Archivo de la categoría: PSICOLOGÍA- CEREBRO

Aida. El Origen de las Adicciones quizás no sea lo que piensas

Publicado el 3 may. 2015

Unos interesantes estudios efectuados por la Universidad de Vancouver en 1970 parecen demostrar que la necesidad adictiva de los seres vivos obedece a la hostilidad del entorno que nos rodea, cuanto más favorable son las condiciones de vida, menos necesidad se tiene de esas sustancias.
Cuando nos encontramos en medios rutinarios y los problemas son irresolubles, las conexiones neuronales se reducen notablemente y es el cerebro el que lleva a volcarse en las adicciones.
Busca una motivación en tu vida y obtendrás salud mental, pero si te rodeas de mediocridad y monotonía, tu mente literalmente se muere.

¿Por qué nos atraen unas personas y rechazamos a otras?

 ¿Por qué nos atraen ciertas personas y sentimos rechazo hacia otras?
Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminoso y oscuro de nuestro ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones.
Tú y yo somos lo mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las relaciones. Todos somos inevitablemente parte de la misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.
Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad en la conciencia. Piensa en la red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, relaciones amorosas. A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos estados prolongados de conciencia.
Tanto aquellos a quienes amamos como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. Sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tenéis características en común, características que no estás dispuesto a aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.
Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia.
La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia? Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también florece en ti. Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo.
La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad. Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean.
Un encuentro con una persona que no te agrada es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos; de descubrir una nueva faceta de ti.
Es otro paso a favor del desarrollo de tu ser espiritual.
Todos somos multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y expandimos nuestra conciencia personal.
Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la unidad.
Éste es el poder del espejo de las relaciones”
Deepak Chopra
http://senderodelmago.blogspot.com.es/2015/04/por-que-nos-atraen-unas-personas-y.html

Aida. Escáneres cerebrales revelan qué sucede durante las experiencias «fuera del cuerpo»

Investigadores realizaron un experimento para revelar cómo reacciona el cerebro humano a las experiencias «fuera del cuerpo». Durante sus pruebas, los especialistas trataron de «engañar» al cerebro de los voluntarios para que pensaran que habían dejado su propio cuerpo mientras les sometían a escáneres cerebrales.

Los neurocientíficos, liderados por Arvid Guterstam, del Instituto Karolinska (Suecia), descubrieron que ciertas áreas del cerebro reaccionaron con actividad anormal al convencimiento de la persona de que estaba mirando a su cuerpo desde fuera. Los investigadores pidieron a 15 voluntarios sanos ponerse en los ojos un dispositivo especial con pantallas que les mostraba sus cuerpos tirados en la máquina de resonancia magnética desde la perspectiva de otra persona acostada en otra parte de la habitación, mientras que físicamente se encontraban en la máquina, revela un estudio publicado en la revista Current Biology.

Los escáneres cerebrales revelaron que los patrones de actividad en los lóbulos temporal y parietal se correspondían con la sensación alterada de la autoubicación. También encontraron actividad particular en el hipocampo, área del cerebro donde se encuentra un tipo de neurona conocida como «célula de lugar», es decir, «el GPS del cerebro», que ayuda a localizar su posición en la habitación. Según Arvid Guterstam, ser consciente de estar en su cuerpo en algún lugar en el espacio «es esencial para nuestras interacciones con el mundo exterior y constituye un aspecto fundamental de la autoconciencia humana». «Nuestros resultados son importantes porque representan la primera caracterización de las áreas del cerebro que están implicadas en la formación de la experiencia perceptiva del “yo” corporal en el espacio», afirmó.

MysteryPlanet.com.ar

Cinco consejos para no ser tonto

Potato Head
Mucha gente tiene la tendencia a fijarse solo en la evidencia que apoya su punto de vista.

Si alguna vez dudas que aun los más inteligentes pueden ser al mismo tiempo muy tontos, recuerda el momento en que el hombre más inteligente de Estados Unidos intentó electrocutar a un pavo.

Benjamin Franklin, el político, científico e investigador, intentó capturar el «fuego eléctrico» en jarras de cristal para construir una forma primitiva de batería.

Tras conseguirlo, pensó que sería impresionante utilizar esa descarga para matar y asar un pavo para cenar.

Se convirtió en un truco habitual en sus cenas, en las que impresionaba a sus invitados con esta habilidad mágica.

Pero en una de estas demostraciones, Franklin se distrajo y cometió un error elemental: tocó una de las jarras mientras sostenía una cadena de metal en la otra mano.

«Los que estaban presentes dicen que el destello fue muy fuerte y el chasquido tan alto como el de una pistola», escribió con posterioridad.

«Luego sentí algo que no sé describir muy bien; un estallido en todo mi cuerpo, de la cabeza a los pies, que parecía al mismo tiempo interno y externo, tras el cual noté una sacudida violenta y rápida de todo mi cuerpo».

Cirujano
A pesar de sus habilidades, los cirujanos pueden cometer errores por cosas tan simples como olvidar de lavarse las manos.

Aunque es fácil reírse de la excentricidad de Franklin, hay otros ejemplos aleccionadores.

El cirujano estadounidense Atul Gawande ha escrito sobre una gran tragedia en la medicina moderna: a pesar de sus increíbles habilidades, los cirujanos pueden causar muertes innecesarias simplemente por un descuido, como olvidarse de lavarse las manos o utilizar vendas limpias.

En los negocios, una idea miope puede provocar, por ejemplo, recortes presupuestarios que provoquen la caída de una empresa.

Una nueva forma de pensar

El problema, según Robert Sternberg de la Universidad de Cornell, es que nuestro sistema educativo no está diseñado para enseñarnos a pensar de una forma que sea útil para el resto de nuestras vidas.

«Ves a gente con muy buenas calificaciones que luego son muy malos líderes. Son buenos técnicos sin sentido común ni ética. Llegan a ser presidentes o vicepresidentes de empresas y sociedades y son completamente incompetentes».

Colegio
Se están haciendo campañas de educación para enseñar a pensar de forma más efectiva.

Stenberg y otros hacen campaña para una nueva educación que enseñe a las personas a pensar de forma más efectiva.

Sus consejos nos pueden ayudar a todos a ser menos estúpidos.

1. Reconocer tus puntos ciegos

¿Piensas que eres más listo que la media de las personas? ¿No lo hacemos todos? Es algo que se llama «superioridad ilusoria», y se da de forma más aguda en las personas menos capaces.

