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Maestro -le dice el atribulado aprendiz al viejo – Muchas cosas nuevas e inesperadas han ocurrido últimamente en mi vida ¿cómo puedo saber cuando ha llegado el momento de hacer cambios?
– Eres como un estudiante que desea rendir el examen final del 5to grado cuando la escuela está en receso y ya están a mitad de las vacaciones – dice el viejo sin mirar al joven aprendiz.
– ¿Cómo, maestro? Qué quiere decir con eso- pregunta el estudiante
– Quiero decir que ya lo sabes -le responde el viejo.
– ¿Ya lo sé? ¿Cómo es eso de que ya lo sé? – reacciona el aprendiz, entre perplejo e irritado.
– Claro, ya lo sabes, siempre lo has sabido. – insiste el sabio
– No lo sé, maestro. Y es por eso que vengo a buscar consejo.
– No tengo consejo alguno que darte. Pero en realidad es muy fácil. Tú puedes elegir cambiar sólo una palabra de dos letras en tu pregunta y allí mismo encontrarás la respuesta.
– ¿Cuál palabra?
– Búscala
– A ver-analiza el joven – sólo hay dos palabras de dos letras: “en” y “mi”. No sé por cual podría cambiar “en”. Pero, creo que sí podría cambiar “mi” por, por ejemplo “la”- razona el aprendiz.
– Hazlo.
El aprendiz repite:
– “Muchas cosas nuevas e inesperadas han ocurrido últimamente en la vida… en “la” vida! Eso suena diferente!”
– Exactamente -sentencia el sabio- los cambios no ocurren en “tu” vida o “mi vida”, si no en “la” vida. Y tú, siendo parte de ella, no estás viendo que en la vida el cambio es lo único que no cambia.
– Es cierto- asiente el aprendiz.
– Así que los cambios, esas cosas nuevas e inesperadas de las que hablas, no son ni nuevas ni inesperadas. Y ya ocurrieron. Y siguen y seguirán ocurriendo. El “momento de cambios” que buscas en lo que llamas “tu” vida, es sólo el ejercicio tardío, fuera de plazo, de ponerte al día con la existencia misma y con el universo.
Julio Alvarez.