Olivia Sorrel-Dejerin BBC
Vivimos en la era de espionaje hipertecnológico, correos electrónicos cifrados y criptografía aturdidora. No obstante, en la radio de onda corta, todavía se puede escuchar una forma de espionaje muy anticuada…
Son las 13:03 de un martes en una habitación abarrotada con equipos de radio medianamente avanzados. De repente se oye por onda corta es un mensaje de 10 minutos en clave Morse.
Hay una pequeña comunidad de aficionados que creen que este tipo de mensajes son un vestigio de la era de espionaje de la Guerra Fría.
Se trata de las misteriosas «emisoras de números» o «estaciones numéricas».
«Ein… zwei… drei…»
En el clímax de la Guerra Fría, los amantes de la radio en todo el planeta empezaron a notar unas transmisiones bizarras.
Empezaban con una melodía rara o el sonido de varios pitidos, seguidos por el inquietante sonido de una voz extraña de mujer contando en alemán o una escalofriante voz de un niño recitando letras en inglés.
Al toparse con esos mensajes en onda corta, muchos aficionados concluyeron que estaban siendo usados para enviar información codificada a través de distancias extremadamente extensas.
Escuchar este tipo de mensajes era una experiencia curiosa y los entusiastas les dieron nombres pintorescos como «La rapsodia sueca» o «La estación gong«.
Para agentes secretos
Los tiempos han cambiado y la tecnología se ha desarrollado, pero hay evidencia de que este aparentemente anticuado método de comunicación podría seguir en uso.
Aunque las estaciones de números de onda corta a la luz de hoy parezcan de baja tecnología, probablemente siguen siendo la mejor opción para transmitirle información a los agentes secretos, indican algunos expertos en espionaje.
«Nadie ha encontrado una manera más conveniente y expedita de comunicarse con un agente», resalta Rupert Allason, un autor que se especializa en asuntos de espionaje y escribe bajo el seudónimo de Nigel West.
«Para las agencias de inteligencia, su único propósito es comunicarse con sus espías en lugares prohibidos: territorios en los que es difícil usar una forma consensuada de comunicación», le dice a la BBC.
Un antiguo funcionario del GCHQ, el Cuartel General de Comunicaciones del gobierno británico, quien no quiere ser nombrado y cuya tarea era interceptar señales enviadas a Reino Unido y buscar esas estaciones de números en los años 80, también afirma categóricamente que son transmisiones para agentes secretos o mensajes para las embajadas.
Se trata de una comunicación en un sólo sentido: los emisores le transmitían números a los destinatarios; estos no respondían.
Un espía y un radio
¿Por qué habrían usado las estaciones de números?
«El sistema es completamente seguro pues los mensajes no pueden ser rastreados; el destinatario puede estar en cualquier lugar del mundo», explica Akin Fernández, creador del Proyecto Conet, un archivo del fenómeno de las estaciones de números.
«Es fácil: uno sólo tiene que mandar a los espías a un país y decirles que compren un radio. Ellos sabrán dónde y cuándo sintonizar», le dice a la BBC.
Un espía, un rádio y un código: eso es todo lo que se necesita para comunicarse por onda corta en secreto.
A Fernández le fascinó el misterio de las estaciones de números.
«Era tan raro que quise saber más sobre el fenómeno». Por ello, dedicó tres años de su vida para hacer un archivo coherente de estas emisoras.
«Una vez las escuchas, te afectan», dice. «Yo nunca anticipé que estaría hablando de ellas 17 años después de escuchar una transmisión por primera vez».
¿Una broma?
A diferencia de otros aspectos de la época de la Guerra Fría, las estaciones de números no dejaron una huella duradera en la cultura popular. «Es un tema soso… hasta que uno los escucha», dice Fernández.
«Es una manera segura de comunicarse entre los servicios de inteligencia y sus espías, y es incomprensible», apunta Phillip Davies, profesor de Política e Historia de la Universidad Brunel de Londres.
No obstante, el espionaje no fue la única explicación que se consideró.
Algunos llegaron a argumentar que se trataba de una elaborada broma. Sin embargo, la escala de las emisoras -frecuencias múltiples en diferentes lenguajes- hace que esa explicación parezca improbable. Fernández señala que un bromista tendría que invertir millones de dólares para comprar transmisores de radio.
Libretas de un solo uso
A pesar del halo de misterio que rodea al espionaje, se ha filtrado algo de evidencia sobre el propósito de las estaciones de números.
En Estados Unidos, hace apenas 4 años, se dijo que unos espías rusos se valían de «transmisiones de radio cifradas».
«Hubo filtraciones anónimas, historias de gente que fue arrestada con radios y libretas de un solo uso (un tipo de algoritmo de cifrado), y otras piezas de evidencia, así como algunos libros y revistas publicados en privado», cuenta Fernández.
Las libretas de un solo uso servían para tener un código que impedía que quien estuviera escuchando pudiera descifrar el mensaje.
En 1989, un espía checo fue arrestado en Reino Unido porque su equipo estaba fallando y se escuchaba en los apartamentos de otra gente. Y, «cuando el gobierno de Ceausescu colapsó, cesaron las transmisiones desde Rumania», apunta el exfuncionario de GCHQ.
Sin rastro
Los expertos están seguros de que las emisoras numéricas todavía existen, aunque haya menos.
«De igual manera que otros trucos de espías, como pretender que uno está alimentando a los patos al lado de un lago, todavía existen, las estaciones de números también», afirma el radioaficionado Al Bolton. «Es un método anticuado pero seguro».
Lápiz y papel: aunque anticuado, fácil de destruir.
Las computadoras casi siempre dejan rastros, mientras que el papel y lápiz son fáciles de destruir.
«El peligro con una computadora es que si a uno lo atrapan, es posible acceder a los datos, mientras que uno puede comerse una libreta de un solo uso, o echarla por el inodoro».
En la redada de espías rusos de 2010 en Estados Unidos, los documentos presentados en la corte decían que estos habían usado «transmisiones de radio cifradas e información encriptada», una pista que apunta a que quizás recibían sus órdenes por la vía de las emisoras numéricas en onda corta.
Si dudas…
A pesar de todas las pistas, ningún gobierno o servicio de inteligencia ha admitido o negado oficialmente haber usado o usar las estaciones de números.
«Cuando lanzamos el Proyecto Conet, algunas agencias de espionaje admitieron que ‘no eran para el consumo público’. Eso es lo más cercano a una admisión que hemos logrado», dice Fernández.
Aunque los escépticos siguen retando a los entusiastas sobre el verdadero propósito de esas emisoras, lo que es cierto es que no son producto de la imaginación.
Si no lo crees, «consigue un radio de onda corta, espera a que sea de noche y empieza a buscarlas», aconseja Fernández.
Y luego, escucha y asómbrate.
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