Desde el comienzo la humanidad primitiva ha dejado como testimonio con sus incisiones rupestres la exploración de las profundidades de la Tierra interrogándose sobre su misterio. De hecho nuestros antepasados han vivido en cavernas por muchas generaciones, mucho más que las transcurridas al amparo de una casa. Esta idea de un mundo bajo la superficie terrestre ha tenido lugar dentro de las tradiciones populares. Los budistas del Asia central hablaban del reino de Agartha, un laberinto de pasajes subterráneos que se extendía por toda la Tierra. Fue refugio de poblaciones de continentes desaparecidos y un centro de crecimiento intelectual gobernado por el «Señor del Mundo».
También según algunas leyendas, los Incas para esconder sus tesoros de los conquistadores españoles descendieron a profundas galerías conocidas por ellos, que permanecieron ocultas y secretas.
Igualmente los faraones egipcios se comunicaban con el mundo inferior al cual accedían a través de túneles secretos en las pirámides.
El Dante Alighieri nos habla en su Divina Comedia de los 9 círculos dantescos y él ve esos 9 círculos localizados dentro del interior de la Tierra. Así mismo Anahuac en la civilización Azteca, se refiere al «mixtlan«, región infernal ubicada también en el interior de la Tierra.
Dentro de las diferentes ideas religiosas podemos ver que para los Sufis mahometanos el infierno no es un lugar de castigos sino de instrucción y purificación para la conciencia.
En el catolicismo, como sabemos, este sitio infernal es una región de castigos y penas eternas, pero sin embargo la parte oculta del dogma cristiano sería diferente catalogándolo como un lugar de expiación, ilustración y purificación.
Como se puede apreciar, de acuerdo con las distintas religiones y creencias variarían los conceptos. Pero al referirnos a lo intraterreno, también podríamos hablar de mundos sutiles o paralelos.
Un mundo mágico a nuestro alrededor podría ser el de los elementales. Los elementales serían las conciencias de los elementos existentes en la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire, pero no como algo meramente físico sino como vehículos de conciencias sencillas, un universo de entelequia donde habitan hadas, duendes, ondinas, gnomos…, en un mundo paralelo al nuestro.
Los esquimales de Groenlandia y Alaska, según dice la tradición, provendrían de la lejana Thule situada en el polo norte. Se dice que en esta isla sagrada existió la primera raza humana. Esta raza polar se habría desenvuelto en un ambiente totalmente distinto al actual, hace más de trescientos millones de años. La Tierra en aquella época, según ciertos sensitivos mediante la conexión con la memoria de la naturaleza, era semifísica y los seres humanos eran etéreos, andróginos y que además parece alcanzaron un altísimo grado de civilización.
El expedicionario y escritor chileno Miguel Serrano, en sus cuantiosas expediciones por itinerarios iniciáticos, llegó a conocer a ciertos personajes que afirmaban haber estado en la «tierra escondida» o tierra interior, una tierra paradisíaca que tendría la facultad de hacerse visible y la cual poseería una serie de entradas por diversas partes del planeta. Estos individuos aludieron a que para llegar al contacto con este mundo habría que tener una preparación especial con el fin de estar en grado de hallar estas aperturas. Este personaje, que tiene entre sus amistades al Dalai- Lama, intentó establecer en la patagonia chilena ocho mil hectáreas de tierras donde habitara una comunidad con gente de España y el mundo entero y así fundar una autarquía ante las catástrofes que pudieran ocurrir y se pudiera vivir aparte junto a una de las entradas al mundo subterráneo, como la llamada «Ciudad de los Césares«.
El misterioso mundo subterráneo no fue apartado por la ciencia. Uno de los pioneros en este tipo de investigación ha sido el astrónomo Edmund Halley. En 1672 aún estudiante, Halley comenzó a interesarse en el magnetismo de la Tierra. Descubrió que el polo norte magnético no se encontraba siempre en el mismo punto. Estudiando datos relevantes tanto personales como de colegas Halley, halló diversas anomalías como notar que la aguja de la brújula se desviaba hacia abajo, sin permanecer en el plano horizontal en función de la latitud. También en las longitudes la brújula variaba lateralmente del norte magnético, variación que ya los navegantes tenían en cuenta. Pero lo más enigmático fue cuando examinó las lecturas registradas en el pasado, de las cuales resultaba que la posición estaba cambiando lentamente. El único modo de explicación de este fenómeno era el postular por la existencia de más de un campo magnético. Su idea era que la Tierra estuviese constituida por una envoltura externa y un núcleo interno separado. Cada uno de estos globos con su propio eje y con los polos magnéticos norte y sur. Además con los ejes ligeramente inclinados el uno respecto del otro. Esto junto con una leve diferencia en la velocidad de rotación, podía llevar a las agujas magnéticas a buscar uno u otro polo con respecto de la lenta desviación de la posición del polo norte magnético. Además posteriormente alegó a que no sólo habría una tierra interna, sino otras dos encajadas la una con la otra siendo del tamaño de Marte, Venus y Mercurio, sosteniendo dicha teoría ante la Royal Society de Londres en 1692. Como otros pioneros de la ciencia, Halley se sintió obligado a cuadrar esta ingeniosa teoría con sus creencias religiosas hipotizando que si Dios había poblado cada rincón de la superficie terrestre de seres vivientes, debía haber hecho lo mismo en el mundo interno.
Se dice que Hitler creía ciegamente en la posibilidad de un mundo interno en cuyo interior se encontraban los seres arios más puros y perfectos que dominarían al mundo. Algunos creyentes piensan que Hitler habría escapado de los soviéticos en 1945 y entrado en el interior de la Tierra. De hecho las tropas soviéticas nunca encontraron su cuerpo, y además en una encuesta realizada al poco de terminar la guerra el 60% de la población estadounidense creía que Hitler no había muerto.
Con respecto al enigmático tema OVNI, se ha barajado la idea de que estos artefactos no solamente provengan de lejanas galaxias sino del interior de nuestro planeta, donde se encontraría una altísima civilización esperando a establecer un futuro contacto con la humanidad de la superficie del planeta.
El almirante Richard Evelyn Byrd Gran Canciller de la Orden De Lafayete también secretario Perpetuo de la Academia Federal de la Marina Americana y de las Ciencias, podría haber experimentado una increíble aventura en los glaciales del polo norte, según algunas versiones sobre dicho episodio. Se supone que en su diario apuntó una serie de anotaciones de el vuelo realizado sobre el ártico, aludiendo a que se le había denegado la libertad de publicar sus escritos y que quizás nunca llegarían a conocerse. Comentaría que acompañado por tres personas de su tripulación luego de caminar durante horas sobre el hielo, de repente desde una cumbre habrían descubierto un valle con abundante vegetación y al parecer iluminado por un sol. Pero la cuestión no habría quedado ahí, además podrían haber sido acompañados por unos objetos voladores de forma discal hasta una brillante ciudad en donde habrían establecido contacto con unos seres que les trataron de una manera cordial. Estos individuos comentaron, entre diferentes temas, sus incontables intentos de manifestarse a la humanidad pero en respuesta sólo obtuvieron la agresividad.
