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OTRAS 7 Maravillas del mundo

Todos sabemos cuáles son las 7 maravillas del mundo, y por lo tanto son muy conocidas, como la torre Eiffel, el Taj Mahal etc.

Pero además de estos monumentos existen más cosas, algunas de ellas en lugares remotos, pero por ello no les resta majestuosidad. Estas son las 7 maravillas del mundo alternativas y que no conocías.

1. Fortaleza Derawar

Derawar Fort

Fuerte derawar

Derawar es una construcción asombrosa de forma cuadrada erigida en 1733. La fortaleza está conformada por 40 bastiones que se elevan sobre el desierto paquistaní. La altura de las paredes llega a medir 30 metros, y su diámetro es de 1.500 m. Pocos viajeros han oído hablar de esta fortaleza. Incluso algunos ciudadanos de Pakistán no tienen idea de su existencia.

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Ocho de las más alucinantes ilusiones ópticas del mundo del arte

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Desafían el ojo y desorientan el cerebro. Estas ilusiones ópticas te dejarán cuestionando toda apariencia.

Inclina el cuadro hacia un lado y es un brillante montón de manzanas, peras, uvas e higos colocados en una atrayente, aunque aparentemente convencional, naturaleza muerta.

Dale vuelta al óleo sobre tabla, como si soltaras la fruta, y repentinamente aparece elregordete retrato de un extraño con las fibrosas pestañas de sus ojos castaños haciéndote un guiño juguetón para enfatizar el chiste visual.

Pintada por el artista milanés del siglo XVI, Manneriset Giuseppe Arcimboldo, inspirador de los pintores surrealistas del siglo XX, Cabeza Reversible con Cesto de Fruta engaña al ojo con el incansable ejercicio de construir y destruir una imagen en favor de la otra.

El resultado es una obra divertida y profunda a la vez, que hace recordar no solo lo perecedero de la vida, sino la manera como nuestra existencia física está conformada materialmente del frágil mundo que nos rodea.

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La trágica historia de los “castrati” y su extraña y alocada vida

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por Alberto Díaz Pinto
en Arte

Conservando la voz infantil a un alto precio

La idea de crear castrati surgió durante el s.XVI Roma, cuando el papa prohibió que las mujeres cantaran en las iglesias y en los escenarios. Eran hombres capaces de cantar con una tonalidad muy aguda cuyas voces acabarían siendo objeto de veneración gracias a […]la combinación antinatural de tono y potencia, al emitirse las notas altas de un muchacho prepubescente desde los pulmones de un adulto; el resultado, según comentaban los contemporáneos, era mágico y extrañamente incorpóreo.[…] Durante la época barroca fueron el equivalente a las grandes estrellas del pop que tenemos actualmente. Sin embargo, para poder gozar de esta fama,además de ser unos talentosos cantantes, tenían que pagar un tributo muy preciado, sus testículos.

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Los niños que quisieran conservar su aguda tesitura durante los años barrocos, tenían que someterse a una operación quirúrgica, llamada orquidectomía. Esta intervención suponía la amputación de los testículos, a fin de que no pudieran producir hormonas sexuales masculinas, responsables, entre otras cosas, del cambio de voz durante la adolescencia.

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La castración como negocio en contra de toda ética

Se estima que unos 4.000 niños eran castrados anualmente al “servicio del arte”, durante las décadas de 1720 y 1730. Para que fuese efectiva, la castración debía realizarse entre los 8 y 12 años de edad. La súbita popularidad de la ópera italiana en toda la Europa del siglo XVII lo que generó el repentino aumento internacional de la demanda. Al niño italiano que nacía con una voz prometedora lo llevaban al local de un barbero-cirujano en los barrios bajos, lo drogaban con opio y lo metían en un baño con agua caliente. El experto cortaba los conductos que desembocaban en los testículos, que se atrofiaban con el tiempo. Muchas familias humildes sometían a sus niños a esta barbarie para que pudiesen ganarse un buen sustento y, así, poder sacarles de la pobreza. Sin embargo, otros jóvenes pedían voluntariamente ser castrados a fin de preservar su angelical voz. El resultado de esta práctica tan alejada de la ética, era una voz espectacular que aunaba la dulzura de un niño y la potencia de un adulto.

