En los últimos meses, el gobierno de Estados Unidos ha incrementado el caudal de documentos oficiales en virtud de los cuales Washington intenta explicar su visión del mundo, su estrategia global y el papel que aspira a ocupar en la escena internacional. El más reciente ha sido la Estrategia Militar Nacional correspondiente al año 2015, declaración precedida en febrero de este año por la última Estrategia Nacional de Seguridad y la Revisión Cuatrienal de Defensa correspondiente al 2014. Se trata básicamente de un prontuario de 24 páginas sobre cómo Estados Unidos piensa utilizar sus fuerzas militares para proteger y avanzar sus intereses.
El general Martin E. Dempsey, máximo responsable militar del Pentágono a punto de retirarse, ha reconocido en la presentación que el mundo ofrece en estos momentos el panorama de amenazas más impredecible que él haya visto durante sus cuarenta años en uniforme. A su juicio, «la globalización, la difusión de tecnología y las alteraciones demográficas están produciendo un rápido cambio conforme actores estatales y redes transregionales amenazan el orden y la estabilidad«.
El otro documento de interés para entender las preocupaciones globales de Estados Unidos es la Revisión Cuatrienal de Diplomacia y Desarrollo. En su segunda edición presentada en abril, el Departamento de Estado argumenta que los problemas internacionales deben interpretarse como un síntoma de la lenta degradación del sistema de gobernanza formulado tras la Segunda Guerra Mundial.
Según este análisis diplomático de 90 páginas, todo el entramado institucional que abarca desde Naciones Unidas (ONU) hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) estaría dejando gradualmente de ser adecuado para hacer frente a nuevas amenazas económicas, climáticas, sanitarias y de seguridad.
1. Anticipación y amenazas híbridas
La Estrategia Nacional Militar de 2015 (divulgada el pasado 2 de julio y conocida por sus siglas en inglés NMS)argumenta que para garantizar la actual superioridad del Pentágono, Estados Unidos debe desplegar con anticipación sus fuerzas ante amenazas tanto estatales como no-estatales.
El documento señala que las tácticas utilizadas en un escenario de guerra híbrida, como la orquestada por Rusia a favor de los separatistas de Ucrania, confieren nuevas ventajas a las fuerzas agresores. Para contrarrestar esas ventajas, el documento avala el despliegue anticipado de fuerzas militares de Estados Unidos como elemento de disuasión. Y si el aspecto disuasorio falla, esa anticipación se convertirá en ventaja para ofrecer reacciones mucho más rápidas.
En este sentido, se enmarcaría la reciente decisión adoptada en el marco de la OTAN para empezar a preposicionar carros de combate y armas pesadas entre los aliados más próximos a Rusia. Ante las amenazas planteadas también por actores híbridos como el autodenominado Estado Islámico, queda claro que su derrota va a requerir una implicación que por el momento la Casa Blanca no está dispuesta a asumir. La NMS habla de «distribución amplia de fuerzas militares» y de maximizar a escala global «procesos de mando y control integrados» si se aspira a combatir con efectividad a este nuevo enemigo transregional.
El documento considera que la lucha contra violentas organizaciones extremistas es un tipo de campaña a largo plazo y que Estados Unidos debe dejar el protagonismo sobre el terreno a fuerzas locales respaldadas en todo lo posible por el Pentágono.
2. El factor tecnológico
La NMS insiste en que el actual escenario global se caracteriza por su «complejidad y rápido cambio». En este sentido, el Pentágono no puede seguir confiando solamente en sus tradicionales ventajas tecnológicas. Sobre todo porque existen emergentes herramientas que van a facilitar a eventuales adversarios la posibilidad de atacar comunicaciones y otras redes indispensables para la operar la sofisticada maquinaria militar de Estados Unidos.
A la vista de este cambiante panorama, el documento reconoce que «futuros conflictos entre Estados pueden convertirse en algo impredecible, costoso y difícil de controlar». Con el agravante de que esta complejidad también es aplicable a la lucha contra actores híbridos dotados de ventajas asimétricas como herramientas de información, artefactos explosivos y tecnología para lanzar ciberataques.
La conclusión es que la estrategia militar de Estados Unidos no debería limitarse a desarrollar mejores robots, láseres o satélites sino también a lograr una planificación inteligente y un liderazgo tan fuerte como creativo. En lo que respecta al arsenal nuclear de Estados Unidos, el documento destaca la necesidad de una modernización para asegurar sus capacidades, a pesar de crecientes limitaciones presupuestarias.
El objetivo asumido por la nueva NMS es mantener una capacidad creíble de respuesta nuclear para contrarrestar los esfuerzos de proliferación y los retos planteados por «Estados revisionistas». En este sentido, el Pentágono reconoce que en el frente de las armas nucleares «el control de escalada se convierte en algo más difícil e importante».
3. El riesgo de una guerra entre Estados
La nueva NMS, sin grandes sorpresas con respecto a la última edición del 2011 pero considerada como la declaración más avanzada hasta la fecha sobre nuevos retos militares, argumenta que el riesgo de una guerra entre Estados es «bajo pero crece».
En la lista de preocupantes amenazas se citan los esfuerzos continuados de Irán y Rusiapara desestabilizar a sus vecinos. También se menciona el creciente arsenal nuclear de Corea del Norte y el desarrollo de misiles capaces de alcanzar objetivos en Estados Unidos. Y sin salir de Asia, también se destacan los «agresivos esfuerzos» de reclamación de soberanía por parte de China en aguas internacionales.
