Una colaboración de Gaceta del apocalipsis
Bienvenidos a la época más hipócrita y consumista del año.
La época de las sonrisas impostadas y los falsos abrazos fraternos.
Pero en este artículo no te hablaremos de la infecta hipocresía y el inicuo consumismo que rodea las fiestas navideñas.
Sería imposible exponerlo mejor y de forma más bella que como lo hace el artículo de La Ventana Esmeralda titulado: La Navidad de la Hipocresía
Artículo que os recomendamos encarecidamente que leáis.
Nuestro objetivo en este artículo es hacerte comprender algo mucho más grave y profundo que la hipocresía en sí misma.
Algo que subyace en el fondo y en los orígenes de estas actitudes de falsa hermandad y felicidad tan propias de estas “entrañables” fiestas.
Algo que siempre decidimos ignorar y pasar por alto, pues nos enfrentaría con los auténticos demonios que viven en nuestro interior.
Algo que persistentemente te oculta el Sistema en cualquiera de sus múltiples manifestaciones.
Y es que la navidad es la época del año en la que se hace más cruda y evidente la programación mental a la que todos estamos sometidos.
Para comprenderlo mejor, fijémonos en nosotros mismos y en la gente que nos rodea.
Llegadas estas fechas del calendario, un resorte automático se acciona en nuestro interior y de repente nos vemos abocados a comprar regalos, a montar copiosas cenas, a comer turrones y beber champán, cantar villancicos, montar belenes, pesebres y árboles navideños, a comprar lotería y a vestir determinados ropajes, paseando bajo la luz de adornos que en cualquier otro momento del año consideraríamos ridículos o incluso molestos.
Eso en el caso de que tu economía te lo permita.
Pues hay muchísima gente para la cual, la llegada de la navidad significa una auténtica tortura psicológica.
Padres y madres desesperados por no poder cumplir con las obligaciones sociales propias de la época: montar cenas carísimas y lo peor de todo, comprar regalos a sus allegados y sobretodo a sus hijos.
Niños y niñas que han sido programados para esperar con ilusión estas fechas bajo la promesa de recibir obsequios y juguetes.
Criaturas que en el caso de no recibir esos regalos se sentirán desgraciados y avergonzados en contraste con sus compañeros que sí los reciben.
Avergonzados de sí mismos y avergonzados de sus padres.
Sentimientos que probablemente los marcarán por mucho tiempo y harán mella en su autoestima y en su forma de concebir el mundo para el resto de su vida.
Porque esto es lo que trae la “entrañable” navidad a muchas casas: dolor, frustración y un hiriente sentimiento de humillación ante los demás.
Y llegados aquí, la pregunta clave es: ¿POR QUÉ?
¿Por qué tantas personas se afanan en comprar, en regalar, en consumir y en simular sentimientos, repitiendo las mismas expresiones y actitudes, año tras año?
Y sobretodo, ¿por qué tantas personas sienten tanto dolor y frustración cuando no pueden realizar estos rituales de repetición tal y como hacen los demás?
En definitiva: ¿Por qué celebramos la navidad?
Y la respuesta no puede ser más absurda, vacua y desconcertante.
La celebramos, simple y llanamente, porque nos han dicho que tenemos que hacerlo
Desde muy pequeños nos han dicho que es lo que toca cuando llega este momento del año y que debemos hacerlo porque sí, sin más razones que un subterfugio patético y vacío de sentido, como el supuesto nacimiento de un niño hace 2000 años en un supuesto establo de oriente medio.
Y lo cierto es que si lo analizas fríamente, por más ferviente que sea tu creencia religiosa, no existe ninguna relación lógica entre ese supuesto nacimiento y la celebración en sí.
Toda relación existente entre un hecho y otro es una invención humana de carácter abstracto y arbitrario.
Alguien decidió en su momento que ese supuesto nacimiento debía ser celebrado y todos lo hemos hecho desde entonces sin plantearnos ni tan solo el por qué, ni qué razones lógicas hay para ello.
Y ese vacío de sentido podemos extrapolarlo a todas y cada una de las celebraciones y tradiciones con las que cumplimos robóticamente a lo largo del año, sean cuales sean sus orígenes y objetivos.
Pueden ser la Navidad, Halloween, el Día del Trabajo, el Santo Patrón de tu pueblo, la Fiesta del Cordero, el Yom Kipur o sacrificar seres humanos en la cúspide de una pirámide Azteca con el fin de apaciguar a los dioses.
Simplemente, somos conducidos a actuar de tal o cual manera cuando llegan determinadas fechas del calendario y nosotros cumplimos con el programa sin rechistar.
Porque todos somos Robots Programados
Y la navidad es el ejemplo más paradigmático de todos.
Porque no solo condiciona nuestras actividades y costumbres, sino incluso los sentimientos y las emociones que debemos experimentar de forma obligatoria durante estas fechas (y solo durante estas fechas)
Hasta tal punto llega este condicionamiento mental, que nos hace sentir dolor y frustración si no podemos cumplir con el programa establecido.
Exactamente como sucedería en el caso de una adicción que no puede ser satisfecha.
¿Hay peor programación mental que esta?
Quizás ahora pienses que todo lo que decimos resulta de lo más exagerado.
Bien, mírate en el espejo y sé sincer@ contigo mism@.
¿TÚ has decidido celebrar la navidad?
¿Es iniciativa tuya?
¿O simplemente la celebras porque siempre lo has visto hacer y no puedes evitar hacerlo?
Y en todo caso, ¿Sabes por qué lo haces?
¿O la celebras automáticamente, solo porque lo hace todo el mundo y siempre ha sido así?
Acéptalo: te han programado para actuar de forma inconsciente, sin tan solo pensar en las razones que subyacen o justifican tus costumbres.
Y eso implica que NO eres un ser individual y libre.
Solo crees que lo eres, pero no ejerces ningún poder real sobre gran parte de tus decisiones.
Tu celebración automática e irreflexiva de la navidad es un claro ejemplo de ello.
Y ni te imaginas hasta qué profundidad puede llegar la programación mental a la que está sometida tu psique…
¿Empiezas a ver ahora las cadenas en tu mente?
¿Ves la profunda esclavitud psíquica a la que te someten desde que naces hasta que mueres?
Tal vez todo esto te parezcan los desvaríos de un loco.
Arrebatos filosóficos de salón sin ningún sentido práctico, que atentan contra los pilares básicos de toda convivencia social.
Quizás pienses que la navidad es fantástica y te llegues a autoconvencer de que celebras la navidad porque tú quieres y porque a ti te gusta.
Pues bien, si lo deseas, puedes seguir engañándote tanto tiempo como te venga en gana.
En tal caso, solo nos queda desearte una FELIZ PROGRAMACIÓN MENTAL
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
http://gazzettadelapocalipsis.wordpress.com/2013/12/22/navidad-y-programacion-mental/