Cuando tuvimos conocimiento del ACTA, vimos que se trataba de un acuerdo bilateral que vinculaba a ambas partes, los Estados Unidos y el país firmante, para que la industria del ocio norteamericana pudiera campar a sus anchas. Los Estados Unidos defienden los intereses de sus empresas, lo que no debiera ser noticia.
Lo que si que fue noticia fue que la mayoría de países a los que se les pidió colaboración, accedieron y vendieron a sus empresas y ciudadanos. Quizá no directamente firmando el ACTA, pero si por otras vías, como las diferentes modificaciones de las leyes locales para introducir medidas que protegen a empresas foráneas al tiempo que convierten a los ciudadanos en delincuentes.
Quizá por las reticencias y la oposición que se ha encontrado con ACTA, y seguramente debido a que los propietarios y responsables de dominios, blogs, páginas web y demás encontraron formas de evitar las modificaciones legislativas moviendo los servidores fuera del país, unos cuantos senadores norte-americanos han decidido dar un paso hacia adelante.
Patrick Leahy, Orrin Hatch y Chuck Grassley han mandado su propuesta de ley llamada Preventing Real Online Threats to Economic Creativity and Theft of Intellectual Property, en adelante conocida como PROTECT IP y que traducido dice más o menos que será la Ley de Prevención de Amenazas Reales En Línea a la Creatividad Económica y del Robo de la Propiedad Intelectual. Parece un chiste, pero no lo es. Burla sería más apropiado.
PROTECT IP deja la COICA, el ACTA la Ley Sinde, la Digital Economy Bill y Hadopi, todas juntas, a la altura del betún y no va a proteger la Propiedad Intelectual, si no a atacar a cualquiera que la infrinja. Mejor dicho, atacará a aquellos a quienes los titulares de los derechos digan que han violado alguna normativa de copyright, y lo hará mediante el sistema “apisonadora”.
Según la propuesta de PROTECT IP, no solamente seguirá el secuestro de dominios gestionados por registradores estado-unidenses, si no que se ampliará el marco de actuación y se podrán secuestrar dominios por todo el mundo, además de forzar a los buscadores de Internet, como Google, Yahoo! o Bing, a retirar de sus resultados los sitios web indicados.
Pero la parte estrella va destinada a otra parte del sector de Internet: los titulares de copyright podrán pedir una orden judicial directa, sin seguir los cauces actuales que requieren presentar una mínima base para la petición.
Con dicha orden, y éste es el objeto último de PROTECT IP, se podrán cortar los grifos económicos de sustento del sitio web, forzando todo aquel que mantenga alguna relación comercial con el sitio a que la termine. Esto incluye publicidad online, medios y pasarelas de pago o los proveedores de hosting y conexión.
Ah, y para que no se diga, se han incluido ‘salvaguardias’. Los propietarios de los sitios web acusados de Amenazar la Creatividad Económica y de Robo de la Propiedad Intelectual tendrán derecho a quejarse, pero solo cuando se les haya secuestrado el dominio y las cuentas bancarias.
La excusa y razón de los senadores y los que promueven dicha propuesta, es que el robo de contenido sujeto a copyright está causando una sangría de empleos en el sector.
Pero por si acaso lo de siempre no colaba y por aquello de no querer ser los protagonistas, los grandes productores han pasado de mostrar a los pobres actores en sus mansiones y, en cambio, han optado por hablar los John Doe, los sin-nombre del mundillo: conductores de camión, maquilladores, peluqueros y “el resto de los americanos de clase media que hacen posibles las películas o las series de televisión”.
Un gran resorte el del sentimiento de culpa. Uno se pregunta si, cuando dentro de un tiempo, medidas como PROTECT IP, y que muy probablemente provoquen la ruina de más de una y de dos empresas del sector de Internet de forma directa, así como hará que empeore la situación de la industria del ocio destruyendo mucho más empleo y sin oportunidad de recuperación, los señores que han propuesto esta vergüenza serán capaces de acordarse de la clase media americana.
Junten los filtros que se planean, por ejemplo en Bruselas o en Australia, con PROTECT IP y la revisión de las Directivas que comentamos con anterioridad. Ahora súmenle algún tonto útil y acuérdense del ensayo general que fue el affaire Wikileaks. El mapa se desvela poco a poco: esto es Hollywood.