Los castrati, los mejores amantes de todos los tiempos y estrellas cotizadas por reyes

Carlo Braschi, comúnmente conocido como Farinelli, fue el castrato italiano más famoso del siglo XVIII

Carlo Braschi, comúnmente conocido como Farinelli, fue el castrato italiano más famoso del siglo XVII

Para las mujeres de la alta sociedad europea, los castratis eran un icono sexual.Anécdotas e historias sobre su contracepción y mayor resistencia decían que estos podían centrarse por completo en el deseo de la mujer -que poco importaba para muchos hombres de la época-. El famoso catastro Consolino, sacó buen provecho de sus delicados rasgos femeninos en Londres. Acudía a las citas disfrazado con vestido, y después mantenía una apasionada aventura ante las propias narices del marido.  La iglesia prohibió que los castratis contrajeran matrimonio, lo que avivó las llamas del deseo y lo prohibido.

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Entre los castrati más famosos destacaron Nicolini, Senesino, Caffarrelli, Salimbeni, entre otros. Pero el más famoso de todos fue Carlo Broschi -conocido popularmente como Farinelli-, cuya vida fue recreada en la famosa película de 1994 que lleva su nombre. Su castración, según versiones oficiales, se debió a que cuando era niño sufrió un accidente con un caballo. Se convertiría en leyenda gracias a la increíble voz que adquirió durante sus largos años de aprendizaje, bajo la instrucción de Nicola Porpora.Todo el mundo se agolpaba para verle, no solo en Italia -donde sería conocido como il ragazzo o el muchacho-, sino también en Viena, Londres y España, donde acabó residiendo 25 años bajo el mandato del rey Felipe V, al que cantaba todas las noches para curarle de la fuerte depresión que sufría.

El declive del castrati

Ya en el siglo XIX, la voz de los castrati fue erradicada de los escenarios, que decidieron incluir la figura de la mujer, pero esta permaneció en el ámbito religioso. En 1878, el Papa León XIII prohibió la contratación de nuevos castrati por parte de la iglesia, excepto en la Capilla Sixtina y en algunas otras basílicas papales de Roma, donde los castrati pudieron quedarse.

Así sonaba la voz del último castrati

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Alessandro Moreschi fue el último castrato y del único del que se tienen grabaciones de su voz

El último castrato sixtino fue Alessandro Moreschi, que permaneció en el coro del Vaticano como solista hasta 1898, hasta que fue nombrado director del mismo, compaginando su faceta de cantante y dirección. Un trabajo que mantendría hasta su retiro en 1913. Fue el único castrato del que se tienen grabaciones. Moriría en la más absoluta soledad en 1922 a los 64 años de edad.

Boronali, pintor excesivista y burro en sus horas libres

El burro Lolo, alias Joachim-Raphaël Boronali, pintor excesivista

Os presento a Joachim-Raphaël Boronali, pintor futurista genovés, impulsor y único representante del Excesivismo, un breve y polémico movimiento artístico de vanguardia que se desarrolló en París durante 1910. ¿Qué cara se os ha quedado? Supongo que parecida a la que se les quedó a los franceses en aquella época.

Pero empecemos la historia por el principio, en uno de los cabarets más antiguos de Montmartre, situado en el número 22 de la Rue des Saules: Au Lapin Agile. La historia del nombre de este cabaret no deja de ser curiosa. Hacia 1880, el propietario del Cabaret des Assassins, que así era como se llamaba entonces, le encargó al caricaturista André Gill un emblema para la fachada de su local. El artista pintó un divertido conejo escapandose de una cazuela. La imagen era tan llamativa que la gente empezó a llamar al cabaret Le Lapin à Gill (el conejo de Gill), que con el tiempo derivaría en Le Lapin Agile (el conejo ágil).

Copia del conejo de André Gill
(el auténtico se conserva en el Museo de Montmartre)
Le Lapin Agile hacia 1872. En esos años, se llamaba À ma campagne
y era propiedad de Adèle, una antigua bailarina de cancan

A principios del siglo XX, el cabaret pasó a manos de una pintoresca pareja: Berthe Sébource y Frédéric Gerard, a quien todos llamaban le père Frédé. Este personaje, que calzaba zuecos y lucía una larguísima barba blanca, no tenía problemas en dar de comer y beber a los artistas indigentes a cambio de poemas, canciones, dibujos o cuadros. Eso sí, los clientes del local tenían que compartir espacio con las numerosas mascotas de Frédé: el mono Théodule, la cabra Blanchette, una corneja amaestrada, un perro y varios ratones blancos. Pero sin duda, el más querido por todos era Lolo, un delicioso burro con el que Frédé se había ganado la vida como vendedor ambulante algunos años antes. Toda esta fauna se codeaba los mejores artistas y escritores de la época como Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Amedeo Modigliani, Georges Braque, André Derain, Maurice Utrillo o Pablo Picasso.