En tu defensa, puede que digas que sabes que eres listo por tus resultados académicos o lo bien que lo haces en los concursos.

Si es así, es posible que sufras de un «sesgo de confirmación»: la tendencia a fijarse solo en la evidencia que apoya tu punto de vista.

¿Todavía no estás convencido? Entonces los psicólogos dirían que sufres del «sesgo del punto ciego»: una tendencia a negar los errores en tu propio pensamiento.

El hecho es que todos sufrimos de algún tipo de sesgo inconsciente, que abarca desde la decisión de comprar una casa hasta tus opiniones sobre el conflicto de Crimea.

Si quieres saber más sobre estos sesgos, lee La verdad sobre cómo tomamos decisiones

2. Estar preparado para ser humilde

«Un hombre no ismo que decir, en otras palabras, que hoy es más sabio de lo que era ayer», escribió el poeta del siglo XVIII Alexander Pope.

Los psicólogos consideran que este tipo de pensamiento es un rasgo esencial de la personalidad conocido como «apertura mental».

Ajedrez
Hay que estar dispuesto a reconocer que te has equivocado.

Entre otras cosas, mide cómo lidiamos con la incertidumbre, y con qué rapidez y voluntad cambiamos de opinión si aparecen nuevas evidencias.

Es un rasgo que alguna gente encuentra muy difícil de cultivar, pero ese momento de desinflarse a uno mismo tiene recompensa en el largo plazo.

Philip Tetlock, de la Universidad de Pennsylvania, le pide a gente corriente que haga predicciones sobre cómo van a evolucionar los acontecimientos políticos complejos a lo largo de cuatro años.

Ha visto que los que hicieron mejores predicciones utilizaron su apertura mental tanto como su elevado coeficiente intelectual.

Cubo
¿Somos capaces de cuestionar los límites de nuestro conocimiento?

La humildad intelectual toma muchas formas, pero en el centro está la capacidad de cuestionar los límites de tu conocimiento.

¿En qué asunciones basas tú decisión? ¿Son verificables? ¿Qué información adicional necesitas para tener un punto de vista más equilibrado? ¿Has buscado ejemplos de situaciones similares para comparar?

3. Discutir con uno mismo

Si menospreciarte a ti mismo no es tu rasgo más fuerte, hay una estrategia simple para reducir estos sesgos: asume el punto de vista diametralmente opuesto y empieza a argumentar contra tus propias convicciones.

Otra táctica es ponerte en el lugar de otro e imaginar lo que piensa, algo que puede ser muy útil cuando lidiamos con problemas personales.

4. Imagina ¿qué pasaría si…?

Uno de los problemas que Sternberg más critica del sistema educativo es que no nos enseña a ser prácticos ni creativos.

Aunque ya no nos enseñen con los ejercicios de memorización, muchos profesores ni siquiera enseñan el el tipo de flexibilidad que es más necesaria en la vida real.

Niña
Nuestros sistemas educativos no nos enseñan a ser prácticos ni creativos.

Una forma de desarrollar esta habilidad podría ser volver a imaginar acontecimientos clave.

Los estudiantes de historia podrían escribir un ensayo explorando «Cómo sería el mundo si Alemania hubiese ganado la segunda Guerra Mundial?

Puede sonar caprichoso, pero se trata de forzarte a considerar las distintas posibilidades y de construir hipótesis.

5. No subestimar las listas de verificación

Como demuestra el accidente de Benjamin Franklin, la distracción y los despistes pueden ser la ruina del mejor entre nosotros.

Cuando se lidia con situaciones complicadas, es fácil olvidar lo básico. Por eso, Gawande es un férreo defensor de las listas de verificación.

En el hospital John Hopkins de Estados Unidos, por ejemplo, una lista con cinco puntos para recordar a los médicos los pasos básicos de higiene redujo la tasa de infecciones de diez días del 11% al 0%.

Lista
No hay que subestimar el papel de las listas.

Una lista similar para los pilotos estadounidenses en la segunda Guerra Mundial, recordándoles los procedimientos básicos para el despegue y el aterrizaje, redujo las muertes a la mitad.

Como dice Gawande, se trata de profesionales con las mejores habilidades y la tecnología más avanzada. Sin embargo, un simple papel acabó salvando muchas vidas.

Sea cual sea tu profesión, vale la pena considerar estos datos antes de asumir que ya lo sabes todo.

Practica estos pasos, y puede ser que empieces a descubrir talentos que hasta ese momento no habías reconocido.

«La inteligencia no es un resultado en un test, es la habilidad de saber qué quieres en la vida y de encontrar formas de conseguirlo», dice Sternberg, incluso si esto conlleva darse cuenta de tus propias tonterías.

 

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/05/150501_vert_fut_cinco_consejos_tonto_finde_ac

5 comportamientos catalogados como “negativos” que realmente son saludables

Una colaboración de Adriana Babè

Como norma general, el comportamiento más sano es simplemente el más auténtico. Sin embargo, como hemos crecido en una sociedad que mata la autenticidad, también hemos aprendido a reprimir nuestras emociones y reacciones más genuinas, pensando que no son positivas e incluso nos avergonzamos de ellas.
Lo que no sabemos es que a menudo nuestro cuerpo y nuestro inconsciente saben perfectamente qué necesitamos en cada momento. El problema es que no solemos prestarles atención, de manera que terminamos considerando algunos comportamientos y emociones como dañinos, negativos e inapropiados, cuando en realidad pueden ser positivos e incluso saludables.

