Cómo daña el estrés el cuerpo y la mente
Los mecanismos biológicos que modulan las respuestas ante las exigencias del medio son afectados por el ritmo de vida actual.
- Debilita el aura y el sistema inmune esotérico.
- Lesiona los sistemas cardíaco, inmunológico y neurológico.
- Produce trastornos psicosomáticos, agravando los problemas ya existentes.
- Causa enfermedades físicas debido a las tensiones psicológicas.
- La alimentación rica en grasas y el sedentarismo aumentan los trastornos.
En estos tiempos donde se habla tanto del estrés es instructivo analizar la situación que enfrenta el salmón del Pacífico.
Mientras los peces saltan, caen y luchan aguas arriba para llegar a sus territorios de reproducción, sus niveles de cortisol, una potente hormona que genera estrés, aumentan, proporcionándoles las energías necesarias para luchar contra la corriente.
Esta hormona, sin embargo, también hace que el pez deje de comer. Su sistema digestivo se contrae y casi desaparece. Después de depositar sus huevecillos, el pez muere de agotamiento e infecciones. Los salmones, por supuesto, no pueden evitar sufrir esa tensión o estrés. Están programados para morir: sus sistemas son llevados al máximo nivel de operaciones por su propio diseño genético.
Los seres humanos, en cambio, generalmente están sujetos a presiones creadas por ellos mismos. No obstante, también ellos sufren las consecuencias de cuando los mecanismos biológicos del organismo para resistir esas presiones simplemente dejan de funcionar adecuadamente.
Se ha demostrado que el estrés prolongado o severo debilita el sistema inmunológico, presiona al corazón, daña las células de la memoria en el cerebro y deposita grasa en la cintura, en lugar de en las caderas y glúteos (lo que es un factor de riesgo para padecer males cardíacos, cáncer y otras enfermedades), dice el doctor Bruce S. McEwen, director del laboratorio de neuroendocrinología de la Universidad Rockefeller en Manhattan y autor de un nuevo libro, «The End of Stress as We Know It» («El fin del estrés tal como lo conocemos»). Se ha comprobado también que el estrés está involucrado en el envejecimiento, la depresión, los males cardíacos, la artritis reumatoide y la diabetes, entre otros.
Cuerpo y mente
Los investigadores saben desde hace mucho que el estrés cobra un alto precio sobre el organismo, pero sólo hace poco se reconocieron los efectos profundos que tiene el estrés psicológico. Hace dos decenios muchos científicos básicos se burlaban de la idea de que el estado mental de un paciente pudiera influir sobre la salud. El vínculo entre la mente y el cuerpo era considerado un territorio oscuro, mejor dejado en manos de los psiquiatras.
En la última década, sin embargo, los investigadores demostraron que el estrés psicológico puede aumentar la vulnerabilidad a las enfermedades y han empezado a comprender cómo puede ocurrir tal cosa.
«Si usted me hubiera dicho allá en 1982 que el estrés puede modular cómo funciona el sistema inmunológico, yo habría respondido:- Olvídelo», dice el doctor Ronald Glaser, inmunólogo de la Universidad de Ohio.
Mientras más profundizan los investigadores, más claro resulta que el estrés puede ser el hilo que une a muchas enfermedades que antes se creían carentes de relación entre sí.
«Lo que antes se pensaba que eran rutas que llevaban muy claramente al resultado de una enfermedad específica, ahora se vio que llevan a una amplia gama de diferentes resultados», dice el doctor Robert M. Sapolsky, profesor de Neurología en Stanford.
La clave en esta nueva comprensión es una concepción novedosa del estrés desarrollada por McEwen, que ha estado estudiando el tema durante más de tres decenios. Según este modelo, no es el estrés en sí lo que es dañino. Más bien, los problemas asociados al estrés resultan de una compleja interacción entre las demandas del mundo exterior y la capacidad del organismo para enfrentar amenazas potenciales.
Esa capacidad puede estar influida por factores hereditarios y experiencias infantiles; por la dieta, el ejercicio y los patrones de sueño; por la presencia o ausencia de estrechas relaciones personales; por el nivel de ingresos y el status, y por la acumulación de presiones hasta el punto en que sobrecargan el sistema.
En cantidades moderadas, argumentan los científicos, el estrés es benigno, incluso benéfico, y la mayoría de la gente puede enfrentarlo.
