Hubo un tiempo en que la filosofía surgida de las enseñanzas politeístas afirmaba la unidad, así como la existencia de una única entidad y un solo poder universal. Fue entonces cuando las palabras persas «goftare nik , pendare nik, kerdare nik«, los pensamientos positivos, el significado noble de las buenas palabras y las buenas acciones se convirtieron en las principales claves de la religión conocida como Zoroastrismo. Considerada como la primera religión monoteísta de la historia, fue fundada por un hombre que también aparece como el primer profeta y filósofo de la historia de la humanidad. Su nombre era Zaratustra. Sus ideas surgieron en la propia región en que vivió que según se cree, fue el actual noreste de Irán, por aquel entonces uno de los lugares en los que prosperaba la civilización aria.
Nacimiento e infancia
Todo comenzó cuando un hombre llamado Pourushaspa conoció a una joven de nombre Dughdova. Se casaron y ella pasó a formar parte de la familia de Pourushaspa llamada Spitama. Tuvieron dos niños y, algunos años más tarde, parientes y amigos recibieron la noticia de que Dughdova estaba embarazada de su tercer hijo. La leyenda cuenta que mientras estuvo encinta experimentó pesadillas apocalípticas. Así, en su quinto mes de embarazo, soñó que el mundo era destruido y como se asustó tanto, un ángel se le apareció en sueños comunicándole que llevaba en su vientre a un niño muy especial que cambiaría el mundo e impediría que el mal saliera victorioso. El tiempo pasó y el día del parto llegó. En cuanto nació, la familia y parientes notaron, inmediatamente, que el pequeño era diferente al resto: el bebé no gritó al llegar al mundo, sino que se rió alegremente, manteniendo dicha sonrisa sobre su rostro. Pourushaspa y Dughdova llamaron a su recién nacido Zaratustra, que significa «luz dorada».
Durante muchos siglos los historiadores no se pusieron de acuerdo con respecto a la fecha de nacimiento de Zaratustra, sin embargo recientes pruebas arqueológicas e históricas indican que nació entre los años 1800 – 1700 a. C. Estos datos coinciden con la fecha tradicional otorgada al calendario zoroástrico, que se inicia precisamente con su nacimiento, el 26 de marzo de 1738 a. C. En la actualidad los zoroastristas modernos aún celebran esta fecha que, además, coincide con la celebración persa del año nuevo o Nowruz del 21 de marzo.
Durante su infancia, Zaratustra desarrolló una profunda curiosidad por la naturaleza y el sentido de la vida. Era un niño muy inteligente y observador que siempre quería respuestas claras a los interrogantes que se planteaban en su mente. Con su capacidad de ver más allá de la mera superficie de las cosas y de penetrar su causa y significado más profundos, a menudo se enfrentaba a los maestros y sacerdotes del lugar en discusiones acerca del sentido de las antiguas enseñanzas politeístas. Sin embargo, dichos sacerdotes y maestros a duras penas lograban contestar sus preguntas y el propio Zaratustra no se sentía satisfecho con las respuestas recibidas. Al cumplir nueve años, sus amigos le concertaron un encuentro con el sacerdote más importante de su ciudad para que pudiesen discutir sobre todas las cuestiones para las que aún seguía sin respuesta. Zaratustra y el sacerdote dialogaron durante horas, pero en última instancia, ninguno de los dos logró convencer al otro. Sin embargo, muchas de las preguntas de Zaratustra afectaron profundamente al sacerdote. El hecho de no poder responder a las cuestiones que el pequeño le planteaba le impresionó y le hizo sentirse como un miserable. La leyenda relata que mientras el sacerdote volvía a su casa tras el encuentro, atormentado por lo vivido, sufrió un infarto y murió.
Cuando Zaratustra cumplió 20 años, decidió abandonar su tierra natal y viajar a lugares lejanos en busca de la Verdad. Pasó años filosofando en los desiertos, bosques, montes y estepas de muchos países. Durante sus viajes también conoció a una mujer llamada Hvovi, con quien se casó y tuvo seis hijos.
