Esta enseñanza no tiene nada que ver con Oriente u Occidente. No establece distinciones entre hindúes, cristianos, judíos, musulmanes, budistas, paganos, hombres, mujeres, tú o yo. Es un reconocimiento de la omnipresencia del ser en la que todo aparece: tú, yo, el mar, la montaña y el cielo, toda dicha y todo horror. Este campo de pura presencia está vivo, es inteligente, y es capaz de reconocerse conscientemente en ti.
La verdad de quien eres es conciencia: no eres ni tu nombre, ni tu cuerpo, ni tus emociones ni tus pensamientos. Esto sólo son envolturas que vienen y van. Nacen, tienen una existencia en el tiempo y mueren. La conciencia no viene ni va. Está aquí ahora. No conoce ningún otro tiempo.
La conciencia es libre. No está ligada por ningún nombre o concepto. No está limitada por las nociones de tiempo o espacio. No le afectan las emociones o la enfermedad. Tú eres pura conciencia. Siempre has sido libre, porque siempre has sido consciente. Te has experimentado a ti mismo como un punto de conciencia, y desde ahí has imaginado que estás limitado a ser un cuerpo.
Este reconocimiento, aunque sólo dure un instante, es el comienzo de una auto-indagación que va profundizando hasta el infinito. Supone el final de la preocupación por los ciclos de autodefinición, y el principio de la verdadera auto-exploración, que no conoce límites.
Este «detenerse» es dejar de buscarse en los pensamientos, emociones, circunstancias o imágenes corporales. Es así de simple. La búsqueda acaba cuando te das cuenta de que la realización verdadera y duradera que has estado buscando está exactamente donde tú estás. Está aquí. Está en ti, está en mí, está en toda vida, tanto consciente como inconsciente. Está por todas partes. Mientras la busques, no podrás encontrarla, porque aceptas, de forma implícita, que está en alguna otra parte. Estás persiguiendo continuamente una mentira.
La verdad de quien eres es absolutamente simple. Está más cerca de ti que tus pensamientos, más cerca que los latidos del corazón, más cerca que la respiración. Si crees que tus pensamientos son verdad, si consideras que los pensamientos son la base de tu realidad, siempre pasarás por alto lo que está más cerca, lo que ha estado llamándote a lo largo del tiempo, diciéndote: «¡Estás aquí! ¡Estás en casa! Entra. Quédate en casa». Estar en casa es simplemente estar aquí. Posponer este simple «estar aquí» es involucrarse en las infinitas complejidades de la autodefinición y la identificación errónea.
Ahora mismo tienes la oportunidad de detenerte y de decir la verdad sobre la llama de conciencia que es la esencia de tu ser. Elegir negarla es sufrir. Elegir rendirse a ella es el fin de todo sufrimiento estéril. Cuando te encuentras contigo mismo, cuando te amas a ti mismo, cuando reconoces que esta llama de verdad que amas eres tú mismo, no necesitas buscar el amor, ni tratar de extraerlo. Te sientes pleno.
En este punto de nuestra historia humana, lo que antes estuvo reservado para los seres más especiales está ahora al alcance de la gente común. Como nos hemos considerado personas normales, hay cierta puerta de nuestro cerebro y de nuestro corazón que hemos mantenido cerrada a la verdad que está en el centro de todo. Pero en este momento se ha producido una grieta en nuestro condicionamiento. Si estás leyendo esto, es porque, en alguna medida, estás preparado para ser consciente de ello; de otro modo no habrías elegido este libro. Éste es el tiempo en el que el despertar se vuelve normal. El despertar tiene que ver contigo: no sólo con los nacidos bajo las estrellas más brillantes; también con la gente común.
Entiendo que si estás leyendo estas páginas, es porque tienes una profunda intención de ser libre, cierta intención de despertar. Esa intención es la que te llama a volver a casa. La intención de este libro es apoyar la vuelta de tu conciencia individual a su fuente, el océano de conciencia. En realidad, una nunca está separada del otro.
No tengo intención de enseñar ni de arreglar nada. No hay nada que aprender en cuanto a la verdad simple y absoluta de quien eres. La verdad de quien eres está más cerca de lo que puede llegar a aprenderse. ¿Qué pasaría si, en este momento, simplemente como un experimento y con espíritu de auto-indagación, dejaras a un lado todo lo que has aprendido respecto a quien eres ―incluidas todas tus esperanzas y miedos― y abrieras la mente a descubrir la verdad de tu ser? Es muy simple. La verdad siempre está aquí. Te invito a que detengas todo movimiento mental que te aleja de la verdad para que puedas descubrir directamente, por ti mismo, esta joya que vive dentro de ti.
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