Una colaboración de Adriana Babè
Los padres no pueden proteger a sus hijos de todos los problemas que enfrentarán a lo largo de la vida, pero pueden contribuir a que desarrollen una poderosa herramienta: la autoestima.
De hecho, la autoestima de un niño se construye en base a las relaciones que establece con sus padres, maestros y coetáneos. La autoestima no es más que los sentimientos que el pequeño se profesa y depende, en gran medida, de la imagen que tiene de sí y de la autoeficacia. Si un niño confía en sus capacidades, es probable que desarrolle una buena autoestima. Sin embargo, si duda de sus potencialidades y cree que todo lo hace mal, no alimentará sentimientos positivos hacia sí mismo.
Es tarea de los padres alimentar una autoestima sana, pero a menudo, debido a los malos hábitos o a los patrones relacionales que hemos aprendido de nuestros padres, no prestamos demasiada atención a este aspecto y, en vez de lograr que el niño se acepte, se generan sentimientos negativos que le llevan a devaluarse.
¿Cómo fomentar la autoestima infantil?
1. Conviértete en un modelo positivo. Los niños aprenden, en gran medida, por imitación. Con ellos no vale eso de “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Si tu hijo comprende que eres una persona que no se estima, que se queja constantemente y que no asume sus responsabilidades, terminará siendo tu reflejo. Por eso, es importante que cuides tu propia autoestima. Después de todo, eres su modelo a seguir.
2. Establece límites claros. Los niños necesitan normas claras para desarrollarse. Los límites no solo le indican hasta dónde pueden llegar sino que también les transmiten confianza y seguridad, dos cualidades esenciales para desarrollar una buena autoestima. No obstante, cerciórate de que se trata de límites lógicos, sensatos y coherentes.
3. Corrige el comportamiento, no lastimes a la persona. Existen diferentes formas de corregir un error: puedes recriminar al niño o puedes centrarte en el comportamiento inadecuado. Sin embargo, lo más importante es que el niño comprenda que un error no lo define como persona, por tanto, no uses frases como “no sirves para nada” o “siempre te equivocas”. Focalízate en el comportamiento, no emitas juicios de valor sobre la persona.
4. Céntrate en el esfuerzo, más que en el resultado. Cuando emprendemos un camino, lo importante no es la meta en sí, sino la persona en la que nos hemos convertido mientras intentábamos alcanzarla. El esfuerzo y la energía que hemos invertido pueden ser tan o incluso más importantes como el resultado alcanzado. Por eso, es esencial que valores el esfuerzo de tu hijo, aunque no haya podido completar la tarea o se haya equivocado en alguno de los pasos. Al fin y al cabo, más que tener una caligrafía perfecta, es importante el tesón que ha puesto por conseguirlo.
5. Profesa amor incondicional. Si el niño aprende que para ganarse tu amor tendrá que portarse bien, en un futuro su autoestima dependerá de la aprobación de los demás y se convertirá en una persona sin opinión propia. Por eso, es importante que los niños reciban amor incondicional por parte de sus padres. Eso no significa que debas aceptar sus comportamientos negativos, sino que le amas a pesar de los errores que pueda cometer o de los “defectos” que tenga. Aprovecha cada ocasión para decirle cuánto le amas y cuánto orgullo experimentas.
6. Corrige sus creencias erróneas. El pensamiento de los niños no siempre sigue un hilo lógico, por lo que a veces pueden alimentar creencias irracionales sobre ellos mismos. Si detectas alguna, corrígela inmediatamente, para que no crezca. Por ejemplo, no dejes que su autoestima dependa directamente de su atractivo físico o de una capacidad especial. Enséñale a amarse tal cual es, con sus virtudes y defectos. Es tu tarea ayudarle a evaluarse de forma más objetiva, para que pueda desarrollar un autoconcepto más realista.
7. Estimúlale a asumir riesgos saludables. No hay peor daño para la autoestima, que una educación sobreprotectora. Si el niño no puede poner a prueba sus capacidades, jamás sabrá hasta dónde puede llegar y se convertirá en un adulto temeroso e inseguro. Por eso, es conveniente que desde pequeño le estimules a asumir determinados riesgos, que le permitan ir un paso más allá y construir nuevas oportunidades. Después de todo, el “yo” no es una entidad estática sino que se enriquece con cada experiencia.
8. Deja que cometa sus propios errores. Los errores son aprendizajes, lecciones para la vida que pueden ser muy valiosas. Sin embargo, muchos padres intentan evitar que sus hijos cometan errores y no se dan cuenta de que les están arrebatando una oportunidad para aprender, para hacerse más fuertes y para consolidar la confianza en sí mismo. La clave radica en no dejar que aparezca la frustración, bríndale niveles de ayuda cada vez que los necesite.
9. No exageres sus logros. Una autoestima sana no es una autoestima artificial, sino que se basa en un autoconcepto realista. Por eso, no se trata de elogiar al niño constantemente o de exagerar sus logros, sino de constatar sus resultados y el esfuerzo realizado. De hecho, se ha apreciado que exagerar en los elogios puede ser contraproducente y termina dañando la autoestima del niño. Por tanto, si te gusta lo que ha dibujado, díselo, pero no exageres diciéndole que es el mejor pintor del mundo.
10. Dedícale tiempo de calidad. La mejor manera para potenciar la autoestima infantil es lograr que tu hijo comprenda que es valioso para ti. Y para eso, tienes que pasar tiempo de calidad con él. De esta forma le estás diciendo que es importante para ti. De hecho, si no tienes tiempo en ese momento, es mejor que se lo hagas saber y que más tarde, le dediques algunos minutos. El niño debe sentir que, aunque no puede tener tu atención a todas horas, tienes en cuenta sus necesidades y te interesan sus asuntos.
Como colofón, recuerda siempre la frase del sociólogo británico John Ruskin: “Educar a un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía”.