El Faravahar, símbolo del Zoroastrismo en las ruinas de Persépolis, Irán (Wikimedia Commons)
La Iluminación
Tras diez años viajando por el mundo, Zaratustra alcanzó la edad de 30 años. Una mañana, muy temprano, fue al río a buscar agua para su casa. En el preciso momento en que puso pie en las aguas del río, se le apareció una entidad divina llamada Vohu Mana, que significa Mente Buena. Vohu Mana le abrió la puerta interior que conducía a la luz brillante y divina del Dios llamado Ahura Mazda, que quiere decir Espíritu Sabio. En su visión, experimentó la presencia de Ahura Mazda y lo percibió como creador del Universo. También experimentó la presencia de los llamados Amesha Spentas, seis entidades divinas que actúan como protectores del mundo físico y están a las órdenes de Ahura Mazda. Zaratustra percibió a los Amesha Spentas como entidades abstractas, aunque antiguamente habían sido descritos como ángeles en las escrituras, para facilitar la comprensión de su naturaleza abstracta. Comprendió el papel de los Amesha Spentas en el orden del mundo y en la creación. La creación del universo le fue revelada y también la importancia de la Verdad y el Orden. Comprendió que la Verdad y el Orden eran esenciales para mantener el universo como un lugar en el que reinara el bien, alejado del espíritu del mal, Ahriman, que siempre trataría de implantar la mentira en las mentes de las gentes para extender la falsedad, la miseria y el caos. Zaratustra había recibido la iluminación. La Verdad que durante tanto tiempo había buscado había aparecido de repente. En aquel momento, todas sus preguntas fueron respondidas.
Aliviado y contento, Zaratustra decidió que debía compartir con el mundo el mensaje divino que había recibido. Regresó a su ciudad natal, junto a los suyos. Reunió a todos los miembros de su familia, se lo explicó todo sobre su iluminación y les preguntó si estaban dispuestos a seguirle, vivir según su filosofía y compartir su mensaje divino. El primero en unirse a Zaratustra fue su hermano Maedyoimaha. Después le siguieron su esposa Hvovi y sus seis hijos.
Al principio, Zaratustra predicaba por las calles al pueblo llano, pero se encontró con la resistencia tajante de los sacerdotes tradicionales y sus enseñanzas fueron desechadas. Durante doce años se negó a rendirse y fue sumamente tenaz a la hora de difundir el mensaje divino, pero sólo fue capaz de convertir a catorce miembros de su propia familia. Esto le hizo adoptar la decisión de abandonar su ciudad natal, junto con su familia y seguidores, y viajar a otras regiones donde ya había residido con anterioridad para, así, lograr más adeptos. Los gobernantes y sacerdotes de los nuevos lugares a los que Zaratustra y sus seguidores viajaron rechazaron aceptar su filosofía debido al temor a perder su autoridad y poder sobre la gente. Muchos eran ignorantes y no creían en sus palabras y otros ni siquiera se paraban a escucharlas con detenimiento.
El tiempo fue pasando y un día, contando ya Zaratustra los 42 años de edad, recibió noticias que le dieron esperanzas. Se enteró de que en una tierra cercana gobernaba un sabio y justo monarca, llamado Vishtaspa y pensó que, siendo tan sabio, el rey le escucharía con suma atención. Por tanto, no vaciló en visitar a dicho rey, acompañado de sus seguidores. Sentía que, de nuevo, se hallaban en el buen camino.
Cuando llegaron a la corte real del monarca Vishtaspa, éste aceptó la visita e invitó a Zaratustra a su palacio. Le concedió audiencia junto con sus sacerdotes y consejeros para escuchar su filosofía y, en caso necesario, iniciar un debate. Como esperaba, Zaratustra recibió numerosas preguntas de la audiencia y tuvo respuestas convincentes para todos. El rey Vishtaspa se quedó tan impresionado por la sabiduría de Zaratustra que, tras unos pocos días de reflexión, decidió convertirse.
Informó de su decisión a sus consejeros y sacerdotes y les invitó a que también reflexionasen profundamente y decidieran si deseaban, como él, convertirse. Todo ello motivó un cambio radical para Zaratustra porque, aunque convenciera a muchos no es menos cierto que su popularidad en el tribunal real le creó nuevos enemigos. Poco tiempo después un grupo de sacerdotes mandó colocar objetos relacionados con la magia negra en los aposentos que ocupaba Zaratustra dentro del palacio real, pidiéndole al rey que lo expulsase de allí. Cuando Vishtaspa encontró los objetos acusó a Zarathushtra de blasfemia y lo encarceló negándole el alimento y el agua.