Aunque en el caso específico de Pekín, el documento matiza que la Administración Obama desea «respaldar el surgimiento de China y animar a que se convierta en socio para una mayor seguridad internacional». Esta declaración estratégica también considera que las posibilidades de que Estados Unidos entre en guerra con un importante rival están aumentando. A pesar de lo cual se indica que ninguno de los Estados que preocupan al Pentágono se encuentra en estos momentos «buscando un conflicto directo con Estados Unidos o nuestros aliados».
No obstante, el documento señala que «cada uno plantea graves preocupaciones de seguridad que la comunidad internacional está intentado solventar colectivamente a través de políticas comunes, mensajes compartidos y acción coordinada». De hecho, la NMS reconoce el mayor riesgo en el futuro no serán tanto los conflictos tradicionales sino las nuevas guerras híbridas que combinan fuerzas no convencionales, ciberataques y propaganda, facciones interpuestas y beligerancia económica.
4. Más allá de la actualidad
En su nueva Revisión Cuatrienal de Diplomacia y Desarrollo (conocida por sus siglas en inglés QDDR), el Departamento de Estado ha intentado ir un poco más allá del extenso memorial de problemas que arrastra la actualidad internacional.
En la presentación del documento, Tom Perriello -nombrado por el secretario Kerry para formular esta revisión- ha insistido en el esfuerzo «por conectar los puntos que unen a todas las crisis y decir lo que podemos aprender de todas las dinámicas que podemos ver». La segunda QDDR, mucho más sucinta que la anterior, empieza reconociendo el éxito obtenido por el sistema internacional forjado tras la Segunda Guerra Mundial.
Desde el punto de vista de Estados Unidos, se reconoce el esfuerzo bipartidista realizado hace setenta años para establecer «un sistema de modernas instituciones internacionales. al igual que acuerdos económicos y de seguridad, encaminados a prevenir otra catastrófica guerra mundial y aliviar extremo sufrimiento humano». En retrospectiva, ese sistema «ha permitido un final pacífico a la Guerra Fría, una ola democratizadora y una mejora sin precedentes en la mejora de la básica condición humana todo el mundo».
5. La peligrosa degradación del sistema internacional
Más allá de los méritos del sistema de gobernanza internacional impulsado el siglo pasado, el Departamento de Estado reconoce también las crecientes dificultades que todas esas instituciones -desde la ONU al FMI- tienen a la hora de hacer frente a problemas internacionales del siglo XXI.
Por ejemplo, Naciones Unidas ha demostrado su capacidad para fomentar la cooperación entre grandes países pero exhibe una preocupante incapacidad para hacer frente a nuevos retos como el autodenominado Estado Islámico, la proliferación de Estados fallidos o tragedias como la guerra civil de Siria. Carencias que también se extienden a la necesidad de organizar una verdadera respuesta global contra el cambio climático.
En sintonía con el discurso pronunciado el año pasado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ante la Asamblea General de la ONU, la nueva QDDR argumenta que las crisis globales del siglo XXI están sirviendo para ilustrar como «aspectos del sistema establecido tras la Segunda Guerra Mundial se están desgastando». Ya sea por la acción de poderes hostiles, en el caso de los retos de Rusia contra el orden europeo dominado por la Alianza Atlántica. O también por las propias dificultades y limitaciones de las instituciones internacionales a la hora de responder a todos estos problemas.
En cualquier caso, la conclusión es que cuanto más profunda sea la degradación del sistema internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial, la consecuencia inevitable será un mayor peligro para Estados Unidos y el resto del mundo.
6. Prioridades para la diplomacia de Estados Unidos
La QDDR identifica cuatro grandes prioridades para la acción diplomática de Estados Unidos: prevención de conflictos violentos y extremismo, promoción de la democracia, fomento del crecimiento económico global y lucha contra el cambio climático.
A juicio del responsable del Departamento de Estado, «todas estas prioridades están basadas en la necesidad de una mejor gobernanza por todo el mundo». Según Kerry, «todas están vinculadas». El documento también plantea algunas herramientas puntuales para trabajar a favor de esas nuevas prioridades para la diplomacia de Estados Unidos. Entre ellas se propone un esfuerzo de inversión en herramientas de análisis, basadas en datos, para anticipar conflictos y atrocidades. Todo bajo la lógica de que con una mejor información y capacidad de predecir, el Departamento de Estado podrá emplear sus recursos diplomáticos de forma más efectiva.
En una era de limitaciones presupuestarias y de poder difuso basado en conexiones, la QDDR insiste en que «nuestros diplomáticos y profesionales del desarrollo deben concentrarse en fortalecer colaboraciones con la sociedad civil, movimientos ciudadanos, líderes religiosos, emprendedores, innovadores y otros que compartan nuestros intereses y valores».
Sin embargo, el gran reproche contra la QDDR es que no contiene propuestas significativas para remediar las crecientes limitaciones que identifica en el sistemas internacional establecido hace setenta años. En su defensa, los responsables de la Revisión Cuatrienal de Diplomacia y Desarrollo insisten en que se trata de un ejercicio limitado a mejorar la efectividad del Departamento de Estado como organización
http://www.onemagazine.es/noticia/24224/Internacional/Las-seis-claves-que-desvelan-que-hara-EE.UU.-en-el-mundo-en-el-futuro.html
Eso está por ver amigos futurístas no vayáis delante del carro!.
Centrémonos en el ahora y así lograr que la mayor parte de esta humanidad despierte de este letargo profundo y desidioso para así construir un mundo mejor.