Los Caminos hacia la Espiritualidad

RELIGIÓN Y ESPIRITUALIDAD
Jung repitió a lo largo de su vida y de su obra, que el instinto religioso, entendido como instinto hacia la trascendencia y como búsqueda de la unión perdida con la Conciencia Superior y con el Todo, está presente en todos los seres humanos sin excepción. A diferencia de Freud, que dio una gran importancia al instinto sexual y no se dedicó a explorar los impulsos más elevados del ser humano (no era esa su tarea), Jung consideraba al instinto religioso tan importante y colectivamente presente en la vida de los pueblos, consciente o inconscientemente, como el instinto de supervivencia o el impulso sexual. Por ello, y también a diferencia del padre del psicoanálisis, él mismo fue un profundo estudioso, conocedor y practicante de ciencias milenarias que siempre contemplaron la existencia y la importancia del espíritu en la vida diaria, como son la Astrología, la Cábala, la Alquimia y el Tarot.
Maslow, otro gran estudioso de las necesidades y los impulsos humanos, desde los más básicos hasta los más elevados, hablaba de distintos estratos en nuestra evolución, en los que vamos cubriendo unos determinados tipos de necesidades, las propias de cada peldaño, un requisito previo imprescindible para poder cubrir necesidades de otro tipo y correspondientes al escalón superior. Esto lo explicó gráficamente con una pirámide en la que, el último tramo corresponde a las necesidades de trascendencia y a las experiencias extáticas, porque el ser humano no sólo se ocupa de cubrir y satisfacer sus necesidades más básicas para seguir viviendo sino que también, y tal vez sobre todo, tiene unos intereses elevados en los que trabajar e incorporar a su vida, necesita satisfacer otro tipo de necesidades muy importantes para la evolución y el desarrollo como una persona íntegra y completa. El movimiento hacia la consecución de metas personales, relacionadas con ese crecimiento y evolución propios, se llama motivación del desarrollo y se centra en averiguar y promover lo óptimo para la salud humana, entendiendo ésta como un estado satisfactorio y pleno en el que están adecuadamente cubiertas las necesidades físicas, psíquicas, emocionales, espirituales y de relación, sintiéndose la persona suficientemente realizada, contenta, tranquila y feliz.
Podríamos decir que la religión (palabra procedente de un término latino cuyo significado es volver a unir lo que estaba separado) se ha referido tradicionalmente a unas determinadas creencias y a la participación en los ritos y ceremonias relacionados con ellas. Tiene, por lo tanto, una connotación externa y relacionada con unas prácticas colectivas, que buscan la conexión con lo Absoluto dentro de unos marcos determinados y con una proyección tal vez más social que individual. La religión denota la forma que la totalidad de una comunidad religiosa tiene de vivir a Dios (o como quiera que conciban y llamen al Ser Trascendente). A lo largo de la historia, esa comunidad (cada una de las comunidades) ha ido desarrollando sus propias enseñanzas, sacramentos, formas de adoración, oración y meditación, rituales y demás ceremonias. Todos estos elementos se transmiten de generación en generación y también se desarrollan y actualizan adicionalmente de generación en generación. La mayoría de estas tradiciones religiosas ofrece, a cada persona de la comunidad, una gama de oportunidades para desarrollar una relación personal con ese Ser Trascendente que, casi siempre, se asocia con un Dios masculino y activo, dejando fuera al aspecto femenino y receptivo de la Divinidad que, como todo lo creado, también lo tiene.
A ese aspecto personal y de relación directa con el Ser Trascendente, es a lo que se refiere la espiritualidad. La espiritualidad, que parte del contacto con nuestro yo más profundo y genuino, pretende y busca la unión personal con esa realidad Absoluta y Primigenia, como quiera que la llamemos, de una manera libre, espontánea y propia, sin necesidad de credos, ritos o pertenencia a grupo religioso alguno, aunque tampoco excluye esta posibilidad. Sería un contacto más individual con lo trascendente y, por lo tanto, posible en cualquier ámbito y momento del día, sin que sea requisito imprescindible para ello acudir a un templo, sinagoga, mezquita o iglesia, porque todo lo que nos rodea, en realidad, puede cumplir ese papel, sin olvidar que nuestro propio cuerpo es ya un magnífico templo, que además no ha sido creado por manos humanas, como los otros, sino por la Voluntad, la Sabiduría y el Amor Divino. Tampoco es necesario que haya un intermediario (sacerdote, imán, lama, rabino) para que ese contacto con lo Divino tenga lugar. La espiritualidad, pues, tiene que ver con la vida interior de la persona, con sus ideales, valores, actitudes, pensamientos, sentimientos y oraciones (como quiera que éstas sean) a la Divinidad y con el modo en que integra todos esos elementos en su vida cotidiana cuando se expresa y relaciona con el mundo, porque la espiritualidad, en mi opinión, no es sólo permanecer en contacto con la Energía Trascendente y Suprema sino también, y tal vez sobre todo, trasladar esa misma unión a cuanto nos rodea y ver a la Divinidad en todas partes, desde un grano de arroz hasta la más asombrosa y bella de las galaxias pasando, claro está, por un@ mism@ y por todas las personas, situaciones, cosas, acontecimientos… que nos rodean.
