Netzaj, נצח , (Victoria, Eternidad) es la séptima sefirá, la esfera verde que ocupa el lugar inferior del Pilar Derecho del Arbol de la Vida. Con ella comienza la manifestación en sí, el plano de la forma, a diferencia de las seis sefirot superiores, que se encuentran más allá de la forma y tan solo en estado latente en la mayoría de los hombres. La cuatro sefirot inferiores:Netzaj, Hod, Yesod y Malkut, van manifestando el movimiento involutivo, el llamado “Descenso del Poder”, representado por el Rayo Relampagueante, especializándose cada vez más a medida que aumenta la densidad vibratoria, hasta llegar a la materialidad deMalkut, con toda la multiplicidad del mundo y la naturaleza. A partir de aquí, donde toma tierra el Rayo Relampagueante, el movimiento es en sentido inverso, hacia la Unidad de Kether. La serpienteNajustán representa este movimiento evolutivo ascendiendo por el Arbol, del mismo modo queKundalini asciende por el canal central, Sushuma, hasta llegar al chakra Sahasrara, que comparte con Kether el significado de su nombre: Corona.
La Danza de Matisse |
Como sefirá del Pilar Derecho del Arbol, Netzaj representa una serie de energías que sirven de combustible para la acción. Estas energías, las “Huestes”, que encontramos en el nombre divino de la sefirá: “Eterno de las Huestes”, son de naturaleza emocional y pasional, e incluso más concretamente sexual. El impulso necesario para la creación de cualquier forma, incluyendo claro está la forma humana en la reproducción, residen en Netzaj. Por ello el orden angélico que le corresponde, los Elohim, habla de dioses creadores, pues conforman los instintos o pasiones que se hallan tras las obras del hombre. La fuerza de la pasión al crear, ya sea una obra de arte, un ingenio o un nuevo ser, parece poder detener el tiempo, como si únicamente existiese ese instante en que surge el ¡Eureka! O el ¡Te amo! No en vano la sefirá significa también Eternidad. Por otra parte, todos los ritos que tienen ritmo, movimiento y color, todas las danzas sacras o profanas, tienen su origen en esta esfera.
Venus de Boticelli |
El planeta asociado a Netzaj, Venus, representa muy bien los atributos positivos de la sefirá: la belleza triunfante, el poder del deseo, el impulso instintivo y eterno, la inspiración artística, todo aquello en fin que hace que la vida merezca la pena de ser vivida. En el aspecto negativo encontramos el desequilibrio del mundo emocional, bien por exceso, las emociones se desbordan y anulan al sujeto, o bien por defecto, la apatía o la frialdad dificultan el inicio de cualquier acción. En el aspecto sexual, el exceso se manifiesta en el “vicio” de la sefirá: la lujuria y la incontinencia, mientras que la represión sexual estaría en el extremo opuesto. Diferentes épocas y culturas han incidido en la manifestación de esta sefirá, considerándola sagrada o profana. Nietzsche exalta lodionisiáco como una dimensión fundamental de la existencia, que quedó relegada en la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales, biológicos. Lo dionisíaco se manifiesta como una explosión de vitalidad salvaje en la que desaparecen incluso los límites de la individualidad.Dionisos, dios del vino y del éxtasis, celebra la danza orgiástica. En oriente, el Tantra sublima el impulso sexual con la unión de Shiva y Shakti en un ritual sagrado: el Maithuna. Equivalentes rituales sexuales de carácter sagrado se encuentran en todas las culturas de la tierra. El color verde de la sefirá evoca la naturaleza, y es ésta la que nos proporciona, si sabemos mirar, esa “visión de la belleza triunfante” que es la experiencia espiritual asociada a Netzaj.
Maithuna, en Khajuraho (India) |
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