Adriana – Un guerrero practica el ayuno

guerrero

Tlahuilcoatl Tlahuilcalli
3 de febrero a las 9:34 · Ciudad de México, México ·

Un guerrero practica el ayuno

El ayuno es una de las principales prácticas de un guerrero.

Cada cierto tiempo, cuando el guerrero necesita reordenar su visión se retira a la montaña para despojarse de su vanidad, pues ahí solo la Madre Naturaleza lo acompañará.

Al internarse en el monte se vuelve vulnerable y su importancia personal queda reducida a casi nada pues por más que quiera hacer alarde de sí mismo en realidad nadie lo observa.

Al retirase de su cotidianidad entra en el silencio, en el vacío, en la soledad que lo confronta consigo mismo, con sus pensamientos, con su sentir y no hay nadie que lo pueda salvar de si mismo, de su miseria interior.

Con el ayuno se enfrentará a sí mismo, se confrontará con el espejo que no le permite ver con claridad su rostro ya que está humeado, lleno de hollín y el cual tendrá que limpiar si quiere saber quién es y de qué está hecho.

En su soledad ayunará de verbo, no hablará más que con la Madre Tierra y con el espíritu de los ancestros y para ello las palabras que se emanan de la boca son el lenguaje incorrecto, por lo tanto requerirá hacer uso del lenguaje universal con el que todo está entrelazado, con el lenguaje que mantiene todo en unidad.

Dejará de comer y de beber para experimentar el hambre, la sed. Con este acto entiende lo mucho que requiere de la Madre Tierra para vivir, comprenderá lo frágil que es su vida sin la presencia del viento que alimenta su respiración.

Al estar hambriento busca vencer sus pasiones, aquellas que lo llevan a querer estar todo el tiempo satisfecho, lleno y pleno sin importar el costo. Tendrá que entender el enorme valor que tiene cubrir sólo las necesidades más básicas.

Ayunado, hambriento, solo, con frío y sed entenderá que ante la creación su vida es tan solo un minúsculo e insignificante eslabón. Solo así se dará cuenta que aún sin su presencia las aves seguirán cantando, el sol seguirá saliendo, el agua continuará su cauce, y las flores emanarán su preciado perfume. En realidad se dará cuenta que en nada es requerido, indispensable, importante.

Con el ayuno y al paso de los días se ha despojado de lo poco que le quedaba. Se ha desprendido de su imagen, de su orgullo, de sus creencias, de sus resentimientos, e incluso de la energía que lo impulsaba a caminar.

El guerrero con el ayuno busca experimentar la cercanía con la muerte y es justo en ese momento cuando logra ir más allá de sí mismo.

Al sentir la muerte cerca logrará valorar su presente… tal vez sea lo único que le queda.

Es ese instante donde todo cobra sentido, estar aquí y ahora para ser parte de un tiempo y un espacio, para que en él mismo sea experimente la naturaleza y el cosmos.

Reconocerá que su existencia es la presencia viva de quienes le antecedieron pues ellos dejaron una gota de sangre que da forma a su rostro. A través de él se mantienen vivos los ideales y la esperanza de lograr en un instante, en algún momento un estado de totalidad, plenitud y armonía.

Entenderá que estar aquí tiene como propósito humanizarse.

El guerrero comprenderá que aquello que nos hace existir no es solo un cuerpo en el que a veces estamos atados, atrapados, esclavizados. El cuerpo es una herramienta para expresarse, para honrar a través de él a la naturaleza y finalmente es la casa donde habita nuestro Real Ser, como plumas sutiles que con ligereza alcanzan alturas insospechadas.

El Real Ser es la misma esencia vibrante que habita en las águilas, en el jaguar, los árboles, las piedras, el fuego, el venado, el coyote, el lobo, el búfalo, el colibrí, el agua, etc.

El Real Ser es aquello que mantiene la misma esencia en el “Universo”, en la “única versión” del todo. Es lo que sustenta el estado de unidad.

Solo aquí, en ayuno, entenderá que al degustar el agua, al respirar, al tomar el fruto de la tierra, se toma a sí mismo, solo por un tiempo, aquí, sobre la tierra.

Hasta aquí el guerrero ha conseguido limpiar su espejo y se ha visto a sí mismo en todo lo que le rodea. Ya no necesita comer, ha dejado a un lado los placeres del cuerpo y más allá de eso él se ha convertido en alimento para su pueblo.

Ha muerto y con el ayuno no quedó nada de su pasado.

Ha sacrificado su corazón, lo entregó al Sol que es la fuente de vida, color y movimiento.

Con el ayuno se convirtió en sustancia de la cual otros se pueden nutrir.

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Dedicado a mi gran maestro… Nezahualcoyotl, el coyote hambriento, el coyote en ayuno.

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