Le Père Frédé con su burro Lolo

Frédé logró convertir este antro en un cabaret artístico de primer orden. En sus mugrientas paredes, colgaban obras de arte por las que entonces nadie daba ni dos francos y que ahora ocupan lugares privilegiados en las paredes de grandes museos. El propio Picasso colaboró con dos obras. La primera de ellas, La femme à la corneille, es un retrato de Margot Luc, la hija de Berthe (que luego se casaría con el escritor Pierre Mac Orlan), una figura estilizada que acaricia con ternura a la corneja adiestrada de Frédé. La pintura está a medio camino entre la época azul y la época rosa de Picasso.

Pablo Picasso, La femme à la corneille (retrato de Marguerite Luc, 1904), Toledo Museum of Art, Ohio

La segunda de estas obras, Au Lapin Agile, es un autorretrato del propio Picasso vestido de arlequín en el interior del cabaret. Al fondo podemos ver a Frédé cantando y tocando la guitarra (una de sus aficiones, aunque parece ser que no se le daba demasiado bien). La joven que está junto a Picasso es su amante de aquel momento, Germaine Pichot, la mujer por la que se había suicidado su amigoCarlos Casagemas cuatro años antes, y que Picasso no tuvo reparos en llevarse a la cama pasado un prudencial periodo de luto. Este cuadro, que Picasso le cedió a Frédé a cambio de comida y bebida, se vendió en 1989 en Sotheby’s por la friolera de 40,7 millones de dólares (en ese momento, ya no pertenecía al Lapin Agile; Frédé se lo había vendido en 1914 a un coleccionista americano por unos 20 dólares).

Pablo Picasso, Au Lapin Agile (1905), Metropolitan Museum of Art, Nueva York
El interior del Lapin Agile durante esos años, con Frédé tocando la guitarra

Pero vayamos al grano. En 1910, uno de los habituales del local, el escritor Roland Dorgelès, ayudado por unos compinches, decidió dejar al mundo del arte en evidencia. En pleno auge de las vanguardias, se inventó un nuevo movimiento llamado Excesivismo y a un joven artista italiano, Joachim-Raphaël Boronali. Los conspiradores se reunieron en el Lapin Agile y pidieron a dos artistas que pasaban por allí que pintasen el fondo de un lienzo con colores vivos, al estilo de los pintoresfauvistas. Acto seguido, ataron un pincel a la cola de Lolo, colocaron el cuadro en un taburete detrás de él y empezaron a hacerle monerías para que rematase la obra a base de coletazos. Todo se hizo en presencia de un notario, Paul-Henri Brionn, que levantó acta del proceso.

Lolo pintando su obra de arte mientras Frédé le da de comer. Al fondo, los conspiradores enmascarados.
Documento notarial certificando la autoría de Lolo.

Unos días después, se envió la obra de Lolo al Salón de los Independientes con el pomposo título Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique (Y el sol se quedó dormido sobre el Adriático), acompañada de un manifiesto del Excesivismo redactado por el propio Dorgelès. Allí estuvo colgada durante quince días, junto a cuadros de Matisse y de Rousseau el Aduanero entre otros. Los críticos de arte, azuzados por los cómplices de Dorgelès, cayeron de lleno en la trampa y escribieron en los periódicos sobre este joven artista desconocido, alabándole o criticándole según el caso, e incluyendo fragmentos del manifiesto en sus artículos:

«L’excès en tout est un défaut, a dit un âne. Tout au contraire, nous proclamons que l’excès en tout est une force, la seule force.» (El exceso en todo es un fracaso, dijo un asno. Todo lo contrario, proclamamos nosotros, el exceso en todo es una fuerza, la única fuerza.)

No podían ni imaginar que «Boronali» era el anagrama de «Aliboron», el nombre de uno de los personajes de una fábula de la Fontaine titulada Los ladrones y el asno, que venía a ser sinónimo de persona corta e ignorante.

J.R. Boronali, Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique (1910), Espace Paul Bedú, Milly-la-Forêt

Varios días más tarde, Dorgelès se presentó en la redacción del periódico Le Matin con el documento notarial que certificaba que todo había sido una gran broma. Al día siguiente, se podía leer este titular en primera plana: «Un asno por jefe de escuela».

