Una colaboración de lalunagatuna
El albinismo es una condición genética caracterizada por una ausencia de pigmento en la piel, los ojos o el pelo de los seres humanos y otros animales causado por una mutación en los genes. Pero, en algunos países africanos como Tanzania y en determinadas zonas rurales de este continente, ser albino implica sufrir un rechazo total por parte de la sociedad, incluyendo –en muchas ocasiones- a la propia familia.
Así pues, pocos años atrás, los albinos africanos sentían sobre ellos dos amenazas: la exclusión social y el peligro del ardiente sol sobre su piel y sus ojos desprotegidos, ya de por sí débiles y especialmente sensibles. Por eso, lamentablemente para ellos no es nuevo el hecho de ser abandonados por sus familias, sufrir la discriminación en distintos ámbitos empezando desde la escuela, o sentirse condenados a mendigar por la falta de oportunidades para encontrar cualquier tipo de trabajo. Pero sí es relativamente nuevo el miedo de sentir que su piel tiene precio.
Las noticias sobre la persecución y asesinato de albinos en distintos países del continente africano han sido cada vez más frecuentes en los últimos años. Una situación provocada por el aumento de un siniestro comercio en el que las mercancías son diferentes partes de sus pálidos cuerpos. Extremidades, piel, huesos, pelo e incluso la sangre de personas albinas son utilizadas por los brujos locales como ingredientes para hacer pociones a las que atribuyen poderes mágicos como dar suerte o atraer la riqueza. El problema es especialmente preocupante en Tanzania, un país en el que la población de albinos se estima en unas 170.000 personas. Allí los inciertos datos oficiales cifraron en 40 los albinos asesinados el año pasado, y la alarma que estos hechos ha provocado en la comunidad internacional ha presionado para que el Gobierno tanzano apoyara el nombramiento de una parlamentaria albina (2008), primero, y a principios del 2009 tomara la decisión de suspender las licencias de todos los curanderos, a los que se calcula recurre más del 40% de la población.
Aunque el vídeo que se adjunta a continuación está en lengua inglesa, recomiendo hacer un pequeño esfuerzo y visualizarlo. Entre otras cosas, cuenta con testimonios en primera persona, el caso particular sufrido por una chica tanzana de 28 años. Miriam fue atacada en medio de la noche por dos hombres, quienes llevaban con ellos instrumentos tales como un machete y botellas, con los que le comenzaron a cortar los brazos. Tardó 10 horas hasta que ingresó en el hospital, por lo que se consideró un milagro que sobreviviese; aunque el bebé que crecía en su útero no corrió la misma suerte.
Desde entonces, a pesar de que dispone de dos brazos ortopédicos, Miriam no tiene la capacidad de vestirse, alimentarse, lavarse y cuidar de su hijo pequeño (3 años) de manera autónoma, por lo que su madre –que vivía en otro pueblo-, se trasladó a su casa para así cuidar de ella y de su nieto.
En mi opinión, la situación que viven los albanos negros en muchísimos lugares de África es intolerable. Bien es verdad, que la causa por la que se producen tales atrocidades puede venir dada en gran parte por la falta de conocimientos derivada en supersticiones, por eso, creo que sería conveniente que tanto las políticas llevadas a cabo por estos países, como la denuncia social a nivel mundial; fuesen eficaces y rotundas.
Para finalizar, me gustaría compartir un vídeo que ilustra de manera rápida y general todo este conflicto actual y, por otro lado, una publicación documentada del periodista Jon Sistiaga, quien informa de manera más detallada y concreta diferentes aspectos de esta situación, contando con vivencias personales, concretas y reales.
No se les considera humanos, sino fantasmas. Creen que si se mata al espíritu fantasma y se hace pociones con partes de ese cuerpo, obtendrán poderes mágicos.