1. Expresar la ira

La ira tiene una connotación negativa en la mayoría de las culturas e incluso está mal visto que una persona no sea capaz de reprimir su enfado. Sin embargo, lo cierto es que expresar la ira tiene un enorme poder catártico. Estar enojados y poder expresarlo es saludable porque nos ayuda a liberarnos de esa emoción.
La ira es simplemente una respuesta que surge cuando alguien nos ha hecho daño o ha cruzado una de nuestras líneas rojas. Ese enfado se activa para defendernos de la agresión. No obstante, no es más que una reacción, una energía que podemos canalizar de forma positiva. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Utrecht descubrió que cuando las personas se enfadan, se muestran más decididas a alcanzar sus objetivos y luchan más por conseguirlos.
Por supuesto, no se trata de hacer de la ira una forma de respuesta porque, a la larga, puede ser una emoción dañina que reporte problemas tanto a nivel psicológico como físico, pero es importante no reprimirla sino usarla de forma positiva.
2. Sentirse perdidos
Todos, en algún momento, nos hemos sentido perdidos, hemos tenido esa sensación de no saber hacia dónde vamos. Es probable que incluso hayamos tenido miedo o hayamos sufrido ansiedad ya que en nuestra cultura, es obligatorio saber siempre hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, estar perdidos, ya sea en el sentido literal o psicológico, no es algo negativo.
De hecho, al sentirnos perdidos, nos vemos obligados a prestar más atención y a escuchar a nuestros instintos y emociones más profundas. Cuando sabemos hacia adónde vamos, es como si nos desconectaramos de la realidad ya que seguimos el camino por inercia. Cuando nos perdemos, nos vemos obligados a volver a conectar con el mundo y a hacernos preguntas. Esas preguntas pueden llevarnos a descubrimientos asombrosos que nos permitan cambiar nuestra vida, en aras de lograr una mayor satisfacción.
Recuerda que a veces es necesario perderse para reencontrarse.
3. Llorar
En nuestra cultura, llorar es símbolo de debilidad, sobre todo en el caso de los hombres. Por eso, la mayoría de nosotros hemos aprendido a reprimir las lágrimas. Y hemos aprendido a hacerlo tan bien que no solo logramos evitar el llanto en público sino también en la intimidad. Sin embargo, todas las emociones que se reprimen, terminan enquistándose, para salir después con una fuerza arrolladora que termina desequilibrándonos.
El llanto triste tiene un poder liberador, nos permite despojarnos del dolor que sentimos y genera un estado de calma. De hecho, un curioso estudio realizado en la Universidad de Tilburg ha analizado el llanto, llegando a la conclusión de que solo cuando le damos rienda suelta, tiene un poder liberador. Esto se debe a que en un primer momento, el llanto tiene una acción activadora, aumentando el ritmo cardíaco. Si nos detenemos en este punto, nos sentiremos peor. Sin embargo, si dejamos que las lágrimas corran libremente, nos sentiremos mejor ya que en la segunda fase del llanto, se produce una reducción de la frecuencia respiratoria y esto hace que nos sintamos más tranquilos y que mejore nuestro estado de ánimo.
4. No escuchar
Escuchar es una habilidad, y resulta fundamental para nuestro día a día. Sin embargo, no se trata simplemente de escuchar sino también, de saber a quién escuchar. Por eso, en ocasiones, no escuchar puede ser una virtud. Cuando la persona solo nos transmite miedo, inseguridad y desconfianza, es mejor que sus palabras no tengan una resonancia en nuestra decisión. Hay momentos en que es mejor seguir nuestro instinto e incluso cometer nuestros propios errores, antes que emprender un camino solo porque los demás nos han presionado.
No escuchar no significa cerrarse a las opiniones y consejos de los otros sino saber hasta qué punto estos pueden ser válidos y constructivos para ti. No escuchar significa no dejar que las palabras hirientes terminen afectando tu autoestima. No escuchar significa también ser prudentes, saber marcar los límites y no dejar que la presión social decida por nosotros.
5. No adaptarse
No encajar en un sitio o en un grupo, no solo es incómodo sino que incluso puede llegar a ser doloroso. De hecho, un estudio particularmente interesante realizado en la Universidad de Michigan descubrió que el rechazo social duele tanto como el dolor físico, porque comparten los mismos circuitos neuronales. Quizás por eso, los científicos siempre han alabado la capacidad de las personas para adaptarse a los diferentes ambientes.
Sin embargo, el dolor también es un poderoso aliciente para el cambio, sentir que no pertenecemos a un sitio o a un grupo nos impide acomodarnos en una zona de confort y nos impulsa a buscar más allá. No adaptarnos a una situación insatisfactoria, puede ser positivo e incluso desarrollador porque en esa búsqueda no solo encontramos nuestro verdadero “yo” sino que también nos hacemos más fuertes. Recuerda que las grandes personas han sido aquellas que se han atrevido a cambiar lo que no les gustaba, las que no se han plegado ante las normas. De hecho, el mundo no hubiese cambiado si personas como Martin Luther King o Nelson Mandela simplemente se hubiesen adaptado a las normas impuestas por la sociedad.
Fuentes:
Kross, E. et. Al. (2011) Social rejection shares somatosensory representations with physical pain. PNAS; 108(15): 6270–6275.
Aarts, H. eT. Al. (2010) The Art of Anger. Reward Context Turns Avoidance Responses to Anger-Related Objects Into Approach. Psychological Science; 21(10): 1406-1410.
Hendriks, M.C.; Rottenberg, J. & Vingerhoets, J.J. (2007) Can the distress-signal and arousal-reduction views of crying be reconciled? Evidence from the cardiovascular system. Emotion; 7: 458–463.
http://www.rinconpsicologia.com/2015/05/5-comportamientos-catalogados-como.html

Abandonar a tiempo: ¿Cómo saber cuándo ha llegado el momento de cambiar el rumbo?

Siempre hay que ir hacia delante. Para atrás, ni siquiera para coger impulso.
Hay que esforzarse. Darse por vencido es de fracasados.
Si la vida no se detiene, tú tampoco puedes.
Tienes que aspirar siempre a algo más.
Estas y otras creencias forman parte de nuestra cultura. A lo largo de la infancia nos las han repetido, las hemos vuelto a escuchar durante la adolescencia y, cuando finalmente podemos coger las riendas de nuestra vida, se convierten en nuestra brújula.
Es cierto que la clave del éxito radica en la perseverancia pero la clave del fracaso también. Y es que en la mayoría de los casos, la línea que divide la constancia del empecinamiento es muy sutil. Cuando durante años nos han martillado con la idea de que debemos mantenernos firmes en nuestros propósitos, y cuando estamos demasiado vinculados emocionalmente, es difícil saber cuándo ha llegado el momento de abandonar, de detenerse y cambiar el rumbo. Y es que una retirada a tiempo, puede ser una victoria.