A su regreso Byrd informó detalladamente sobre sus descubrimientos y por consiguiente tuvo que enfrentarse a un secreto y minucioso interrogatorio por parte de las autoridades militares norteamericanas. En febrero de 1947 Byrd comandó una operación llamada High Jump, desarrollada en la Antártida. El propósito de tal operación era la del entrenamiento de personal y puesta a prueba de equipos militares en condiciones extremas. Durante la operación sobrevoló al menos una vez la parte sur- oeste y áreas del este del polo sur. Al regresar realizó una serie de declaraciones refiriéndose a la necesidad de tomar acciones defensivas ante el supuesto ataque a EE.UU. de aviones procedentes de las zonas polares cerrando así misteriosamente el asunto.
Después de terminar la operación High Jump, sucedieron extraños episodios, entre algunos de ellos el de James Forestal, secretario de defensa en el periodo de la operación, que es internado en 1948 en un hospital, donde en extrañas circunstancias cae de un décimo piso, diciéndose oficialmente que había sido un suicidio.
Estas notas son sólo un resumen acerca de lo acontecido alrededor de Byrd, para quien desee investigar un poco existen más detalles al respecto.
Además de Byrd otros exploradores como Olaf Jansen han asegurado haber observado la apertura de la Tierra en el polo norte.
La localización más plausible estaría situada a 84,4º latitud norte,141º longitud este.
En julio de 2006 el explorador norteamericano Steve Currey organizó una expedición a un enclave del polo norte en el que podría encontrarse una entrada a la «Tierra hueca» La expedición realizaría mediciones científicas en el Ártico para corroborar la veracidad de la teoría de la «Tierra hueca» y comprobar si las diferentes observaciones en la zona acerca de unas tierras cálidas más allá de del Polo Norte han sido veraces. Por cierto, las únicas imágenes de la Antártida y del polo norte las tiene la Nasa. Lamentablemente falleció repentinamente antes que su aventura se llevara a cabo. El sitio web referente al tema se clausuró así como los futuros viajes a bordo del barco rompehielos nuclear ruso Yamalque que había contratado Currey, cancelándose así todas las observaciones científicas.
Parece ser que la oquedad de la Tierra no sería exclusiva de este planeta. Otros planetas satélites y cometas muestran la misma oquedad en sus polos. Esto podría apuntar a que en el proceso de formación de los objetos celestes la fuerza centrífuga en la rotación deja hueco el interior. Hasta el momento no se ha encontrado vida o no nos lo han dicho, en la superficie de Marte y la Luna. ¿Cabría la idea de que tal vez exista la vida en el interior de otros planetas?
Raymond Bernard, autor de la «Tierra Hueca» aludía a que antes del «descubrimiento» de América por Colón la existencia de un nuevo mundo en forma de continente occidental se consideraba el sueño de un loco, del mismo modo ocurriría en nuestra época con la existencia de una humanidad subterránea en el interior hueco de la Tierra. Por lo tanto, no habría ninguna razón para que no pudiese igualmente ser encontrado tal hallazgo y establecerse su existencia como un hecho.
¿Cuál fue la causa del interés por parte de algunos personajes hacia este misterio?
¿Qué vislumbró el genial Julio Verne en su «Viaje al centro de la Tierra«?
A pesar de los intentos de desviar el tema hacia el mito, algo extraordinario debió haber acontecido al Almirante Byrd durante sus exploraciones. ¿Se revelarán algún día todas estas incógnitas?
—
Publicado por SAIKU
DE TODO UN POCO.
¿Existió el continente mítico de la Hiperbórea? ¿Quiénes eran los hiperbóreos? ¿Tiene relación la Hiperbórea con la teoría de la Tierra hueca? ¿Existen pruebas que avalen la teoría de la Tierra hueca? ¿Tiene alguna conexión el esoterismo hitleriano con la Tierra hueca y la Antártida?
Todas estas cuestiones serán respondidas en el programa de “Historia Oculta” con José Luis Giménez.
Cuentan los últimos macuxíes (del norte del Amazonas), que hasta el año 1907 entraban por una caverna y andaban entre trece y quince días, hasta llegar al interior. Allí, «del otro lado del mundo», viven los «hombres grandes», que miden entre tres y 3,5 metros. Son muy buenos pero hay que respetar sus indicaciones. La consigna de los macuxíes del lugar, era custodiar la entrada de la caverna, impidiendo el acceso a todo otro ser que no fuera alguno de los autorizados de la tribu. Cuando el gran viento que recorría el enorme túnel empezaba a soplar hacia afuera, (tenía ritmos de cinco días hacia afuera y otros tanto hacia adentro) podían comenzar a descender las escaleras (de 82 cm. de altura cada escalón), y las escaleras terminaban al tercer día (contaban los días con el estómago y los períodos de sueño, lo que resulta sumamente exacto).
Allí dejaban también los breos (antorchas hechas con palos embebidos en brea de afloramientos petrolíferos cercanos), y continuaban iluminados por luces que simplemente estaban colocadas allí, grandes como una sandía y claras como una lámpara eléctrica. Cada vez andaban más rápido, puesto que iban llevando menos peso e iban perdiendo el peso corporal. Atravesaban cinco lugares que estaban muy bien delimitados, en medio de unas cavidades enormes, cuyo techo no era posible ver. Allí habían -en una de las salas- cuatro luces como soles, imposible mirarlos, pero que seguramente no era tan altas como el sol. En ese sector crecían algunos árboles de buenos frutos, como cajúes, nogales, mangos y plátanos, y plantas más pequeñas. Por la descripción comparativa con ciertos lugares de la zona macuxí, esa sala tendría unos diez kilómetros cuadrados de superficie «transitable» y vegetada, y otros sectores inaccesibles y muy peligrosos, con piedra hirviendo, así como unos arroyos de azogue (mercurio, que los macuxíes conocieron en el presente siglo su uso para amalgamar el polvo de oro, merced a los garimpeiros que hoy contaminan con él las aguas amazónicas). Luego de estas cinco grandes cavidades, en un punto situado más allá de medio camino, debían tomarse de las paredes, y con cuidado impulsarse porque «volaban» (es decir que estaban ingrávidos como un astronauta).
El viento que había comenzado a soplar hacia afuera, no era obstáculo al iniciar el descenso, pero si lo intentaban al revés, la violencia del remolino les podía arrastrar al abismal túnel, y el cadáver -golpeado mil veces- no se detendría hasta un día de marcha, cueva adentro. Respetando este ciclo, iniciando la marcha con viento en contra (que era a favor de su seguridad) bajaban tres días por escaleras; y luego de dos días de marcha por túnel angosto, ya sin escaleras, el viento volvía hacia adentro, de modo que cuidaban los pasos desde el día de la partida, para no dejar arena removida o guijarros sueltos que luego se estrellarían en sus espaldas.Aún con viento a favor -ya en el séptimo u octavo día de marcha-, llegaban a la zona «donde todo vuela», es decir al medio de la costra del planeta (el medio de la masa, magnéticamente hablando, que no es el centro geométrico de la Tierra, sino cualquier punto en medio del espesor de la corteza).
