Hace seis meses comentábamos el peculiar concepto que del “periodismo de investigación” tenían en la casa del hombre que quiere romper Internet (Dans dixit). No son pocos los post que le hemos dedicado, como corresponde, al corsario que cortó la emisión de House y alentó un “internet para suscriptores” alejado de la “chusma” de Google, empresa que debía pagar una tasa por exisitir. Murdoch tenía y tiene muchos aliados en esa guerra. Aquí mismo, el ministro Sebastián.
En China también tiene amigos políticos, el señor Murdoch. Allí ayudó a la principal cadena estatal de la dictadura a desarrollar un sitio de noticias en la red ajeno a la “chusma” que defiende las libertades. Allí, la flota mediática de Murdoch cooperó y coopera estrechamente con los censores. En discursos y entrevistas el “Ciudadano Murdoch” apoya las políticas de los líderes chinos y ataca a sus críticos. Un grupo de reporteros del “Wall Street Journal”, destacados en China lo acusaron de “sacrificar la integridad periodística para satisfacer sus objetivos personales y políticos”.
Ahora, The Guardian, desvela que los directivos del News International, el tabloide de la escuchas ilegales, han borrado millones de correos electrónicos con las comunicaciones entre altos cargos de la redacción, directivos y personas de fuera del diario, incluidos investigadores privados.
Estos correos se remontarían a 2005. La compañía había asegurado meses atrás que gran parte de estos archivos se habían perdido. Ahora se cree que no se perdieron: fueron eliminados en dos operaciones de borrado, una de ellas justo antes de que News International entregara en enero pasado los documentos que precipitaron la reapertura del caso. Según The Guardian, el archivo original ocupaba un espacio informático equivalente a 500 veces la Enciclopedia Británica.
Si se confirma que la escuchas ilegales del tabloide de Murdoch no eran un caso aislado sino una operación sistemática y conocida por altos cargos de News Corporation, deberá caer todo el peso de la ley contra el hijo de Sir Keith Murdoch, Caballero del Imperio Británico, como Francis Drake. El temido corsario que surcaba los mares a bordo del Golden Hinde. Aunque lo de Murdoch es más bien un Titanic, hortera y demodé, que esconde impactantes secretos políticos en la bodega.
En España, a pesar del asesor Aznar, nos hemos librado de él. Ya nos colocaron, los mismos, a Berlusconi, dueño y señor de los mares de España. Piratas, dicen. Corsarios, dicen. El hundimiento. Estreno inminente.