Mujeres afrontan desafíos ambientales con ingenio en India

En la aldea de Dakshin Shibpur, ubicada en el delta de Sundarbans, en el estado indio de Bengala Occidental, las mujeres más pobres y vulnerables se juntaron para armar un banco de semillas para ayudarlas a  sobrevivir en los meses más duros del año. Crédito: Manipadma Jena/IPS

En la aldea de Dakshin Shibpur, ubicada en el delta de Sundarbans, en el estado indio de Bengala Occidental, las mujeres más pobres y vulnerables se juntaron para armar un banco de semillas para ayudarlas a sobrevivir en los meses más duros del año. Crédito: Manipadma Jena/IPS

SUNDARBANS, India, 28 nov 2014 (IPS) – Noviembre es un mes duro para las familias sin tierra del delta de Sundarbans, el mayor bosque de manglares del mundo, ubicado en el oriental estado de Bengala Occidental, en India. Hay poco trabajo agrícola y todavía falta un mes para la cosecha de arroz, lo que eleva los precios a su máximo anual.

Por si fuera poco, las deudas con los prestamistas se acumulan al no poder saldarlas.

“Cuando la existencia misma está en riesgo, las comunidades insulares, por supuesto, se adaptan a su manera, pero el gobierno debe hacer mucho más”.

No hay tranquilidad para Namita Bera, quien debe conseguir 120 kilogramos de arroz al mes para alimentar a su familia de ocho personas.

Pero la situacion mejoró desde que se unió a otras 12 mujeres humildes de la aldea de Dakshin Shibpur, en la división administrativa de Patharpratima, en Bengala Occidental, para combatir el hambre.

Sin recursos y asoladas por las alteraciones climáticas y las fluctuaciones de los precios de los alimentos, hicieron lo más lógico: crear un banco de granos gracias a sus pequeños ahorros y bautizaron a su grupo de ayuda mutua Mamatamoyi Mahila Dal.

El sistema es sencillo, cada vez que una de sus integrantes puede, compra 50 kilogramos de arroz barato y lo deposita en el banco, explicó Chandrani Das, del Centro de Servicios y Comunicación de Investigación para el Desarrollo, con sede en Kolkata, que supervisa este tipo de bancos.

De esa forma, “por lo menos así se hace soportable un tercio de los 75 días que dura el período de escasez”, indicó Shyamali Bera, una mujer de 35 años con tres hijos, cuyo esposo es cargador de papas en un almacén de Kolkata, la capital estadual, en diálogo con IPS.

Para las familias pobres, el banco les permite tener unos pequeños ahorros a partir de sus magros ingresos. “Antes, el único efectivo que teníamos eran unas 10 a 25 rupias (de 0,16 a 0,40 dólares)”, contó.

“Ahora tenemos unas 100 rupias (unos 1,6 dólares) y podemos comprar lápices y cuadernos para que nuestros hijos puedan ir a la escuela”, añadió.

La iniciativa logra eliminar a los prestamistas. El interés de cinco por ciento mensual que cobran, que suele convertirse en 60 por ciento al año, no puede competir con el dos por ciento dispuesto por el grupo de mujeres.

Pero tienen otros desafíos por delante.

Haciendo frente al cambio climático

Desginado Patrimonio Mundial por su ecosistema único y rica biodiversidad, el bosque de Sundarbans es un lugar extremadamente vulnerable al aumento del nivel del mar y a las tormentas intensas.

La mitad del área de unos 9.630 kilómetros cuadrados está atravesada por una intrincada red de cursos de agua interconectados, que dejan a las zonas vulnerables a las inundaciones en los períodos de fuertes lluvias.

Alrededor de 52 de las 102 islas que forman el delta están habitadas y concentran unas 4,5 millones de personas. La pérdida del bosque de manglar por la deforestación dejó a los lugareños expuestos a los caprichos del mar y los ríos, solo protegidos por 3.500 kilómetros de terraplenes.

