El futuro de Hong Kong como centro financiero, en peligro: las claves de la 'Revolución de los Paraguas'

Hong Kong, la excolonia británica en manos chinas desde 1997, destronó a finales de 2011 por primera vez a EEUU y Reino Unido en el índice de desarrollo financiero del Foro Económico Mundial. Tres años después, sin embargo, tiene muchos más problemas: pese a que a mediados de septiembre el tifón ‘Kalmaegi’ obligó a suspender las actividades de este centro financiero, ni la lluvia ni el viento son su mayor tribulación. Pero Hong Kong sí vive preocupada por ‘los paraguas’ ahora mismo.

La ‘Revolución de los Paraguas’ ha sacado a las calles de esta urbe repleta de rascacielos a decenas de miles de personas que protestan contra Pekín para pedir más democracia. Esta protesta, unida a la competencia que Shangai supone para este enclave del sureste chino con siete millones de habitantes, cuestiona la relevancia hongkonesa en el mapa financiero.

Espada de doble filo

Regida por una fórmula de «un país, dos sistemas» hasta 2047, esta Región Administrativa Especial (SAR, en sus siglas inglesas) tiene su propia moneda (casi anclada al dólar), libre mercado y sistema capitalista, lo que en parte ha cimentado el impulso económico del ‘gran dragón’, de quien depende de forma excesiva. Y eso es muy peligroso.

Por ejemplo, la SAR figura en el último Plan Quinquenal chino, lo que ha mejorado (aún más) su balanza comercial. Pero esta elevada exposición de sus finanzas la convierte en vulnerable ante desaceleraciones económicas y problemas políticos.

Así, la Bolsa de Hong Kong cerró el martes con un descenso del 1,3%, caída que se suma al -1,9% del lunes pero que no contagió a otros parqués internacionales. Hoy, fiesta nacional china, el Hang Seng no abrió sus puertas. En total, esta Bolsa tenía a finales de agosto una quinta parte del tamaño de la de Nueva York, lo que la convierte en segunda de Asia y sexta del mundo.

Además, las reservas en divisas en manos de las autoridades monetarias representan el 110% del PIB. La potencia de esta economía contrasta con la de China Continental. Como muestra un botón: Hong Kong triplica en renta per capita a sus vecinos, y el FMI prevé que crezca un 2,5% este año.

La ‘Protesta de los Paraguas’ (en referencia a los que se usan para intentar defenderse de los gases lacrimógenos lanzados por las fuerzas de seguridad y de los aerosoles de pimienta) amenaza todo el proyecto, cristalizado a través de fronteras abiertas a la inversión y ausencia de controles de flujo de capital.

«Su desempeño económico podría verse modestamente afectado, pero no es previsible que las inversiones se vean mermadas de forma significativa», según Standard & Poor’s. Además de las finanzas, el turismo y el comercio de lujo (alrededor de su 10% del PIB) también podrían verse lastrados, ya que son actividades que no cuadran con el «desorden cívico», tal y como admitía Nomura en una nota a clientes.

El fantasma de Tiananmen

Este movimiento social pide la libre elección del próximo jefe ejecutivo de la ciudad, en 2017, después de que las autoridades chinas aprobaran en agosto pasado unos comicios por sufragio universal pero con dos o tres candidatos que deberán pasar el filtro previo de un comité consultivo. La consiga es clara: o sufragio universal absoluto o caos.

Tras los incidentes de la madrugada del pasado sábado en la manifestación que cerraba una semana de huelga y protestas estudiantiles, el movimiento ‘Occupy Central’ declaró el inicio anticipado de una campaña de desobediencia civil prevista para más adelante.

El objetivo de ‘Occupy Central’ es conseguir una sentada masiva de ciudadanos para paralizar la actividad en el Distrito Central, el corazón financiero y comercial de la ciudad, si no se aprueba un sufragio universal sin restricciones para los comicios de 2017.

Los activistas (elementos de ‘Occupy Central’, la Federación de Estudiantes y otras organizaciones juveniles menores, así como muchos manifestantes que no se ven representados por los primeros) también reclaman la dimisión de Cy Leung, jefe ejecutivo de esta SAR. En cualquier caso, y a pesar de las desigualdades, la tasa de desempleo ronda el 3%, el mínimo en dos décadas.

En el otro extremo, los conservadores y el ala dura de Pekín solicitan que intervenga el ejército, pero Leung -con el fantasma de la matanza de Tiananmen en 1989 todavía vivo- insiste en que no usará las tropas del Ejército chino acuarteladas en Hong Kong. El temor del mundo financiero a que China se exceda a la hora de reprimir estas marchas aún pone en guardia a los mercados.

El último actor en subir al escenario ha sido Barack Obama, cuyo gobierno se ha pronunciado este miércoles: «EEUU apoya el sufragio universal en Hong Kong en base a la Ley Básica y apoyamos las aspiraciones de la población de Hong Kong», sentencia la Casa Blanca a través de un comunicado.

Precisamente, y tras una noche de marchas, China celebra hoy su Día Nacional, que conmemora el 65 aniversario de la República Popular. Nada parece presagiar que se ponga fin a las protestas iniciadas en Hong Kong el pasado fin de semana y, de hecho, los manifestantes amenazan con recrudecer sus acciones, que ya paralizaron casi 50 bancos, tiendas de lujo, centros comerciales y hasta 20 sucursales de la mayor cadena de joyerías del mundo.

La Autoridad Monetaria de Hong Kong (HKMA), el banco central de facto, ya tuvo incluso que activar un plan de contingencia. Esta inestabilidad y la excesiva exposición de su economía a China son dos factores ponen en peligro el futuro de Hong Kong como centro financiero.

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