Al prepararse para pronunciar un discurso, presentar un examen o evitar un auto a alta velocidad, el organismo realiza una compleja serie de ajustes. Procesos esenciales para movilizar una respuesta -el sistema cardiovascular, el sistema inmunológico, las glándulas endocrinas y las regiones cerebrales involucradas en la emoción y la memoria- son llamados a actuar. Las funciones no esenciales, como la reproducción y la digestión, son pospuestas para otro momento.
La adrenalina, y más tarde el cortisol, hormonas del estrés generadas por las glándulas adrenales, invaden el organismo. Se elevan el ritmo cardíaco y la presión arterial, la respiración se acelera, el oxígeno fluye hacia los músculos y las células inmunológicas se preparan para acudir de inmediato al lugar de una posible lesión.
Cuando finalmente se pronuncia el discurso se presenta la prueba o se evita ser embestido por el auto a gran velocidad, otro complejo juego de ajustes promueve la calma, regresando al organismo a lo normal.
Equilibrio a través del cambio
Este proceso de «equilibrio a través del cambio» es llamado allostasis , y es esencial para la supervivencia. Pero fue desarrollado, señalan McEwen y Sapolsky, para los peligros que los humanos podrían haber encontrado en un día típico en la sabana, como, por ejemplo, la aparición de un león o una escasez de carne de antílope. (Ver el artículo: La mente reactiva).
El estridente sonido de una alarma de auto, los jefes excesivamente autoritarios, los matrimonios que discuten, los embotellamientos de autos de un kilómetro de largo y los empleados de tiendas groseros no eran parte del plan de la naturaleza.
Cuando el estrés persiste durante demasiado tiempo o llega a ser excesivamente severo, dice McEwen, los mecanismos protectores normales se sobrecargan, una condición a la que él llama carga allostática. El sistema de retroalimentación, finamente calibrado, se ve alterado y, con el tiempo, deja de funcionar adecuadamente, causando daños.
Experimentos realizados por McEwen y sus colegas con ratas ilustran claramente este efecto de desgaste. En los estudios las ratas fueron colocadas en un pequeño compartimento y sus movimientos fueron restringidos durante seis horas diarias.
La primera vez que las ratas fueron restringidas, dice McEwen, se elevaron sus niveles de cortisol y su respuesta al estrés se elevó al máximo. Después, su producción de cortisol se interrumpió cada vez más pronto, a medida que se acostumbraron a esa restricción.
Eso bien pudo haber sido el final de la historia. Pero los investigadores también descubrieron que a los 21 días las ratas empezaron a mostrar los efectos de estrés crónico. Se tornaron ansiosas y agresivas. Sus sistemas inmunológicos se hicieron más lentos para rechazar a las ratas invasoras. Las células nerviosas en el hipocampo, una región cerebral involucrada en la memoria, se atrofiaron. La producción de nuevas neuronas del hipocampo cesó.
El doctor Sheldon Cohen, profesor de Psicología en la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, descubrió que los seres humanos responden en forma muy parecida. Entre los voluntarios inoculados con el virus del resfrío, los que habían estado sometidos a situaciones estresantes más de un mes, como desempleo o problemas familiares, tenían más tendencia a enfermar que los que aludían períodos breves de estrés.
La carga allostática frecuentemente empeora, dice McEwen, por la forma en que la gente responde al estrés, comiendo alimentos grasosos, quedándose hasta tarde en su trabajo, evitando hacer ejercicio o bebiendo en exceso. «El hecho es que ahora vivimos en un mundo en el que nuestros sistemas no reciben la oportunidad de descansar, de regresar a una base», dice. «Están siendo impulsados por calorías en exceso, por falta de sueño y ejercicio, por fumar, por aislamiento o por una competencia frenética.»
2ª PARTE
Reacciones peligrosas: cuando las presiones son muchas y sostenidas el organismo se desequilibra.
Cómo daña el estrés el cuerpo y la mente
Los mecanismos biológicos que modulan las respuestas ante las exigencias del medio son afectados por el ritmo de vida actual.
MENSAJEROS QUÍMICOS CEREBRALES
Los emocionantes descubrimientos comenzaron en la primavera de 1977. Se habían descubierto ciertas herramientas. Herramientas que permitieron a los científicos penetrar dentro de las células nerviosas del cerebro. Descubrimientos importantes se hacían a diario sobre el funcionamiento interno del cerebro. Ahora sabemos que existen ciertos químicos vitales que llevan los mensajes entre las células cerebrales. En esencia, éstos químicos permiten que las células nerviosas cerebrales «platiquen» entre sí.
