie de documentos que revelan un oscuro secreto. Pero los documentos son sólo la mitad del tesoro. Si esos documentos dieron tanto poder a los templarios fue porque descubrían la verdadera naturaleza del Grial.
Siempre se había creído que el Santo Grial era el cáliz en el que Jesús había bebido durante la última cena y con el que, posteriormente, José de Arimatea había recogido la sangre que le brotaba del costado en el momento de la crucifixión. Según el Priorato de Sión, el Santo Grial no es en absoluto un cáliz. Aseguran que la leyenda del Grial, que afirma que se trata de una copa, es de hecho una ingeniosa alegoría. Es decir, que la historia del Grial usa el cáliz como metáfora de algo mucho más poderoso, incluyendo sus referencias simbólicas a la divinidad femenina.
El Santo Grial fue probablemente el tesoro más buscado de la historia de la humanidad. Suscito leyendas, provocó guerras y búsquedas que han durado vidas enteras. ¿No sería absurdo que hubiera sido un cáliz?. De ser así, entonces habría habido otras reliquias que hubieran despertado un interés similar y hasta superior, como la corona de espinas, la cruz de la crucifixión, el título o inscripción INRI sobre la cruz, cosa que no ha sucedido, a lo largo de la historia. Se creía que el Grial estaba en algún lugar indeterminado de Inglaterra, enterrado en una cámara oculta, bajo una de las muchas iglesias de la Orden del Temple, y que había estado ahí escondido al menos desde el año 1500.
La época del Gran Maestro Leonardo da Vinci y que el Priorato, para mantener en secreto sus valiosísimos documentos, se había visto obligado a trasladarlos muchas veces. Hoy en día los historiadores plantean que, desde su llegada a Europa procedente de Jerusalén, el Grial había cambiado de sitio en al menos seis ocasiones. La última vez que fue avistado fue en 1447, cuando numerosos testigos oculares describieron un fuego que se declaró y casi destruyó los documentos, antes de que estos fueran trasladados en cuatro enormes arcones, tan pesados que para moverlos hicieron falta dieciséis hombres.
Después de aquello, nadie declaró haber vuelto a ver el Grial. Lo único que persistió fue el rumor ocasional de que estaba escondido en Gran Bretaña, la tierra del rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda. Fuera cual fuera la realidad, había dos hechos indiscutibles: Leonardo da Vinci conocía el paradero del Grial y probablemente, en la actualidad, ese lugar seguía siendo el mismo. Por tal motivo, los apasionados del Grial siguieron escrutando la obra pictórica y los diarios de Leonardo con la esperanza de desentrañar alguna pista secreta sobre su actual ubicación. Algunos aseguraron que el fondo montañoso de La Virgen de las rocas se correspondía con la orografía de una serie de colinas cavernosas que se encontraban en Escocia.
En el extraño mundo de los buscadores modernos del Grial, Leonardo da Vinci seguía siendo el mayor enigma por resolver. Su obra artística parecía siempre a punto de revelar un secreto, y sin embargo, lo que fuera que ocultaba permanecía oculto, tal vez bajo una capa de pintura, tal vez codificado a la vista de todos, o tal vez en ningún sitio. Quizá la gran cantidad de atractivas pistas no fuera más que una promesa hueca dejada para frustrar al curioso y provocar esa sonrisa en el rostro de la Mona Lisa. Circulaba el rumor de que el Priorato había jurado volver a trasladar a Francia el Grial, pero no había ninguna prueba histórica que indicara que eso había sucedido. E incluso en el caso de que la hermandad hubiera logrado traer el Santo Grial hasta Francia, el número 24 de la Rué Haxo, junto a unas pistas de tenis, no parecía un lugar lo bastante noble para su definitivo descanso. El Grial simboliza a la diosa perdida. Las leyendas de las búsquedas caballerescas del Grial perdido, eran en realidad historias que explicaban las hazañas para recuperar la divinidad femenina. Los caballeros hablaban en clave para protegerse de una Iglesia que había subyugado a las mujeres, prohibido a la diosa, quemado a los no creyentes y censurado el culto pagano a la divinidad femenina. La historia del Grial está en todas partes, pero oculta. Cuando la Iglesia prohibió hablar de la repudiada María Magdalena, su historia tuvo que empezar a transmitirse por canales más discretos… canales llenos de metáforas y simbolismo. El mundo de las artes. La reproducción de La última cena es un ejemplo perfecto. Algunas de las más destacadas obras pictóricas, literarias y musicales nos hablan secretamente de la historia de María Magdalena y de Jesús.
Las obras de Leonardo da Vinci, de Botticelli, de Poussin, de Bernini, de Mozart, de Víctor Hugo. En todas latía el intento por restaurar el culto a la prohibida divinidad femenina. Leyendas clásicas como las de Sir Gawain y el Caballero Verde, el Rey Arturo o la Bella Durmiente eran alegorías del Grial. El jorobado de Notre Dame, de Víctor Hugo, y La flauta mágica de Mozart estaban llenas de simbología masónica y de secretos. Una vez abrimos los ojos al Santo Grial, lo captamos por todas partes. En pinturas, en piezas musicales, en libros, en los parques temáticos, en las películas más populares y hasta en los dibujos animados.
A principios del siglo XIV, la autorización del Vaticano había permitido que los templarios amasaran tal poder que el papa Clemente V decidió que había que hacer algo. Con la colaboración del rey francés Felipe IV, el Papa ideó un ingenioso plan para neutralizar a los Caballeros de la Orden del Temple y hacerse con sus tesoros, pasando de paso a obtener el control sobre sus secretos. En una maniobra militar digna de la CIA, Clemente envió órdenes selladas a todos sus soldados, distribuidos por todo el territorio europeo, que no debían abrirse hasta el viernes 13 de octubre de 1307. Al amanecer de aquel día, los documentos sellados se abrieron y revelaron su sobrecogedor contenido.