Tres fenómenos psicológicos que nos impiden abandonar un barco que se hunde

1. Refuerzo intermitente. El refuerzo intermitente genera una gran dependencia. Básicamente, se trata de una alternancia de situaciones positivas y negativas, de éxitos y fracasos, de desesperanza e ilusión. Esta situación es muy usual en las relaciones de pareja, sobre todo cuando una persona se comporta de forma violenta pero después se excusa con un regalo o una cena romántica. De esta manera, la persona que está siendo sometida, recibe un refuerzo positivo intermitente que le impide romper la relación ya que, en realidad, no es completamente negativa. Así, esa persona seguirá involucrada en una relación que le hace daño, o seguirá persiguiendo una meta, a despecho de que las señales de progreso sean negativas.
2. Costos hundidos. Se trata de una falacia que los economistas y emprendedores conocen muy bien, aunque en realidad nos ocurre en todas las facetas de nuestra vida, no solo en los negocios. Los costos hundidos hacen referencia a nuestra tendencia a seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo, solo porque no queremos echar por la borda el tiempo y esfuerzo que ya hemos invertido. Dicho de esta forma, puede parecer un contrasentido, es como si continuáramos metiendo grano en un saco que sabemos tiene un agujero, pero es el típico caso de la pareja que quiere salvar el matrimonio solo porque llevan dos décadas casados, no porque realmente tengan puntos en común o una buena razón por la cual luchar. Una vez que hemos invertido nuestros recursos en algún proyecto, una vez que hemos establecido un vínculo emocional, nos resulta difícil abandonar porque es como reconocer que hemos fracasado.
3. Miedo a la incertidumbre. Si existe algo que a la mayoría de las personas nos resulta difícil gestionar, es la incertidumbre. No saber qué sucederá, no ser capaces de prever las consecuencias genera una gran ansiedad, miedo y frustración. Como nos resulta muy complicado lidiar con esos sentimientos, a menudo preferimos “un malo conocido que un bueno por conocer” y pensamos que “más vale pájaro en mano que cien volando”. El miedo a la incertidumbre nos paraliza y, por ende, nos mantiene atados a proyectos o a relaciones que ya no funcionan, que no tienen perspectiva de futuro y que nos hacen infelices. Y es que abandonar algo que conocemos puede implicar un enorme acto de fe, un salto hacia un futuro que desconocemos, junto a las consecuencias emocionales que ello implica.

La especiación: Cuando cambiar es cuestión de vida o muerte 

Cada cierto tiempo tiene lugar periodos de especiación cultural, un concepto que proviene de la Biología y que se refiere a un cambio en las especies. En práctica, existe una especie madre, de la cual surge una especie nueva. Sin embargo, esto no solo ocurre entre las plantas y los animales sino también en las culturas, solo que en este caso el periodo de cambio suele ser mucho más breve, no necesita siglos.
En el proceso de especiación cultural, existe una serie de personas que se alejan de la especie madre en la búsqueda de algo nuevo. ¿Qué se entiende como especie madre? No es más que nuestro círculo de conocidos, los medios de comunicación habituales, el estado y, en sentido general, todo el sistema preestablecido en el que hemos nacido.
Sin embargo, en cierto punto de nuestro camino, ese mundo se puede convertir en un espacio demasiado estrecho, nos aprieta de la misma manera en que nos apretaban los zapatos cuando éramos pequeño. No obstante, en aquel momento teníamos claro que la solución era cambiar de zapatos, sabíamos que no podíamos empequeñecer los pies y que tomar analgésicos para el dolor no tenía sentido porque solo sería una solución momentánea. Simplemente cambiábamos los zapatos.
No obstante, cuando se trata de nuestra vida, solemos optar por las soluciones más disparatadas, porque las más sencillas nos dan miedo. Alejarse de la especie madre implica recorrer un camino nuevo, en el que no sabemos qué vamos a encontrar. Por eso, muchas personas deciden apegarse a las tradiciones, seguir viejos hábitos y quedarse en su zona de confort, donde se creen al «seguro».
Hay otros que, aunque no saben qué encontrarán, comprenden que seguir el camino de la especie madre no les satisfará sino que cada vez consumirá más su energía y, al final, terminarán agotados y frustrados. Por eso, deciden cambiar el rumbo, abandonar lo que habían construido, deshacerse de las certezas y comprar un billete hacia lo desconocido.

Las señales inequívocas de que ha llegado el momento de cambiar

– Insatisfacción. Si lo que estás haciendo ya no te satisface como antes, si no encuentras el mismo placer y la motivación ha mermado hasta casi desaparecer por completo, quizás ha llegado el momento de replantearte tus objetivos. Es normal que necesites nuevos estímulos, así que no tiene nada de malo cambiar los objetivos.
– Agotamiento. Esforzarse es positivo y recoger los frutos después de haber trabajado duro es muy reconfortante pero todo en la vida debe ser valorado con prospectiva. ¿Realmente merece la pena tanto esfuerzo? Si la respuesta es negativa, quizás debes mirar en otra dirección. No se trata de seguir el camino fácil, sino el camino que realmente te motiva y que encierra más satisfacciones.
– Pérdida de sentido. Si un día te levantas, miras a tu alrededor y no logras comprender qué estás haciendo en ese lugar, es porque ese sueño ha dejado de ser tuyo, ha perdido el sentido. Es algo perfectamente comprensible ya que con el paso del tiempo, cambiamos. Lo que es incomprensible es que continúes persiguiendo una meta que carece de sentido para ti.
– Emociones negativas. Es recomendable que cada cierto tiempo, hagas un balance de las emociones que estás experimentando. Si en cierto punto ese trabajo o relación comienzan a generar más emociones negativas que positivas, si crean más problemas de las necesidades que satisfacen, es porque ha llegado el momento de replanteárselos.
Cuando notes estas señales, no te apresures a tomar una decisión. Da un paso atrás, intenta adoptar una posición objetiva y valora en qué punto del camino estás, cuánto te falta por recorrer y, sobre todo, si merece la pena continuar por ese trayecto. Quizás es mejor cambiar rumbo.
http://www.rinconpsicologia.com/2015/04/abandonar-tiempo-cambiar-rumbo.html

 

 

Significado de la palabra «amor».

Hay palabras que por su uso -y abuso- se vuelven tan habituales que tendemos a pensar que siempre han existido, o peor aún, que su significado se ha mantenido inalterable a través del tiempo. Si alguien menciona la palabra «amor», es posible que todos entendamos más o menos lo mismo, con algunos matices propios de la región y la educación que hayamos recibido. Pues bien, el amor, al menos el amor tal como hoy lo conocemos, es un invento moderno.

Las palabras no mienten y, sobre todo, no existen en vano. Lograr imponer una palabra nueva es más complejo que modificar el sentido de una que ya existe. Tal es el caso de «amor», una palabra que en otras épocas significó algo incongruente con nuestra idea actual sobre el amor y sus derivados. No mienten, repito, e incluso sirven para que comprendamos las emociones y sensaciones de una época determinada. Saber qué significó originalmente la palabra «amor» es saber cómo se amaba, y eso ilumina mucho mejor nuestro pasado que cualquier hallazgo arqueológico.