En un día típico dentro del cerebro, trillones de mensajes se mandan y se reciben. Los mensajes que son «felices» o positivos, son llevados por los «MENSAJEROS ALEGRES» (técnicamente se conoce como: sistema biogenético de amino/endorfina). Otros mensajes son sombríos y depresores. Estos son llevados por los «MENSAJEROS TRISTES». La mayor parte de los centros nerviosos reciben ambos tipos de mensajes. Mientras ésta transmisión esté en balance todo funciona con normalidad.
El estrés causa problemas con los mensajeros alegres. Cuando la vida es tranquila y sin sobresaltos, los mensajeros pueden cumplir con su cuota. Cuando existe demasiado estrés en el cerebro, los mensajeros alegres comienzan a atrasarse en sus entregas. En la medida que continúa el estrés, los mensajeros alegres comienzan a fallar. Esto causa que centros importantes del cerebro reciban tan solo mensajes «tristes» y ésto a su vez causa que todo el cerebro se angustie. La persona ha entrado en un estado de desbalanciamiento químico cerebral conocido como «SOBRE ESTRES».
El sobre-estrés causa que la persona se sienta terriblemente mal. Cuando los mensajes tristes sofocan a los mensajes alegres la persona se siente «sofocada» por la vida. Las personas se quejan de cansancio y de insomnio. Tienen múltiples dolores y falta de energía. Se sienten deprimidos, angustiados o simplemente sienten que no pueden con la vida.
Para comprender como el estrés resulta en una condición tan desastroza para tanta gente comenzaremos por entender a los llamados mensajeros alegres.
LOS TRES MENSAJEROS ALEGRES
Existen tres mensajeros alegres: SEROTONINA, NORADRENALINA Y DOPAMINA. Estos son los químicos cerebrales que comienzan a fallar cuando los niveles de estrés son mayores a los niveles que la persona puede manejar.
SEROTONINA
SEROTONINA ES EL QUIMICO CEREBRAL QUE CONDUCE AL SUEÑO .
El mensajero alegre, serotonina, debe trabajar adecuadamente para que la persona pueda dormir bien. La serotonina es responsable de que la fisiología de la persona sea la adecuada para el sueño. Si la serotonina no hace su trabajo adecuadamente la persona no podrá dormir bien a pesar de cualquier esfuerzo.
LA SEROTONINA REGULA EL RELOJ INTERNO
Dentro de cada uno de nuestros cerebros existe un reloj interno. Este aparato funciona como un conductor de orquesta. El conductor mantiene el ritmo de todos los instrumentos, por lo tanto, éste reloj mantiene coordinadas todas nuestras funciones a un determinado ritmo.
Este reloj interno se encuentra localizado en el centro de nuestro cerebro en un conjunto de células llamadas «glándula pineal». Dentro de la glándula pineal se encuentra el almacen de serotonina que a su vez sirve de «activador» de ésta glándula. Todos los días la serotonina es convertida en un compuesto llamado «melatonina» y a su vez la melatonina se vuelve a convertir en serotonina. Este ciclo de seratonina a melatonina a seratonina de nuevo tarda exactamente 25 horas y constituye nuestro reloj interno.
¿25 horas? Si, bajo condiciones experimentales en situaciones donde el ambiente no cambia, como por ejemplo en una cueva donde no entra la luz del dia, el reloj interno tiene ciclos de 25 horas. En cambio, cuando la persona es expuesta a la luz del sol, la glándula pineal inmediatamente se adapta y se forman ciclos de 24 horas. La glándula pineal inmediatamente adapta su ciclo al de la tierra, de tal manera que las 12 del dia en la tierra son las 12 del dia para la glándula pineal. Expuesta a la luz solar, la glándula pineal ni ganará ni perderá tiempo sino que estará en constante armonía con el ciclo terrestre. Este proceso de ajuste entre la glándula pineal y la tierra tarda aproximadamente tres semanas.
Este ciclo de 24 horas de nuestro reloj interno es muy importante. Es precisamente lo que determina nuestros ciclos de sueño y vigilia. Todas las noches nuestro reloj interno ajusta nuestra fisiología para el sueño, por éste motivo nos sentimos con sueño y dormimos profundamente. Después de un tiempo, nuestro reloj interno ajusta de nuevo nuestra fisiología para despertar. Por éste motivo despertamos en las mañanas sintiendonos descansados.