En aquellas cartas, el Papa aseguraba que había tenido una visión de Dios en la que le advertía de que los templarios eran unos herejes, culpables de rendir culto al demonio, de homosexualidad, de ultraje a la cruz, de sodomía y demás comportamientos blasfemos. Y Dios le pedía al Papa que limpiara la tierra, que reuniera a todos los templarios y los torturara hasta que confesaran sus pecados contra Dios. La maquiavélica operación de Clemente funcionó con total precisión.
Aquel mismo día se detuvo a gran número de caballeros de la orden, se les torturó y fueron quemados en la hoguera acusados de herejes. En la cultura moderna aún persistían ecos de aquella tragedia; el viernes trece seguía considerándose día de mala suerte en muchos sitios. La orden de los templarios fue casi destruida durante la Inquisición, la Iglesia acusaba a los templarios de todo tipo de herejías. Inventaban toda clasede cargos contra ellos. Los condenaban por sodomía, por orinarse sobre la cruz, por rendir culto al diablo, la lista era extensa. Y en esa lista se incluía la veneración a falsos ídolos. Especialmente, la Iglesia acusaba a los templarios de celebrar en secreto ritos en los que veneraban una cabeza de piedra… Siguen existiendo, bajo diversas denominaciones.
A pesar de las falsas acusaciones de Clemente, que hizo todo lo posible por aniquilarlos, los templarios tenían poderosos aliados y algunos lograron escapar de las purgas vaticanas. El verdadero objetivo del Papa eran los poderosos documentos que habían hallado y que en apariencia eran su fuente de poder, pero nunca los encontró. Aquellos documentos llevaban ya mucho tiempo en manos de arquitectos clandestinos de los templarios, los miembros del Priorato de Sión, cuyo velo de secretismo los había mantenido a salvo de la masacre vaticana. Pero al ver que la Santa Sede iba cerrando cada vez más el cerco, el Priorato sacó una noche los documentos de la iglesia de París donde los escondían y los llevó a unos barcos templarios anclados en La Rochelle. — ¿Y adonde los llevaron?. La respuesta a ese misterio sólo la tiene el Priorato de Sión. Como esos documentos siguen siendo fuente de constantes investigaciones y especulaciones, se cree que han sido cambiados de sitio varias veces. Hoy en día, las conjeturas apuntan a que se encuentran en algún lugar del Reino Unido.
Está perfectamente documentado que Leonardo era un ferviente devoto de los antiguos cultos a María Magdalena. Su famoso fresco La última cena, es uno de los más sorprendentes homenajes a la divinidad femenina. Pues hay símbolos ocultos en sitios inimaginables. En La última cena aparecen trece hombres, seis discípulos a la izquierda y seis a la derecha y Jesús en el medio. El discípulo que está sentado en el puesto de honor, a la derecha del Señor es hombre o mujer?.
Al estudiar el rostro y el cuerpo, surge una oleada de desconcierto. Aquella persona tenía una larga cabellera pelirroja, unas delicadas manos entrelazadas y la curva de unos senos. Era, sin duda… una mujer. — ¡Es una mujer! No es un error. Leonardo sabía pintar muy bien y diferenciaba perfectamente entre hombres y mujeres. No podemos apartar la vista de aquella mujer sentada junto a Cristo. «En la última cena se supone que había trece hombres. ¿Quién es entonces esa mujer?» Aunque habíamos visto muchas veces aquella pintura, nunca nos había llamado la atención aquella evidente disonancia. Nadie se fija. Nuestras ideas preconcebidas de esta escena son tan fuertes que nos vendan los ojos y nuestra mente suprime la incongruencia. Es un fenómeno conocido como escotoma. El cerebro lo hace a veces con símbolos poderosos. La mujera la derecha de Jesús es joven y de aspecto puro, con un rostro discreto, un hermoso pelo rojizo y las manos entrelazadas con gesto sereno, es María Magdalena la mujer capaz de destruir ella sola a la Iglesia. En La última cena prácticamente le está gritando al mundo que Jesús y Magdalena son pareja. —Fíjese en que uno va vestido casi como reflejo perfecto del otro. Las dos figuras del centro de la obra. Las ropas tienen loscolores invertidos. Jesús lleva la túnica roja y la capa azul, mientras María Magdalena lleva una túnica azul y una capa roja. «El Yin y el Yang.» —Y si vamos ya a matices más sutiles, vea que Jesús y su esposa aparecen unidos por la cadera e inclinados en direcciones opuestas, como si quisieran crear claramente un espacio negativo entre ellos. La inequívoca forma de la V en el punto focal de la obra. Era el mismo símbolo, del cáliz y del vientre femenino. —Finalmente, si miramos a Jesús y a Magdalena como elementos de la composición más que como personas, veremos una letra del abecedario, ahí, destacada en el centro de la pintura, el trazo de una enorme y perfecta letra M. Los teóricos de las conspiraciones dicen que es la M de matrimonio o de María Magdalena, pero, nadie lo sabe a ciencia cierta.
Otras pinturas con la M.
Hay innumerables obras que contienen esa misma letra oculta de un modo u otro, ya sea en filigranas, en pinturas ocultas debajo de otras o en alusiones compositivas. La más ostentosa, claro, es la que hay grabada en el altar de Nuestra Señora de París, en Londres, diseñada por un anterior Gran Maestre del Priorato de Sión, Jean Cocteau. La M oculta es intrigante, pero nadie la pone como prueba de que Jesús y María Magdalena estaban casados. Aunque ese matrimonio está documentado en la historia. Es más, que Jesús fuera un hombre casado es mucho más lógico. Lo que es raro es la visión bíblica que tenemos de él como soltero. Esto porque Jesús era judío y las pautas sociales durante aquella época prácticamente prohibían que un hombre judío fuera soltero. Según la tradición hebrea, el celibato era censurable y era responsabilidad del padre buscarle una esposa adecuada a sus hijos. Si Jesús no hubiera estado casado, al menos alguno de los evangelios lo habría mencionado o habría ofrecido alguna explicación a aquella soltería excepcional.
