Una colaboración de María Pérez
El futuro del sistema de inyección de fármacos y el control de la natalidad se encuentra en un microchip, que planean implantar a los pacientes desde el año 2017. Esta tecnología, de los años 1990, ya está lista para su uso.
Actualmente, los microchips con depósitos de fármacos pueden ser implantados directamente bajo la piel, suministrando una dosis de fármacos u hormonas anticonceptivas cada día a la misma hora, según el portal ‘Natural News’. El microchip está diseñado para ser controlado a distancia y se rige por «profesionales de la medicina».
Esencialmente, los individuos con el chip no podrán dejar de depender de los medicamentos. El chip puede ser programado para inyectar fármacos, día tras día, año tras año, según la directiva «profesional».
La tecnología de «microdepósito», desarrollada por primera vez en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en la década de 1990 por Robert Langer, Michael Cima y Juan Santini, consiste en un chip diseñado para liberar fármacos en el cuerpo humano mediante una señal inalámbrica. Ahora mismo esta tecnología es usada por la compañía estadounidense MicroChips.
Esta compañía proyecta realizar su primer experimento en el campo de la medicina en 2017 y ofrecerá servicios de anticonceptivos a sus clientes. El nuevo chip se implanta debajo de la piel con anestesia local para suministrar hormonas de estrógeno y progestina como método de control de la natalidad.
La compañía informa que el dispositivo podría incluso transmitir datos sobre el estado del paciente a los hospitales, por lo que los médicos «pueden tener registros permanentes de lo que exactamente se consumió y cuándo».
El director general de MicroChips, Bradley Paddock, cree que el dispositivo de suministro de fármacos tras la implantación del microchip es el mayor avance en la medicina desde la creación de la primera píldora, desarrollada en 1876″.
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A pedido del MSP la Organización de Naciones Unidas está colaborando con Uruguay en un proyecto para la aplicación de anticonceptivos subdérmicos, un método aún no disponible en Uruguay pero de extendido uso en otros países, fundamentalmente europeos.
Con el tamaño de un fósforo, el implante consiste en una varilla flexible que se coloca debajo de la piel, en la parte interna del brazo, desde donde se libera, en forma continua, una hormona que inhibe la ovulación (etonogestrel).
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) ya dispuso la donación de 3.000 de estos implantes y capacitó a médicos uruguayos en la técnica de colocación (ver infografía). El procedimiento no es realizado por las usuarias sino por personal médico calificado.
«Los implantes son muy seguros y una persona los puede usar hasta tres años, pero se tienen que poner en una institución de salud», advirtió a El País Sonia Martinelli-Heckadon, integrante de la oficina de Unfpa en Uruguay.
La experiencia piloto comenzará en instituciones públicas de dos departamentos; Montevideo y otro del interior. del país. Si los resultados son satisfactorios el MSP lo incluirá en la canasta básica de prestaciones, habilitando su disponibilidad no solo en hospitales sino en mutualistas e instituciones privadas.
«La cuestión del piloto es ver la aceptabilidad. Es decir, si a ver si las mujeres les interesa el implante, si se sienten felices con él y no quieren que se los saquen», subrayó Leticia Rieppi, responsable del Área de Salud Sexual y Reproductiva del MSP. El implante puede ser retirado en cualquier momento.
«Para saber el nivel de aceptabilidad no tenemos otra opción que monitorear a las mujeres a las que les hagamos el procedimiento», agregó Rieppi. Estiman que esto demandará entre seis meses y un año.
La responsable del Área de Salud Sexual y Reproductiva enfatizó que la eficacia de los implantes ya está demostrada. Previenen el embarazo en 99% de los casos y su costo en el exterior ronda los US$100.
«Hoy por hoy, estos implantes son considerados el mejor método anticonceptivo, se colocan y duran años, su protección es excelente sin tener ningún aparato dentro del útero», agregó el subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo.
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Adolescentes.
En una primera instancia serán colocados en adolescentes y jóvenes. «En general son las menos constantes y quizás quisieran optar por él», estimó Martinelli-Heckadon desde el Unfpa. «Sentimos que son una población que se puede beneficiar», agregó. El embarazo adolescente en Uruguay es uno de los temas que preocupa tanto al MSP como al Unfpa; los anticonceptivos subdérmicos pueden ser una herramienta para reducir este fenómeno.
«¿Por qué hay adolescentes. que no tienen un consumo consecuente de anticonceptivos?», se preguntó Rieppi. «Porque se olvidan, te dicen directamente, `mirá yo me olvido de tomar la pastilla`. Bueno te olvidás, acá tenés esta otra opción», expresó la especialista.
El MSP estima que en Uruguay más del 60% de las mujeres no toman pastillas anticonceptivas. Y en América Latina, la falta de acceso a métodos de protección adecuados es la causa de que seis de cada diez embarazos no hayan sido buscados por los padres.
Otra población que podría verse abarcada por este anticonceptivo es la de las mujeres consumidoras de drogas. «Cuando vos tenés un anticonceptivo hormonal oral en una consumidora no sabés si el día que lo va a tomar va a tener una intolerancia digestiva y le va a ser útil o no», apuntó Rieppi. El contar con el implante le asegura una protección independientemente de su conducta.
Para Briozzo se estaba «en el debe» con la disponibilidad de este método. «Gracias al Unfpa tenemos la posibilidad de introducir (al país) no solamente el método sino la capacitación de los profesionales».
«Con esto hacemos que desde la órbita pública ingrese esta nueva prestación y logramos la implementación, sobre todo, para las mujeres más vulneradas en sus derechos, que más requieren este tipo de forma anticonceptiva de mediano y largo plazo», expresó Briozzo.
De todas formas, las autoridades advirtieron que por más que se cuente con los implantes la población no deberá abandonar la utilización del preservativo porque es el método de barrera que protege contra las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA.
Consultada sobre si se corría el riesgo de que aumentaran los casos de enfermedades de este tipo en caso de que las mujeres reemplazaran un método por otro, Rieppi admitió que el riesgo es alto, por eso el MSP seguirá insistiendo en utilizar ambos métodos combinados.
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