«La existencia no deja de presentarnos a seres que encontramos desagradables.
Desde el punto de vista espiritual, tales seres representan una especie de materia bruta que nuestra boca (simbólicamente hablando) tiene problemas para aceptar. Pero si tenemos en nosotros este calor que es el amor y esta luz que es la sabiduría, las glándulas de nuestra boca espiritual se pondrán a funcionar y estas personas acabarán pareciéndonos «comestibles»: dejarán de perturbar nuestro estado psíquico.
Si nos obligamos a aceptar en nuestra boca a alguien que nos importuna sin sazonarlo previamente con la luz y el calor, corremos un gran riesgo de tener una indigestión y ardores de estómago. Pero con la luz (la sabiduría) y el calor (el amor), podemos transformar todas las materias que nos llegan en estado bruto, ya sean los alimentos mismos, los seres humanos, las condiciones, los acontecimientos, etc.
La sabiduría y el amor las vuelven asimilables.»
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