A veces el viento era muy fuerte, y en vez de tomarse de las paredes para impulsarse, debían hacerlo para frenarse y no ser golpeados. Generalmente duraba desde poco menos de un día hasta día y medio, la travesía sin gravedad. Algunas veces debieron aferrarse a las salientes pétreas o a hierros que habían «desde antes» clavados en la roca, y esperar dos días a que amainara el viento. Luego seguían el camino caracterizado por arroyos con aguas muy frías que atravesaban la caverna, y entraban a una especie de gran vacía, mayor que las anteriores, donde habían unas cosas brillantes, de forma similar a los panales de abejas, de unos diez metros de diámetro, situados sobre un vástago, como un tronco de árbol, a una altura imprecisable por la memoria de los últimos macuxíes que viven recordando aquello, aún con cierto temor a las represalias de «los hombres grandes».
Los viajeros iban recobrando el peso, pero no llegaban a recobrarlo totalmente, porque aparecían en «la tierra del otro lado», donde todo es un poco más liviano, el sol es rojo y siempre es de día, sin noche, ni estrellas ni luna. Allí permanecían unos días, disfrutando de unas playas cercanas, volviéndose más jóvenes. (Lo que recuerda a Apolo, que iba al Olimpo a rejuvenecerse) Los macuxíes conocían muy bien el Atlántico, pues estaban -«afuera»- a unos trescientos kilómetros de la costa, y no era éste el mar). Los gigantes les daban unos peces muy buenos y grandes, cuya carne no se descomponía hasta dos o tres meses de haber sido pescados. Con esa preciosa carga, manzanas más grandes que una cabeza y uvas del tamaño de un puño, además de mucha energía corporal, volvían acompañados de algunos gigantes que les ayudaban con el enorme peso que traían. El viaje de vuelta se iniciaba con viento a favor, para volver a tenerlo a favor también en la última etapa, al subir los tres últimos días por las escaleras, cuyos últimos restos existen actualmente.
La creencia -o conocimiento- de los macuxíes, es que si respetan las pautas dadas por los gigantes, luego de morir aquí afuera, nacerán entre ellos, allá adentro. Cuentan que algunos macuxíes no morían, sino que se transformaban (¿transfiguraban?) en casi-gigantes y se quedaban en el interior. Esto requería principalmente, no tener hijos aquí afuera.
La tragedia para los macuxíes sucedió en 1907. Tres exploradores ingleses, llegaron en nombre de su reina, buscando diamantes. La zona macuxí es aún actualmente un poco diamantífera, pero ya se la ha explotado desde 1912 tan intensamente que casi no hay diamante, siendo poco o nada rentable su búsqueda. Cuando llegaron los ingleses, había lo suficiente como para conformar a la reina y a muchos ambiciosos que se enriquecieron luego, explotando a los nativos, pero uno de aquellos «viajeros autorizados al Centro de la Tierra» cometió la terrible imprudencia de violar la consigna de secreto, e indicó el lugar de entrada a los extranjeros. Uno de ellos envió una carta a Su Majestad, repitiéndole una narración como ésta, con algunos detalles más. En las arenas de las playas interiores, abunda el diamante, al igual que en algunos enormes bloques carboníferos de mineral de serpentina, de antiguos calderos volcánicos, que hoy son, justamente, esos túneles hacia el interior del mundo.
Los tres hombres salieron -o mejor dicho entraron- de expedición, pero no regresaron jamás. En vez de ello, salieron los gigantes, reprendieron a los macuxíes y les prohibieron para siempre el ingreso al interior. Luego de dos años de angustia y pobreza (esa zona, en esta superficie externa tenía diamantes -sin valor entonces para ellos-, pero no mucha fruta ni muchos peces), decidieron intentar un nuevo contacto con los gigantes, a pesar de la prohibición. Viajaron esperanzados durante dos días, pero llegaron a un punto del camino donde el viento venía de otra caverna que ellos no conocían. El camino original estaba derrumbado. Algunos volvieron inmediatamente, pero otros decidieron seguir el nuevo y desconocido túnel. Varios meses después, uno de ellos regresó y dijo al resto que podían entrar; los gigantes les autorizaban, pero sería para no volver nunca afuera, porque otros ingleses irían al territorio y les dañarían. Algunos se negaron a partir, porque el lugar asignado era una de aquellas grandes vacuoides. Otros aceptaron irse y no regresaron jamás.
Unos años después, comenzaron a llegar garimpeiros, a enturbiar los ríos con zarandas, resumidoras y mercurio, y a enturbiar los cerebros de los macuxíes que se quedaron «afuera», con caña, caipiriña y macoña (droga). También les enturbiaban las espaldas -con látigos- y la raza, violando a sus mujeres. En junio o julio de 1946 hubo un enorme derrumbe en el túnel, cayendo casi toda la escalera. Hoy sólo quedan algunos escalones del inicio, y un enorme precipicio inescalable, donde el viento sopla con ritmos diferentes. Algunos viejos macuxíes que escaparon al látigo inglés, y aún viven contando su edad por lunas, no se resignan totalmente a olvidar el Paraíso Perdido.Nunca mejor expresado, pues ellos lo conocieron… Y lo perdieron.
http://www.erks.org/macuxies.html
Innumerables historias, mitos y leyendas se cuentan sobre las ciudades subterráneas y civilizaciones subterráneas repartidas a través de una vasta red de túneles interconectados en todo el planeta.
Hay muchos rumores en torno a estos portales subterráneos. Sólo tenemos que recordar las historias misteriosas que giran alrededor de los túneles y galerías de la Cueva de los Tayos en Ecuador, o historias sobre las entradas a mundos subterráneos, supuestamente ubicadas en los Andes, el Himalaya, el desierto de Gobi, Turquía, e incluso por debajo la Esfinge de Giza.
La teoría de la Tierra Hueca afirma que la Tierra es un planeta hueco con entradas antiguas en el mundo subterráneo repartidos por todo él, incluyendo cerca de ambos casquetes polares. Esta teoría se ha informado desde la antigüedad y científicos tales como Edmund Halley han defendido a lo largo de la historia.
Desde 1818-1826, el estadounidense John C. Symmes apoyó apasionadamente la teoría también. Según él, había un mundo subterráneo en el interior de nuestro planeta iluminado por un sol diminuto, y que incluye montañas, bosques y lagos. Symmes lanzó una campaña nacional con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para enviar una expedición al Ártico para buscar una entrada al mundo subterráneo. Incluso envió una propuesta al Congreso de los Estados Unidos, con la intención de conseguir la ayuda del gobierno para encontrar la entrada al mundo interior.