Había dedicado su plácida existencia a trabajar para transmitir la historia del Santo Grial a las futuras generaciones. A lo largo de toda su vida a Disney lo consideraron siempre como «una versión moderna de Leonardo». Los dos se adelantaron mucho a su tiempo, los dos fueron artistas extraordinariamente dotados, miembros de sociedades secretas y notorios bromistas. Al igual que en el caso de Leonardo, a Walt Disney le encantaba incluir mensajes ocultos y símbolos en sus obras. Para el ojo entrenado del experto en simbología ver alguna de las primeras películas de Disney era quedar sepultado bajo un alud de alusiones y metáforas.
La mayor parte de sus mensajes trataban de la religión, de la mitología pagana y de las historias de la diosa sometida. No es casualidad que retomara los cuentos de la Cenicienta, la Bella Durmiente y Blancanieves; en las tres se trata el tema de la encarcelación de la divinidad femenina. Además, a nadie le hace falta saber mucho de simbología para entender que Blancanieves —una princesa que cayó en desgracia tras darle un bocado a una manzana envenenada— representa una clara alusión a la caída de Eva en el Jardín del Edén. Ni que la princesa Aurora de La Bella Durmiente —«Rosa», en nombre clave, y escondida en la espesura del bosque para protegerse de las garras de la bruja malvada, es la historia del Grial contada a los niños. A pesar de su imagen de seriedad corporativa, la factoría Disney ha mantenido siempre ese elemento fresco y desenfadado, y los creadores se divierten incorporando símbolos secretos a sus producciones. La Sirenita, por ejemplo, era un cautivador tapiz de símbolos espirituales relacionados hasta tal punto con la diosa que no podía ser obra del azar. El cuadro que decora el hogar submarino de Ariel no es otro que Magdalena Penitente, la famosa pintura de Georges de la Tour del siglo XVII. Un homenaje a la denostada María Magdalena, muy adecuado, por otra parte, teniendo en cuenta que la película resultaba ser un collage de noventa minutos con claras referencias simbólicas a la santidad perdida de Isis, de Eva, de Piscis, la Diosa pez y, reiteradamente de María Magdalena. El nombre de la sirenita, Ariel, poseía estrechos vínculos con la divinidad femenina, y en el Libro de Isaías era sinónimo de «La ciudad santa sitiada». Estaba claro, además, que el hecho de que la sirenita fuera pelirroja tampoco era casual.
Mitterrand fue un hombre osado. Se decía que el anterior presidente de Francia, que había encargado la construcción de la pirámide, tenía «complejo de faraón». Responsable máximo de haber llenado la ciudad de obeliscos, obras de arte y objetos procedentes del país del Nilo, Francois Mitterrand sentía una pasión tan desbocada por la cultura egipcia que sus compatriotas seguían llamándolo «La Esfinge». Un hombre del que se rumoreaba que se movía en círculos secretos, un hombre cuyo legado final a París fue La Pirámide. Al final del túnel del Passage Richelien se encuentra el monumento más misterioso de París, concebido y encargado en la década de 1980 por la esfinge en persona, Francois Mitterrand.
La pirámide. El nuevo acceso al Louvre se ha hecho casi tan famoso como el mismo museo. La polémica y ultramoderna pirámide de cristal diseñada por I. M. Pei, el arquitecto americano de origen chino, seguía siendo blanco de burlas de los más puristas, que creían que destrozaba la sobriedad del patio renacentista. Para sus críticos, la pirámide de Pei era como una uña arañando una pizarra. Sin embargo, también había admiradores que elogiaban aquella pirámide de cristal de más de veinte metros de altura y veían en ella la deslumbrante fusión de las estructuras antiguas con los nuevos métodos —un vínculo simbólico entre lo nuevo y lo viejo—. Aquella pirámide había sido construida por deseo expreso de Mitterrand con 666 paneles de cristal, ni uno más ni uno menos, curioso empeño que se había convertido en tema de conversación entre los defensores de las teorías conspiratorias, que aseguraban que el 666 era el número de Satán.
La pirámide inversa. El «Carrusel del Louvre», es un enorme circulo de césped rodeado en su perímetro por setos bien cortados. En la zona de césped el subsuelo horadado alberga los monumentos más atípicos de la ciudad. En el centro se hunde en la tierra como un abismo de cristal, la Pirámide Inversa hacía la zona subterránea del Louvre. La Pirámide Inversa o «El Cáliz» es una enorme claraboya invertida que cuelga del techo como una estalactita en una sala grande contigua del sótano. Está pirámide es un asombroso perfil triangular hecho de cristal colgando desde las alturas a más de dos metros del suelo.
La pirámide miniatura. Justo debajo de la pirámide inversa, en el suelo de la sala grande, se ve una diminuta estructura, la Pirámide miniatura de apenas un metro de altura. La única construcción hecha a pequeña escala en tan inmenso complejo.
Iluminadas con la luz tenue del sótano, las dos pirámides se enfrentan y sus puntas casi se tocan. «El Cáliz» encima, «La Espada» debajo. La Pirámide miniatura sobresale del suelo como la punta de un iceberg, como el ápice de un enorme sala piramidal sumergida, como una cámara oculta. Al alzar los ojos al cielo, desde allí, a través de los cristales, en noches claras, se observa un firmamento cuajado de estrellas.
