La mayor aventura de la ciencia española ha llegado a su fin. La expedición Malaspina culminó ayer con el regreso a Cartagena del buque oceanográfico Hespérides después de haber circunnavegado el planeta y haber recorrido 32.000 millas náuticas en siete meses de navegación. Replicó la ruta que el navegante Alejandro Malaspina realizó en el siglo XVIII y que en su momento constituyó un hito para la ciencia española. Ahora, los científicos que viajaron a bordo del Hespérides y del Sarmiento de Gamboa, con base en Vigo y que realizó hace meses el trayecto Las Palmas-Santo Domingo, confían en que el trabajo realizado suponga también una nueva era para la oceanografía y para el conocimiento del impacto que el cambio global tiene y tendrá en los océanos.
De momento han regresado con un tesoro de más de 120.000 muestras de aire, agua, gases y plancton del Atlántico, el Índico y el Pacífico. La expedición ha llegado a puerto, pero analizar todo este legado y sus consecuencias supondrá aún trabajo para treinta años, una labor que muy probablemente marcará un «antes y un después» en el conocimiento de los océanos y su evolución. «Indudablemente ofrecerá para la ciencia mundial una nueva visión de los océanos», explica Carlos Duarte, el coordinador de un proyecto liderado por el CSIC y que ha aglutinado a más de cincuenta grupos de investigación de toda España y a algunos del extranjero, entre ellos a equipos del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo y de las Universidades de Vigo y A Coruña.
«Con nuestra llegada a puerto -añade- no acaba la expedición. Comienzan años de trabajo de laboratorio, donde veremos emerger los resultados científicos tangibles de este proyecto«.
Uno de sus tesoros más preciados es la primera colección de genomas del océano profundo del que dispone la ciencia mundial. Su secuenciación aportará datos clave. «Esperamos encontrar -apunta Duarte- decenas de millones de genes nunca vistos por la ciencia, y muchos de ellos con propiedades interesantes para poder solucionar problemas relacionados con la medicina, la alimentación o la energía».
Los científicos españoles también han realizado la primera evaluación global del transporte de contaminantes orgánicos de la atmósfera a los océanos y su impacto en la cadena trófica.
Pero aunque el grueso del trabajo está por hacer, la expedición Malaspina, que ha superado sus objetivos, ya ha llegado a algunas conclusiones en su chequeo de la biodiversidad marina del planeta. Y algunas observaciones son preocupantes. Los investigadores han detectado, por ejemplo, una pérdida notable de oxígeno en las aguas subtropicales y tropicales de todos los océanos debido a la falta de ventilación