Seguimos recorriendo nuestro país con las leyendas. Hoy avanzamos hacia el Sur y llegamos a la provincia de Río Negro, donde los pobladores más viejos de la zona
nos cuentan que…
…hace muchos años, cuando aún no habían llegado los conquistadores, vivían por aquí Rayentray, una hermosa joven, y Pehuén, su marido. Eran felices y todos los querían en la tribu, pues estaban siempre dispuestos a ayudar. Además, Pehuén curaba a los enfermos.
Pero hubo alguien a quien no le agradó todo esto: el hermano de Rayentray, llamado Melivilú, que envidiaba al joven Pehuen por su bondad.
Un día, cansado Melivilú de ver cómo era respetado el marido de su hermana, hizo un pacto con el diablo: a cambio de su alma consiguió que Pehuén enfermara y perdiera así sus fuerzas paulatinamente.
Sin embargo, nada cambió; la gente seguía visitando al enfermo para acompañarlo, seguía respetándolo y hasta lo quería más que antes.
Luna llena en la noche rionegrina
Melivilú enfureció. Una noche, mientras todos dormían, sacó al joven de su lecho, lo encerró en una gran vasija y lo arrojó al lago.
Al día siguiente no lo encontraron. Rayentray salió a buscarlo durante varias jornadas hasta que se perdió en el bosque. Jamás regresó. Siguió buscando a su amado.
Mucho tiempo después, unos pescadores sacaron del fondo del lago una vasija que arrojaron contra las piedras de la orilla.
Desde entonces, en las noches de Luna llena el bosque se queda en silencio y las flores pierden su perfume porque Pehuén, que está libre, se encuentra con Rayentray en la parte más iluminada del valle. Le lleva de regalo todo el perfume de las flores y la melodía de los pájaros.
Y si alguna vez van por aquellas tierras, observen una noche de luna llena y verán que todo parece detenerse mágicamente, como dice esta leyenda.