ALGUNAS DIFERENCIAS ENTRE LA RELIGIÓN Y LA ESPIRITUALIDAD
Hace tiempo por Internet una presentación en la que se decían algunas cosas sobre la religión y la espiritualidad. Para invitarte a reflexionar, transcribo aquí el texto que ese archivo incluía sobre las diferencias entre religión y espiritualidad:
– La religión no es sólo una, hay muchas. La espiritualidad es una.
– La religión es para quienes permanecen dormid@s. La espiritualidad es para quienes están despiert@s.
– La religión es para quienes necesitan que alguien les diga qué hacer o que quieren ser conducid@s por otra persona en vez de llevar las riendas de su propia vida. La espiritualidad es para quienes prestan atención y siguen a su voz interior.
– La religión tiene un conjunto de reglas dogmáticas para seguir. La espiritualidad te invita a sentirlo todo, a cuestionarlo todo, a experimentarlo todo.
– La religión amenaza y asusta. La espiritualidad da Amor, Armonía y Paz interior.
– La religión habla de pecado y de culpa. La espiritualidad habla de responsabilidad y del aprendizaje continuo.
– La religión reprime todo, te hace fals@, porque no te permite ser quien eres. La espiritualidad trasciende todo y te hace verdader@.
– La religión no es Dios. La espiritualidad es Todo y, por lo tanto, es Dios.
– La religión no indaga ni pregunta, sólo impone. La espiritualidad lo cuestiona todo.
– La religión es una obra humana y, por consiguiente, una organización con reglas. La espiritualidad es Divina, sin reglas.
– La religión es causa de divisiones y separación. La espiritualidad une y re-liga lo que estaba separado.
– La religión busca que la acrediten. La espiritualidad tienes que buscarla.
– La religión sigue los preceptos de un libro sagrado. La espiritualidad busca lo sagrado en todos los libros.
– La religión se alimenta del miedo. La espiritualidad tiene su fuente de nutrición en la confianza y la fe.
– La religión es vivir en el pensamiento. La espiritualidad es vivir en la consciencia.
– La religión se ocupa de hacer. La espiritualidad tiene que ver con el Ser.
– La religión alimenta al ego. La espiritualidad es el alimento del Yo Superior y nos hace trascender.
– La religión nos pide que renunciemos al mundo. La espiritualidad nos ayuda a vivir en Dios, a no renunciar a Él/Ella aunque estemos en el mundo.
– La religión es adoración. La espiritualidad es meditación, contemplación y diálogo directo con Dios.
– La religión sueña con la gloria y el paraíso futuros. La espiritualidad nos hace vivir la gloria y el paraíso aquí y ahora.
– La religión vive en el pasado y el futuro. La espiritualidad vive en el presente.
– La religión limita nuestra memoria. La espiritualidad libera nuestra consciencia.
– La religión cree en la vida eterna. La espiritualidad nos hace conscientes de la vida eterna en este preciso instante.
– La religión promete bienaventuranzas para después de la muerte. La espiritualidad es encontrar a Dios en nuestro interior todos los días de nuestra vida.
“No somos seres humanos pasando por una experiencia espiritual…
Somos seres espirituales pasando por una experiencia humana…”
EL ESPÍRITU
Lo espiritual tiene que ver con el fundamento de nuestra esencia, de nuestra vida, de nuestra persona, en conexión con todos los seres: minerales, vegetales, animales y human@s que nos rodean y con la Vida en su conjunto. Se relaciona también el espíritu con la parte más recóndita y desconocida de nuestro ser, a la que llamamos sobrenatural y esotérica porque va más allá de la naturaleza externa que conocemos y porque tiene que ver con lo privado, con lo íntimo, con lo más interno de nuestra persona, que estamos poco acostumbrados a ver y a valorar, que a veces nos asusta porque no sabemos a dónde nos podrá llevar ni qué nos podrá deparar. Cultivar nuestro lado espiritual es una de esas tareas vitales que favorece nuestra forma de ser y de estar en la vida.