Mencionamos que nuestro reloj interno es el coordinador de nuestra orquesta fisiológica. Existen tres músicos en esta orquesta que son: la temperatura corporal, la hormona combatiente del estrés y los ciclos de sueño. Estos tres deben ser adecuadamente coordinados por el reloj inerno para poder dormir profundamente y despertar descansados.
EL RELOJ INTERNO Y LA TEMPERATURA CORPORAL
Cada 24 horas nuestro cuerpo tiene ciclos de temperatura con variantes hasta de un grado. Cuando es hora de despertar la temperatura de nuestro cuerpo aumenta. Cuando es hora de dormir nuestra temperatura disminuye.
La mayoría de nosotros hemos sentido lo difícil que es dormir en una noche calurosa. En contraste es muy agradable dormir cuando la temperatura es fresca o hasta fría. Para lograr el mejor sueño la temperatura corporal debe disminuir por la noche. Esto se logra mediante la coordinación de nuestro reloj interno.
NUESTRO RELOJ INTERNO Y LA HORMONA COMBATIENTE DEL ESTRES
El cuerpo produce una hormona vital llamada «cortisol» la cual es la hormona principal para combatir el estrés. Cuando la secreción de cortisol es alta nuestro cuerpo se encuentra en «son de guerra». El cuerpo está preparado para condiciones de estrés tales como: hambre, traumas, agresiones, lucha o huída. Normalmente esta hormona disminuye en la noche en la medida que la persona se relaja y se prepara para dormir.
Al igual que la temperatura corporal, los altos y bajos de esta hormona deben estar sincronizados con el día de 24 horas para lograr un sueño profundo y reparador. Cualquier interrupción en el ciclo de cortisol hará muy difícil la conciliación del sueño.
EL RELOJ INTERNO Y LOS CICLOS DE SUEÑO
Al dormirnos vamos progresivamente logrando niveles más profundos de sueño hasta llegar a un nivel muy profundo característico del sueño reparador. Posteriormente éste sueño se vá haciendo más ligero hasta llegar a los niveles más superficiales característicos de la etapa de los «sueños» o «pesadillas». Estos cíclos se repiten aproximadamente cada 90 minutos.
Al principio de la noche pasamos más tiempo en las fases más profundas del sueño, en la medida que va amaneciendo, pasamos más tiempo en las fases de los «sueños». Para sentirse descansado, este ciclo debe funcionar adecuadamente. Por supuesto, este ciclo está regulado por nuestro reloj interno.
EL ESTRES DESTRUYE EL SUEÑO
El reloj corporal es esencial para armonizar la temperatura corporal, el cortisol y los ciclos de sueño. Para poder dormir con facilidad y profundamente, es necesario que funcione correctamente nuestro reloj interno. El mensajero alegre serotonina, es el disparador de este reloj interno. Si el estrés causa que la serotonina falle, el reloj interno dejará de funcionar y la persona no podrá obtener un sueño reparador.
DADO QUE LA SEROTONINA ES EL PRIMER MENSAJERO ALEGRE QUE FALLA BAJO ESTRES, EL PRIMER SINTOMA DE SOBRE-ESTRES SERA LA INCAPACIDAD PARA DORMIR ADECUADAMENTE.
LA NORADRENALINA NOS DA ENERGÍA
Estoy seguro que han escuchado la palabra «adrenalina». Cuando la persona está asustada la adrenalina es segregada hacia el torrente sanguíneo por las glándulas adrenales. El corazón late más rápido, la sangre se va de la piel y los intestinos hacia los músculos y aparece sudoración en las palmas de las manos y la frente. El cuerpo se ha preparado para «luchar o huír». La «noradrenalina», que es un pariente cercano de la adrenalina, tiene muchas funciones importantes en el sistema nervioso. La función que más nos interesa por el momento es su rol en el establecimiento de los niveles de energía.
Es esencial que la noradrenalina funcione adecuadamente para que la persona se sienta con energía. Si no se tiene suficiente noradrenalina, la persona se siente cansada, exhausta o sin energía. Simplemente la persona no se siente con ganas de hacer nada. La persona que tiene una falla en los niveles de noradrenalina irá haciendose progresivamente más letárgica. El tratar de «manejar» el cerebro con bajos niveles de noradrenalina es similar a manejar un coche con la batería descargada. Tade o temprano el carro simplemente no encenderá.
