16.- HEFESTOS GRABÓ UN MAPA EN EL ESCUDO DE AQUILES
Al describir en el Canto XVIII de la Ilíada la forma en que Hefestos construyó un escudo para Aquiles, Homero dice que aquél grabó lo que a mí me parece ser el primer esbozo de un mapa de la costa noroccidental del continente europeo, es decir la costa ártica de Noruega. Es la misma que posteriormente fue conocida bajo el nombre vernáculo de Thule.
Los versos 481 al 486 describen el grabado del escudo de Aquiles:
“Cinco capas tenía el escudo, y en la superior
grabó el dios muchas artísticas figuras, con sabia inteligencia.
Allí puso la tierra, el cielo y el mar,
el sol infatigable y la luna llena:
allí, las estrellas que el cielo coronan,
las Pléyades, las Híades, el robusto Orión”
(“Pente d’ar’autou esan sakeos ptykhes autar en auto
Poiei daidala polla idyiesi prapidessin.
En men gaian eteux’, en d’ouranon, en de thalassan,
Helion t’ akamanta, selenen te plethousan.
En de ta teipea panta ta t’ ouranos estephanotai,
Pleiadas th’, Hyadas te, to te sthenos Orionos”).
Aunque Hefestos no lo dijo, podríamos inducir que las figuras grabadas en el escudo de Aquiles se referían a un mapa en que, al figurar el mar y la tierra, necesariamente estaba grabando los contornos de la costa de algún lugar.
Hefestos
Presumo esto porque Homero relató en el Canto IV de la Odisea, verso 365, el hecho básico e ineludible para hacer un mapa como lo es el establecer el meridiano del lugar. Para ello recurrió al procedimiento de transmitir una leyenda en la cual Idotea cuenta que su padre Proteo, el Anciano del Mar, salía de las aguas exactamente al mediodía para dormir en la playa una siesta en medio de sus focas.
Es posible que en esa oportunidad Homero haya oído mencionar el vocablo “hora” como referencia a un momento determinado, pero sin advertir que la hora tenía una duración determinada que es la misma que ha llegado hasta nosotros. Homero usó la palabra “hora” como sinónimo de época del año en Ilíada, XXI, 450 y en Odisea, II, 107; X, 469 y XI, 295.
Erróneamente se ha supuesto que la palabra “Idotea” “Eidothee”) significaría un nombre propio, en circunstancias que alude al oficio de una “persona que sabe cómo hacer las cosas con perfección”.
El griego (“eidyia”) quiere decir “conocedora, experta”. Esto explicaría exactamente el motivo por el cual Homero usó en el verso 482 ya citado la expresión
(“idyiesi”), directamente relacionada con “eidyia”, para referirse a una actuación “sabiamente” realizada.
Por otra parte, la palabra griega (“theos”) podría aludir al armónico movimiento del Cosmos y sólo más tarde habría pasado a significar “dios” como sinónimo de “potencia para organizar el Cosmos”.
Creación del Cosmos
Como una forma de reafirmar los conocimientos geográficos y climáticos que a través de los navegantes fenicios pudieron llegar hasta Homero, sería conveniente mencionar que en el Canto IV, 477-478, de la Odisea, se dice en forma rotunda que son las lluvias de Zeus las que alimentan al río de Egipto. En este mismo sentido hay que recordar que la aparición de las Híades, seguida de la de las Pléyades y del cazador Orión, anunciaba la llegada de los vientos “etesios” o anuales, más conocidos como “monzones”, portadores de las lluvias de verano. Quien observe con detención el “Mapa Antiguo” de la fig. 7. descubrirá con enorme admiración que en él aparecen las fuentes del Nilo, formadas por dos lagos situados al sur del ecuador.
7.- “Mapa Antiguo”, citado por
Eratóstenes. Manuscrito griego de Vatopédi.
17.- PRIMERAS REFERENCIAS A LOS MAPAS ENTRE LOS GRIEGOS
Cabe hacer notar que Homero al referirse al Maelström dice que el torbellino arrastra tablones (pinakas) de naves y restos humanos. Homero usa la palabra griega “Pinax” con los significados de “tabla”, “tablón”, “tablilla para escribir”, y “fuente o plato para comer”, pero debido a que los primeros mapas debieron ser dibujados sobre superficies lisas, como por ejemplo una tabla o un plato, la palabra “pinax” posteriormente pasó a significar por analogía también “mapa”.
Homero también usa la palabra “pinax” en la Ilíada, C. VI, v.168-169:
(“pente de min Lykien de, poren d ho ge semata lygra,
grapsas en pinaki ptykto thymophthora polla”)
“A Licia le mandó dándole a llevar señales lúgubres,
escritas en las dobladas tabletas muchas razones”.
La palabra griega (“sêma, sêmatos) que significa “señal”, tanto puede ser una noticia escrita en una tablilla o una señal del cielo, como sería concretamente una sombra proyectada por un gnomon al ser éste alumbrado por el sol.
Ruinas de Grecia
Heródoto en su obra “Los Nueve Libros de la Historia”, Lib. IV, 36, alude a un dibujo del “contorno de la Tierra”, (“Gês periódous”), hecho en forma circular y que a él le causó risa por mostrar la Tierra de igual altura que anchura, en circunstancias que él mismo dice que “es bien sabido que ésta es más larga que alta, sin que nadie dé una explicación sobre ello”.
