Entre todas las características físicas, hay una en concreto que distingue a los tibetanos del resto de los humanos del planeta. Se trata de su extraordinaria capacidad para vivir sin problemas en las montañas más altas, donde la mayoría de nosotros no podría. La razón de esta adaptación única reside en un gen, transmitido a sus ancestros cuando éstos se cruzaron con otra especie humana a cuya extinción, paradójicamente, los tibetanos también contribuyeron. Ese gen acaba de ser identificado por un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley, que publican este miércoles su hallazgo en Nature.
Monje budista en las inmediaciones del Monasterio Rongbo, el más alto del mundo, situado a 5.100 m, a los pies del Everest.
Una rara variante de un gen relacionado con la producción de hemoglobina (la molécula encargada de transportar oxígeno en el torrente sanguíneo) se propagó entre los tibetanos después de que éstos se trasladaran, hace ya varios miles de años, a las altas mesetas que ocupan actualmente. Y es precisamente esa variante genética la que les ha permitido, y permite, sobrevivir a pesar de los bajos niveles de oxígeno que hay a más de 5.000 metros de altura, donde a la mayoría de las personas se les espesaría la sangre, causando serios problemas cardiovasculares.
Se trata de la primera vez que se demuestra cómo un gen de otra especie humana ha ayudado, de manera inequívoca, a los humanos modernos a adaptarse a su entorno.
«Gen de los superatletas»
El gen, llamado EPAS1, se activa cuando los niveles de oxígeno en la sangre decrecen. Ante esa situación el gen desencadena una mayor producción de hemoglobina. Se le conoce taambién como el «gen de los superatletas» porque a bajas altitudes, algunas de sus variantes ayudan a los deportistas a disparar los niveles de hemoglobina y, por lo tanto su capacidad de transportar oxígeno en la sangre, aumentando su resistencia.
A altitudes mayores, sin embargo las variantes comunes del gen tienen la capacidad de aumentar la producción de hemoglobina y de sus portadores, los glóbulos rojos. Algo que conlleva un espesamiento de la sangre, hipertensión, ataques al corazón y nacimiento de bebés con bajo peso y aumento de la mortalidad infantil. La variante (o alelo), hallada en los tibetanos, sin embargo, solo aumenta ligeramente la hemoglobina y los glóbulos rojos a grandes alturas, evitando así los efectos secundarios observados en la mayor parte de las personas que por una u otra razón, se trasladan a vivir a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
«Hemos hallado -explica Nielsen- que parte del gen EPAS1 de los tibetanos es idéntico a un gen de los denisovanos y muy diferente al del resto de los humanos. Podemos llevar a cabo un análisis estadístico para mostrar que esa característica debe, por fuerza, proceder de los Denisovanos. No hay otra forma de explicar los datos».
Basándose en la secuenciación de genomas de numerosos chinos de la etnia Han (mayoritaria en China) y tibetanos, los investigadores ya reportaron en 2010 la prevalencia de una versión del gen EPAS1 entre los tibetanos que vivían a grandes alturas. Nielsen y sus colegas argumentaban que esa variación era el resultado de la selección natural, para adaptarse al duro ambiente de la meseta tibetana, donde los niveles de oxígeno son un 40% más bajos.
En otras palabras, las personas que no tenían la variante morían antes de poder reproducirse a un ritmo mucho mayor de los que sí disponían de ella. Cerca del 87 por ciento de los tibetanos actuales poseen la versión del gen que les proteje a grandes alturas, comparado con apenas el 9 por ciento de los chinos Han, que sin embargo tienen el mismo ancestro común que los tibetanos.
Nielsen y su equipo secuenciaron después el gen EPAS1 en un número adicional de 40 tibetanos y 40 chinos Han. Los datos revelaron que la variante de «gran altitud» del EPAS1 es tan inusual que sólo podía proceder de los denisovanos. Aparte de su baja frecuencia entre los chinos Han, esta variante no se da en ningun otro grupo humano conocido, ni siquiera entre los melanesios, cuyo genoma tiene hasta un 5% de herencia denisovana.