Le Lapin Agile hoy en día, uno de los edificios más deliciosos de Montmartre

En estos dos enlaces, podéis leer un artículo de la época que explica todo el asunto: hoja 1 y hoja 2. Y en este vídeo, ver al genial artista Lolo paseándose entre las mesas del Lapin Agile y a Frédé fumando su pipa:

harteconhache

El producto de una mente enferma

George Barbier, grabado del ballet Schéhérazade con Ida Rubinstein y Nijinsky (1913)

Los ballets rusos de Sergei Diaguilev jamás lograron igualar el éxito que consiguieron con Schéhérazade (mira que es díficil de escribir el nombrecito). Se estrenó el 4 de junio de 1910 en el Teatro de la Ópera de París, con música de Rimsky-Korsakov y coreografía de Michel Fokine.

El argumento es sencillo: el sultán de Persia sale de caza con sus hombres dejando a las concubinas aburridas en el harén. Lideradas por Zobeida, la favorita del sultán, logran convencer al eunuco jefe para que abra la puerta a los esclavos negros. La fiesta degenera rápidamente en un festival de sexo en grupo entre las concubinas y los esclavos. La putadilla es que el sultán llega sin avisar antes de tiempo y corta el rollo, y ya de paso las cabezas, de todo el personal.

Diseño de Léon Bakst para el ballet Schéhérazade de Diaghilev

Esta historia oriental y decadente llena de sexo, violencia y muerte era puro delirio para las mentes retorcidas de principios del siglo XX. La escenografía y el vestuario de Léon Bakst, en la línea del Art Nouveau, llegó a crear tendencia (todas querían vestirse con diseños de Bakst). Para el decorado, rechazó utilizar los típicos telones pintados, que le parecían un poco cutres, y creó un harén de colorido intenso a base de telas, cojines y lámparas colgantes. Todo muy cómodo y mullido, para incitar al desmadre, como bien atestiguan las figurillas que aparecen retozando entre cojines en la imagen de arriba (haced clic en la foto para comprobarlo, viciosillos).

Algunos criticaron el vestuario de Bakst diciendo que era el «producto de una mente enferma». Y eso que normalmente los diseños finales eran mucho más recatados que los figurines, donde los trajes de las bailarinas dejaban poco margen a la imaginación. (Sospecho que al fetichista de Bakst le debía poner la pelambrera axilar, ya que es bastante habitual que las mujeres de sus diseños luzcan una buena mata de pelo bajo el brazo.)

Léon Bakst, diseño de vestuario para Zobeida
Léon Bakst, diseño de vestuario para una concubina
Léon Bakst, diseño de vestuario para el esclavo dorado

Parece ser que la viuda de Rimsky-Korsakov se puso hecha una furia con Diaghilev y su troupediciendo que habían traicionado el espíritu original de la obra de su marido. La suite sinfónica de Rimsky pretendía evocar las aventuras de Simbad, no una orgía. Quizás tuviese parte de razón, pero una vez visto el ballet es imposible volver a imaginarse a Simbad cruzando los mares. La música es demasiado sensual y exuberante.

Ida Rubinstein como Zobeida

El papel de Zobeida lo estrenó la guapísima Ida Rubinstein, una millonaria de origen judío que decidió dedicarse a la danza. Por lo que parece, era mejor actriz que bailarina, pero en escena era resultona y no se andaba con remilgos. Su pareja de baile no fue otro que el gran Vaslav Nijinsky, interpretando el papel del esclavo dorado (se le llama así porque iba vestido de dorado y llevaba el cuerpo pintado del mismo color). Los movimientos felinos de Nijinsky, amante de Diaghilev en esa época, causaron sensación.

Vaslav Nijinsky como el esclavo dorado

Y la coreografía de Fokine, perfectamente acorde a este ambiente de lujo y erotismo, rompiendo radicalmente con el ballet clásico tradicional. La forma delicada y elegante que tienen los bailarines clásicos de sostener a sus parejas se convierte en Schéhérazade en un sobeteo impúdico y arrebatador. Aquí tenéis un fragmento bailado por Igor Kolb y Yulia Makhalina, soberbios los dos, en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo con la coreografía y escenografía originales.

Vídeo de looovecats

Como seguro que este fragmento os sabrá a poco, estos son los enlaces al ballet completo (unos 35 minutos en total). El vídeo es pirata pero la calidad es bastante decente y la interpretación merece mucho la pena:

harteconhache