(CNN) — Los intentos por erradicar a los musulmanes en algunas partes de República Centroafricana, país asolado por la guerra, han provocado un “éxodo de musulmanes de magnitud histórica”, advirtió Amnistía Internacional el viernes.
Los pacificadores internacionales han “fracasado en prevenir la limpieza étnica de los musulmanes civiles de la parte occidental de República Centroafricana”, señaló el grupo.
Otro grupo de defensa de derechos, Human Rights Watch, también advirtió el miércoles que la minoría musulmana del país es “el blanco de una implacable oleada de violencia organizada que obliga a comunidades enteras a abandonar el país”.
República Centroafricana fue colonia francesa y se sumió en el caos el año pasado luego de que una coalición compuesta en su mayoría por rebeldes musulmanes, llamada Seleka, derrocara al presidente François Bozize.
Después los obligaron a abandonar el poder, pero se ha permitido que las milicias cristianas —conocidas como antibalaka, que significa “antimachete”— llenen el vacío de poder con graves consecuencias para los civiles musulmanes, según Amnistía Internacional.
“Los militantes antibalaka están perpetrando ataques violentos en un esfuerzo por erradicar a los musulmanes del centro de República Centroafricana”, dijo Joanne Mariner, asesora sénior en reacción a las crisis para Amnistía Internacional. “El resultado es un éxodo de musulmanes de magnitud histórica”.
En el reporte de Amnistía Internacional se señala que los pacificadores internacionales que se encuentran en el país deben hacer más para proteger a las comunidades musulmanas y controlar a las milicias antibalaka. Hay unos 1,600 soldados franceses en el terreno, además de unos 6,000 soldados de una fuerza pacificadora encabezada por la Unión Africana, conocida como MISCA (misión de apoyo a República Centroafricana, por sus siglas en inglés).
Expulsión forzada
El grupo de defensa de derechos señaló además que se puede esperar que haya represalias contra los civiles musulmanes y que eso debe evitarse.
“Seleka estuvo en el poder por casi 10 meses y fue responsables de masacres, ejecuciones extrajudiciales, violaciones, tortura, saqueos y la destrucción y quema masiva de aldeas cristianas”, señaló.
“Conforme Seleka se retiró, las fuerzas internacionales permitieron que las milicias antibalaka tomaran el control de una ciudad tras otra. La violencia resultante y la expulsión forzada de las comunidades musulmanas se podían predecir”.
Para su reporte, Amnistía Internacional entrevistó a más de 100 personas que atestiguaron los ataques contra los musulmanes.
Los peores episodios de violencia se documentaron en la ciudad septentrional de Bossemptele, en donde murieron al menos 100 musulmanes en enero, según el reporte. Entre las víctimas había mujeres y ancianos, entre ellos un imán de setenta y tantos años.
Otras de las ciudades del norte en las que se ha atacado a las comunidades musulmanas son Bouali, Boyali y Baoro, según el reporte.
La creciente violencia étnica en República Centroafricana ha provocado que algunos observadores teman que ocurra otro genocidio como el que ocurrió en Ruanda hace casi 20 años.
Antonio Guterres, alto comisionado de la ONU para los refugiados, dijo que ha “atestiguado una catástrofe humanitaria de magnitud indescriptible en República Centroafricana. La limpieza étnica y religiosa masiva continúa”.
Habló de “las matanzas y masacres indiscriminadas” y de la “barbarie, brutalidad e inhumanidad impresionante”. Dijo que está “profundamente perturbado porque casi medio millón de centroafricanos quedaron desplazados tan solo en diciembre. En total, hay dos millones y medio de personas desesperadamente necesitadas”.
Dijo que el país “se escurre por las grietas de la atención internacional” y que eso no puede permitirse.
“Decenas de miles de personas huyen del país por su seguridad, muchos están atrapados sin tener a dónde ir. Tan solo en Bangui, miles de personas se encuentran en graves condiciones en los guetos”, señaló en un comunicado.
Agregó que la comunidad internacional debe actuar por medio del despliegue de tropas en el terreno.
“Es imperativo restablecer la seguridad, la ley y el orden. Para la gente de República Centroafricana, la seguridad para todos es la prioridad más apremiante”, dijo Guterres. “Si actúan juntos, particularmente con el apoyo de los líderes religiosos, todos los actores deben optimizar la mediación y preparar el camino para la restauración de la paz y la reconciliación sostenible”.
Human Rights Watch destacó la retórica que las milicias antibalaka han usado; señaló que “indica que su intención es eliminar a los habitantes musulmanes de República Centroafricana”.
“A este ritmo, si la violencia persiste, no quedarán musulmanes en gran parte de República Centroafricana”, dijo Peter Bouackert, director de emergencias de Human Rights Watch.
“La gente cuya familia ha vivido pacíficamente en el país durante siglos se ve obligada a marcharse o huyen de la muy tangible amenaza de violencia contra ellos”.
Human Rights Watch menciona como ejemplo el caso de Yaloke, un centro de comercio de oro que antes del conflicto tenía una población de aproximadamente 30,000 musulmanes y ocho mezquitas. Cuando el grupo visitó la ciudad la semana pasada, quedaban menos de 500 musulmanes y una mezquita, señaló.
Huir al exilio
El grupo de asistencia médica, Médicos Sin Fronteras, advirtió la semana pasada sobre los “niveles extremos y sin precedentes” de violencia en contra de los civiles en medio de los enfrentamientos entre las milicias musulmanas y cristianas. “Aunque el conflicto es complejo y todas las comunidades se ven afectadas por la violencia, la minoría musulmana es un blanco cada vez mayor”, señaló el grupo en un comunicado.
“En muchas ciudades, los grupos musulmanes están aislados y bajo la amenaza de las fuerzas antibalaka, mientras decenas de miles de musulmanes ya salieron del país para exiliarse en Chad o Camerún”.
La Unión Africana también expresó sus preocupaciones por la violencia contra los civiles musulmanes y los ciudadanos de Chad.
La fiscal en jefe de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, dijo el viernes que abriría una nueva investigación sobre las graves acusaciones de abusos.
“En muchos incidentes parece que se agredió a las víctimas deliberadamente con fines religiosos”, dijo.
Apoyo a los pacificadores
El lunes se publicó en el diario estadounidense The Washington Post un artículo conjunto del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de Francia, François Hollande,en el que dicen que ambas naciones colaboran para enfrentar la crisis mientras el líder francés hace una visita de Estado en Washington.
“Los soldados franceses y de la Unión Africana —con la ayuda de Estados Unidos en cuanto a transporte aéreo y apoyo— están trabajando en República Centroafricana para detener la violencia y crear un espacio para el diálogo, la reconciliación y el avance expedito hacia unas elecciones de transición”, se leía en el artículo.
El Consejo de Seguridad de la ONU votó el mes pasado a favor de que se prolongara la misión pacificadora en el país y que se autorizara el uso de la fuerza por parte de las tropas de la Unión Europea que están en la región.
Se tomó la decisión luego de que se nombrara a Catherine Samba-Panza, alcaldesa de la ciudad de Bangui, como presidenta interina del país.
Reemplazó a Michael Djotodia —líder de los rebeldes Seleka que tomaron el poder en marzo— quien dejó el cargo en enero tras fracasar en sus esfuerzos por detener la violencia creciente.
El golpe de Estado del año pasado fue el más reciente de varios en un país que obtuvo su independencia en 1960.
Nana Karikari-apau contribuyó con este reportaje.