Es frecuente ver a personas que, aparentemente, no son aficionados a los videojuegos, engancharse a alguno de ellos en el teléfono móvil, a cualquier hora del día y en cualquier parte.
Por eso, no nos extraña ver a un grupo de amigos, jugando individualmente, cada uno con su teléfono móvil, lo vemos como algo normal.
Pero detrás de estos “inocentes hábitos” existe una manipulación oculta.
La industria de los videojuegos, que conoce muy bien cómo funciona nuestro cerebro, realiza todo tipo de artimañas para provocarnos el deseo de jugar y así engancharnos a sus juegos ficticios, robándonos parte de lo más valioso que tenemos, la vida.
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