La primera parada en nuestro estudio sobre la palabra «amor» es, naturalmente, Grecia.

Para los helenos existían distintas clases de amor, y todas estaban definidas por términos propios. Lo más similar a nuestro concepto de amor es Eros, es decir, el amor entre un hombre y una mujer, pero el Eros no era un movimiento de la voluntad, y mucho menos del pensamiento, sino que era impuesto al hombre desde afuera; una suerte de destino, si se quiere, de designio misterioso. Philia, por su parte, definía al amor entre amigos, a la amistad en estado puro, idea que para los griegos encarnaba el amor perfecto. Por otro lado, existía el Storgo, una suerte de amor familiar y comunitario, y finalmente el Agape, el amor incondicional, a menudo relegado al terreno de los dioses.

¿Qué sucedía con el amor en Roma? La palabra «amor», tal como la conocemos en nuestra lengua española, se escribe igual que su versión en latín, sólo que se acentúa en la primera «a» -no existen palabras agudas en latín-. El significado de la palabra «amor» en latín es bastante oscuro. Durante mucho tiempo se creyó que era una palabra compuesta (A-Mor), donde A significa «sin» y Mor funciona como contracción de Mortem, «muerte», dándo como resultado «sin muerte», hipótesis sobre la que muchos románticos se apoyaron para elaborar un paralelo entre amor y eternidad. Era un error bastante común suponer que A era un prefijo negativo en latín. Si bien se utilizaba a menudo, no corresponde con la palabra «amor», por el contrario, si los romanos hubiesen querido que amor significase sin muerte hubiesen utilizado la combinación Inmor, siendo In el prefijo adecuado.

Pero es en las lenguas del norte y el oeste donde la palabra «amor» se vuelve prácticamente indefinible. En inglés antiguo existía la palabra Lufu, que designaba cierto afecto y conocimiento del otro, pero de ningún modo «amor» en el sentido que hoy entendemos. Los frisios decían Liaf, los germanos Lieb, los góticos Liufs, pero en ningún momento se utilizó como verbo hasta que los alemanes conjugaron el celebérrimo Liebe. Esto es muy interesante, porque señala que el amor era una condición del individuo y no un acto, es decir, se podía sentir amor, pero no amar. De hecho, una persona amada (beloved person) es un término que aparece recién en el siglo XIII d.C., período similar a la primer mención de una carta de amor (love-letter).

¿Y qué decir de los enamorados? Si nos guiamos únicamente por las palabras (no conozco un modo mejor) no hubo un solo enamorado en Inglaterra hasta bien entrado el 1500 d.C, momento en el que se acuñó el «estar enamorado», to be in love.

El sexo, por su parte, corrió paralelamente al amor con términos que ni siquiera se rozaban. La primera vez que se asoció al sexo con la palabra amor fue en una epístola anónima de 1570, donde «hacer el amor» (love-make) funcionaba más como eufemismo que como herramienta poética para no espantar a las damas.

Pero el amor nos tiene reservado un último misterio, y que acaso nos haga replantear su uso en las relaciones de índole epidérmica.

Amar se amaba, diría un antiguo profesor, sólo que de un modo diferente, y así como en el futuro, quizás, algún vanidoso redactor de incoherencias recordará el amor de nuestra época, nosotros miramos hacia atrás, absortos, convencidos de que la antigüedad se ha perdido el fruto del amor tal como lo conocemos. Pero no hay nada más injusto que imponer al pasado la moral y la ética del presente. Amar se amaba, por cierto, pero de un modo misterioso, sabio, sin ambiciones de eternidad ni promesas imposibles de cumplir.

Pero nos hemos desviado del título de este artículo, olvidando por completo que nos proponíamos hablar sobre el significado de la palabra «amor».

El descubrimiento del origen de la palabra «amor» proviene de comienzos del siglo XX, cuando se comenzó a establecer seriamente el origen de todas las lenguas occidentales, el indoeuropeo. Este origen, tal vez, influyó fuertemente en la idea del amor perfecto de los griegos, del amor por el amigo, la compañera, la patria y los dioses, combinados y fragmentados en un sinnúmero de tecnicismos gramáticos, pero perfectamente reconocibles en su matriz original.

¿Y cuál es el pasado de este amor perfecto? ¿Cuál era el símbolo del amor perfecto para el hombre primitivo, sumergido en el amanecer de los tiempos, donde las rocas, el cielo y los árboles, encarnaban la hostilidad de la naturaleza y sus deidades rudimentarias? Naturalmente, el primer movimiento del hombre como omínido hacia el hombre como creador de sentimientos: la madre.

No hablamos de cualquier madre, sino de La Madre, la matriz humana y el útero de la tierra, la madre que nos nutre en la carne y nos recibe en la tumba, la madre humana, que nos alienta en nuestro primer paso y la madre Tierra, que nos recibe en sus entrañas al dar el último. La palabra «amor», entonces, nace en esta época tenebrosa, cargada de dioses insensatos y temores precarios. En consecuencia, Amor proviene de la oscura lengua de aquella época, el indoeuropeo, cuya raíz Amma (amor) nace de los primeros gorgoteos del infante que llama a su madre; convirtiendo al amor en un llamado, en un perpetuo recordatorio de lo único que no es hostil en este mundo.

El psicólogo feroz podría argumentar que, después de todo, la palabra «amor» no es otra cosa que un eco de aquel llamado primigenio del niño por su madre. Nosotros no negamos este vínculo, aunque elegimos omitirlo, quizás en favor de que las tertulias y los lances amorosos continúen un cauce auspicioso.

http://elespejogotico.blogspot.com.es/

¿ES LA CORRUPCIÓN UN PROBLEMA MENTAL CURABLE?

 

Según Transparencia Internacional, «La corrupción es el abuso del poder encomendado para beneficio propio. Perjudica a todos aquellos cuya vida, sustento o felicidad dependen de la honradez de quienes ocupan un puesto de autoridad». Dada la gravedad de esta lacra para nuestra sociedad, los científicos también se afanan en investigar si el corrupto lleva el arte de la maldad en los genes.

