Entrando a la era posthumana, es un deber metaético ayudar a los demás seres vivos del planeta a mejorar su existencia? Un proyecto de comunicación entre delfines y hombres podría ser un hito en la diplomacia entre especies
La idea posthumanista (cómo su nombre lo sugiere) no solamente da espacio para afirmar la mejora y potenciación de los seres humanos, sino también existen algunos representantes de este pensamiento que afirman que es un deber ético (quizás una meta-ética inter-especies) de la humanidad, ayudar a los demás seres vivos de nuestro planeta a “mejorar” su existencia, no sólo sus medios de vida, cuidando sus nichos ecológicos, sino también tomando acción para mejorar su dignidad dentro de un mundo humano y posthumano. No basta que puedan vivir si no pueden vivir bajo los derechos que les reconocemos a las personas actualmente.
En particular a aquellos por los que se aboga su reconocimiento normativo como “personas” y como tales, detentadoras de derechos, dejando al fin su status de cosas o bienes que la mayoría de los sistemas jurídicos irreflexivamente les reconocen. Uno de los defensores de esta tesis es Peter Singer, filósofo de ideas extremas quién sostiene justamente que los animales no-humanos y los animales humanos compartimos la capacidad de sufrir y eso es argumento suficiente para colegir una obligación de intervenir evitando su sufrimiento y abuso.
El primer paso es justamente reconocerles derechos, reconocerles personalidad desde el punto de vista jurídico.
Luego mejorar activamente sus condiciones de vida, no sólo a través de una abstención de influir perjudicialmente en sus ecosistemas y modos de vida, sino que tomar acciones positivas por mejorar su experiencia vital como comunidades y como individuos según corresponda a la naturaleza propia de cada especie (entre los grandes simios, por ejemplo, hay claramente un reconocimiento de cada individuo como tal y no como en otras especies en que los individuos no son parte de su naturaleza como especies, por ejemplo las palomas, los ratones etc.)
Para comenzar esto debemos intentar comunicarnos. Nadie espera que un delfín vaya a alertarnos del peligro de los accidentes con crudo de petróleo en el mar o exigirnos directamente que les reconozcamos derechos, sin embargo un acto comunicacional entre delfines y humanos en un lenguaje común podría convertirse en un hito para la ética y diplomacia interespecies.
Una actividad comunicativa motivada por nuestro lado sería ciertamente un reconocimiento a la agencia de los individuos y las especies no-humanas del planeta. Un gran gesto de buena voluntad.
En esta materia han estado trabajando la doctora Denise Herzing del “Wild Dolphin Project” en Jupiter, Florida, y el investigador en inteligencia artificial del instituto de inteligencia artificial de Georgia, Thad Starner, cuando comenzaron a desarrollar el CHAT (Cetacean Hearing and Telemetry ) un dispositivo dotado de un computador del tamaño de un Smartphone y dos hidrófonos capaces de detectar frecuencias altísimas del espectro de sonido en las que los delfines pueden comunicarse. La idea de esta tecnología es co-crear con los delfines un lenguaje común y comenzar las conversaciones entre humanos y delfines.
Ha sido estudiado que los delfines tienen un lenguaje relativamente complejo utilizando distintas frecuencias de sonido y desde hace décadas se ha probado que además son capaces de aprender nuevos lenguajes a través de símbolos y colores que aprietan en pantallas táctiles con el fin de comunicar ideas en un lenguaje entendible por nosotros.
Por otra parte de este debate, se sostienen ideas como las del investigador George Dvorsky quién publicó hace algún tiempo un paper en el cuál defendía la idea de que tenemos el deber moral de mejorar a las especies animales no-humanas de la misma forma en que lo hacemos y haremos con nuestra propia especie, agregando al debate un argumento extremo pero convincente o al menos considerable de que las nuevas tecnologías y en particular la biotecnología es una posibilidad técnica que, de perfeccionarse, no podremos negar la posibilidad de mejorar a las especies animales no-humanas de igual forma a como mejoraremos nuestra propia vida, extendiéndola, aumentando nuestros sentidos, nuestra inteligencia y en general pavimentar el camino a nuestra condición de “dioses”.