Mezcla entre especies
Para explicar estos datos, Nielsen dibuja un posible escenario. Los humanos modernos procedentes de Africa se mezclaron con poblaciones de Denisovanos en Eurasia en su camino hacia China, y sus descendientes retuvieron un pequeño porcentaje (puede que no más del 0,1%) del ADN Denisovano. El grupo que llegó a China se dividió, y una parte de esa población llegó hasta el Tibet mientras que la otra, conocida como los chinos Han, se quedaron en terrenos más bajos.
Nielsen y sus colegas analizaron también otros genomas para determinar cuándo se produjo ese cruce con los Denisovanos, que debió de tener lugar sólo durante un breve periodo de tiempo.
«Puede haber muchas otras especies que también nos dieron ADN -afirma Nielsen- pero no lo sabemos porque no disponemos de sus genomas. La única razón por la que podemos decir que esta pizca de ADN es denisovana fue ese afortunado accidente que nos permitió secuenciar el ADN de un pequeño hueso hallado en una cueva de Siberia. Hallamos la herencia de los Denisovanos en el ADN, pero cuántas otras especies habrá ahí fuera que no hayamos secuenciado aún?»
http://cppcaba.blogspot.com.es/2014/07/otra-especie-humana-paso-los-tibetanos.html
¡Pudiera ser el eslabón perdido entre el yeti y el humano?
no sra. Domi.-
esta noticia es de gran valor cientifico, porque muestra como funciona la EVOLUCION.-
basicamente, un grupo de personas, en forma fortuita, y aleatoria, se unio geneticamente a otro grupo, donde algunos de sus individuos, temian una mutacion particular (una mutacion inofensiva), que les permitia vivir a esas alturas sin mayores problemas, y poder tener una vida fisicamente normal.-
con esto se puede reflexionar, que las mutaciones, (que todos podemos tener….), generalmente pasan inadvertidas, son muy pequeñas, no alteran en lo absoluto la fisonomia del individuo, pero, cuando se «despliegan» presentan una ventaja tactica, que eventualmente se traduce como una ventaja (pequeña pero importante…) que permite el desarrollo de una poblacion.-
yo he trabajado a grandes alturas…..y es bastante incomodo…..
apenas se puede tener alguna movilidad, de fumar ni hablemos, esta el mal de montaña que le produce un malestar general, y un fuerte dolor de cabeza, insomnio persistente, sin importar cuanto sueño tenga, estado de agotamiento permanente….
lo que dice el post es verdad….
la sangre se espesa… si uno se hace un corte o lastimadura, apenas sale una gotita de sangre de lo espesa y oscura que esta se vuelve….
el corazon trabaja mas, se puede morir en cualquier momento de un ataque….
normalmente se puede trabajar a esas alturas (4000 a 5000 metros sobre el nivel del mar…), solo por unos dos años o tres…. despues nunca mas se debe volver.-
una altura ideal son los tres mil metros…. que esa es la altura donde se entrenan los atletas.-
no se afecta el corazon , aumenta la cantidad de globulos rojos, el aporte de oxigeno es mayor, el mal de montaña es mas raro, se puede correr, fumar, beber, comer sin problemas, pero aparece el insomnio…. si uno se acostumbra… todo esta bien.-
y no se va morir durmiendo.-
aqui se soluciona el problema del mal de montaña con COCA, o un trago de CHICHA.-
es muy dura la vida a esas alturas.-
Profesor J
También tiene mucho que ver el hecho que ellos viven allí, nacen y mueren en el lugar, esto los hace mucho más adaptables.
El maravilloso transporte que poseemos para movernos en la vida, tiene en si todos los elementos necesarios para transformar y adaptar nuestra genetica a los eventos que se nos presentan en el diario caminar, sean los que sean, y es nuestro el poder decidir que hagan su trabajo sin interferir.
Sin desmerecer a ninguna religión ni credo ni a ninguna persona,pienso que los tibetanos son y han sido un ejemplo de vida,pensamiento,religión y etc,..