DOPAMINA: EL PLACER Y EL DOLOR
Como seguramente ya lo saben, la morfina y la heroína son las drogas más potentes conocidas por el hombre para disminuir el dolor y producir placer. Son tan potentes que por mucho tiempo se pensó que eran similares a algún químico producido naturalmente en el cerebro humano. Recientemente se ha descubierto que de hecho existen algunas moléculas similares a la morfina que se producen en nuestros cerebros. Estas substancias son conocidas como «ENDORFINAS» y son responsables de nuestra percepción del dolor.
Parece ser que en las endorfinas hemos encontrado el mecanismo natural del ser humano para regular el dolor. Probablemente exista una secreción continua base de esta substancia. Bajo ciertas condiciones la secreción aumenta y hace que la persona sea mucho menos sensible al dolor. Bajo otras condiciones la secreción disminuye y hace a la persona más susceptible al dolor.
Las variacions individuales en el nivel de endorfina explicaría el por qué de las diferencias en la percepción del dolor ante el mismo estímulo doloroso. En la profesión médica es frecuente ver como la misma herida o condición en un individuo provoca una mínima molestia mientras que en otros individuos produce un dolor insoportable. Antiguamente decíamos que el dolor era imaginario o simplemente estaba en «la cabeza» de la persona.
Ahora podemos especular con cierto grado de certeza que lo diferente en la «cabeza» de las personas son los niveles de endorfina. Por lo tanto, la persona que se queja en grado extremo ante una herida mínima probablemente sienta un grado mucho mayor de dolor. Por alguna razón los niveles disminuídos de endorfína han interferido con su mecanismo de control del dolor.
Ahora la dopamina, nuestro tercer mensajero alegre, parece concentrarse en áreas del cerebro contíguas a los lugares de mayor secreción de endorfina. Cuando la función de la dopamina disminuye también disminuye la función de la endorfína. Cuando demasiado estrés causa una disminución de la dopamina la persona pierde su «anestésico» natural.
La dopamina también dirige el «centro del placer.» Este es el área que le permite a la persona el «gozar de la vida». Cuando el estrés interfiere con la función dopaminérgica el centro del placer se hace inoperante. Las actividades placenteras normales ya no dan placer. Con una severa disfunción de la dopamina y de la endorfína la vida se convierte en dolorosa y ausente de todo placer.
¿CÓMO SE SIENTE EL SOBRE-ESTRÉS?
¿Que sucederá cuando los niveles de estrés son lo suficientemente altos para causar una falla en los mensajeros alegres? ¿Cómo se sentirá la persona?
Si la carga de estrés es suficiente para interferir con los mensajeros alegres el reloj interno de la persona dejará de funcionar. La persona tendrá problemas para dormir, despertará con frecuencia y recordará sus sueños. En la mañana no se sentirá descansado.
Después la persona, al debilitarse su campo energético o aura, notará una falta de energía, bajón anímico, desgano y falta de interés en el mundo en general.
Posteriormente comenzará a sentir dolores. Los más frecuentes son los dolores de espalda, cabeza, cuello y hombros, pero también es frecuente un constante malestar o leve dolor general. Junto con la sensibilidad aumentada a los dolores, habrá un decaimiento en el placer de la vida. Lo que antes solía ser divertido o placentero, ya no lo es.
Cuando todos estos síntomas coinciden – falta de sueño, fatiga, dolores y desgano, la persona se siente abrumada por la vida. Suele llorar con mayor facilidad y se siente «deprimida».
También se puede sentir «angustiada» con todos estos cambios fisiológicos. ¿ Por qué no puedo dormir? ¿Qué me pasa? ¿Me dará un infarto? No es raro que la persona experimente ataques de pánico cuando los niveles de mensajeros alegres se encuentren disminuídos. La persona siente que no puede respirar, que su corazón late a cien km./hr y puede experimentar hasta malestar estomacal y diarrea. El estrés ha causado que su aura se debilite y así, su cuerpo se comporta de maneras extrañas y difíciles de manejar. Ante esta circunstancia la angustia o pánico no son inesperados.
Todos hemos experimentado períodos de sobre-estrés en nuestras vidas. Por lo general serán de corta duración. Vivímos en una sociedad tan estresante que por lo menos el 10% de nuestra población vive en un constante estado de sobre-estrés. Estas personas que han heredado una baja tolerancia al estrés, están luchando día tras día la falla de estos mensajeros cerebrales. Casi no tienen descanso y sufren considerablemente.