Por desgracia para él, que murió antes de que el gobierno hizo asignar fondos para su propósito y la expedición partió en 1838, aunque, a decir verdad, sus objetivos no eran tan altruista. En realidad era parte de la estratagema como potencias mundiales estaban tratando de aprender la importancia de la única tierra aún no conquistado el mundo: ambos casquetes polares. Independientemente, comandada por Charles Wilkes, la expedición duró cuatro años. Sirvió para descubrir la gran extensión geográfica del Ártico, pero no se encontró ninguna señal de un pasaje en la tierra.
La entrada a la Tierra Hueca según Symmes, ya que creía que iba a ver a la luna con un telescopio. Ilustración de Harper Nueva Revista Mensual octubre 1882 (dominio público)
No obstante, la idea de Symmes permaneció anclada en la mente de un puñado de escritores (que tienden a amar a la búsqueda de la consecución de los sueños que parecen imposibles.) Por lo tanto, Edgar Allan Poe, Julio Verne y HP Lovecraft, entre muchos otros, rindió homenaje al fascinante teoría de la Tierra Hueca.
Ejemplo dibujado por Edouard Riou en 1864 de la edición original de «Viaje al Centro de la Tierra» por el famoso Julio Verne. (Wikimedia Commons)
El interés en la teoría de la Tierra Hueca no terminó ahí. De hecho, en el siglo XX, con un conocimiento de la geografía y la geología de la Tierra, que todavía faltaba, había los que continuaron tratando de acceder a ese mundo misterioso bajo la corteza terrestre. Por ejemplo, algunos de los líderes nazis, los amantes de los mitos antiguos y el ocultismo en Alemania, mostró un marcado interés en este tipo de teorías.
Edmund Halley (1656 – 1742), el científico Inglés que estudió el cometa que lleva su nombre, puede haber sido el primero en desarrollar una hipótesis científica sobre la Tierra Hueca. Después de una serie de observaciones de campo magnético de la Tierra, Halley concluyó que las anomalías observadas sólo pueden explicarse si la Tierra se compone de dos ámbitos: uno sólido externa y otra interna hueca, cada uno con su propio eje magnético.
Edmund Halley, con un dibujo que muestra conchas de su teoría de la Tierra hueca. (1736) (Wikimedia Commons)
Más tarde, otro estadounidense, Ciro Teed, se convenció de que es matemáticamente imposible discernir si estamos dentro o fuera de una esfera, por lo que podría vivir dentro de un universo hueco. En el centro sería el Sol, los planetas y las estrellas sólo se aparece brillante para nosotros, ya que reflejan la luz solar sobre la superficie de la Tierra cóncava. Esta tierra fue llamado Koresh – que es la traducción al hebreo de su propio nombre, Cyrus.Teed incluso fundó una iglesia y sus seguidores permanecieron activos y defender estas ideas hasta al menos 1982.
Con el amanecer de los estudiosos del siglo XX otros, tales como William Reed y Marshall Gardner, también creían que podían aportar pruebas de la existencia de un mundo interior. Uno de los hechos más curiosos esgrimidos como argumento, hecha por algunos exploradores árticos, era que las temperaturas del aire y del agua se calentaron cuando se acercaron al Polo Norte. En base a estas y otras observaciones, también afirmaron que los mamuts no se habían extinguido, pero aún habitan en el interior de la Tierra.
Mammoth modelo expuesto en el Museo Royal British Columbia en Victoria, Canadá. Algunos científicos creen que las temperaturas cálidas cerca del Polo Norte podrían ser evidencia de que los mamuts vivieron en … en la tierra hueca. (FunkMonk CC BY-SA 2.0)
Como se mencionó anteriormente, hubo dirigentes nazis que apoyaron la teoría de la Tierra hueca. Adolf Hitler también creía en la teoría de la Tierra hueca, pero para él siempre que el lugar donde la «pura» y «perfecto» arios que él pensó dominado el mundo se reunirían. Lo que es más, la Sociedad Alemana de Thule – el principal círculo esotérico de las veces, llevó a cabo una muy cerca de hipótesis, aunque ellos estaba relacionado con los mitos de reinos subterráneos perdidas de Agartha y Shambhala.
Adolf Hitler y varios de sus colegas creían firmemente en la teoría de la Tierra hueca. (Wikimedia Commons)
Mientras tanto, el primer hombre en volar sobre los polos, Richard E. Byrd, en su informe dijo que «inspeccionado unos 26.000 kilómetros (16,155.7 millas) alrededor y más allá del Polo». Esta simple frase con las palabras «más allá del Polo» son los base sobre la que muchos defensores de la teoría de la Tierra hueca acusan al gobierno de Estados Unidos (que financió el vuelo de Byrd) de un encubrimiento, diciendo que Byrd entró en la Tierra Interna.
El continente ártico o Hiperbórea como se muestra en el Atlas Gerardo Mercator de 1595 (dominio público)
Los mitos son tan antiguos como la humanidad misma, por lo que son los mitos de los seres que habitan en las profundidades de la Tierra. En contraste con los ángeles de los cielos, la tradición general envió demonios subterráneo. Un claro ejemplo es el infierno cristiano.
En contraste, los budistas de Asia Central creen en la maravillosa tierra bajo nuestros pies que se conoce como Agartha (o Agartta). Agartha es supuestamente un lugar donde los seres son más hermosa y mucho más sabios que nosotros y que tiene un rey que tiene el poder de leer el alma humana.
Durante miles de años los eruditos tibetanos, además de la enseñanza de un mundo interior, dicen que están en contacto con este «Rey del Mundo Interior» o gobernante supremo para todo el planeta, para los que el Dalai Lama es un representante para el mundo exterior. También hablan y escriben sobre los túneles que conectan el Tíbet con el mundo interior (que protegen), diciendo que hay muchos otros dispersos por toda la Tierra, tales como las que se encuentran debajo de las grandes pirámides de Egipto y América del Sur. Entradas a los subterráneos ciudades también se dice que existen alrededor de la vasta cuenca del Amazonas, por ejemplo la conexión de la ciudad perdida de «El Dorado» con el resto del mundo antiguo.
La capital de este mundo interior – y por lo tanto de todo el mundo se dice que es una ciudad llamada Shambala donde el Rey del Mundo reside y su corte de seres avanzados enseñan algunos de la humanidad acerca de la ciencia, el arte, la religión y la filosofía.
Según antiguos mitos tibetanos, pirámides de América Central y del Sur (en la foto, Tikal en Guatemala) se instaló en vastas redes de túneles subterráneos, que conecta las ciudades antiguas con el reino sagrado que se refieren como Agartha. (Wikimedia Commons)
La sede de Shambhala tibetanos del «gobierno espiritual de la humanidad,» pueden estar situados en las proximidades de Balkh, un antiguo asentamiento afgana conocida como «la madre de las ciudades» de acuerdo con el prestigioso erudito sobre el Tíbet, Alexandra David-Neel. Las tradiciones populares de Afganistán dicen que después de la conquista musulmana, Balkh fue llamado Shams-i-Bala (vela de alta) que parece una transformación del sánscrito Shambhala al persa.
