Descubrieron un fogón de 300.000 años de antigüedad

Descubrieron un fogón de 300.000 años de antigüedadEvidencias microscópicas analizadas en los laboratorios del Instituto Weizmann muestran que el lugar fue utilizado para prender fuego en varias ocasiones a través del tiempo
Los seres humanos, según la mayoría de las estimaciones, descubrieron el fuego hace más de un millón de años.
Pero ¿cuándo realmente comenzaron a controlar el fuego y utilizarlo en su vida cotidiana? Esta pregunta – que es central para el estudio del ascenso de la cultura humana – aún causa revuelo. Un equipo de científicos israelíes descubrió recientemente en la Cueva de Qesem, un sitio arqueológico cerca de la presente Rosh Haain, la evidencia inequívoca más antigua – que data de alrededor de 300.000 años – del uso reiterado del fuego durante un período continuo. Este descubrimiento no sólo ayuda a responder la pregunta, sino representa un indicio de que estos humanos prehistóricos que utilizaron este fuego, ya tenían una muy avanzada estructura social y capacidad intelectual.
Las excavaciones en la Cueva de Qesem han estado en curso desde el 2000. El equipo está dirigido por los profesores Avi Gopher y Ran Barkai, de la Universidad de Tel Aviv. La Dra. Ruth Shahack-Gross, del Centro Kimmel para la Ciencia Arqueológica del Instituto Weizmann ha participado en esta investigación arqueológica desde que comenzaron las excavaciones, y colecta muestras in situ para su posterior análisis en el laboratorio. Shahack-Gross, cuya especialidad es la identificación de materiales arqueológicos, identificó un grueso depósito de cenizas de madera en el centro de la cueva. Gracias a la espectroscopia infrarroja, ella y sus colegas fueron capaces de encontrar entre las cenizas trozos de hueso y de suelo que habían sido calentados a temperaturas muy altas. Esta es una prueba concluyente de que la zona fue escenario de una gran chimenea.
Posteriormente, Shahack-Gross analizó la micromorfología de las cenizas. Para ello, extrajo un trozo cúbico de sedimento de la chimenea y lo endureció en el laboratorio. Luego

cortó rebanadas muy delgadas, tan delgadas que podían ser colocadas bajo un microscopio para observar la composición exacta de los materiales en el depósito y revelar cómo se formaron. Con este método, ella fue capaz de distinguir un gran número de microextractos en las cenizas – evidencia de un fogón que fue utilizado repetidamente a través del tiempo. Estos hallazgos fueron publicados en el Journal of Archaeological Science.
Alrededor del área del fogón, así como en su interior, los arqueólogos encontraron una gran cantidad de herramientas de piedra (sílex) que fueron claramente utilizadas para cortar carne. Por el contrario, las herramientas de sílex encontradas a pocos metros de distancia tenían una forma diferente, ya que fueron diseñadas para otras actividades. También en los alrededores de la zona había un gran número de huesos de animales quemados – una prueba más del uso repetido del fuego para cocinar carne. Shahack-Gross y sus colegas han demostrado que esta organización de diversas actividades “domésticas” en diferentes partes de la cueva corresponde a una organización del espacio – y por lo tanto indica la existencia de un tipo de orden social, típico de los humanos modernos. Esto sugiere que la cueva era una especie de campamento base al cual los humanos prehistóricos volvieron una y otra vez. “Estos resultados nos ayudan a fijar un punto de inflexión importante en el desarrollo de la cultura humana – aquel en el que el hombre comenzó a utilizar con regularidad el fuego, tanto para cocinar la carne y como punto focal – una especie de fogata – para reuniones sociales “, dice la Profa. Shahack-Gross. “También nos dicen algo acerca de los impresionantes niveles de desarrollo social y cognitivo de los seres humanos que vivieron hace unos 300,000 años”. Los investigadores creen que estos hallazgos, junto con otros, son signos de cambios sustanciales de la biología y el comportamiento humano que se iniciaron con la aparición en la región de las nuevas formas de cultura – y de hecho una nueva especie humana – hace unos 400,000 años.

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