Mi sensibilidad me delata. Si mis lágrimas se escapan y caen por mi rostro delante de alguien me siento vulnerable. Si te doy un abrazo, hay más personas y me rechazas, me siento muy pequeña. Si tebeso y esquivas mi beso, siento que no debo demostrar mis sentimientos.
Pero la sensibilidad hacia otro ser humano, hacia otro animal, hacia la música, hacía la belleza de una pintura o de una escultura, no es una muestra de debilidad, es una muestra de la inteligencia de cada uno de nosotros, por ese motivo no debemos avergonzarnos nunca de lo que somos y de demostrar nuestros sentimientos.
“Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón.”
Personas con alta sensibilidad
Hay personas que reaccionan con mucha sensibilidad a su entorno. Son capaces de entender todo lo que ocurre, observan con mucho detenimiento y a veces, hacen suyos los sentimientos y las emociones de otras personas. Las personas altamente sensibles, tienen algunas características que las definen como las siguientes:
Sensibilidad ante la crítica
Una crítica a una persona con alta sensibilidad puede hacerle daño, porque se trata de personas a las que les afecta mucho la opinión negativa de los demás y se pueden sentir mal. Pero eso no debe impedir que se les critique de forma constructiva, con comentarios u opiniones inteligentes.
Sensibilidad ante los ambientes y lugares
Una persona que se caracteriza por su sensibilidad advierte cualquier pequeño detalle en cada ambiente, un olor, un color, un sonido. Los sonidos muy altos, los lugares con mucha gente, les suelen molestar o causar incomodidad.
Por otra parte, tiene una particular delicadeza y su capacidad de observación le hace apreciar especialmente la belleza de un lugar, la tranquilidad, los sonidos suaves.
“Cuando uno está atento a todo, se vuelve sensible, y ser sensible, es tener una percepción interna de la belleza, es tener un sentido de la belleza.”
Disfrutan de momentos de soledad
Las personas con un nivel alto de sensibilidad necesitan momentos para disfrutar de sí mismas en soledad, para reflexionar sobre su existencia, para hacerse preguntas y ver las pequeñas cosas de su vida a solas.
Se implican cuando algo les apasiona
Si una persona con una gran sensibilidad se apasiona por algo, su grado de implicación es muy fuerte y suelen transmitir ese entusiasmo a otras personas de su entorno, porque la pasión es contagiosa. De esa forma transmiten sensaciones muy positivas a los demás y disfrutan de cada segundo de la vida.
Se entregan a los demás
Una persona altamente sensible, suele ser empática, se identifica con otras personas y aprende a ponerse en su lugar. Suelen ser personas que ayudan a los demás y se preocupan por lo que le sucede a la gente de su entorno.
Tienen una gran imaginación
Una persona sensible suele quedarse abstraída mirando un paisaje, una obra de arte, la belleza de una persona… Tienden a tener una gran imaginación y a dejarse llevar por sus pensamientos, por ese motivo necesitan a veces la soledad, para poder sentir con plenitud todos sus sueños y sus ideas.
La sensibilidad y la inteligencia
La sensibilidad hacia la belleza, hacia las personas, hacia los lugares, hacia lo que nos rodea suele ser una característica de las personas inteligentes. En este sentido, algunos estudios realizados, han demostrado que adultos superdotados han manifestado a la vez una gran sensibilidad, debida a su mejor capacidad estética y también al hecho de haberse sentido diferentes en algún momento de su vida.
Es necesario que como humanos seamos sensibles a nuestro sufrimiento, al sufrimiento de otras personas. Sin sensibilidad no podremos afrontar los problemas y encontrar soluciones. Tendemos a dejar que los problemas del día a día invadan nuestra mente, pero es importante encontrar un momento para nosotros mismos y poder sensibilizarnos con nuestro más profundo ser y con los demás.
La sensibilidad es una de las manifestaciones de la inteligencia, de nuestra forma de ver y de disfrutar del mundo, por ese motivo es necesario dejar que invada los poros de nuestra piel, dejar que una sonrisa invada nuestro rostro o que una lágrima resbale por él, en definitiva, sentir.
“El verdadero signo de inteligencia no es el conocimiento, sino la imaginación.”