Una de las épocas más relevantes de la Historia de Baleares, debido a los importantes avatares transcurridos en ella, es la llamada Cultura Talayótica Balear, en la que para su estudio se puede dividir en cuatro períodos: Pretalayótico, correspondiente al Neolítico, del 3-000 al 1.300 a. C.; Talayótico Inicial, Edad del Bronce final, del 1-300 al 800 a. C.; Talayótico Medio, en pelma Edad del Hierro, del 800 al 500 a. C.; y el Talayótico Final, del 500 al 123 a. C., coincidente con la Cultura Púnica de la vecina isla de Eubusus ( Eivissa), la mayor de las Pitiusas, y la conquista de Maiorica y Minorica ( Mallorca y Menorca) por el cónsul romano Quintus Caecilius Metellus.
El vocablo talayot, talaiot en mallorquín, proviene del árabe atalayi, “centinela”, con sus derivados de atalaya y torre de vigilancia. La primera vez que públicamente se uso esa palabra, fue gracias al arqueólogo menorquín Joan Ramis i Ramis (1747-1918) en su libro Antigüedades célticas de la isla de Menorca, editado en 1818, siendo el primer tratado sobre yacimientos arqueológicos de España, obra que hoy en día continua siendo un referente en investigación.
De esa época balear que tratamos, de todas las construcciones megalíticas que se conocen, como son las taulas, navetiformes, poblados amurallados, dólmenes, necrópolis… los talayots, abundantes por doquier en Mallorca y Menorca, Eivissa es un caso aparte que merece dedicarle una artículo en esta revista, son, por excelencia los más emblemáticos.
Este tipo de arquitectura ciclópea, algo parecida a las nuraghes de Córcega, son de forma circular, cuadrada y escalonada. Se asentaban aislados de los poblados, agrupados en su interior, adosados a las murallas defensivas. Dependiendo de la isla donde están ubicados varían en sus dimensiones. El más grande de Mallorca conservado, circular, es el de Sa Canova d´en Morell, en Artà, de una altura de 6 metros, un diámetro de 16´2, con bloques de piedra de unos 3 metros de largo por 1´10 de grueso. También circular, el más colosal menorquín, es de Sant Agustí Vell, en el término municipal de Sant Cristòfol, de 14´5 de diámetro, y una altura de 8. El talayot cuadrado de Capocorb Vell en Llucmajor, Mallorca, es el más impresionante de su genero, que se levanta 10 metros del suelo, i a igual que los otros cuadrados, tiene su acceso orientado a 145 grados (SE), y según parece era para una función astrológica. El talayot escalonado mayor que he podido visitar es el Binicodrell de Darrera, en Es Migjorn, de Menorca, con una altura de 6´80 metros, y diámetro de 20´60.
Alrededor de esos imponentes talayots, nacieron unos hombres que el historiador Diodoro de Sicilia (S.III-IVa.C.) en sus crónicas los denomina fundibulirii (honderos baleares), aquellos legendarios guerreros a sueldo, primero con Cartago y después con Roma, que usaban como únicas armas tres hondas: una alrededor de la cabeza, otra ciñendo su cintura y una en la mano. Esos honderos durante su infancia, y bajo la supervisión matriarcal, se ejercitaban con sus hondas, fabricadas en diversos materiales, como fibra vegetal trenzada, lino, esparto o crin de animales, colocando alimentos en lo alto de un árbol y no podían ser ingeridos hasta derribarlos.
Desgraciadamente, la lista de estos monumentos que en la actualidad podemos admirar, sería mucho más extensa si no fuera que, por diverso motivos, fueron destruidos o desaparecidos, como son los casos de construcciones urbanizaciones, carreteras, edificios públicos, líneas férreas, e incluso de una nueva pista del palmesano aeropuerto de Son Sant Joan.
Autor: Josep Maria Osma Bosch
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