En mi libro Inteligencia Personal y Vital (2005), escribí lo siguiente sobre lo que me sugería, y me sigue sugiriendo, la palabra espíritu:
– Inmaterial, intangible, inconmensurable, inasible, invisible, incorpóreo, inaudible, absoluto
– Se siente y se percibe
– Esencia humana
– Búsqueda de significado y de sentido sobre un@ mism@ y sobre la vida
– Conexión permanente con el interior y el exterior
– Trascendencia y permanencia más allá de la vida física y de la muerte, eternidad a pesar de nuestra mortalidad
– Eslabón en la cadena de la vida, tanto individual como colectiva
– Energía personal y universal que forma parte del Cosmos y de nosotr@s mism@s, que fluye y nos ayuda a avanzar
– Poder personal para cambiarnos y cambiar las cosas
– Cultivo de valores personales
– Fuente y tesoro interior
– Intuición
– Destino como fin y como proceso de elección, no como algo fatídicamente determinado externamente
– Misticismo, profundidad, fondo, consciencia, intimidad
– Compromiso, reflexión, creatividad, preguntas
– Corazón, sentimientos
– Integra y unifica la razón, la emoción y la conducta, el pensamiento y la acción, las ideas y los actos, la teoría y la práctica, el conocimiento y la experiencia
– Proporciona comprensión a las situaciones y a los contextos, a los hechos
– Dimensión profunda e interna de un@ mism@ y del mundo.
– Explicación de lo que hacemos, de lo que nos ocurre y de los mensajes que nos comunican nuestras experiencias: para qué nos sirven, para qué necesitamos vivirlas, qué podemos aprender con ellas, cómo podemos afrontarlas para resolverlas, salir adelante y evolucionar, qué nos revelan, de qué nos hacen darnos cuenta o qué nos confirman. Una vez encontrada la respuesta a estas cuestiones, logramos un giro a partir del cual ya es imposible vernos y ver la vida de la misma manera que veíamos anteriormente. Seguimos siendo la misma persona, pero más evolucionada y madura cada vez, más humana, tanto para nosotr@s mism@s como para quienes nos rodean, sin que esto excluya el trabajo con aquellas partes de nuestra personalidad que lo necesiten
– Estado interno, conciencia, parte última, central, forma parte de todas las cosas e irradia a la vez de ellas
– Belleza interior, algo que destaca y brilla, algo que atrae aunque su apariencia externa tenga poco o nada que ver con la belleza objetiva, si es que ésta existe
– Motor que mueve a cada persona a ser quien es y a hacer o no hacer determinadas cosas
– Las cualidades que cada persona transmite a sus semejantes: confianza, seriedad, verdad, formalidad, sinceridad, honestidad, apoyo, buenas acciones, amor, respeto, atención, compromiso, responsabilidad…
LA ESPIRITUALIDAD
La espiritualidad tiene que ver, entre otras cosas, con la necesidad y el deseo humano de encontrar respuesta a cuestiones tan sustanciales y fundamentales como quiénes somos, de dónde venimos, para qué estamos aquí en esta ocasión y hacia dónde nos dirigiremos después de cumplir lo que hemos venido a cumplir. Es también preguntarnos por nuestro nacimiento y nuestra vida; por el significado que nuestra vida tiene para cada un@ de nosotr@s y en el contexto en que vivimos; los motivos para continuar adelante cuando las circunstancias son poco o nada favorables o sentimos cansancio, frustración, desánimo, falta de motivación… Es lo que contribuye a que la vida merezca vivirse a pesar de las dificultades; nuestra misión y cometido vital; el sentido de nuestra vida y de lo que hacemos o no hacemos en ella, de nuestras relaciones, de nuestras circunstancias, etc.
La espiritualidad es una integración de los pensamientos, los sentimientos, las actitudes y las acciones que nos hacen ser la persona que somos y que nos conducen a lo largo de nuestra vida por un camino que nos lleva a la evolución. La espiritualidad es una especie de guía interior que nos va dando pistas sobre lo que podemos y debemos hacer o no de cara a nuestro bien ser, a nuestro bienestar y a nuestra evolución como personas. Tiene más que ver con estados internos e individuales que con creencias en seres divinos y todopoderosos o con prácticas de determinados rituales religiosos más o menos organizados, aunque estos son también importantes y forman parte de ella. Es una guía que surge de la propia persona, conectada consigo misma y con la Vida en su conjunto, no viene de fuera ni se puede recibir, es una característica con la que nacemos por el hecho de ser human@ y, que podemos aprender a cultivar, desarrollar, extender y mejorar.