El síndrome de Diógenes… con el dinero

Un estudio publicado por neurólogos chinos en Frontiers in Behavioural Neuroscience llegó a la conclusión de que este comportamiento antisocial podría estar relacionado con un área de nuestro cerebro: el giro frontal inferior. Este está ubicado en el hemisferio cerebral izquierdo, justo a la altura de la sien. Según explican, las personas que tienen una mayor actividad en ese área, son más tendentes a malversar fondos, aceptar sobornos o robar dinero. Para llegar a estas conclusiones tentaron a 28 personas con dinero mientras controlaban su actividad cerebral mediante resonancia magnética. Cuando los voluntarios recibían dinero, este área se iluminaba como un árbol de navidad. Es más, cuanto mayor era la cantidad que aceptaban, más se iluminaba esta zona próxima a la sien.

Por otro lado, investigadores de la Universitad Jaume I realizaron un estudio sobre la psicología de la corrupción en el que señalaban que aquellas personas honestas que deciden rechazar un soborno actuando contra sus propios intereses económicosmuestran una excitación fisiológica mayor que los que deciden guardarse el dinero ilegal en el bolsillo. Según declaraba Tarek Jaber-López, uno de los investigadores: “Al contrario de lo que se ha tendido a creer, no es la violación o el cumplimiento de una norma ética dada lo que desencadena la actividad emocional, sino más bien la decisión real de actuar contra el propio interés monetario”. El estudio indicaba también que existe una tendencia mayoritaria a actuar con honestidad y que la amenaza de un posible castigo puede poner freno a las actividades corruptas.

¿Son más corruptos los trabajadores de los bancos?

Científicos de la Universidad de Zúrich se plantearon si los trabajadores del sector financiero son más proclives a corromperse. El estudio, publicado en Nature, se hizo enviando correos a 128 trabajadores de un banco internacional. Se les pedía que lanzaran una moneda al aire y que, si salía cara, recibirían 20 dólares. Con su palabra bastaba, nadie controlaba los resultados. Eso sí, hicieron cuestionarios dividiendo a los trabajadores en dos grupos. A unos les hicieron preguntas generales y a otros relacionadas con su trabajo (con el fin de recordar que eran empleados de un banco). El primer grupo declaró una media de 51,6 caras, lo que cuadraba con el 50% que cabía esperar. Pero el segundo grupo aseguró haber obtenido una media de 58,2 aciertos, alejándose de la media prevista y dejando a vista de los investigadores que habían mentido. Lo peor es que lo hicieron teniendo en mente cuál era su trabajo. Los científicos no se quedaron aquí, sino que extrapolaron la investigación a otras áreas laborales como farmacia, industria o telecomuniaciones ¿Qué pasó? que no observaron el mismo fenómeno.

Otro estudio publicado también en Nature señalaba que los trabajadores huyen de la corrupción como de la peste. En este se revela como un número cada vez mayor de empleados cualificados, como los científicos, están abandonando las naciones corruptas donde funcionarios del gobierno exigen sobornos y controlan el acceso a los mercados de trabajo. Según declaraba Mara Squicciarini, coautora de la investigación y economista de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica): «No es nada positivo para un investigador estar en un país que es muy corrupto». De esto se intuye que los países más corruptos tienen una gran escasez de trabajadores cualificados por estos motivos.

Ser honesto también tiene un lugar en el cerebro

Por otro lado, investigadores de la Universidad de Berkeley publicaron un estudio en la revista Nature Neuroscience en el que aseguran que la honestidad está asociada a la corteza dorsolateral prefrontal, área responsable de controlar nuestros impulsos más automáticos. Para llegar a estas conclusiones realizaron un experimento con individuos que no registraban daños cerebrales y a otros que sí los tenían en esta zona cerebral a los que dividieron en dos grupos. A ambos se les daba dinero y les responsabilizaban del reparto entre ellos mismos y sus compañeros. Se observó que aquellos que tenían daños cerebrales en este área eran más proclives a mentir en su propio beneficio. Según Ming Hsu, coautor del estudio «Esto sugiere que ser honesto, cuando lo ventajoso sería mentir, requiere una gran dosis de autocontrol«. Además, se invitaba a los individuos a devolver el dinero o quedárselo, lo que ellos quisieran. Aquellos que decidieron metérselo en el bolsillo registraron, nuevamente, una mayor actividad en el giro frontal izquierdo.

Los resultados de todos los estudios sobre las conductas corruptas muestran como estas personas, además de un daño cerebral grave, no disponen de honestidad, autocontrol o conductas prosociales. También que son más dados a la mentira que el resto de ciudadanos.

¿Por qué no castigamos la corrupción?

Un estudio publicado por la Universidad de Nueva York analiza la corriente de algunas sociedades de no castigar la corrupción cuando nos perjudica notablemente a todos. Según los propios investigadores, «Las causas de la persistencia de la corrupción en nuestras instituciones son múltiples. En nuestra opinión una de sus principales explicaciones se encuentra en la ausencia de un castigo en las urnas a aquellos representantes que incurren en comportamientos delictivos o, al menos, poco éticos». ¿Es una cuestión de dejadez o falta de preocupación por la sociedad? El por qué no castigamos estas actitudes antisociales es aún un misterio para los científicos.

Fuentes:

scmp.com | ujiapps.uji.esreuters.comnature.comnewscenter.berkeley.edufiles.nyu.edu |

NOAM CHOMSKY: LAS 10 ESTRATEGIAS DE MANIPULACION MEDIATICA

1. La estrategia de la distracción.

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del
público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales” (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas’).

2. Crear problemas, después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que  condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar
engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad” (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas’).

6. Utilizar el aspecto emocional más que la reflexión.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores” (ver ‘Armas  silenciosas para guerras tranquilas’).

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto, malhablado, admirador de gentes sin talento alguno, a despreciar lo intelectual, exagerar el valor delculto al cuerpo y el desprecio por el espíritu…

9. Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus
capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. ¡Y, sin acción, no hay revolución!

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años,los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la  mayor parte los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Monro Spielsaal No Frankierung 10 no deposit bonus casino Prämie 50 Freispiele Gebührenfrei!

 

PERSONAS QUE CONSUMEN TU ENERGIA

Seguro que usted se ha visto alguna vez en esa situación en la que después de mantener una conversación con un amigo se ha sentido desolado, ha contemplado el mundo con más tristeza y menos entusiasmo que antes de empezar la conversación, o ha pensado: “Madre mía, a este amigo no le pasa nada bueno, siempre tiene una queja”.

Y en situaciones extremas, ha escuchado el teléfono, ha visto el nombre de la llamada entrante y ha dejado de atenderlo porque sabe que esa persona, de alguna manera, le va a complicar la vida: le va a contar un nuevo problema o seguirá hablando de su monotema, por lo general con temática “desgracia”. La pregunta que uno se plantea siempre después de pasar un rato con las personas víricas es: “¿Y yo qué necesidad tengo de estar oyendo esto?”.

