Seguir leyendo Los ritmos cerebrales organizan nuestra percepción visual
Los ritmos cerebrales organizan nuestra percepción visual
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Seguir leyendo El cerebro encuentra el orden dentro del caos
Diversos autores han asegurado que el estilo de vida que actualmente lleva el ser humano es, paradójicamente; inhumano. Mientras que unos luchan por sobrevivir a trastornos mentales causados por trauma y desregulaciones neurológicas, muchos otros viven bajo el incesante estrés de la vida cotidiana.
Actualmente el bienestar de una persona está en riesgo debido a factores como el exceso de trabajo, el sedentarismo, la distracción continua de las redes sociales y la comunicación instantánea, la desconexión con la naturaleza, la dificultad para relacionarse con otras personas y más. En este panorama, no es casualidad que una epidemia de depresión y ansiedad caracterice nuestra época.
Con todo, existen estrategias mentales que pueden proveer herramientas para la salud y el bienestar. Si bien no se trata de reemplazar los conocimientos y tratamientos basados en evidencia científica de especialistas en la salud, tales como los psicólogos y psiquiatras, contemplar una serie de hacks para regular el estrés cotidiano podría considerarse una medida indispensable para la salud.
Seguir leyendo Una guía para alterar naturalmente los neurotransmisores del bienestar
Todos queremos tener más energía, obviamente, pues la energía es la capacidad de hacer cualquier cosa e incluso, como escribió el poeta William Blake, «la energía es deleite eterno», la pulsación misma del universo. Existen innumerables recomendaciones más o menos obvias para tener más energía: ejercicio, alimentación, meditación y demás. Pero una menos obvia es la que exploraremos aquí, y la cual parte de la premisa de que la energía está primordialmente ligada a la mente y por lo tanto las emociones y los pensamientos son esenciales en la conservación de la energía.
Es fácil darse cuenta de que pasar el día pensando obsesivamente, aunque no hagamos ninguna labor física, produce una enorme fatiga, incluso una extenuación. Esto siempre ha sido entendido por ciertas tradiciones contemplativas que, por ejemplo, relacionan estrechamente la respiración con la mente o el aliento con el pensamiento o el aire con el espíritu. Por ello la calma, ligada con la respiración profunda, es un precursor del conocimiento, de la percepción correcta de la realidad.
Este tipo de pensamiento, que podemos designar como «rumiación» o «autofijación», tiene casi siempre la característica de estar centrado en sí mismo, de ser una forma de preocupación o ansiedad con algo que aún no sucede o una forma de resentimiento o lamento ante algo que ya pasó, y esto casi siempre ante algo que nos pasó a nosotros mismos. En realidad lo que nos cansa es una suerte de contracción, y aquí podemos definir al egoísmo como la contracción, pues literalmente el Ser se contrae en el individuo, se amuralla y se queda fijo en un contenedor, como si el agua se volviera hielo. Sólo que la naturaleza del agua es fluir y sólo el agua corriendo produce electricidad para iluminar una ciudad. Y naturalmente, el agua va hacia el mar; el individuo se extiende hacia el mundo, busca la totalidad.
Seguir leyendo Psicología budista para aumentar tu nivel de energía
Seguir leyendo Ya es posible observar los recuerdos cuando están formando
Las empresas utilizan mucho esta técnica de mercadotecnia para que los consumidores se decidan por la opción de compra que ellas prefieren. Te contamos en qué consiste y cómo podemos aprender a utilizarla en beneficio propio.
Cuando vas a comprar un café, puede que hayas observado que se ofrecen tres tamaños: pequeño, mediano y grande.
El mediano suele costar casi lo mismo que el grande.
Vista la poca diferencia de precios ¿te ha pasado alguna vez que has acabado comprando el más grande y el más caro?
Si es así, has sido víctima de un sesgo cognitivo llamado «el efecto señuelo».
Este consiste en que cuando te presentan de forma deliberada una tercera opción menos atractiva (en este caso el tamaño mediano), eso hace que pagues más de lo que habrías pagado racionalmente.
Más concretamente, se valieron de células madre humanas para que formaran tejido del córtex, una región del cerebro que controla la cognición e interpreta la información sensorial.
Seguir leyendo Mini cerebros humanos creados en laboratorio tienen actividad neurológica
La mala educación se debe en realidad a la ‘falta’ de educación, de respeto y civismo. Estamos ante una realidad social que no aparece solo en niños y adolescentes; también los adultos evidencian malos modales y comportamientos poco éticos.
La mala educación y la falta de modales no tienen edad. No es cuestión de niños ni de adolescentes, transitando por esa etapa a menudo reaccionaria y problemática. En nuestro día a día podemos ver reacciones inapropiadas y comportamientos poco éticos en personas con experiencia, en hombres y mujeres que, con sus malos hábitos, hacen muy complicada la convivencia.
Seguir leyendo La mala educación y la falta de modales ¿a qué se deben?
Según la ley del espejo, también denominada “efecto Pigmalión”, las personas se comportan de la forma que esperamos que lo hagan; es decir, todo ser humano responde a las expectativas que pongamos en él.
Esta tesis queda perfectamente ilustrada en un célebre musical, My fair lady, a través del experimento de un profesor con una florista de la calle. Tras realizar una apuesta con un colega académico, se propone convertir a la chica, poco agraciada y analfabeta, en una dama que cause admiración en los círculos de la alta sociedad.