En base a datos del Sistema de Información Geográfica, el último Informe de Desarrollo Humano del gobierno de este estado alertó de que el aumento del nivel del mar en los últimos 70 años ya se tragó a unos 220 kilómetros cuadrados del bosque en Sundarbans.

Además, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en India señaló que los análisis de datos de 120 años muestran que hubo un aumento de 26 por ciento en la frecuencia de los ciclones de alta intensidad.

Casi 90 por ciento de las personas viven en chozas de barro y paja. El arroz es el principal cultivo y se planta en la temporada de los monzones, de mediados de junio a mediados de septiembre.

El bosque y la pesca ofrecen otras fuentes de ingresos, pero con una densidad poblacional de 1.100 personas por kilómetro cuadrado, muy por encima del promedio nacional de 382, la pobreza en la zona también aumenta al doble.

Combustible, forraje y alimentación

Cuando hay marea baja, el río Gobadia llega a tan solo 100 metros del terraplén de la aldea de Ramganga, donde las integrantes del grupo de autoayuda Nibedita se reúnen a conversar con IPS.

Varias entrevistadas dijeron a IPS que cuatro tormentas severas, entre mayo y diciembre, es la norma actual. Las lluvias duran una semana, en vez de dos días como antes.

Cuando los vientos de 100 kilómetros por hora coinciden con las dos mareas altas del día, las tormentas desbordan el terraplén, causan el ingreso de agua salada, destrozan las casas y las tierras bajas cultivadas y dejan la zona inundada durante unos cuatro meses.

La autoridad de la aldea les ha prometido construir un muro de piedra en la margen del río y poner ladrillos en el terraplén, pues se vuelve muy resbaloso para circular o hasta para caminar, contaron varias mujeres a IPS.

Pero al no concretarse, las mujeres tomaron cartas en el asunto y usaron el dinero de sus ahorros, arrendaron tierras y plantaron 960 árboles en poco más de 3.700 kilómetros cuadrados, con la esperanza de que detener la erosión.

“Eligieron 16 variedades de plantas que les darán leña, forraje para sus cabras y árboles cuyas flores y frutos son comestibles”, explicó Animesh Beral, de la organización no gubernamental Indraprastha Srijan Welfare Society, que asesora a este grupo femenino.

No se desperdicia nada. Todo lo que produce el bosque llega a las habilidosas manos de los integrantes de esta comunidad.

Alimentándose de un suelo no productivo

En la aldea de Indraprastha, las mujeres cultivan productos orgánicos en sus diminutas parcelas de 6.500 metros cuadrados, adaptándose a los desafíos que plantea el suelo, el agua y el clima plantando varias verduras estacionales, desde hojas verdes y judías verdes hasta tubérculos y bananas.

Las diminutas huertas les garantizan alimentos y seguridad económica gracias a la venta de semillas orgánicas.

También usan los desechos del ganado y de las aves como biofertilizantes, que junto con el agua reciclada son medidas que les permiten obtener alimentos de la tierra que cada vez que esta parece darles más la espalda.

Las organizaciones felicitan a las mujeres de Sundarbans por su ingenio y creatividad para hacer frente a las dificultades de su entorno, pero otros critican al gobierno de Bengala Occidental por no ocuparse de su población más vulnerable.

“Cuando la existencia misma está en riesgo, las comunidades insulares, por supuesto, se adaptan a su manera, pero el gobierno debe hacer mucho más”, indicó Tushar Kanjilal, de 79 años, pionero del desarrollo de Sundarbans, en diálogo con IPS en su residencia de Kolkata.

“Es urgente que formule un plan integral para el desarrollo de Sundarbans basado en datos confiables y designe una organismo encargado del trabajo de desarrollo”, añadió Kanjilal, director de la no gubernamental Sociedad Tagore para el Desarrollo Rural.

Editado por Kanya D’Almeida / Traducid por Verónica Firme

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