¿Quiénes son las personas víricas? Aquellas que llegan y le contagian de mal humor, de tristeza, de miedo, de envidia o cualquier otro tipo de emoción negativa que hasta ese momento no se había manifestado en su cuerpo. Es igual que un virus: llega, se expande, le hace sentir mal y cuando se aleja, poco a poco, usted recobra su estado natural y, con suerte, lo olvida.

El origen de la persona vírica puede ser variado: el mal genio, la envidia, la falta de consideración, el egoísmo, la estupidez o la falta de tacto. Lo importante es verse con recursos suficientes para protegerse del contagio. El mundo está lleno de personas víricas de diferentes tipologías, unas menos dañinas y otras malévolas que dejan memoria y cicatriz.

Víricos pasivos. En esta categoría incluyo a los victimistas, los que echan la culpa de todo su mal a los que tienen alrededor, nunca son responsables de lo malo que les ocurre porque son los demás o las circunstancias los que provocan su malestar. Si les escucha y a usted le va bien, llegará a sentirse mala persona por disfrutar de lo que los victimistas no tienen. Y no porque no tengan posibilidad de hacerlo, sino porque han aprendido a obtener la atención a través de la queja y eso es cómodo. Se sienten maltratados por la vida y abandonados de la suerte. Por supuesto, le hacen sentir mal a quien no les presta la atención de la que se creen merecedores. Con estas personas sufrirá el contagio del virus tristeza, frustración y apatía.

“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien” (Víctor Hugo)

Víricos caraduras. Son los que siempre le pedirán favores, pero a la vez no son capaces de estar atentos a sus necesidades. No mantienen relaciones bidireccionales en las que entreguen tanto como reciben. Tiran de otros sin preguntarles si están bien, si necesitan ayuda, si les viene bien prestársela en ese momento. Son egoístas y egocéntricos, y en el momento en el que se deja de satisfacer sus necesidades comienza la crítica y el chantaje emocional. Con estas personas sufrirá el contagio del virus “siento que abusan de mí”, aprovechamiento y resignación.

Víricos criticones. Viven de vivir la vida de otros porque no les vale con la suya. Su vida es demasiado gris, aburrida o frustrante como para hablar de ella, así que destrozan todo lo que les rodea. No espere palabras de reconocimiento hacia los demás ni que hablen de forma positiva de nadie, porque el que a los demás les vaya bien, les potencia su frustración como personas. No saben competir si no es destruyendo al otro. Arrasan como Atila. Con estas personas sufrirá el contagio del virus desesperanza, vergüenza, incluso culpa si participa en la crítica. Y la culpa luego arrastra al virus del remordimiento.

Víricos con mala idea. Manténgalos bien lejos. Están resentidos con la vida, ya sea porque no han sido capaces de gestionar la suya o porque la suerte no les ha acompañado. Anticipan que las personas son interesadas y no esperan nada bueno de ellas. Todo lo interpretan de forma negativa, a todo el mundo le ven una mala intención. Viven en un constante ataque de ira, como si el mundo les debiera algo. No soportan que otros tengan éxito, esfuerzo y fuerza de voluntad, porque estas actitudes de superación les ningunean todavía más. Con estas personas sufrirá el contagio del virus indefensión, inseguridad, impotencia y ansiedad.

Víricos psicópatas. Para los que no lo sepan, no hace falta ser asesino en serie para ser un psicópata. El psicópata es aquel que inflige dolor a los demás sin sentir la menor culpabilidad, remordimiento y sin pasarlo mal. De estos hay muchos de guante blanco. Son los que humillan, faltan al respeto a propósito, pegan, amenazan y provocan que se sienta ridículo, menospreciado, y se cargan la autoestima. Ante ellos, salga corriendo, porque el que lo hace una vez, repite. Si le permite que le maltrate, usted terminará pensando que ese es el trato que merece. Con estas personas sufrirá el contagio del virus miedo y odio. Muy difícil de erradicar, perdura durante mucho tiempo en su memoria.

Mecanismos de defensa. Para evitar el contagio de los víricos victimistas, lo primero que hay que hacer es pararles. Decirles que estará para ayudarles a tomar decisiones y solucionar problemas, pero no para ser el pañuelo en el que ahogan sus penas sin implicarse. Estas personas se acostumbran a llamar la atención con sus desgracias, pero son incapaces de responsabilizarse y actuar porque optan por el camino fácil: llorar.

Dígale que estará encantado de ayudarle siempre y cuando se movilice. Y si no lo hace, decida alejarse de alguien que ha tomado la decisión de ser un parásito toda la vida. No lo está abandonando, le está dando aliento para que actúe. Si decide no tomar las riendas de su vida, ser su paño de lágrimas, tampoco será una ayuda. Se gasta la misma energía quejándose que buscando soluciones. La primera opción consume y resta, y la segunda suma.

“La tristeza del alma puede matarte mucho más rápido que una bacteria” (John. E. Steinbeck)

Ante el virus de pedir, el antivirus de decir no. Si usted no hace prevalecer sus necesidades y prioridades, ellos tampoco lo harán. Una cosa es ser solidario y otra muy distinta estar a disposición de todos y no estar nunca para uno mismo.

No permita que la persona vírica criticona haga juicios de otras personas que no estén presentes. Si lo hace con otros, también lo hará cuando usted no esté presente. No entre en su juego ni se identifique con esa conducta. Dígale que no le gusta hablar de personas que no están presentes. Y si se trata de rumores, dígale que no tiene la certeza de que el rumor sea cierto. Los rumores, la mayoría de las veces, son infundados, falsos o exagerados. Se propagan como el viento, y a pesar de que luego se compruebe que son falsos, el daño ya está hecho. Actúe como le gustaría que lo hicieran, con respeto, discreción y veracidad. Es más importante ser ético que evitar un conflicto con un criticón.

Y por último, no permita que nadie le falte al respeto y mucho menos le maltrate ni psicológica ni físicamente. Como personas, todos merecemos un trato digno. Hágase valer. Pida ayuda, póngase en su sitio, no consienta una segunda oportunidad a quien le ha hecho daño. El que le daña no le quiere; olvídese de justificarle por su pasado, su carácter, su educación, el alcohol o sus problemas. Nada, absolutamente nada, autoriza la falta de respeto y el maltrato físico y psicológico. Y esto es válido en el ámbito familiar, laboral y entre los amigos.