Las creencias y expectativas de una persona o grupo de personas afectan de tal manera a otra, que esta última tiende a confirmar las expectativas
Todos cometemos errores. No somos infalibles. Y los cometemos más a menudo de lo que nos gustaría reconocer. Algunos errores son pequeños e intrascendentes, como no comprar leche porque estamos “seguros” de que aún nos queda en casa. Otros son más importantes, como confundir el horario de una entrevista de trabajo y perder esa oportunidad. Y otros errores marcan puntos de inflexión en nuestra vida, como perder a una pareja por el miedo al compromiso.
Seguir leyendo ¿Por qué algunas personas nunca admiten que se equivocan?
Alicie Robb es autora del libro Why We Dream: The Transformative Power of Our Nightly Journey, una exploración del poder de transformación de los sueños, particularmente de lo que podemos llamar la vía regia de los sueños, los sueños lúcidos. En este precioso video de la revista New Yorker, Robb relata su viaje onírico en las noches peruanas, experimentando con lo que llama «una prueba de realidad».
Por medio del trabajo del maestro de los sueños lúcidos de la Universidad de Stanford, Stephen Laberge, empezó a entrenarse. Robb utilizó un alarma cada hora en conjunto con la frase «estoy dormida o estoy despierta»: la misma pregunta que se hacen algunos monjes budistas; en otros momentos, también usó la técnica de Carlos Castaneda de mirar sus propias manos durante el sueño. Así, la autora aprendió a suscitar sueños lúcidos con predecible frecuencia. Los resultados son deliciosas posibilidades de transformar el espacio a voluntad, así como una experimentación de las más detalladas sensaciones, profusos paisajes diseñados por la mente.
Seguir leyendo ¿Qué se siente controlar tus pesadillas con sueños lúcidos?
La luz azul del mar puede reducir los índices de ansiedad y depresión. Este color no fue solo el favorito de muchos pintores y artistas, sino que nuestro cerebro experimenta un gran equilibrio al entrar en contacto con él.
El efecto del color azul en nuestro cerebro es más significativo quizás de lo que podamos creer. Es la luz que orla nuestros cielos, el que mece nuestros mares y océanos y esa tonalidad que tanto abunda en el mundo del marketingy publicidad. El azul no solo tiene un efecto relajante, es más, diversos estudios llegan a concluir que puede mejorar nuestra salud física y psicológica.
Pablo Picasso solía decir que los colores son el reflejo de nuestras emociones impresas en la naturaleza. No iba mal encaminado. La psicología del color nos ofrece cada poco tiempo interesantes datos sobre cómo el impacto de las tonalidades que nos envuelven sortean a veces los factores culturales.
En este sentido, los trabajos de los investigadores Andrew Elliot y Markus Maier son todo un referente. En ellos nos demuestran no solo que se alzan como una valiosa herramienta de comunicación. Además, algunos, como pueden ser el rojo y el azul, pueden cambiar nuestro estado de ánimo, elevar o disminuir la presión arterial, cambiar nuestro metabolismo o incluso producir fatiga visual. Veamos más datos a continuación.
La ciencia ha podido establecer que nuestro cerebro no trabaja en forma lineal, sino en ciclos. Algunos de ellos se llaman ritmos ultradianos y corresponden a los lapsos de plena atención y de total dispersión. Tener en cuenta esos ciclos y sus pausas nos haría más productivos.
Los ritmos biológicos son cambios que se producen en el organismo después de un intervalo regular de tiempo. Los ritmos ultradianos forman parte de los ritmos biológicos y están relacionados con los ciclos de reposo y actividad mental, así como de las conductas alimentarias y motoras.
Los ritmos ultradianos, así como todos los ritmos biológicos, establecen ciclos. Es decir que implican una serie de fases o etapas que siempre tienen lugar en el mismo orden y que, una vez completadas, comienzan de nuevo para repetirse de manera incesante.
Los ritmos biológicos se han clasificado en función del tiempo que dura en cumplirse cada ciclo. La mayoría de nosotros hemos oído hablar de los ritmos cicardianos, que también se conocen como el “reloj biológico”. En esencia, marcan los tiempos de sueño y vigilia.
Los ritmos ultradianos son menos conocidos y guardan relación con la eficiencia en el trabajo. Veamos.
Para Uffe Schjødt, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, nuestra actividad cerebral sería diferente según nuestras creencias.
Creer en Dios y otros seres sobrenaturales es algo frecuente en todos los países, culturas y épocas.
Sin embargo, sabemos poco sobre qué hace que el procesamiento cerebral sobre el funcionamiento del mundo incluya en muchas personas estas creencias.
¿Por qué un porcentaje importante de la humanidad piensa que existe un ser (o varios) que creó el mundo y al ser humano, que controla nuestro comportamiento y que nos premia o castiga en función de nuestra adaptación a sus leyes?
La explicación de la Iglesia católica es que la fe es un don que se tiene o no, y no hay mucho que hacer al respecto.
Pero es interesante plantearlo desde otra perspectiva: ¿es diferente el cerebro de los creyentes del de los no creyentes?
¿Existe una región en la corteza cerebral destinada a la creencia en lo sobrenatural igual que la tenemos para el habla o para la lectura?
¿Puede un cambio brusco en la estructura cerebral, como una lesión o un ictus, convertir a un creyente en no creyente o viceversa?
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