La incertidumbre reina ahora en el Parlamento turco. El mayor partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, no asistió este martes a la jura de la Constitución en la que los diputados electos recogen su acta. Se sumó así al boicot anunciado por el partido prokurdo BDP, cuyos 36 parlamentarios tampoco acudieron a la ceremonia para denunciar que seis de ellos siguen encarcelados. El CHP tiene a dos diputados entre barrotes. Los tribunales no les han dado permiso para asistir a la sesión del Parlamento.
El anuncio del líder socialdemócrata, Kemal Kiliçdaroglu, hecho minutos antes de inaugurarse la sesión, hunde el país en una crisis institucional nunca vista en su historia democrática. Sólo ocuparon sus escaños los 326 parlamentarios del AKP, el partido religioso-conservador en el poder, y los 53 del ultranacionalista MHP. Un escaso 70% de los 550 asientos del hemiciclo.
«Es un juego político muy peligroso», juzga Mensur Akgün, director del centro de análisis turco GPOT. Las normas del Parlamento no prevén qué tiene que ocurrir cuando tantos escaños se quedan vacíos. Fuentes parlamentarias, citadas por la agencia oficial Anadolu, aseguran que los diputados podrán jurar su cargo más tarde. Akgün cree que el AKP, dado que tiene más de la mitad de los diputados -obtuvo un 49,9% de las papeletas el 12 de junio pasado y con 326 diputados alcanza una cómoda mayoría absoluta- podrá formar Gobierno y luego intentar resolver la crisis.
Dos opciones
«Hay dos opciones: una es que en las primeras sesiones, el Parlamento cambie las leyes que definen la participación política de las personas encarceladas, de manera que éstas puedan finalmente acudir al hemiciclo», explica Akgün. De hecho, algo similar ya ocurrió en 2002 para permitir a Recep Tayyip Erdogan, condenado por leer un poema juzgado islamista, a recoger su acta y convertirse en primer ministro. El CHP apoyó entonces este cambio legal.
La otra opción es más arriesgada: el Parlamento puede decidir convocar elecciones anticipadas. Habría sido una opción lógica si el boicot se hubiera limitado a los 36 diputados del BDP y sus circunscripciones electorales, casi todos del sureste kurdo, y con un electorado fiel. «Era algo que se esperaba: el BDP debe proteger a sus miembros y además recibían órdenes de la cúpula del PKK», la guerrilla kurda, opina Akgün. Pero ante el boicot del CHP, todo el país tendría que acudir de nuevo a las urnas.
En este caso, cree el director del GPOT, «el CHP perderá votos, porque se percibiría como el culpable de la crisis. Además, por una parte este partido se queja de la Constitución diseñada por la dictadura militar en 1982, y por otra provoca una crisis para defender precisamente a dos diputados involucrados emocionalmente con los golpes militares».
Sin manual de instrucciones
Mehmet Haberal, médico y rector de la Universidad de Baskent, y Mustafa Balbay, periodista, están acusados de formar parte de la trama Ergenekon, una supuesta red golpista. Al igual que cinco de los seis diputados kurdos encarcelados no han sido condenados aún. Kiliçdaroglu ha declarado que quiere «mantener el principio de que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario».
«Si Erdogan y el AKP aguantan el tirón pueden hundir a la oposición», opina Akgün, y aumentar su número de escaños a costa de su rival. Pero cree que el partido ganador preferirá buscar un compromiso que permita al país salir lo antes posible de una crisis nunca vista y sin manual de instrucciones.
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