En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se enfrentaron a toda una serie de acontecimientos que cambiarían, más allá de lo imaginable, no sólo su visión del futuro sino el de toda la humanidad. El Presidente Truman y los más altos cargos de su estado mayor militar, a pesar de resultar vencedores de la guerra más cara y mortífera de toda la historia humana, sólo pudieron constatar su impotencia frente a estos acontecimientos sorprendentes.
En aquel tiempo, los Estados Unidos habían descubierto, mejorado y experimentado la bomba atómica, y eran, por tanto, la única nación de la tierra que poseía un arma que tenía el poder de destruir no sólo el enemigo más peligroso, sino el planeta entero. Poseían la economía más floreciente, la tecnología más avanzada, el nivel de vida más alto; eran ellos los que ejercían la mayor influencia sobre el mundo y disponían de la potencia militar más importante y potente de toda la historia de la humanidad.
Por ello, difícilmente nos podemos imaginar el desamparo y el desánimo que se apoderaron de la elite del gobierno de los Estados Unidos, cuando tuvieron que admitir que una nave espacial, dirigida por entidades parecidas a insectos de una especie totalmente desconocida, se estrelló en el desierto de Nuevo México.
Entre enero de 1947 y diciembre de 1952, no menos de 16 artefactos espaciales se estrellaron o tuvieron que efectuar un aterrizaje de emergencia. Se descubrieron entonces 65 extraterrestres muertos y un superviviente que fue inmediatamente ocultado. Otra nave espacial explotó, de la cual no quedó prácticamente nada. De estos acontecimientos, incluido el de la nave espacial que explotó, 13 tuvieron lugar en el interior de los Estados Unidos: uno en Arizona, 11 en el Nuevo México y uno en Nevada. Tres casos se produjeron en otros países, uno en Noruega y los otros dos en México. Las observaciones de OVNIS eran tan numerosas que los medios disponibles para examinarlos y evaluarlos de forma seria se revelaron insuficientes.
Una nave espacial fue descubierta el 13 de febrero de 1948 en un altiplano de los alrededores de Aztec, Nuevo Méjico. Otra se encontró el 25 de marzo de 1948 en Hart Canyon, cerca de Aztec también. Medía 33 metros de diámetro. En total, 17 cadáveres de extraterrestres fueron retirados de estas dos naves y, por supuesto, ocultados. Pero peor aún fue el hallazgo, en el interior de estas naves, de una gran cantidad de restos humanos.
El pánico y la consiguiente desmoralización hicieron presa en los científicos.Los documentos, calificados en un principio como “secretos”, se convirtieron inmediatamente en “estrictamente y altamente confidenciales”. Se echó sobre ellos un velo de silencio aún más espeso que el del “Proyecto Manhattan”. En los años que siguieron, estos acontecimientos figuraron entre los secretos mejor guardados de la historia.
En diciembre de 1947, un grupo especial de científicos americanos de alto nivel se constituyó para el estudio del fenómeno, bajo el nombre clave de PROJECTO SIGN, que debía estudiar el fenómeno. SIGN dio lugar, en diciembre de 1948 al PROJECTO GRUDJE. Con el fin de desinformar y al mismo tiempo reunir nuevas informaciones, se constituyó en el marco de GRUDJE, el PROJECTO BLUE BOOK (el famoso “Libro Azul”). El proyecto GRUDJE redactó un total de 16 volúmenes en el año, incluido el controvertido texto del famoso GRUDJE 13, que Bill English y yo mismo hemos podido estudiar, leer e incluso dar a conocer públicamente. Se constituyeron equipos nombrados BLUE TEAMS encargados de ocultar los ingenios voladores así como sus ocupantes vivos o muertos. Estos equipos fueron nombrados más adelante los ALPHA TEAMS en el marco del proyecto POUNCE…….