«Dios ha hablado y continúa hablando a través de toda la creación y en el corazón del hombre mismo. No es pues exacto decir que ha hablado solamente a tal profeta, a tal fundador de una religión. Sería más justo decir que algunos seres Le escuchan y Le oyen mejor que otros. Dios habla, no cesa de hablar y cada uno Le oye según su nivel de conciencia.
Habría que añadir también que lo que los seres han oído y relatado estaba necesariamente determinado por la situación, los problemas y la mentalidad de su tiempo. En lo que respecta a los grandes principios, todos han dicho lo mismo. Pero cuando entramos en el detalle, nos vemos obligados a admitirlo: algunas prescripciones eran sin duda aceptables y hasta necesarias hace algunos siglos o milenios, porque respondían a ciertas necesidades y representaban entonces un verdadero progreso, pero en nuestros días, ya no pueden ser aceptadas, ya no pueden adaptarse.»
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