CIVILIZACIÓN PERDIDA DE LA ANTÁRTICA

Se dice que ésta sería una de las imágenes de las siniestras «áreas oscuras» bajo el hielo antártico, fotografiada desde el aire por la expedición alemana realizada en los albores de la Segunda Guerra Mundial. La parte más oscura señalada, es uno de los oasis templados observados por los alemanes.
La supuesta civilización perdida de la Antártica ha cautivado la atención de varios investigadores, con más o con menos seriedad según cada caso. La ciencia, por su lado, nos recuerda que el eje magnético de la Tierra ha cambiado varias veces, en ocasiones valiéndose de períodos extraordinariamente cortos para este desplazamiento. Esto alimenta la esperanza de los creyentes.
En tales modificaciones, la Antártica, desprendida ya del continente de Gondwana, cayó bajo la tiranía del hielo en la dialéctica de Hans Hörbiger, quedando cautiva, atrapada con toda la vida que en ella fluía.
Los sondeos realizados durante los años sesenta y setenta demostraron, además, que la capa de hielos de la Antártica es mucho más amplia y extendida que la masa de tierra que se encuentra secuestrada bajo los mismos. Los estudios del Año Geofísico también establecieron que los hielos están en movimiento, en desplazamiento constante hacia los bordes continentales, como lo haría la lava de una inmensa isla volcánica, escurriendo desde el centro del cráter hacia las laderas y las playas.
¿Qué sucedió, entonces? ¿Cambios de eje? ¿Catástrofes estelares que inclinaron al planeta hasta dejarlo en su actual posición? Los fósiles de árboles prehistóricos encontrados del otro lado del planeta, en Groenlandia (“Greenland”, Tierra Verde que alguna vez fue), demuestran que su crecimiento y desarrollo era continuo, como si las estaciones del año no hubiesen existido temporizando su vida vegetal. Esto sólo es imaginable en el contexto de una Tierra perfectamente alineada con la rotación sobre su eje, y no inclinada como hoy se la encuentra. Del mismo modo, los fósiles de fauna marina como los ammonites presentan una rotación inversa a la que actualmente ofrecen los moluscos en sus conchas, como si fuerzas “magnéticas” de distinto origen hubiesen influido sobre ellos en distintos períodos de la creación.
Una civilización antártica, alguna vez establecida allí, alcanzó prematuramente su esplendor antediluviano, pero de un momento a otro se vio interrumpida por una catástrofe planetaria inusitada, sin precedentes, que la dejó atrapada en el cristal de hielo por la eternidad de las Eras Geológicas.
La citada expedición del «Schwabenland», de 1938-1939, organizada por la Sociedad Alemana de Investigaciones Polares, recorrió buena parte de la Tierra de la Reina Maud, aerofotografiando más de 600.000 km2 desde grandes alturas de vuelo. No tardó en ser contestada por los Estados Unidos, que organizaron su propia expedición por el Mar de Ross.Así como a otras que le siguieron, las exploraciones nazis han sido decoradas con historias sabrosas y perturbantes sobre las maravillas escondidas entre el glaseado polar: enigmáticos “oasis verdes”, y las entradas al mundo interior.
Por ahí andan dando vueltas algunas impresionantes imágenes fotográficas de estos pretendidos hallazgos. El contexto de la guerra favoreció mucho a la desinformación y a la desaparición de la documentación relacionada con estas misiones, estimulando más aún la creatividad y la imaginación….

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