Templo de fuego zoroástrico donde se guarda el fuego sagrado que ha estado ardiendo, constantemente, durante los últimos 1500 años en la ciudad de Yazd, Irán (hoexbroe.dk)
Un día, el amado caballo negro de Vishtaspa enfermó de modo al parecer incurable y ningún médico sabía cómo poner remedio a esta situación. Aún en prisión, Zaratustra supo que el animal estaba condenado a una muerte segura así que ofreció su ayuda. Vishtaspa, de mala gana, le dio una oportunidad y, para su sorpresa, Zaratustra logró curar al caballo. Este hecho hizo recapacitar al rey, que reconoció que se había equivocado y abrazó por completo la fe zoroástrica. Castigó a quienes habían conspirado contra Zaratustra e instauró el Zoroastrismo como la religión oficial en sus dominios. Este acontecimiento fue decisivo, ya que provocó la difusión del zoroastrismo por los territorios vecinos hasta acabar convertiéndose en una religión mundial durante la antigüedad. En la corte de Vishtaspa fue donde Zaratustra escribió las distintas partes que conforman el libro santo Zoroástrico llamado “Avesta”, una de las obras más antiguas de la literatura universal. Los diecisiete himnos del Avesta, conocidos como «Gathas» todavía se consideran escritos por el propio Zaratustra. Zaratustra vivió 35 años en la corte real de Vishtaspa antes de fallecer a la edad de 77 años.
Vishtaspa instauró el fuego sagrado que todavía hoy es usado por los zoroastrianos como símbolo de pureza y de luz. También plantó un ciprés en memoria de Zaratustra al que llamó el Ciprés de Kashmar, que prosperó durante más de dos milenios hasta que los árabes invadieron Persia en el siglo VII y acabaron con él. Hoy, en la ciudad iraní de Yazd, se alza otro ciprés llamado el Ciprés de Abarkuh , al que los árabes no lograron aniquilar gracias a la feroz resistencia de los vecinos del lugar. Este árbol tiene aproximadamente 4.500 años, es el árbol más viejo de Asia y el segundo más viejo del mundo.
El Ciprés de Abarkuh en la ciudad de Yazd en Irán (Wikimedia Commons)
El Legado de Zaratustra
La filosofía iraní de Zaratustra y la religión zoroástrica han inspirado profundamente a la humanidad, dejando su huella en el mundo desde hace milenios hasta nuestros días. El zoroastrismo ha influido poderosamente en religiones como el judaísmo, el cristianismo, el islam y el budismo, así como en la filosofía griega. La esencia del mensaje de Zaratustra hace especial hincapié en el libre albedrío y en la libertad de elección. Vio al hombre como un ser lo suficientemente inteligente como para saber y poder distinguir entre el bien y el mal, otorgando la responsabilidad de sus actos al propio individuo y no culpando de los mismos a Dios. Aseguraba que nadie es el criado de Dios, pero que se puede decidir trabajar en armonía con Él escogiendo la rectitud y el amor como modo de vida para ganar, así, el conocimiento y la sabiduría, tanto espirituales como científicos. También defendía que una persona culta puede decidir la naturaleza de su espíritu. Según Zaratustra, Dios no es un distribuidor, tampoco un comprador, ni siquiera un vendedor y, por tanto, no tiene que ser adulado por el hombre. Destacó el hecho de que, independientemente del género y de la identidad étnica, las buenas palabras, los pensamientos positivos y las buenas acciones, constituyen las tres claves de la religión zoroástrica, llegando a definirla en última instancia. Con esto quiso decir que, independientemente del sexo o de cuestiones étnicas, todos merecen un trato equitativo cuando son seguidores de la Verdad.
Antiguo Templo de fuego persa todavía en uso (cbh.az)
Foto de portada: Antigua tumba de la religión zoroástrica en la provincia Sulaymaniyah de El Kurdistán. Su interior fue expoliado y actualmente está vacía . (Wikimedia Commons)
Traducción: Mariló T. A.
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Federico Nietzsche le adjudica Zaratustra la siguiente sentencia:»El hombre que se alimenta con las bellotas del conocimiento,sufre a causa de la verdad».
Creo que esta conclusión es compartida por todos los blogueros que frecuentan este sitio.