En el mes de febrero del año 1988, unos campesinos que trabajaban la tierra en la provincia china de Hebei, diez kilómetros al noreste de la ciudad de Handan, se toparon con un hallazgo sin precedentes: un dragón chino de piedra que alcanzaba los 369 metros de longitud. A la izquierda del dragón, junto a él, descansaban otros cinco pequeños dragones. A su derecha aparecieron otros cuatro dragoncitos. Todos ellos –pequeños y grande– apuntaban con sus cabezas hacia el noreste.
Al continuar excavando en torno a las 10 figuras, cuando ya tenían desenterrado alrededor de 18 metros, comprobaron que la cabeza del dragón gigante se hallaba rota. Casi resultaba imposible que no fuese así, puesto que el cráneo medía 10 metros. Además, las garras medían 30 centímetros, mientras que el grosor de cada diente alcanzaba los 5 centímetros de diámetro. Asimismo se descubrió que el cuerpo del dragón se hallaba hueco y que por su vientre vacío debía correr algún tipo de líquido que luego saldría por sus fauces. Los aldeanos más ancianos no tardaron mucho en confirmar que, efectivamente, veinte años atrás un curso de agua brotaba, justamente, en el mismo lugar en que se hallaba enterrado tan colosal dragón.
La escultura del dragón chino de piedra parecía tallada en granito rojo, pero a través de un corte transversal también mostraba, curiosamente, patrones circulares como si se tratase de los anillos de un árbol. Su color también iba cambiando, luciendo tonalidades más suaves y claras por su superficie, mientras que en su interior mostraba una gama cromática mucho más oscura. Se intentó determinar el origen de la roca en que fue esculpido, pero lo cierto es que no se ha encontrado hasta ahora ningún material similar en todo el territorio.
Imagen de una sección de la cola del gigantesco dragón de piedra.
Por otra parte, sus orígenes son sumamente enigmáticos. Según las hipótesis barajadas, podría corresponder a una civilización prehistórica, ya que en los alrededores del pueblo se han recuperado muchos fósiles de conchas y plantas marinas que denotan que hace miles de años toda esa área se hallaba sumergida. De hecho, según afirman los expertos, el dragón podría tener al menos 30.000 años desde que fue esculpido, convirtiéndose, de este modo, en el más antiguo, además de en el de mayor tamaño.
Curiosamente, existe una legendaria historia en Handan que relata la vida de una joven llamada Fangbao que se comió un durazno que su cuñada había encontrado un día flotando en el río, mientras lavaba la ropa. Poco después, Fangbao empezó a notar que su tripa empezaba a crecer, como si estuviese embarazada. Cuando el padre de Fangbao se enteró de lo que le sucedía, avergonzado, llevó a su hija hasta una choza, lejos del pueblo: no podía permitir que nadie supiera que su hija estaba embarazada siendo aún soltera.
Un día, cuando el anciano regresaba de dejarle comida a la joven, se levantó un fuerte viento y comenzó una fuerte tormenta con mucho aparato eléctrico. Entonces, la choza de Fangbao saltó por los aires y el hombre pudo observar cómo su hija ascendía a los cielos junto con nueve dragones. Pese a lo que había visto, corrió a buscar a su hija entre los restos de la choza, pero jamás la encontró. Aún en la actualidad, los vecinos de la zona creen que Fangbao es la madre sagrada de aquellos nueve dragones.
El muro de los Nueve Dragones Sagrados en el Palacio de la Longevidad Tranquila de la Ciudad Prohibida de Pekín, China.