En un monolítico palacio renacentista convertido en el centro de arte más famoso del mundo, en El Museo del Louvre, descansa la diosa María Magdalena.
http://www.ancient-origins.es/noticias-historia-arqueologia/reciente-estudio-confirma-la-existencia-samur%C3%A1-cristianos-el-jap%C3%B3n-feudal-003474?nopaging=1
En 1638, el soberano del Japón ordenó una cruzada contra sus propios súbditos, un holocausto de hombres, mujeres y niños en un culto apocalíptico. […] Introducido un siglo antes por misioneros extranjeros, se decía del cristianismo que era una secta que abrigaba oscuros designios para derrocar al gobierno. Sus profesores utilizaban una lengua muerta que era impenetrable para todo el mundo con la excepción de su íntimo círculo de fieles. Sus sacerdotes predicaban el amor y la bondad, pero ayudaban a los cabecillas locales a conseguir armas de fuego. Alentaban a sus fieles a dejar de lado los asuntos mundanos y a jurar lealtad a un emperador-dios extranjero, antes de buscar el paraíso en terribles martirios…
http://www.ayudaeficaz.es/la-trinidad-el-misterio-de-dios-tiene-imagenes-vivas-entre-nosotros/
¿Qué importancia tiene para nosotros creer en la Trinidad? Si, por un imposible, se nos dijera que no hay que creer más en la Trinidad, ¿qué cambiaría en nuestras vidas? Lastimosamente, quizás para muchos de nosotros no cambiaría nada importante. Así, celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad nos puede parecer algo lejano que no afecta a nuestra vida, que sólo interesa a los teólogos que investigan los misterios de Dios. Pero es de enorme importancia que intentemos acercarnos y aclarar en qué Dios creemos los cristianos.
Dios es para muchos el gran desconocido. Muchos esconden su ignorancia infantil tras laafirmación de que la Santísima Trinidad es un misterio imposible de entender. Y ahí se quedan sin más. Pero resulta que el “misterio divino” no es algo que sea imposible de conocer, sino algo inmensamente maravilloso, que ya conocemos en parte y cada vez lo podremos conocer mejor, pero tan grandioso que nunca podremos llegar a abarcarlo del todo. Cuanto más conozcamos a Dios en su misterio trinitario, más nos sentiremos invitados y desafiados a profundizar en su conocimiento. Estamos llamados a experimentar cada vez más a fondo el misterio de la Trinidad, sin agotar jamás esta voluntad de conocer y de alegrarnos con la experiencia que vamos adquiriendo progresivamente.
Unos se lo fabrican a su manera, otros siguen con los tópicos de siempre. La imagen de Dios que se presentaba hace cincuenta años es muy distinta a la que se ofrece hoy. Tenemos que reconocer que entre los mismos cristianos creemos en dioses distintos porque no siempre estamos abiertos, y lo que el Espíritu nos revela y comunica, pasa desapercibido.
La mejor forma de adentrarnos en este misterio que nos desborda, es acercarnos a las Escrituras que contienen las experiencias de fe de los grandes personajes bíblicos. Ellos nos han desvelado al Dios que desde siempre se está manifestando a los hombres. El culmen de la revelación ha llegado con Jesús que nos ha mostrado el verdadero rostro de Dios. En él encontramos su imagen más auténtica. Con las primeras comunidades que se reúnen alrededor de la fe en Jesús, llegamos a la plenitud bíblica de la experiencia de Dios. A partir de la enseñanza del Maestro, ellos se fueron aclarando progresivamente que Dios es uno y trino. Nosotros también tenemos que ir madurando nuestra fe, de forma que poco a poco vayamos conociendo a Dios en sus tres personas, distinguiéndolas y aprendiendo a relacionarnos con cada una de ellas. No basta con conocer a una familia en bloque; es necesario saber distinguir y relacionarse con el padre, con la madre y con los hijos, cada uno tal como es.
Los apóstoles habían presenciado con estupor cómo Jesús se dirigía a Dios llamándole “Papito querido” (Abbá). Fueron testigos de la intimidad entre Jesús y el Padre, absolutamente única, vivida no sólo ante ellos, sino para ellos también, ya que Jesús los invita a compartirla (Mt 6,9). Después de su muerte, al sentir la fuerza arrolladora de Jesús resucitado, y recordando sus palabras, llegan a la conclusión de que Jesús es Dios. Si Dios no se hubiera hecho hombre, ¿cómo podría ser divinizado el hombre? ¿Y cómo un Dios que no fuera más que una persona podría encarnarse?
Además, él les había prometido: “En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre os va a enviar en mi Nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14,26). Por eso, en Pentecostés cuando se sienten invadidos por el Espíritu de Jesús, tal como él se lo había prometido, se dan cuenta de que este Espíritu no puede ser otro que el Espíritu de Dios, ya que sólo Dios puede dar su Espíritu. Nosotros no podemos dar nuestro espíritu, pero Dios sí. A partir de Pentecostés entienden que Jesús es Dios y su Espíritu también.
Nosotros no creemos en un Dios lejano, solitario, ausente, abstracto, frío, como otras religiones o algunas filosofías. La palabra de Dios nos habla de un Dios “compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad”. Un Dios que es Padre que nos conoce y nos ama, que es Hijo que ha querido recorrer nuestro camino y se ha entregado por nosotros, que es Espíritullenándonos de su fuerza y de su vida.
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo para que ninguno perezca, sino que tengan vida eterna”. Esto es lo que mueve a Dios y su gran deseo: el amor a todos sus hijos, nuestra felicidad, que lleguemos a la plenitud como personas. Dios no se define por su poder, sino por el amor y el deseo de colmarnos de vida.
Nosotros creemos en un Dios que es comunión. Un Dios Padre que crea familia, que es Hijo y crea fraternidad, que es Espíritu y crea comunidad. Creemos en un Dios siempre en relación con los hombres, nunca separado de la humanidad sino interesado y comprometido con la familia humana. Dios es vida compartida, amor comunitario, comunión de personas.
La experiencia nos dice que hoy muchos rechazan a Dios porque realmente no lo conocen. El Dios que hoy rechazan tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo no se parece casi en nada al Dios que Jesús nos ha mostrado. Los cristianos tenemos la gran responsabilidad de presentar el Dios verdadero a los hombres de cada etapa histórica. La misma Iglesia ha reconocido públicamente que nosotros somos en parte responsables del ateísmo y la indiferencia de tanta gente porque no hemos presentado el verdadero rostro de Dios.
