Pedro Canales.- El imparable avance del Estado Islámico en Libia ha obligado a la OTAN a emprender su segunda guerra en el país norteafricano para contener al movimiento del califa AbuBakr al-Baghdadi, con el fin de defender los intereses petroleros occidentales e impedir un estallido incontrolable en la frontera mediterránea de Europa. El derrocamiento del régimen de Muamar Gadafi en 2011 ha dejado al país sumido en una cruenta guerra civil entre las diferentes tribus que es aprovechada por los islamistas. Seis mil soldados europeos y estadounidenses integran las primeras fuerzas sobre el terreno.
El mando de las fuerzas de intervención de la OTAN lo ostenta Italia, donde se encuentra el cuartel general aliado para el sur de Europa en Nápoles, y varias bases estadounidenses, entre ellas la de Sigonella (Sicilia), que ha movilizado decenas de drones de ataque para apoyar la mayor ofensiva militar occidental en el sur del Mediterráneo desde la primera intervención en Libia, en 2011, que terminó con la liquidación física de Muamar Gadafi y el derrocamiento de su régimen.
Uno de los objetivos de la OTAN en esta segunda guerra es impedir que las principales instalaciones petrolíferas libias caigan en manos del Estado Islámico o Daesh. La mayoría de los mil efectivos de las fuerzas especiales británicas se han concentrado en la defensa de las refinerías de Sedra, Ras Lanuf y del estratégico puerto de Marsa Al-Brega.
También se han desplegado fuerzas del Regimiento de Reconocimiento Especial que tratan de descubrir los depósitos de armamento del Estado Islámico para guiar los bombardeos aéreos de laOTAN. Los servicios de inteligencia de la Alianza Atlántica estiman que la mayoría de los 5.000 combatientes del Estado Islámico lo componen yihadistas tunecinos, sudaneses y yemeníes.
Además según comandos del SAS británico están asesorando a los militares libios sobre las tácticas de “gestión del campo de batalla”, con el uso de tropas, vehículos blindados, misiles y aviones de combate.
La estratégica refinería de Brega
Si Al-Baghdadí consigue apoderarse de la refinería de Brega, se afianzaría como “Estado viable con los ingresos multimillonarios que supone la venta del petróleo en el mercado internacional”, señalaron medios cercanos a la inteligencia magrebí.
Éste escenario obligaría a la coalición occidental a bombardear Marsa Brega y todas sus instalaciones energéticas, entrando de este modo la guerra en una espiral imprevisible, concluyen las citadas fuentes.
Hasta ahora el Daesh ha conseguido apoderarse de una docena de instalaciones petrolíferas menores, que ya le proporcionan millones de dólares de ingresos en una situación similar a la venta de petróleo robado en Siria e Irak. Sin embargo, los principales complejos petroleros libios aún se encuentran bajo dominio de los dos bandos que se disputan el poder central en el país: la milicia Fajr Libia en Trípoli y el del Gobierno de Tobruk.
Según la jefa de política exterior de la UE, Federica Mogherini, “si el polvorín libio explota, lo hará a las puertas de Europa”, lo que es inaceptable para la OTAN, y justifica, según Bruselas, la actual intervención militar, tanto terrestre como aérea y naval.
El jefe de Gobierno de Transición formado tras los Acuerdos de Sjirat del 17 de diciembre pasado, Fayez Sarraj, no consigue reunir a su equipo formado por representantes de los dos bandos en disputa, Trípoli y Tobruk. Situación que favorece el avance del Estado Islámico, que sigue atrayendoa sus filas a diversos grupos armados tribales en todo el país, y cuenta con la simpatía de los destacamentos que custodian las terminales petroleras de los puertos libios.
La única fuerza militar libia que hace frente al Estado islámico sobre el terreno es la mandada por el general Jalifa Haftar, nombrado Comandante del Ejército en febrero de 2015. Nacido en Libia, tiene la nacionalidad norteamericana tras vivir dos décadas en Estados unidos.
La OTAN inicia su segunda guerra en Libia, ahora contra el Estado Islámico