“Semillas criollas son la base de la soberanía alimentaria”

La red mundial La Vía Campesina acaba de declarar la soberanía alimentaria como un “derecho fundamental de todos los pueblos, naciones y estados a controlar sus alimentos y sus sistemas alimentarios, y a decidir sus políticas asegurando a cada uno alimentos de calidad, adecuados, accesibles, nutritivos y culturalmente apropiados”.

La decisión fue adoptada en la VI conferencia celebrada en Yakarta entre el 9 y el 13 de este mes por esta red de 150 organizaciones campesinas, de pequeños agricultores, mujeres rurales, pueblos indígenas y trabajadores agrícolas, que representan a unos 200 millones de personas en 70 países.

Esta soberanía depende de la recuperación y preservación de las semillas nativas, pues son la garantía de la riqueza alimentaria y la biodiversidad agrícola, dijo en una entrevista con TerraViva Francisca “Pancha” Rodríguez, líder de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile.

Rodríguez está presente en la 38a sesión bienal de conferencia de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que se celebra en Roma esta semana.

La Vía Campesina y otras organizaciones de la sociedad civil han puesto la reivindicación de la soberanía alimentaria en el centro de su diálogo con instituciones internacionales como la FAO.

En Yakarta, La Vía Campesina decidió priorizar la promoción de la agroecología, entendida como “la producción de alimentos basada en la agricultura campesina”, el rechazo a la violencia y la discriminación contra las mujeres, y la defensa de la tierra y los territorios mediante “una reforma agraria integral (…), única manera de asegurar un futuro para los jóvenes del campo”.

IPS: ¿Por qué la defensa de las semillas nativas está en el centro de la reivindicación de la soberanía alimentaria?

FRANCISCA RODRÍGUEZ: Las semillas criollas constituyen el pilar fundamental de la soberanía alimentaria, junto a la lucha contra la agricultura transgénica del oligopolio agroindustrial multinacional. La defensa de la soberanía alimentaria parte donde parte la cadena alimentaria, y esta comienza con las semillas.

El despojo de las semillas, perpetrado por las multinacionales contra los campesinos, hace que el acceso a la tierra no nos sirva de nada, si vamos a ser dependientes de ese oligopolio que busca la hegemonía sobre las semillas.

IPS: ¿Cómo afecta la pérdida de semillas criollas a la biodiversidad agrícola?

FR: Las multinacionales de la agricultura química tienen que eliminar cientos de semillas para patentar una sola. Esta eliminación de tantas variedades es un atentado a los campesinos y a la humanidad, pues al destruir tales variedades, se reduce la biodiversidad, nos quitan riqueza alimentaria y cultural mundial. Además, las multinacionales buscan vincular sus semillas a toda la cadena de producción agrícola, para dominarla con sus insumos.

Las semillas tienen muchos significados que unen a la humanidad. En ellas hay ciencia, espiritualidad, sabiduría… Todo esto lo perdemos cuando perdemos las semillas, incluso el derecho de seguir siendo campesinos.

“Las multinacionales buscan vincular sus semillas a toda la cadena de producción agrícola, para dominarla con sus insumos”.

IPS: En América Latina, la defensa de variedades criollas de maíz contra las modificadas genéticamente también moviliza a los campesinos.

FR: Sí, lo ves en México, en Centroamérica, en Brasil. La defensa de las semillas del maíz natural en México no es una lucha solo de los campesinos, sino de todo el pueblo. De la misma manera, el rescate de las múltiples plantas de maíz criollo en Brasil constituye una garantía de variedad y riqueza alimentaria, y de resistencia a las enfermedades que afectan a las plantas.

IPS: Otro desafío en América Latina es la presunta extranjerización y el acaparamiento de tierras. ¿Qué acciones propone La Vía Campesina?

FR: La única garantía es la acumulación de fuerzas para la movilización y la resistencia contra el acaparamiento de tierras. Las sociedades deben entender que el derecho a la tierra y la agricultura son de todos, de cada país y cada pueblo, y no solo de los campesinos, y que, por ello, en la lucha por ese derecho debemos estar todos.

El acaparamiento obedece a los intereses principales del capital transnacional, pues la tierra a través de la agricultura les proporciona enormes ganancias, y también les da acceso a otros recursos, como el agua y los minerales. Por eso, los límites legales que se están introduciendo a la extranjerización no son suficientes.

Tenemos que eliminar los monocultivos, proteger el agua y devolver la tierra a su función social: la de producir alimentos para el pueblo. Debemos defender la Madre Tierra, que nos da vida y nos pertenece a todos”.

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