Los más grandes y la mayoría de los complejos instrumentos científicos todavía no se ha instalado en la Estación Espacial Internacional. Transportado al espacio por un transbordador espacial, el Espectrómetro Magnético Alfa es capaz de filtrar el impacto de diez mil rayos cósmicos por minuto, en busca de los secretos mejor guardados de las partículas.
AMS-02 en la Estación Espacial Internacional. Crédito: NASA |
Los rayos cósmicos son partículas de alta energía, disparados a través del espacio, a la velocidad de la luz. El recién instalado Espectrómetro Magnético Alfa (AMS-02) detectará y catalogará estos rayos en busca de nuevas pistas sobre la naturaleza fundamental de la materia.
Uno de los mayores misterios que el AMS intentará resolver es, de dónde vienen esos rayos cósmicos. Las fantásticas energías de estas partículas podrían haberse generado en los enmarañados campos magnéticos de estrellas que estallaron, o tal vez en los centros de galaxias activas, o tal vez, en lugares aún no vistos por los astrónomos.
Mediante la recopilación y la medición de un gran número de rayos cósmicos y sus energías, los físicos de partículas esperan comprender más sobre cómo y dónde nacen.
El AMS-02 es la culminación de un programa que puso en marcha un prototipo de detector a bordo del transbordador espacial en 1998. Conocido como el AMS-01, el experimento demostró un gran potencial de descubrimiento.
AMS-02 funcionará en la Estación Espacial Internacional a partir de 2020. Parte de su misión es buscar la antimateria en los rayos cósmicos. El satélite europeo también cargará el Antimatter Matter Exploration and Light-Nuclei Astrophysics (Pamela), que ya ha demostrado que hay más antimateria en el espacio de lo esperado por la astrofísica convencional.
Una posibilidad que investigará es si proceden de las colisiones entre partículas de «materia oscura». Esta es una misteriosa sustancia que los astrónomos creen que puede estar extendida por todo el Universo, superando a la materia normal en una proporción de diez a uno.
Montaje del imán de la AMS-02 . Crédito: CERN / AMS-02 Collaboration |
También existe la remota posibilidad de que se detecte una partícula de anti-helio, como remanente del Big Bang.
«El objetivo más emocionante del AMS es investigar lo desconocido, buscar fenómenos que existen en la naturaleza que aún no hemos imaginado, ni tenemos aún las herramientas para descubrirlos», apuntó el Premio Nobel Samuel Ting, que dirige el proyecto internacional.
El AMS es un conjunto único de diversos detectores, construido sobre todo en Europa, por los institutos en Italia, Francia, Alemania, España, Portugal y Suiza, y la participación de EE.UU., China, Rusia y Taiwán.
En total, el equipo del experimento, está constituido por más de 600 científicos de 56 institutos de 16 países. La participación europea está coordinada por el Prof. Roberto Battiston.
La instalación del AMS-02, que es parte de «DAMA» (detectar la materia oscura), como misión de la ESA, corre a cargo del astronauta Roberto Vittori, uno de los seis astronautas del transbordador espacial Endeavor.
Fuente: .http://www.esa.int/esaCP/index.html