Rodéese de personas de bien, que le quieran y que se lo demuestren, que le hagan feliz, con las que salga con las pilas recargadas. Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar. Hay mucha gente dispuesta a ello. No las deje escapar. Las personas estamos para ayudarnos, somos un equipo.

Norali Caggiano (Sanadora Espiritual, Mental, y Física)

escritores-canalizadores.blogspot.com.

Combatir el estrés con la técnica S.O.S.

Una colaboración de Adriana Babé

Hans Selye, un fisiólogo y médico austro-húngaro, decía: “No es el estrés quien nos mata, sino la forma en que reaccionamos ante este”. Y no se trata de una metáfora ya que cada vez más investigaciones ponen en el punto de mira el estrés, entendiendo que se trata de un estado capaz de provocar por sí mismo, numerosas enfermedades .
Sin embargo, combatir el estrés no es tan difícil, existe una técnica muy sencilla que nos permitirá lidiar con esos momentos en los que nos sentimos, literalmente, a punto de explotar, sobresaturados por la cantidad de tareas que tenemos por delante.


La técnica S.O.S. en tres pasos

Las siglas S.O.S. son conocidas universalmente e indican una llamada de ayuda. El capitán de un barco o el piloto de una nave saben perfectamente qué significa y cuán importante es, sobre todo cuando deben enfrentar una emergencia.
Cuando estamos estresados, nuestro cuerpo también experimenta ese estado de emergencia. De hecho, los niveles de cortisol y adrenalina se disparan, nuestras pupilas se dilatan y el ritmo cardíaco aumenta, todo con el objetivo de hacerle frente a la supuesta situación amenazante. El problema es que si ese estado persiste durante horas o días, puede terminar desestabilizando nuestro metabolismo y provocar daños a nivel celular.

Por eso, es fundamental combatir el estrés apenas aparece. No obstante, se debe aclarar que el objetivo final no es eliminar por completo el estrés, ya que cierta dosis de eustrés es positiva para alcanzar nuestras metas ya que nos brinda una dosis de energía adicional. El objetivo de esta técnica es eliminar la ansiedad y el distrés, lograr canalizar esa energía de forma positiva. La técnica S.O.S. (Stop-Organiza-Selecciona) puede ayudarte en esos momentos más difíciles.¿Cómo se pone en práctica?

1. Stop. Cuando sientas que el estrés está tocando a tu puerta, el primer paso es detenerte. De hecho, el principal problema es que cuando tenemos ante nosotros una montaña de trabajo, lo que hacemos es correr aún más, pensamos que detenernos es un lujo que no podemos darnos e incluso hasta recurrimos al café u otro truco para obligarnos a mantenernos despiertos y concentrados.
No obstante, seguir corriendo solo sirve para aumentar el estrés, para generar un estado de hiperactivación que nos afecta tanto física como mentalmente. Por eso, es imprescindible que nos detengamos. Recuerda que el mejor momento para relajarnos, es cuando creemos que no tenemos ni un minuto libre. Es entonces cuando realmente necesitamos parar.
2. Organiza. Cuando nos estresamos, nos asaltan numerosas emociones pero entre ellas, la más acuciante es la sensación de saturación, de sobrecarga. A menudo, esto se debe a que no hemos dedicado tiempo suficiente a organizar las tareas. De hecho, lo que nos estresa no suelen ser las tareas en sí mismas, sino la sensación de agobio que surge porque no sabemos por dónde comenzar o cuándo podremos terminar. De esta forma, tareas que pueden ser sencillas, se suman a las demás y las percibimos como actividades que demandan un gran esfuerzo, cuando en realidad no es así.
Por eso, para combatir el estrés resulta imprescindible que hagas una fotografía lo más objetiva posible de las tareas que tienes por delante y de cómo las vas a realizar. Se trata de que organices esas actividades, que les des una prioridad e incluso, si son muchas, es conveniente que las pongas por escrito. Nunca desestimes el poder terapéutico de un lápiz. Cuando realizas una lista de todo lo que debes hacer durante la jornada o la próxima semana, notarás que la cabeza se vacía de preocupaciones y que puedes pensar con mayor claridad.
3. Selecciona. No somos Superman, cuando antes lo aceptemos, mejor para nuestro equilibrio psicológico. Eso significa que tenemos recursos limitados, tanto en términos de tiempo como de esfuerzo. Por tanto, para combatir el estrés, es imprescindible que aprendas a priorizar las tareas. De hecho, la diferencia entre las personas que se dejan abatir por las circunstancias y aquellas que mejoran su desempeño en las situaciones estresantes, es que estas últimas saben limpiar el camino, retiran los obstáculos, eliminan lo superficial y se centran en lo que verdaderamente importa.
Hay ocasiones en que, simplemente, no podemos con todo. En ese caso, es conveniente elegir las tareas o proyectos más importantes. De hecho, considera que son precisamente las tareas menos importantes las que te ocupan más tiempo, hasta llegar a convertirse en un agujero negro por el que se escapa tu energía. Recuerda que más, no siempre es mejor. A veces es preferible hacer menos, pero con mayor calidad o con más tranquilidad. Tu equilibrio psicológico te agradecerá ese cambio de perspectiva y, a la larga, impactará positivamente en todas las esferas de tu vida.

Combatir el estrés desde su origen

La técnica S.O.S. es un salvavidas, algo que podemos aplicar cuando estamos al límite. Sin embargo, lo ideal es no tener que arribar hasta ese extremo. De hecho, si lo pensamos detenidamente, en muchas ocasiones el estrés lo creamos nosotros mismos, siendo incapaces de decir no, postergando las tareas hasta el último momento o dedicándonos de manera obsesiva al trabajo, sin dejar tiempo para la relajación.
No obstante, es importante ser conscientes de que las pequeñas situaciones de estrés cotidianas alteran profundamente lo que se conoce como coherencia cardíaca. En práctica, cada vez que nos estresamos, nuestro corazón comienza a latir de manera irregular, aunque normalmente no nos percatamos de ello. Sin embargo, un estrés mantenido a lo largo del tiempo, puede dañar profundamente el funcionamiento del sistema parasimpático y del corazón, dando lugar a un infarto.
Por eso, lo mejor es combatir el estrés desde su origen, realizando algunos cambios en la manera en que comprendemos y afrontamos las exigencias de la vida diaria. He aquí 7 hábitos para combatir el estrés cotidiano.
http://www.rinconpsicologia.com/2015/04/combatir-estres-tecnica-sos.html