Vea un video sobre rumores y misterios que rodean la teoría Tierra Hueca:
Imagen destacada: Puerta de piedra en una entrada a la ciudad subterránea Özkonak, Turquía. (Bernard Gagnon / Wikimedia Commons)
Este artículo fue publicado por primera vez en español en https://www.ancient-origins.es/ y ha sido traducido con permiso.
Por Mariló TA
El misterio de Agartha y la Tierra Hueca. Http://sanazion.com/2015/07/10/el-misterio-de-agartha-y-la-tierra-hueca/
¿Cuál es el mito de la Tierra Hueca? Http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=3505
Vacío Interior. Crónicas y racionalizaciones sobre la Tierra Hueca: http://www.guigue.gcastro.net/publicaciones/divulgacion/EXACTAmente/exacta17/tierrahueca.html
Baltanás, Félix. Mil kilómetros por debajo; Tierra Hueca: Servicio Geológico. Versión Kindle. Disponible aquí.
Read more: http://www.ancient-origins.net/unexplained-phenomena/ancestral-myth-hollow-earth-and-underground-civilizations-004094#ixzz3nwplydkO
Follow us: @ancientorigins on Twitter | ancientoriginsweb on Facebook
Si nunca has escuchado hablar de la teoría de la Tierra Hueca o Hollow Earth te estás perdiendo de algo importante. Ahora, imagina la Tierra como si fuese solo una cáscara que en su interior alberga un pequeño sol. Esta Tierra daría una vuelta hacia su lado interior a través de agujeros ubicados en ambos polos del planeta, como se ve en algunas de las ilustraciones que te mostramos.
Además de ser una teoría interesante, cuenta con una rica historia deconspiración, vida extraterrestre, religión y algunos datos científicos que apoyan su existencia. ¿Quieres saber más sobre la teoría de la Tierra Hueca? Continúa leyendo entonces.
Aquellos que defienden la teoría de la Tierra Hueca decretan que existe un sol interno cubierto por el manto terrestre y que, al igual que en la cubierta exterior, en la capa interior se dan las condiciones favorables para que haya vida.
Para llegar a la capa interior de la Tierra Hueca existen diferentes caminos y túneles a lo largo y ancho de la superficie, sin embargo, dos grandes aberturas dispuestas en cada uno de los polos permitirían una vía rápida de entrada y salida de aquello que se vive en su interior.
Y hablando de lo que hay allí dentro, los más revolucionarios o anticonspirativos suponen que existe una raza alienígena viviendo en el interior de nuestro planeta, a veces asociado con la teoría de los Anunnaki o Reptilianos. Sumado a esto también se dice que existe una fauna y flora ancestral escondida en la parte inversa de la Tierra y que nuestros primeros ancestros emergieron de dicha zona interior enviados por las razas superiores.
Ver también: 15 cosas que debes saber sobre los Illuminati
A pesar de ir en contra de todo lo que conocemos sobre física, astronomía y geología, algunos científicos han escrito brillantes manuscritos sobre lo que se cree que es un mundo interior dentro del planeta Tierra. Sin el afán de parecer fantasiosa, la teoría de la Tierra Hueca ha sido discutida en el ámbito científico desde la antigüedad y fue retomada por científicos modernos desde el siglo XVII hasta nuestros días.
Muchos científicos actuales dicen que se ha silenciado el tema y que las investigaciones al respecto no son suficientes para desacreditar la teoría. Un ejemplo de esta escasa investigación es la segunda perforación máxima hecha por el hombre, el Pozo Superprofundo Kola llevado a cabo por la URSS, el cual llega tan solo a los 12.262 metros, el 0,1% del diámetro terrestre. Esta excavación comenzó en 1970 y finalizó en 1989, y está ubicada en el Óblast de Múrmansk, al noroeste de lo que hoy es Rusia.
Por dos décadas, fue la mayor profundidad alcanzada, solo para que en 2008 en Qatar se hiciera un nuevo pozo tan solo 50 metros más profundo.
A lo largo de la historia de la humanidad han sido decenas las religiones y culturas que han hablado sobre civilizaciones o regiones que se guardan bajo nuestro suelo. Los griegos, los nórdicos, los cristianos y los judíos todos mencionan la existencia de un lugar especial bajo nuestros pies y, a pesar de que la primera asociación que se pueda hacer sobre esto es en referencia al mundo de los muertos, como la tierra de Hades o el mismo infierno, lo cierto es que existen cientos de relatos que hablan de jardines escondidos, a los cuales se acceden mediante cuevas, y personas que emergen de su interior.
En el folclore de culturas provenientes de India, Brasil, Irlanda, Estados Unidos y muchas regiones más, se repite la historia de que sus ancestros emergieron de un lugar por debajo del suelo terrestre. Al igual que muchas otras historias que narran el camino inverso, de viajeros que encontraron un mundo por debajo de sus pies.
Pero si la religión no te convence, te comento que hay muchos escritores que han adaptado esta teoría para algunos de sus cuentos de ficción, entre ellos Julio Verne, Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft y John Uri Lloyd. El más conocido de estos relatos proviene de Julio Verne y su Viaje al Centro de la Tierra, que, a pesar de no coincidir totalmente con la teoría, expone la posibilidad de unmundo escondido bajo el suelo terrestre.
En el siglo XVII, Edmond Halley, fue el primero en postular una teoría sobre más tierras dentro de la Tierra. Propuso que el manto exterior contaba con un espesor de 800 kilómetros y que dentro de este se escondían dos mantos más con un núcleo central. Cada una de estas diferentes capas está separada por una atmósfera y cuenta con su propio polo magnético.
Edmond Halley no era un filósofo, era un científico, y esta teoría no es ficcional, sino que se generó para explicar anomalías en las lecturas magnéticas de la Tierra, al mismo tiempo que explicaban sucesos como la aurora boreal. Para que te hagas una idea, Edmond Halley es el descubridor de la trayectoria del famoso cometa que ahora lleva su nombre.
Para 1818, John Cleves Symmes Jr. promulgó una de las más fuertes teorías sobre la Tierra Hueca. Según ella, el manto exterior contaba con 1300 kilómetros de espesor y escondía cuatro mantos más en su interior, cada uno de estos con huecos en sus polos, y los más grandes, los del manto exterior, con diámetros de 2300 kilómetros.
Un dato curioso sobre Symmes Jr. es que planificó una expedición en busca de la abertura del Polo Norte, y contaba con el favor del presidente de EEUU, John Quincy Adams. Sin embargo, la aprobación no llegó a concretarse ya que el presidente dejó su mandato antes de que ocurriera, y el siguiente mandatario, Andrew Jackson, negó rotundamente su apoyo a la expedición.
A comienzos del siglo XX, William Reed postuló una teoría como estas donde huecos en ambos polos serían el camino a un mundo interior, sin embargo, se descartaba la teoría de capas intermedias y un sol interno.