Hoy tenemos que preguntarnos ¿cómo es el Dios en quien creemos? Hacernos un dios a nuestra medida para poder manipular es la tentación constante del ser humano. Dios no es una lección aprendida de pequeños, sino un misterio siempre abierto y al que intentamos acercarnos y comprender durante toda la vida. Profundizar y conocer cada vez más y mejor al Dios de Jesús es una tarea de todo creyente para crecer en la verdadera experiencia de fe y poderla ofrecer a los demás.
Dios se define no a partir de ideas o teorías, sino de acciones liberadoras a favor de su pueblo. Nosotros no nos definimos por creer en una doctrina o en un ser abstracto y lejano (un algo tiene que haber), sino por vivir como hijos y hermanos que trabajamos cada día por construir en el mundo el gran proyecto de fraternidad que Dios desea para todos. Porque si Dios es amor compartido en comunidad, y nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, en Él están las raíces mismas de la vida y de nuestro ser y en Él vivimos, nos movemos y existimos, no descansaremos hasta que podamos disfrutar de ese amor compartido y encontrarnos todos en esa comunidad en la que cada uno pueda ser él mismo en plenitud, feliz en la entrega y solidaridad total con el otro, como Jesús.
Celebrar a la Trinidad es descubrir con alegría que la fuente de nuestra vida es un Dios Comunidad y que nos sentimos llamados, desde lo más hondo de nuestro ser, a buscar nuestra verdadera felicidad en el compartir y en la solidaridad. La Iglesia mantuvo un combate apasionado durante los primeros siglos para mantener y desarrollar la fe en un Dios Trino. No quiso separar nunca, en la unidad de su fe, la triple creencia en la divinización de la humanidad, en la divinidad de Jesucristo y en la existencia de la Trinidad. Si Dios no fuera trinitario, la Encarnación sería un mito; y si la Encarnación fuera un mito, de nada serviría el ideal cristiano.
San Juan dice que es imposible amar a Dios a quien no se ve, si no amamos al hermano que sí que vemos. Con el mismo razonamiento podríamos decir que no podemos creer en artículos de fe si no vivimos sus correlativos de aquí y ahora como anticipos de la realidad creída y esperada. Lo contrario sería pensar que la fe es una realidad de verdades etéreas sin relación con lo que se vive en el día a día. Así, la Trinidad es un misterio, por supuesto, algo que nos supera, pero si nos vamos adentrando en lo que significa, iremos comprendiendo que podemos ir viviendo la invitación que este misterio de fe nos hace para ahora mismo:
En primer lugar, soy creyente en el Dios Trinidad y se trata de vivirme como ser relacional con capacidad para abrirme y darme. Soy una persona que sale al encuentro del otro, que me corresponsabilizo de él, y que le tiendo una mano. Soy capaz de amar y de ser amado, y así llevo frutos y doy vida. En segundo lugar, esta fe me hace promocionar todos los aspectos sociales de mi humanidad:
– Entiendo la familia como el mejor icono trinitario en cuanto comunidad de vida y de amor. En la familia hay palabra y amor, hay comunicación de bienes y de dones, hay colaboración y mutua responsabilidad, hay frutos de amor y hay vida.
– Creo en una Iglesia que es comunidad de fe y de amor, donde los creyentes somos miembros de un solo cuerpo, pudiendo llegar a tener un solo corazón y una sola alma, superando desde el respeto, la tolerancia y el diálogo, todas las diferencias que podamos ir encontrando en nuestro compartir del día a día. Una Iglesia que alienta el Espíritu de Jesús y por eso, nos amamos unos a otros más que a uno mismo, y donde la Eucaristía es expresión suprema de la comunión con Dios y con los hermanos, donde partimos el pan, donde comemos el mismo pan, donde nos comprometemos a hacernos pan para los demás compartiendo el pan y la vida.
– Quiero construir una sociedad en la que sus miembros se abren con verdad, conjuntan ideas y proyectos de vida, colaboran, se complementan, se compenetran, respetando y agradeciendo la diversidad. Una sociedad que se estructura desde sus distintas asociaciones como signos de los mejores deseos de solidaridad y fraternidad, de ayuda mutua y abnegada a los demás.
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El papa Francisco está preocupado por los “golpes blandos” que podrían estar ocurriendo en países latinoamericanos, según un comunicado del Celam.
“El Santo Padre mostró su preocupación por los problemas sociales que se están viviendo en América en general. Le preocupan los conflictos sociales, económicos y políticos de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina. De pronto se puede estar pasando a un “golpe de estado blando” en algunos países”, precisa un comunicado hecho público el sábado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
El sábado, los presidentes de Venezuela y Bolivia, Nicolás Maduro y Evo Morales, insistieron en que los países «revolucionarios, progresistas, democráticos, de izquierda” de América Latina son objeto de una campaña de la derecha internacional con miras golpistas.
El Santo Padre mostró su preocupación por los problemas sociales que se están viviendo en América en general. Le preocupan los conflictos sociales, económicos y políticos de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina. De pronto se puede estar pasando a un “golpe de estado blando” en algunos países”, precisa un comunicado hecho público el sábado por el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam).
Venezuela vive en la actualidad una tensa coyuntura política a raíz de las fuertes discrepancias entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento, de mayoría opositora, con respecto a una serie de cuestiones políticas, y en particular por los intentos de derrocar al Gobierno de Maduro.
Seguir leyendo El papa preocupado por «golpes blandos» en Latinoamérica
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Si difícil nos resulta admitir siquiera la posibilidad de que seres extraterrestres tuvieran una presencia y notable influencia hace miles de años en una cultura y ubicación tan lejanas como las de la antigua civilización maya, cuánto más difícil nos ha de resultar superar todas nuestras ideas preconcebidas, inculcadas en nuestro interior por nuestra educación y cultura.
Quizá podamos admitir que los mayas recibieron la visita de seres extraterrestres a los que veneraron como dioses y de los que recibieron conocimientos y sabiduría durante siglos. ¿Pero qué pasa si son nuestras propias creencias, o las de nuestra cultura, las que se ven medidas por el mismo rasero?