Pues bien, la idea de que la Tierra aparecía dibujada de igual altura que anchura solamente puede ser aplicable a un mapa plano circular y no a una esfera.
Salta a la vista que las palabras de Heródoto se refieren a un mapa plano circular “hecho con compás”, pues la palabra griega “Tornos” alude a un punzón o estilo que gira en torno a un punto central.
Es posible que tal circunstancia haya influido en los autores medievales para llamar “compás” a la “brújula” cuando ésta fue introducida en Europa hacia el año 1200, debido a que la aguja de este último instrumento gira también en torno a un punto central.
No obstante, tal asimilación es un error manifiesto, toda vez que la brújula siempre indica dirección y nunca distancia, que es el elemento esencial en la construcción de un mapa.
Si Heródoto hubiera querido referirse a un “torno mecánico”, el mapa no hubiera resultado plano si no en forma de esfera o en forma cilíndrica. Cabría presumir que éste tuvo que ser el mismo mapa que dio a conocer el fenicio Tales de Mileto, pues un mapa de tal naturaleza jamás pudo ser hecho por una sola persona sino por muchas generaciones de hombres que supieron reconocer las distancias terrestres a través del movimiento de las estrellas.
Cabe advertir que la palabra griega (“Platys”) que significa “plano” y “ancho”, dio origen a la voz inglesa “plate”, en el sentido de plano o mapa. El nombre “Platea (Plátaia)” dado a la planicie en donde se enfrentaron griegos y persas, expresa bien la circunstancia de ser una amplia superficie plana.
Segunda Parte
18.- “ERATÓSTENES TOMÓ DEL MAPA ANTIGUO EXACTAS COORDENADAS GEOGRÁFICAS DE LA OIKOUMENE”
Gracias a la obra “Geografía” del griego Estrabón de Amasia, escrita en tiempos de Cristo, hemos conocido las distancias longitudinales y latitudinales de la oikoumene dadas por Eratóstenes de Cirene, tercer bibliotecario de Alejandría, hacia el año 250 antes de Cristo.
Demostraremos matemáticamente que éste las tomó del Mapa Antiguo “arkhaios geôgraphikos pínax”) al que denominó así en el Lib. II, cap. I, 2, porque en su tiempo ya nadie conocía su procedencia ni menos la época en que fue confeccionado. Este es un auténtico Monumento de la Humanidad.
Para mejor comprensión del lector advertiremos que dicho mapa ha sido muy mal atribuido a Claudio Ptolomeo, porque éste sólo se limitó a utilizarlo para redactar su obra “Introducción Geográfica” o “Geografía” en el siglo II. Ptolomeo había recibido este mapa de Marino de Tiro, quien había numerado los meridianos en base de 500 estadios al grado por seguir a Posidonio. Ver fig. 7 y 8, la primera tomada de “Historia de la Cartografía: La Tierra de Papel”, Buenos Aires, Códex, 1967, p. 26 y 27.
8.- “Mapa Antiguo”, versión latina del Renacimiento.
No se sabe si Ptolomeo publicó su obra con mapas, pero sí que Almamún, el tercer califa de Baghdad, de 813 a 832, hizo traducir el Almagesto y las obras geográficas de Ptolomeo y que Al-Masudi (915 – 940) habló de estos últimos libros y de sus mapas iluminados.
En el siglo XIII, el bizantino Máximo Planudes hizo varias copias de la “Geografía” de Ptolomeo, ilustrándola con múltiples copias de mapas pre-existentes.
Es posible que una de esas copias haya sido la que llegó al Monasterio de Vatopédi en el Monte Athos, en la costa norte del mar Egeo. Esta copia formaba parte de un “Códex” que contenía también la “Geografía” de Estrabón y el “Periplo de Arriano” cuando fue descubierta en 1840 por un investigador ruso. Una edición facsimilar fotolitográfica de este códex fue publicada el año 1867 en París por Didot, con una introducción histórica hecha por Víctor Langlois.
Otra de las copias griegas de Máximo Planudes pudo servir de base a la primera traducción latina del texto de la “Geografía” y de sus mapas que Jacobus Angelus hizo en 1410, en la cual se basaron a su vez todas la ediciones latinas del Renacimiento, entre ellas la edición publicada en Roma en 1478, hecha con los mapas grabados en cobre por Conrad Sweynheym.
Esta edición fue reeditada facsimilarmente en Ámsterdam en 1966 bajo la dirección de R.A. Skelton y es la que utilizaremos para demostrar que todas las cifras dadas por Eratóstenes fueron tomadas del Mapa Antiguo, en cada una de las 20 distancias que estudiaremos en el acápite siguiente.
Nadie podría sostener con criterio científico que los aciertos geodésicos referidos por Eratóstenes pudieran ser producto de una mera coincidencia con la realidad que hoy conocemos.
Si lo dicho resultó exacto fue porque los antiguos manejaron una ciencia empírica que les permitió llegar a notables aciertos geodésicos.
Las matemáticas nos liberarán de cualquier duda razonable.