Lady Paget Walburga, en su libro de 1907, Colloquies with an unseen friend,desarrolló nuevamente esta teoría agregando el dato de que ciudades enteras existían por debajo de la superficie, y que los habitantes de la famosa Atlantis realizaron un éxodo hacia estas regiones. Sumado a esto también declaró que en el siglo XXI se encontraría la puerta a este mundo subterráneo.
En 1913, Marshall Gardner publicó A Journey to the Earth’s Interior y volvió a colocar la teoría del sol interno sobre la mesa. Tal fue su trabajo que hasta patentó un mapa sobre el mundo hueco.
Ver también: 12 razones por las que muchos creen que fuimos visitados por extraterrestres
Más cerca en nuestro tiempo, más precisamente en 2011, Horatio Valens y Paul Veneti publicaron un video, disponible en YouTube, llamado Lazeria Map Collection en el cual se recopilan y analizan algunos de los más antiguos mapas de la región Ártica y el Polo Norte en los que se hace mención a cráteres gigantescos.
Los geólogos y científicos aseguran que la tierra es maciza. Gracias a estudios sísmicos, han podido determinar que está conformada por diferentes capas pero todas abultadas una sobre otra hasta alcanzar el núcleo.
Sumado a esto, si se estudia el campo magnético terrestre se llega a la conclusión de que solo con una gran cantidad de metal girando a gran velocidad en el interior de la Tierra se pueden entender los resultados obtenidos por todos los análisis en la materia.
Otra evidencia bastante rotunda es la falta de fotografías sobre los diferentes agujeros postulados en la teoría de la Tierra Hueca. No hay ninguna imagen que haya demostrado aberturas en ninguno de los dos polos.
Puede que la teoría sea fantasiosa y muchos lo han considerado así. Sin embargo, el punto central de la teoría es que la misma está encubierta y que existe una conspiración en torno a ella. Por esta razón, no hay imágenes que muestren la existencia de los túneles polares, al igual que se habrían dado explicaciones falsas sobre los estudios sísmicos, magnéticos y gravitacionales.
Ver más: ¿Qué ocultan los científicos en el área 51?
¿Qué crees tú de este tema?¿Crees que es posible que haya una conspiración?¿Te parece que puede existir una capa interior de la Tierra?
http://www.batanga.com/curiosidades/5916/teoria-de-la-tierra-hueca
Los indios macuxi sabían de la existencia de la Tierra Hueca hace casi cien años. ¿Pero son sus leyendas verdad o son otra increíble historia del folklore?
Los indios macuxi son indígenas que viven en el Amazonas, en países como Brasil, Guyana y Venezuela. Según sus leyendas, ellos son los descendientes de los hijos del Sol, el creador del Fuego y de la enfermedad y los protectores de la «Tierra interna.»
Sus leyendas orales hablan de una entrada en la Tierra. Hasta el año de 1907, los Macuxies entraban a una especie de caverna, y viajaban de 13 a 15 días hasta que alcanzaban el interior. Es allí, «en el otro lado del mundo, en la Tierra interna» donde viven los Gigantes, criaturas que tienen alrededor de 3 a 4 metros de altura.
Ver también: Los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron América
Según los Macuxies se les dio la tarea de vigilar a fuera de la entrada y evitar que los extraños entren en la «Tierra hueca.» Leyendas del pueblo Macuxi dicen que los que entran en la misteriosa caverna durante tres días, solamente descienden por escaleras gigantes, que miden alrededor de 80 centímetros cada peldaño.
Después del tercer día, ellos dejan atrás sus antorchas, y continúan su viaje «dentro» de la Tierra iluminada por las luces que ya estaban presentes en las cuevas. Linternas gigantes, del tamaño de una sandía, brillaban como el sol.
Después de 4 a 5 días de viaje, aquellos dentro de la cueva perderían peso y masa corporal, permitiendoles moverse mucho más rápido.
Las leyendas de los pueblos macuxi afirman que después de 5 días dentro de las cavernas, ellos irían por enormes cavernas cuyos techos no podían verse, y en una de las cámaras del sistema de cavernas, hay cuatro objetos «similares al Sol», que son imposibles de mirar, cuyo propósito es desconocido para el pueblo Macuxi.
Dentro de la Tierra, hay lugares donde los árboles con alimentos son capaces de crecer. Los Macuxi dicen que frutas como cajúes, robles, mangos, plátanos y algunas plantas de menor tamaño se encuentran de 6 a 7 días en su viaje.
Cuanto más lejos el pueblo Macuxi se desplazaba dentro de la Tierra, áreas más grande de vegetación observaban. Pero no todas las áreas son de color verde y próspero. El pueblo Macuxi dicen que algunos lugares son extremadamente peligrosos y deben evitarse, como aquellos con piedra hirviendo y arroyos de «azoge».
Las tradiciones orales Macuxi continúan y dicen que después de pasar por estas cámaras gigantes, habiendo transcurrido la mitad del viaje, tienen que moverse con cuidado ya que el misterioso «aire» puede hacer que las personas «vuelen o floten» por los alrededores.
Continuando su viaje, ellos alcanzarían un lugar dentro de la Tierra, donde los Gigantes vivían. Allí, los exploradores Macuxi comían la comida de los gigantes, como las manzanas del tamaño de cabezas humanas, uvas del tamaño de un puño humano, y deliciosos y gigantes peces fueron capturados por los gigantes y dados a los Macuxi como regalos.
Después de abastecerse con comida ofrecida por los gigantes, los exploradores Macuxi volverían «a casa» al mundo «exterior», ayudado por los gigantes del mundo interior.
Se dice que los Macuxi son los «guardianes» del inframundo, los protectores de la entrada de la Tierra interna, y sus leyendas hablan de una tierra, en el interior de la tierra, que está lleno de increíbles poderes y riquezas.
Esta leyenda, por supuesto, es considerado por muchos como sólo eso, otra historia ancestral. Pero para los Macuxi, su «leyenda» era tan real como se apresta, y ellos eran los protectores de la entrada hasta que los exploradores británicos llegaron al Amazonas en busca de oro y diamantes, aventurándose dentro de las cuevas, y para nunca más volver.
Desde el ultimo encuentro con ellos, los Macuxi dicen que los gigantes los castigarían por no cumplir con sus obligaciones y las «leyendas» de los gigantes se desvanecieron con los años.
¿Es posible que esto sea sólo otra leyenda? ¿O hay algo más en la misteriosa tribu macuxi y sus leyendas? Se dice que la Tierra Hueca existen en muchas civilizaciones antiguas y culturas de todo el mundo.
La existencia de seres gigantes que habitan nuestro planeta es otro hecho presente en decenas de culturas antiguas de todo el mundo, incluso presentes en los textos religiosos tales como la Biblia.
¿Es posible que las leyendas Macuxi sean reales y que en algún lugar en el Amazonas exista una entrada a la Tierra interna?
http://conspiraciones1040.blogspot.com/2015/09/indios-del-amazonas-afirman-que-existe-un-mundo-entero-dentro-de-nuestro-planeta.html
Los indios Macuxi sabían de la existencia de la Tierra Hueca hace casi cien años. ¿Pero son sus leyendas verdad o son otra increíble historia del folklore?