Como adelantamos ya en la introducción de esta serie de artículos, admitir la naturaleza extraterrestre de Dios, definiéndolo como un ser corporal de carne y hueso no tiene por qué afectar a su carácter, virtudes ni naturaleza. Seguiría siendo un ser superior, poseedor de conocimientos y técnicas aún hoy sobrenaturales, y lo que es más importante, poseedor del mensaje y las finalidades que impregnaron sus hechos en el pasado.
Aquel que sea un auténtico creyente no debería preocuparse por la naturaleza última de Dios, sea una nube de vapor, un concepto mitológico derivado de la observación de la naturaleza, un extraterrestre o un espabilado escondido detrás de una piedra y hablando a través de una estatua. Lo importante de una creencia es el mensaje, la finalidad, el objetivo a que conduce, que en el caso del cristianismo es el amor y la paz entre los hombres. Y este mensaje no es en absoluto incompatible con una posible naturaleza extraterrestre de Dios.
El prestigioso autor español J. J. Benítez presenta en varios de sus libros la teoría de que también el dios cristiano tiene un origen extraterrestre.
En sus estudios, el investigador sugiere la posibilidad de que exista una o varias «razas» extraterrestres de un nivel intelectual y tecnológico muy superior al nuestro que desde hace miles de años vienen visitando nuestro planeta e influyendo, lo más discretamente posible, en nuestra evolución intelectual y espiritual.
Estos seres, infinitamente más cercanos que nosotros a la Perfección absoluta habrían estado preocupándose por nosotros desde antes de que el mundo existiera y vendrían tutelándonos para ayudarnos a avanzar por el camino de esa Perfección, aunque siempre respetando la libertad individual y la necesidad, imprescindible en cualquier aprendizaje, de equivocarse para poder encontrar la verdad.
El autor busca sus fuentes tanto en los textos de la Biblia como en los llamados Evangelios Apócrifos, reconocidos por la Iglesia como redactados por un autor sagrado aunque no investidos de la inspiración divina.
Por supuesto que la calificación de un texto como dotado o no de esa inspiración depende únicamente de criterios humanos, los responsables en cada momento de su calificación. De hecho, después de haber sido ocultados y luego perseguidos, la misma Iglesia Católica les reconoce hoy a estos textos un gran valor, especialmente en lo referente al desarrollo de algunos puntos concretos que los Evangelios Canónicos no desarrollan suficientemente.
Idéntica finalidad persigue J. J. Benítez, en especial en lo referente a extender las informaciones que los libros oficiales presentan sobre la concepción y nacimiento de Jesús de Nazaret. Para ello utiliza los Evangelios apócrifos de Santiago, de Mateo, el Libro sobre la Natividad de María, el Evangelio de Pedro y el Armenio y Árabe de la Infancia de Jesús, todos ellos reconocidos por la Iglesia Católica como parte de la Tradición.
El Pueblo de Yahvé
Cuando estos seres extraterrestres asumieron, hace unos 4000 años, la tarea de preparar la llegada de un portador de su mensaje, empezaron por buscar una zona y un pueblo adecuados para la tarea que les esperaba. Se decidieron por una raza nueva habitante entre el Nilo y el Tigris. Esta zona era el foco cultural más importante del planeta, poblado por las, entonces, civilizaciones más avanzadas: Egipto, Babilonia, Nínive y Ur.
En vista de que todos los pueblos estaban influidos ya por diferentes creencias y religiones, fue preciso crear una nueva nación.
«Yahvé dijo a Abraham: Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré.» (Génesis 12, 1-3).
Varios siglos después, la nación judía comprendía a seiscientas mil personas. Todos ellos, y sus rebaños, fueron trasladados por el desierto en lo que ha dado en llamarse el Éxodo.
«E iba Yahvé al frente de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos en el camino y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos…» (Éxodo, 13 21-22).
Los egipcios no dejaron marchar a los judíos fácilmente. Eran unos excelentes esclavos, e hicieron falta varias plagas e incluso una matanza de los primogénitos egipcios para liberar al pueblo. Aún así, después de su partida no tardaron mucho en arrepentirse y salir en su persecución, alcanzándolos junto al Mar de Suf.
«Levantose el Ángel de Yahvé que marchaba al frente del ejército de Israel, y se puso detrás de ellos. Levantose también la columna de nube de delante de ellos y se colocó a la espalda, intercalándose así entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. Era nube y tinieblas (por una parte), y (por la otra) iluminaba la noche, de modo que no pudieron acercarse aquellos a éstos en toda la noche.» (Éxodo 13, 19-20).
Lo que sucedió después, es sobradamente conocido.
Evidencias
Existen aproximadamente doscientas apariciones de ángeles en el Antiguo y Nuevo Testamento. Siempre son jóvenes de gran belleza y de ropas brillantes. Su aspecto, sin embargo, es tan humano que a veces pasan inadvertidos.
«El ángel de Dios se presentó a Joaquín rodeado de un inmenso resplandor…» (Libro sobre la Natividad de María).
«Y sucedió que, al ofrecer Joaquín su sacrificio, juntamente con el perfume de éste y, por decirlo así, con el humo, el ángel se elevó hacia el cielo» (Apócrifo de San Mateo)
Sobre la infancia de María, criada en el Templo de Jerusalén, resultan reveladores algunos fragmentos del Libro sobre la Infancia de María (cap. VII): «Diariamente tenía trato con los ángeles.
Asimismo gozaba todos los días de la visión divina, la cual la inmunizaba contra toda clase de males y la inundaba de bienes sin cuento. «
«(…) Y María permaneció en el templo como una palomica, recibiendo alimento de manos de un ángel.» (Protoevangelio de Santiago, VI)
«Fue enviado por Dios el ángel Gabriel, para que le anunciase la concepción del Señor y para que la pusiera al corriente de la manera y orden como iba a desarrollarse este acontecimiento.
Y así que hubo hasta ella, inundó la estancia donde se encontraba de un fulgor extraordinario (…) La Virgen, que estaba bien acostumbrada a ver rostros angélicos y a quien le era familiar el verse circundada de resplandores celestiales (…)
El ángel, por inspiración divina, vino al encuentro de tales pensamientos…» (Libro sobre la Natividad de María).
