En 1997 fue publicado en España el libro “El código de la Biblia”, escrito por el periodista Michael Drosnin, en el se cuenta como un prestigioso matemático israelí de origen ruso llamado Eliyahu Rips había descubierto que se formaban ciertas palabras al contar de forma equidistante la letras que componen la Biblia, en concreto la Torá, las tablas que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí, en realidad éste ha sido el único escrito conocido al que se le atribuye la autoría de Dios, con el testimonio de los protagonistas, y los datos documentales, de lugar, tiempo, testigos y el propio documento.
Desde hace mucho tiempo este libro ha sido objeto de investigación por parte de sabios y eruditos de todos los tiempos y culturas, algunos de ellos realizaron intensas investigaciones, pero carecían de la tecnología necesaria para llegar a resultados satisfactorios, no obstante, la perseverancia de estos sabios y sus pasos en tan enigmítica investigación a animado a muchos otros a descifrar este secreto. El código secreto de la Biblia también conocido como el código de la Torá, consiste en grupos de palabras y frases que se supone que tienen un significado y que algunos creen que están colocadas intencionadamente de forma «encriptada» u oculta en el texto de la Biblia.
Estos códigos se hicieron famosos a raíz del hallazgo de unas reglas de decodificación (que únicamente podrían aplicarse al texto escrito en su idioma original, el hebreo antiguo, y con la ayuda de ordenadores), las cuales demostrarían que el código puede servir para predecir acontecimientos futuros, aunque esto está por demostrar científicamente. Los más expertos decodificadores (casi todos occidentales) dudan aún de esta posibilidad. Todas estas hipótesis son negadas por los escépticos y muchos grupos religiosos.
Sin embargo, los partidarios indican que para poder emitir un juicio correcto, el fenómeno debe ser estudiado mucho más en profundidad, ya que podrían existir códigos enormemente largos que aún no se han encontrado. Algunos incluso especulan con la posibilidad de que haya encriptación a varios niveles (unos códigos dentro de otros), o que se pueda buscar dentro de matrices de más de dos dimensiones.El principal método por el cual se extraen los mensajes significativos es la secuencia de letras equidistantes (ELS).
Para obtener una ELS de un texto, se escoge un punto de partida (cualquier letra) y una distancia (un número, preferentemente negativo). Entonces, comenzando en el punto de partida, se seleccionan letras del texto equidistantes, separadas por el número que se haya elegido para la distancia. Por ejemplo, en la oración: entre cojos osados, las letras en negrita leídas de izquierda a derecha, separadas por una distancia de 4 letras, forman la palabra ECOS. Los espacios y los signos de puntuación se deben ignorar.
A menudo varias secuencias relacionadas con el mismo tema pueden aparecer simultáneamente en una serie de letras. Esto se debe a que se coloca el texto en una matriz regular, con el mismo número de letras en cada línea, extrayendo después un rectángulo. En el ejemplo, se muestra parte del Génesis (26, 5–10) con 33 letras por línea.
Se muestran secuencias para BIBLIA Y CÓDIGO.
Normalmente sólo haría falta mostrar un rectángulo más pequeño, como el que aparece dibujado en la figura. En ese caso habría letras que faltarían, pero es esencial que el número de letras que falten sea el mismo para cada par de líneas adyacentes. Si no, no se cumpliría la secuencia.Si se ordenan las letras de Génesis 26:5-10 en una matriz de 33 columnas, se encuentran cruzadas las palabras «Biblia» y «código».
Hay miles de combinaciones posibles. Aunque se haya mostrado un ejemplo en inglés, para hacer una búsqueda de forma correcta habría que usar el texto bíblico en hebreo. Por motivos religiosos, la mayor parte de los defensores judíos del código usan sólo la Torá (los cinco primeros libros de La Biblia). Además, ya que las traducciones a cualquier otro idioma (de las cuales hay cientos de versiones para escoger) no son el texto original de la Biblia, esto requeriría que se creyera en el creacionismo de los idiomas (por la influencia de una entidad omnisciente, o gracias a una cuidadosa construcción) de modo que secuencias tan complejas como las encontradas en la Torá hebrea estuvieran presentes también en cada traducción. Otra alternativa consistiría en admitir que las secuencias halladas por los estudiosos del código no sean tan complejas o tan difíciles de encontrar como se dice…………..
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Y en un principio fue el verbo…