¿Qué pasa si el «Viaje al Centro de la Tierra», el clásico de Julio Verne, es realmente cierto? Y allí en algún lugar, un nuevo mundo entero está a la espera de ser explorado, un lugar donde de alguna manera, seres vivos habitan en las profundidades de nuestro planeta, un lugar que las culturas y las civilizaciones antiguas sabían que existían o que todavía existe hoy.
Los indios Macuxi son indígenas que viven en el Amazonas, en países como Brasil, Guyana y Venezuela. Según sus leyendas, ellos son los descendientes de los hijos del Sol, el creador del Fuego y de la enfermedad y los protectores de la «Tierra interna.»
Los valientes indios Macuxi del Amazonas
Sus leyendas orales hablan de una entrada en la Tierra. Hasta el año de 1907, los Macuxies entraban a una especie de caverna y viajaban de 13 a 15 días hasta que alcanzaban el interior. Es allí, «en el otro lado del mundo, en la Tierra interna» donde viven los Gigantes, criaturas que tienen alrededor de 3 a 4 metros de altura.
Según los Macuxies se les dio la tarea de vigilar afuera de la entrada y evitar que los extraños entren en la «Tierra hueca.» Leyendas del pueblo Macuxi dicen que los que entran en la misteriosa caverna durante tres días, solamente descienden por escaleras gigantes, que miden alrededor de 80 centímetros cada peldaño.
Después del tercer día, ellos dejan atrás sus antorchas y continúan su viaje «dentro» de la Tierra iluminada por las luces que ya estaban presentes en las cuevas. Linternas gigantes, del tamaño de una sandía, brillaban como el sol.
Después de 4 a 5 días de viaje, aquellos dentro de la cueva perderían peso y masa corporal, permitiéndoles moverse mucho más rápido.
Las leyendas de los pueblos macuxi afirman que después de 5 días dentro de las cavernas, ellos irían por enormes cavernas cuyos techos no podían verse y en una de las cámaras del sistema de cavernas, hay cuatro objetos «similares al Sol», que son imposibles de mirar, cuyo propósito es desconocido para el pueblo Macuxi.
Dentro de la Tierra, hay lugares donde los árboles con alimentos son capaces de crecer. Los Macuxi dicen que frutas como cajúes, robles, mangos, plátanos y algunas plantas de menor tamaño se encuentran de 6 a 7 días en su viaje.
Cuanto más lejos el pueblo Macuxi se desplazaba dentro de la Tierra, áreas más grande de vegetación observaban. Pero no todas las áreas son de color verde y próspero. El pueblo Macuxi dicen que algunos lugares son extremadamente peligrosos y deben evitarse, como aquellos con piedra hirviendo y arroyos de «azoge».
Las tradiciones orales Macuxi continúan y dicen que después de pasar por estas cámaras gigantes, habiendo transcurrido la mitad del viaje, tienen que moverse con cuidado ya que el misterioso «aire» puede hacer que las personas «vuelen o floten» por los alrededores.
Continuando su viaje, ellos alcanzarían un lugar dentro de la Tierra, donde los Gigantes vivían. Allí, los exploradores Macuxi comían la comida de los gigantes, como las manzanas del tamaño de cabezas humanas, uvas del tamaño de un puño humano y deliciosos y gigantes peces fueron capturados por los gigantes y dados a los Macuxi como regalos.
Un diagrama del centro de la Tierra como una gigantesca bola de fuego del libro ‘Mundo Subterráneo’ del años de 1678.
Después de abastecerse con comida ofrecida por los gigantes, los exploradores Macuxi volverían «a casa» al mundo «exterior», ayudados por los gigantes del mundo interior.
Se dice que los Macuxi son los «guardianes» del inframundo, los protectores de la entrada de la Tierra interna y sus leyendas hablan de una tierra, en el interior de la tierra, que está lleno de increíbles poderes y riquezas.
Esta leyenda, por supuesto, es considerado por muchos como sólo eso, otra historia ancestral. Pero para los Macuxi, su «leyenda» era tan real como se apresta y ellos eran los protectores de la entrada hasta que los exploradores británicos llegaron al Amazonas en busca de oro y diamantes, aventurándose dentro de las cuevas y para nunca más volver.
Desde el último encuentro con ellos, los Macuxi dicen que los gigantes los castigarían por no cumplir con sus obligaciones y las «leyendas» de los gigantes se desvanecieron con los años.
¿Es posible que esto sea sólo otra leyenda? ¿O hay algo más en la misteriosa tribu macuxi y sus leyendas? Se dice que la Tierra Hueca existen en muchas civilizaciones antiguas y culturas de todo el mundo.
La existencia de seres gigantes que habitan nuestro planeta es otro hecho presente en decenas de culturas antiguas de todo el mundo, incluso presentes en los textos religiosos tales como la Biblia.
¿Es posible que las leyendas Macuxi sean reales y que en algún lugar en el Amazonas exista una entrada a la Tierra interna?
—
conspiraciones1040.blogspot.com
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=R1UVDtrKizI[/youtube]
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=9gigyHIFNL0[/youtube]
Cuentan los últimos macuxíes (del norte del Amazonas), que hasta el año 1907 entraban por una caverna y andaban entre trece y quince días, hasta llegar al interior. Allí, “del otro lado del mundo”, viven los “hombres grandes”, que miden entre tres y 3,5 metros. Son muy buenos pero hay que respetar sus indicaciones. La consigna de los macuxíes del lugar, era custodiar la entrada de la caverna, impidiendo el acceso a todo otro ser que no fuera alguno de los autorizados de la tribu. Cuando el gran viento que recorría el enorme túnel empezaba a soplar hacia afuera, (tenía ritmos de cinco días hacia afuera y otros tanto hacia adentro) podían comenzar a descender las escaleras (de 82 cm. de altura cada escalón), y las escaleras terminaban al tercer día (contaban los días con el estómago y los períodos de sueño, lo que resulta sumamente exacto). Allí dejaban también los breos (antorchas hechas con palos embebidos en brea de afloramientos petrolíferos cercanos), y continuaban iluminados por luces que simplemente estaban colocadas allí, grandes como una sandía y claras como una lámpara eléctrica. Cada vez andaban más rápido, puesto que iban llevando menos peso e iban perdiendo el peso corporal. Atravesaban cinco lugares que estaban muy bien delimitados, en medio de unas cavidades enormes, cuyo techo no era posible ver. Allí habían -en una de las salas- cuatro luces como soles, imposible mirarlos, pero que seguramente no era tan altas como el sol. En ese sector crecían algunos árboles de buenos frutos, como cajúes, nogales, mangos y plátanos, y plantas más pequeñas. Por la descripción comparativa con ciertos lugares de la zona macuxí, esa sala tendría unos diez kilómetros cuadrados de superficie “transitable” y vegetada, y otros sectores inaccesibles y muy peligrosos, con piedra hirviendo, así como unos arroyos de azogue (mercurio, que los macuxíes conocieron en el presente siglo su uso para amalgamar el polvo de oro, merced a los garimpeiros que hoy contaminan con él las aguas amazónicas). Luego de estas cinco grandes cavidades, en un punto situado más allá de medio camino, debían tomarse de las paredes, y con cuidado impulsarse porque “volaban” (es decir que estaban ingrávidos como un astronauta).