Después de terminado el Éxodo, transcurrieron casi 500 años sin producirse apenas apariciones de ángeles, nubes y gloria de Yahvé. Lo que antes era tan cotidiano para este pueblo, desapareció hasta unos quince años antes del nacimiento de Cristo.
Influencias
Primero durante el Éxodo, y después en Jerusalén, los sacerdotes consultaban la voluntad de Yahvé en los lugares que éste mismo había destinado a tal fin.
La Tienda del Encuentro primero y luego el Santo de los Santos en el Templo, era el lugar sobre el que descendía la nube.
«Y cuando Moisés entraba en el Tabernáculo, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta del Tabernáculo, mientras Yahvé hablaba con Moisés.» (Éxodo 33, 9-10)
«En todas sus marchas los hijos de Israel levantaban el campamento cuando la nube se alzaba de encima de la Morada (…)
Porque durante el día estaba sobre la Morada la nube de Yahvé, en la cual durante la noche había fuego, viéndolo toda la casa de Israel en todas sus marchas» (Éxodo 40, 36-38).
El mítico Templo de Jerusalén fue construido también según las órdenes de Yahvé, «Y sucedió que al salir los sacerdotes del Santuario, la nube llenó la Casa de Yahvé; y los sacerdotes no pudieron permanecer allí para ejercer su ministerio, a causa de la nube; pues la gloria de Yahvé llenaba la Casa de Yahvé» (Libro Tercero de los Reyes 8, 10-11) Moisés subió al monte Sinaí, por mandato divino, donde permaneció durante cuarenta días.
«Subió, pues, Moisés al monte, y la nube cubrió el monte. La gloria de Yahvé reposó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días.
Al séptimo día llamó Él a Moisés de en medio de la nube. Y parecía la gloria de Yahvé ante los ojos de los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la cumbre del monte. Moisés entró en la nube y subió al monte.
Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches» (Éxodo 24, 15-18)Allí, fue minuciosamente aleccionado acerca de cómo construir la Morada y la Tienda del Encuentro, mostrándole incluso planos o modelos.
También fue instruido sobre el descanso sabático, y al marchar le entregó los diez mandamientos «Después de hablar Dios con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas del Testimonio; tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios.» (Éxodo 31, 18)
Los vestigios que las Santas Escrituras, incluso en sus versiones canónicas, nos han dejado, son innumerables. Basta ojear los libros del Antiguo Testamento, en especial los primeros, con una mentalidad suficientemente receptiva para encontrar indicios que si bien no demuestran nada, ni tampoco lo pretendemos, pueden en cambio servir para dejar abiertas las puertas a otras posibles concepciones o interpretaciones.
El completo código de conducta que son los diez mandamientos, suficientes para una convivencia perfecta; el tratado sobre la salubridad de los alimentos en aquella época y geografía que se puede consultar en el Levítico; la higiene sexual que supuso el rito de la circuncisión; y sobre todo, la evidencia de que en aquella época la presencia de Yahvé y sus enviados era algo plenamente cotidiano.
Los evangelios apócrifos muestran importantes informaciones acerca de cómo la misma virgen María fue concebida por lo que hoy llamaríamos concepción in Vitro o tal vez inseminación artificial.
De cómo fue criada en el Templo de Jerusalén recibiendo a diario la visita de los ángeles que la alimentaban. Y, en última instancia, de cómo Jesucristo pertenecía a una familia genéticamente escogida y protegida, fue concebido de la misma forma que su madre y vigilado y controlado durante toda su infancia.
En cualquier caso, tal vez sea suficiente para empezar a considerar alternativas razonables.
El Nacimiento
«…Y en aquel momento la estrella aquella, que habían visto en el Oriente, volvió de nuevo a guiarles hasta que llegaron a la cueva, y se posó sobre la boca de ésta. Entonces vieron los magos al Niño con su Madre…” (Protoevangelio de Santiago XXI, 3)
Sobradamente conocida es la historia del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Al menos, en la versión oficial transmitida tanto por la Iglesia como por la tradición piadosa de los creyentes.
Sin embargo, resulta interesante revisar algunos detalles aportados en su mayoría por diversos evangelios apócrifos, y que si bien no cambian aspectos significativos de dicha historia pueden resultar reveladores en cuanto a la naturaleza de sus artífices.
Camino de Belén, la urgencia del parto los obliga a refugiarse en una cueva «en la que nunca había entrado el sol».
«Más, en el momento mismo en que entró María el recinto se inundó de resplandores y quedó todo refulgente, como si el sol estuviera allí dentro.
Aquella luz divina dejó la cueva como si fuera el mediodía. Y mientras estuvo allí María, el resplandor no faltó ni de día ni de noche.» (Apócrifo de San Mateo)
«Y yo, José, me eché a andar, pero no podía avanzar; y al elevar mis ojos al espacio, me pareció ver como si el aire estuviera estremecido de asombro; y cuando fijé mi vista en el firmamento, lo encontré estático y los pájaros del cielo inmóviles; y al dirigir mi mirada hacia atrás, vi un recipiente en el suelo y unos trabajadores echados en actitud de comer con sus manos en la vasija.
Pero los que simulaban masticar, en realidad no masticaban; y los que parecían estar en actitud de tomar la comida, tampoco la sacaban del plato; y, finalmente, los que parecían introducir los manjares en la boca, no lo hacían, sino que todos tenían sus rostros mirando hacia arriba». (Protoevangelio de Santiago, XVIII)
También había unas ovejas que iban siendo arreadas, pero no daban un paso, sino que estaban paradas, y el pastor levantó su diestra para bastonearlas con el cayado, pero quedó su mano tendida en el aire.
Y al dirigir mi vista hacia la corriente del río, vi cómo unos cabritillos ponían en ella sus hocicos, pero no bebían.