Antiguamente no sabíamos la causa de este sufrimiento. Decíamos que tales personas padecían de una «enfermedad mental». El mundo de la medicina ahora reconoce que estos síntomas surgen de una disfunción en los mensajeros cerebrales y ESTA DISFUNCIÓN ES CAUSADA POR SOBRE-ESTRÉS.
Lo que antes se consideraba como enfermedad mental ha dejado de existir en ese mundo difuso y obscuro para residir en el mundo de la bioquímica y fisiología.
El estrés también tiene que ver con la mente reactiva impulsiva, puesto que se trata de una respuesta normal del organismo ante las situaciones de peligro. En respuesta a las situaciones de emboscada, el organismo se prepara para combatir o huir (fight or flight), mediante la secreción de sustancias como la adrenalina, producida principalmente en unas glándulas llamadas «suprarrenales» o «adrenales» (llamadas así por estar ubicadas adyacentes al extremo superior de los riñones). La adrenalina se disemina por toda la sangre y es percibida por receptores especiales en distintos lugares del organismo, que responden para prepararse para la acción:
- El corazón late más fuerte y rápido.
- Las pequeñas arterias que irrigan la piel y los órganos menos críticos (riñones, intestinos), se contraen para disminuir la pérdida de sangre en caso de heridas y para dar prioridad al cerebro y los órganos más críticos para la acción (corazón, pulmones, músculos).
- Los sentidos se agudizan.
- La mente aumenta el estado de alerta.
En condiciones apropiadas (si estamos en medio de un incendio, nos ataca una fiera, o un vehículo está a punto de atropellarnos), los cambios provocados por el estrés resultan muy convenientes, pues nos preparan de manera instantánea para responder oportunamente y poner nuestra vida a salvo. Muchas personas en medio de situaciones de peligro, utilizan su mente reactiva impulsiva para desarrollar una fuerza insospechada, salvar grandes obstáculos o realizar maniobras prodigiosas.
El problema es que la mente reactiva actúa también en situaciones nada estresantes, donde el ego de la persona crea situaciones conflictivas e impulsa a la persona a realizar actos agresivos que podrían haberse evitado.
¿Qué hacer frente al estrés?
No existe una fórmula sencilla e infalible que pueda «curar» el estrés. Se requieren acciones diversas que permitan reducir las situaciones de sobrecarga. Para ello puede ser necesario «reaprender» a realizar las tareas cotidianas del hogar o el trabajo:
- Programar las actividades para que no se acumulen ni se conviertan en «incendios».
- Establecer prioridades claras.
- Delegar responsabilidades.
- Aprender a decir NO a los compromisos que no se pueden cumplir.
- Hacer bien y pronto lo que se puede hacer y olvidarse por completo de lo que no se puede.
- Asumir los grandes retos como secuencias de pequeños pasos.
Además, existen formas de contrarrestar los efectos nocivos del estrés, como el ejercicio físico regular y las técnicas de relajación.
El ejercicio habitual es especialmente útil, pues proporciona una forma de escape para la agresividad y la tensión de la mente reactiva impulsiva. El ejercicio también mejora el funcionamiento cardiovascular y genera un estado placentero de relajación después de cada práctica.
La relajación es conveniente para aliviar el estado de tensión muscular que ocurre inconscientemente durante el estrés. Los músculos, especialmente cervicales(de la nuca) y lumbares (de la cintura), se contraen en forma prolongada y generan dolor. Este dolor produce incomodidad y dificulta el desempeño de las tareas, generando más estrés.
Hola! conste que no estoy juzgando la visión de este aporte, solo me limito a compartir mi apreciación respecto a lo que (hasta hoy) resuena para mi ser, esto es; ¿Qué sucede con las cinco leyes biológicas re-descubiertas por el Dr Hamer y que según sus miles de investigaciones se cumplen AL 100%?, ¿Qué sucede con aquello de aceptar la vida tal cual es, porque es lo que hemos elegido experimentar?, ¿Qué sucede con aquello de que somos uno en y con Dios, y de hecho !no existiríamos de no ser así!?, ¿porqué continuar complicando tanto las cosas?, ¿porqué no vivir felices aceptando que la vida es una maravillosa experiencia ¡pero muy sutil y ligera en nuestro ser infinito!?.
Hay muchas cosas más para masticar o meditar, pero dejo a cada quien sacar sus conclusiones de acuerdo a su vibración particular.
En el remolino del alma Inspirando y Expirando….. solo por hoy soy feliz o solo por hoy soy desgraciada….. eso es la vida.
Un comentario muy zen Jose María