El viento que había comenzado a soplar hacia afuera, no era obstáculo al iniciar el descenso, pero si lo intentaban al revés, la violencia del remolino les podía arrastrar al abismal túnel, y el cadáver -golpeado mil veces- no se detendría hasta un día de marcha, cueva adentro. Respetando este ciclo, iniciando la marcha con viento en contra (que era a favor de su seguridad) bajaban tres días por escaleras; y luego de dos días de marcha por túnel angosto, ya sin escaleras, el viento volvía hacia adentro, de modo que cuidaban los pasos desde el día de la partida, para no dejar arena removida o guijarros sueltos que luego se estrellarían en sus espaldas. Aún con viento a favor -ya en el séptimo u octavo día de marcha-, llegaban a la zona “donde todo vuela”, es decir al medio de la costra del planeta (el medio de la masa, magnéticamente hablando, que no es el centro geométrico de la Tierra, sino cualquier punto en medio del espesor de la corteza).
A veces el viento era muy fuerte, y en vez de tomarse de las paredes para impulsarse, debían hacerlo para frenarse y no ser golpeados. Generalmente duraba desde poco menos de un día hasta día y medio, la travesía sin gravedad. Algunas veces debieron aferrarse a las salientes pétreas o a hierros que habían “desde antes” clavados en la roca, y esperar dos días a que amainara el viento. Luego seguían el camino caracterizado por arroyos con aguas muy frías que atravesaban la caverna, y entraban a una especie de gran vacía, mayor que las anteriores, donde habían unas cosas brillantes, de forma similar a los panales de abejas, de unos diez metros de diámetro, situados sobre un vástago, como un tronco de árbol, a una altura imprecisable por la memoria de los últimos macuxíes que viven recordando aquello, aún con cierto temor a las represalias de “los hombres grandes”.
Los viajeros iban recobrando el peso, pero no llegaban a recobrarlo totalmente, porque aparecían en “la tierra del otro lado”, donde todo es un poco más liviano, el sol es rojo y siempre es de día, sin noche, ni estrellas ni luna. Allí permanecían unos días, disfrutando de unas playas cercanas, volviéndose más jóvenes. (Lo que recuerda a Apolo, que iba al Olimpo a rejuvenecerse) Los macuxíes conocían muy bien el Atlántico, pues estaban -“afuera”- a unos trescientos kilómetros de la costa, y no era éste el mar). Los gigantes les daban unos peces muy buenos y grandes, cuya carne no se descomponía hasta dos o tres meses de haber sido pescados. Con esa preciosa carga, manzanas más grandes que una cabeza y uvas del tamaño de un puño, además de mucha energía corporal, volvían acompañados de algunos gigantes que les ayudaban con el enorme peso que traían. El viaje de vuelta se iniciaba con viento a favor, para volver a tenerlo a favor también en la última etapa, al subir los tres últimos días por las escaleras, cuyos últimos restos existen actualmente.
La creencia -o conocimiento- de los macuxíes, es que si respetan las pautas dadas por los gigantes, luego de morir aquí afuera, nacerán entre ellos, allá adentro. Cuentan que algunos macuxíes no morían, sino que se transformaban (¿transfiguraban?) en casi-gigantes y se quedaban en el interior. Esto requería principalmente, no tener hijos aquí afuera.
La tragedia para los macuxíes sucedió en 1907. Tres exploradores ingleses, llegaron en nombre de su reina, buscando diamantes. La zonamacuxí es aún actualmente un poco diamantífera, pero ya se la ha explotado desde 1912 tan intensamente que casi no hay diamante, siendo poco o nada rentable su búsqueda. Cuando llegaron los ingleses, había lo suficiente como para conformar a la reina y a muchos ambiciosos que se enriquecieron luego, explotando a los nativos, pero uno de aquellos “viajeros autorizados al Centro de la Tierra” cometió la terrible imprudencia de violar la consigna de secreto, e indicó el lugar de entrada a los extranjeros. Uno de ellos envió una carta a Su Majestad, repitiéndole una narración como ésta, con algunos detalles más. En las arenas de las playas interiores, abunda el diamante, al igual que en algunos enormes bloques carboníferos de mineral de serpentina, de antiguos calderos volcánicos, que hoy son, justamente, esos túneles hacia el interior del mundo.
Los tres hombres salieron -o mejor dicho entraron- de expedición, pero no regresaron jamás. En vez de ello, salieron los gigantes, reprendieron a los macuxíes y les prohibieron para siempre el ingreso al interior. Luego de dos años de angustia y pobreza (esa zona, en esta superficie externa tenía diamantes -sin valor entonces para ellos-, pero no mucha fruta ni muchos peces), decidieron intentar un nuevo contacto con los gigantes, a pesar de la prohibición. Viajaron esperanzados durante dos días, pero llegaron a un punto del camino donde el viento venía de otra caverna que ellos no conocían. El camino original estaba derrumbado. Algunos volvieron inmediatamente, pero otros decidieron seguir el nuevo y desconocido túnel. Varios meses después, uno de ellos regresó y dijo al resto que podían entrar; los gigantes les autorizaban, pero sería para no volver nunca afuera, porque otros ingleses irían al territorio y les dañarían. Algunos se negaron a partir, porque el lugar asignado era una de aquellas grandes vacuoides. Otros aceptaron irse y no regresaron jamás.
Unos años después, comenzaron a llegar garimpeiros, a enturbiar los ríos con zarandas, resumidoras y mercurio, y a enturbiar los cerebros de los macuxíes que se quedaron “afuera”, con caña, caipiriña y macoña (droga). También les enturbiaban las espaldas -con látigos- y la raza, violando a sus mujeres. En junio o julio de 1946 hubo un enorme derrumbe en el túnel, cayendo casi toda la escalera. Hoy sólo quedan algunos escalones del inicio, y un enorme precipicio inescalable, donde el viento sopla con ritmos diferentes. Algunos viejos macuxíes que escaparon al látigo inglés, y aún viven contando su edad por lunas, no se resignan totalmente a olvidar el Paraíso Perdido. Nunca mejor expresado, pues ellos lo conocieron… Y lo perdieron.
Fuente: http://mparalelos.jimdo.com/2013/02/08/los-indios-ya-sab%C3%ADan-que-la-tierra-era-hueca/
En este programa estudiamos todas las menciones a viajes al interior de la tierra empezando por el inusual interés de Hitler al respecto de posibles localizaciones intraterrestres y terminando por varios incidentes ocurridos en las costas árticas y antárticas. Esperamos que el programa sea de su interés.
Ufopolis.com 2015
http://www.ufopolis.com/2015/08/expediciones-al-centro-de-la-tierra-ocultadas-por-los-gobiernos/