En una palabra, todas las cosas eran en un momento apartadas de su curso normal.» (Protoevangelio de Santiago, XVIII)
«Al llegar al lugar de la gruta, se pararon, y he aquí que ésta estaba sombreada por una nube luminosa. (…)
De repente, la nube empezó a retirarse de la gruta y brilló dentro una luz tan grande que nuestros ojos no podían resistirla.» (Protoevangelio de Santiago, XIX)
«Finalmente, dio a luz un niño, a quien en el momento de nacer rodearon los ángeles…» (Apócrifo de San Mateo)»
«En aquel momento se pararon todas las cosas, silenciosas y atemorizadas (…) Y en cuanto salió la luz, la doncella adoró a Aquel a quien reconoció haber ella misma alumbrado.
El niño lanzaba de sí resplandores, lo mismo que el sol. Estaba limpísimo y era gratísimo a la vista, pues sólo Él apareció como paz que apacigua todo…
Aquella luz se multiplicó y oscureció con su resplandor el fulgor del sol, mientras que esta cueva se vio inundada de una intensa claridad…
Yo, por mi parte, quedé llena de estupor y de admiración y el miedo se apoderó de mí, pues tenía fija mi vista en el intenso resplandor que despedía la luz que había nacido.
Y esta luz fuese poco a poco condensando y tomando la forma de un niño, hasta que apareció un infante, como suelen ser los hombres al nacer.
(…) vi que tenía limpio el cuerpo, sin las manchas con que suelen nacer los hombres, y pensé para mis adentros que a lo mejor habían quedado otros fetos en la matriz de la doncella (…)
Me acerqué luego a la doncella, la toqué, y comprobé que no estaba manchada de sangre.
Una mujer embarazada estaba en mala condición: esta sufría de hipertensión pulmonar, la cual empeoraba a causa de su embarazo y se temia que sufriría de un fallo cardiaco. El hospital hizo lo que tenia que hacer, con la aprobación de la familia: aborto el feto de 11 semanas y la mujer ahora está a salvo. Esto es un procedimiento rutinario y no existe ningúna ambigüedad moral. O se salva la vida de la mujer o mueren ambos.
El problema recae en que el hospital donde se llevó a cabo este procedimiento era Católico y una de las personas que revisó el caso antes del aborto era una monja, la cual estuvo de acuerdo con que esto era lo correcto. Pero como es de esperarse con la Iglesia Católica, el obispo, Thomas Olmsted, excomunicó a la monja.
Dijo este al diario Arizona Republic:
«Estoy muy preocupado con el hecho de que se llevó a cabo un aborto hace varios meses en un hospital Católico de la diocesis. Me preocupa aún más lo que dijo el hospital de que la terminación de una vida humana era necesaria para tratar la condición de la madre.»
«Un niño no nacido no es una enfermedad. Mientras los profesionales médicos deben intentar de salvar la vida de una mujer embarazada, los métodos utilizados nunca deben considerar matar a un niño no nacido. El fín no justifica los medios.»
Consideren que esto fue dicho por un sacerdote, que se supone tenga piedad por la vida humana. Esto es un craso desprecio por la vida de esa mujer, especialmente hecho por un ignorante que no ha pisado una escuela de medicina en su vida. El permitir que esta mujer sufriera de un fallo cardiaco es una locura y una insensibilidad. Tanta falta de empatía me enfurece.
Es por esto que nos debemos oponer a clausulas que permiten que los doctores/enfermeras o profesionales se rehusen a llevar a cabo tratamientos por que contradicen sus creencias fantásticas.
1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2 Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
4 No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5 No te inclinarás ante ninguna imagen, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh tu Dios, fuerte, celoso, que castigo la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás el nombre de Yahveh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yahveh al que tomare su nombre en vano.
8 Acuérdate del día del sábado para santificarlo
9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra,
10 mas el séptimo día es reposo para Yahveh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11 Porque en seis días hizo Yahveh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yahveh bendijo el día de reposo y lo santificó.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yahveh tu Dios te da.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No hurtarás.
16 No dirás falso testimonio contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
El Dios de esta Tierra es el gobernante del horizonte,
Dios es para hacer gran su nombre,
lo Dedica a la adoración de su nombre,
Da su existencia de Dios,
El hará tu negocio,
Su semejanza está sobre la Tierra,
Dios es dado incienso y alimento ofrendas diarias,
El Dios juzgará el verdadero y honesto y perdonará a nuestros deudores,
Guarda contra la cosa que Dios abomina, me Preserva del mal,
Dios es el rey del horizonte,
de El poder, y de la gloria,
Él aumenta, él quienquiera que lo aumenta,
Permíteme que sea mañana como hoy.
Padre nuestro,
que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino;
efectúese tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Danos nuestro pan de cada día;
y perdona nuestras ofensas,
así como nosotros hemos perdonado a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal.
Para bien o para mal, el Papa Francisco nunca deja de sorprender. Justo después de haber solicitado, durante su discurso a los obispos italianos, que abandonen las propiedades materiales no dedicadas al culto, una entrevista con el diario francés La Croix arremete contra la confesionalidad del Estado y reclama una «sana laicidad» acompañada de «una sólida ley que garantice la libertad religiosa».
«Un Estado debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra la Historia», subrayó el Papa al diario católico francés. Preguntado por el modelo francés, Bergoglio apuntó que «cada uno debe tener la libertad de expresar su propia fe, y si una mujer musulmana quiere llevar el velo, debe poder llevarlo. De la misma manera que si un católico quiere ponerse una cruz».
Para el Papa, «las personas deben ser libres de profesar su fe en el corazón de sus propias culturas y no en los márgenes». Pese a todo, Francisco matiza y dirige una «modesta crítica» a Francia, a la que acusa de «exagerar con el laicismo», lo que «lleva a considerar las religiones como subculturas en lugar de culturas a título pleno y con sus derechos. Temo que este enfoque, un comprensible patrimonio de la Ilustración, sigue existiendo. Francia necesita dar un paso hacia adelante sobre este tema para aceptar el hecho de que la apertura a la trascendencia es un derecho para todos».