La inteligencia espiritual es la inteligencia con la que afrontamos y resolvemos problemas de significados y de valores. Es la inteligencia con la que podemos poner nuestros actos y nuestra vida en un contexto más amplio, más rico y significativo que nuestra parcela vital, la inteligencia con la que podemos determinar que un curso de acción o un camino vital es más valioso y adecuado para nuestra evolución que otro. Es, en definitiva, una capacidad interna e innata del cerebro y de la psique humana, que extrae sus recursos más profundos del fondo del Universo. Este fondo universal se ha ido desarrollando a lo largo de los años de evolución de nuestro cerebro y de nuestra mente, permitiéndonos buscar, encontrar y usar soluciones para nuestros problemas, para nuestros deseos y necesidades, para nuestras preguntas, para nuestros aprendizajes y para nuestra evolución contínua.
También se refiere la espiritualidad a los valores humanos creados y desarrollados en las diferentes épocas y culturas de nuestra historia. En el interior de esa fuente colectiva, además de la energía espiritual y vital, además de la luz divina y el amor infinito, están los distintos aprendizajes y avances que la humanidad ha logrado, formando una reserva de sabiduría personal y colectiva que está más allá del ego, de la personalidad o de la mente racional, que va más allá de la realidad que tenemos delante y que se relaciona con la trascendencia. Lo espiritual también está presente y forma parte de nuestros deseos, de nuestros sueños, de nuestros objetivos y en este ámbito se relaciona con la imaginación y con la creatividad, ya que antes de realizar o inventar cualquier cosa la imaginamos y la creamos en nuestra mente.
Entre las características humanas que permiten andar por la senda de la espiritualidad y que también se fortalecen en ella, están las siguientes:
– Capacidad de ser flexible, de ser activa y espontáneamente adaptable
– Alto grado de consciencia de un@ mism@
– Alta conciencia de unidad con todo cuanto existe
– Alta capacidad de reflexión y discernimiento
– Coherencia y consistencia interna elevadas
– Imaginación y creatividad elevadas que permiten encontrar más de una solución a los problemas, más de una explicación o razón a las cosas, más de un significado, más de una forma de conducta y de vida
– Elevada intuición
– Alta motivación intrínseca
– Elevada capacidad de aprendizaje
– Elevada madurez y evolución personal
– Capacidad para afrontar y trascender el dolor y también para usarlo como camino de aprendizaje y evolución
– Capacidad para inspirarnos con lo concreto y con lo abstracto, con la realidad y con las ideas
– Oposición activa a causar daños innecesarios, a un@ mism@ y a otras personas
– Predisposición a ser útil y a ayudar a quien lo necesite
– Capacidad para encontrar e integrar las relaciones que hay entre las cosas y entre los acontecimientos
– Marcada tendencia a hacer y hacerse preguntas para encontrar respuestas a las dudas, deseos, problemas, conflictos, necesidades, ilusiones
– Marcada tendencia y capacidad para comprender, para encontrar el sentido y el significado de quién somos, de cómo lo somos, de nuestra vida, de nuestras relaciones
– Marcada tendencia y capacidad para buscar y encontrar el propio camino, con independencia del camino de quienes nos rodean y colaborando activamente en que nuestros semejantes encuentren también el suyo
– Capacidad para respetar y valorar la vida de l@s demás, para entenderla como una de las muchas opciones posibles, aun a pesar de no estar de acuerdo con ella y de tener que asumir las consecuencias que directa o indirectamente ocasionen
– Capacidad para establecer, definir y practicar con libertad los propios valores, las propias creencias, los propios criterios, más allá de las convenciones sociales y culturales, dentro siempre de los límites de la responsabilidad
– Tener un centro de control interno y ser independiente del criterio ajeno
– Tener un alto sentido ético y de lo que significa ser una persona íntegra y practicarlo en todas las situaciones y momentos
– Capacidad para ver lo positivo de un@ mism@, de las personas, de las cosas y de la Vida
– Capacidad para inspirar a l@s demás con la propia conducta, sin imponerla ni tratar de que la sigan
– Capacidad para aceptar, respetar y amar incondicionalmente a las personas tal cual son
– Capacidad para observar, aprender e inspirarnos con nuestros semejantes
– Capacidad para transformar lo negativo en positivo, para encontrar una razón y una explicación positiva a todo lo que ocurre
– Capacidad para ver más allá de lo visible, lo evidente, lo cotidiano
– Capacidad de apertura y experimentación ante la vida, sin menospreciar ni rechazar nada
– Capacidad para perdonarse y para perdonar, sin juicios ni condenas, cambiando la rabia, el odio, el rencor… por comprensión y amor
– Capacidad para aceptar, trabajar y superar nuestros puntos débiles
– Capacidad para integrar y sintetizar
– Capacidad para mantener viva la esperanza y la confianza, para perseverar y superar los obstáculos
– Actitud de agradecimiento continuo
María Sánchez-Villacañas de Toro
Alcántara Psicología y Espiritualidad
Escuela para la Evolución del Alma
http://senderodelmago.blogspot.com.es/2014/12/los-caminos-hacia-la-espiritualidad.html

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